28 junio, 2012

4 Entre canes, gansos y medianoche


Alguna vez leí que una bandada de gansos había salvado a la antigua Roma, alertando a los vigías de un ataque nocturno de los galos. Desde entonces se dice que, por gratitud, los romanos llegaron a considerarlos sagrados, consagrándolos al culto de la diosa Juno. Al día de hoy, se sabe que en cierto asentamiento del estado moderno de Israel, utilizan este método singular de vigilancia para combatir el “terrorismo” de los palestinos. La sabiduría popular no ha hecho más que reforzar la eficacia de estas aves como guardianes: en algunos barrios abandonados a la suerte de Dios de cualquier ciudad latinoamericana crían estos palmípedos para prevenir robos, cuyos potentes graznidos y agresividad territorial espantan a cualquier extraño.

Doy fe de la agresividad natural de estos pajarracos, me sucedió hace poco. Pasaba yo por una calle empedrada cerca de un taller mecánico. Sin mediar provocación, fui abordado por un par de estos plumíferos que intentaron perseguirme. En mis numerosos encontronazos con perros, nunca he sido tan amedrentado a pesar de que alguno me mordió el talón, y otro quiso pasarse de listo creyendo que iba a huir a toda pierna. Dicen los encantadores de perros que estos perciben si sentimos temor. De algo tenía que servirme esto de mi afición a la cinología, aunque seguramente el número de razas ya pasó de las 330 que era el último dato que recordaba. Seguro estoy que no existe especie animal sobre la faz de la Tierra con tantas variantes en cuanto a tamaño, color y forma. De un chihuahua de bolsillo a un gigantesco perro lobero irlandés. De un basset azul de Gascuña a un retriever de pelo rizado Chesapeake (créanme, existen los perros azules, y también los rojos, no solamente en un cuadro de Gauguin). De un adorable Westie  a un horrible Xoloitzcuintle mexicano, a ver quién no puede aficionarse. Por supuesto, por solidaridad perruna odio a los gatos.

Perdonen que me haya desviado, me avergüenza confesar que huí casi despavorido del encontronazo con los gansos: no se crean, no fue por temor a sus aletazos y sus picos amenazantes. Simplemente no se puede soportar sus terribles graznidos. Conozco a gente que salta espantada o entra en pánico cuando ve a cualquier araña mediana. Yo acabo de descubrir que les tengo aversión a los gansos. Cualquier chillido agudo me pone los nervios de punta, incluyendo el grito histérico de algunos niños. Desesperante, como para tomarse de los cabellos. No hay mesura que valga en estas situaciones. 

Por mí,  que destinen a estos pajarracos del demonio a cualquier horno respetable; aderezados al vino, a la naranja, o a cualquier caldo que se le ocurra al chef. Para ser sinceros,  no los soporto ni en paté o foie gras, aunque digan los franceses que es una delicatesen, como que se comen a los babosos caracoles los muy crudos. Scargots a la Perignon, o como se dirá gastronómicamente chic una vulgar receta de “patas de puerco en salsa de arándanos”, pregúntenle a Hitchcock, que él sabía muy bien cómo “ensalzar” la alta cocina francesa. Para los galos contemporáneos, cualquier bicho atizado al fuego no es ningún moco de pavo. No, definitivamente no. 

Muy chic el título del post, ¿no?, disculpen la gratuidad y el mal gusto de evocar la belleza y tranquilidad de la medianoche. No es ninguna excusa poética. Sencillamente es la coincidencia del momento en que me quejo de estos emplumados. Tan simple como eso. ¿O será la traición de mi cerebro colonizado por algún título de cine que suene tan cool como “Midnight in Paris? Pues bien, ahora mismo voy a escribir al Viceministerio de Descolonización, no vaya a ser que se me acuse de discriminación a los hermanos mayores de los patos. La cosa es seria, aunque no crean, en nuestro imperio plurinacional,  en primer lugar, están las mariposas, las hormigas, están las estrellas, nuestros cerros y en último lugar está el hombre”, y cuando lo dice el Canciller del Estado, hay que tener cuidado de dónde se está pisando. Aunque a la vuelta de la esquina, el compañero Evo insista en meterle tractor a la selva, por más que sea ilegal. ¿Parque nacional dijo?... que le metan nomás, ya legalizarán los abogados, que para eso han estudiado ¿o no?
  

23 junio, 2012

9 Motín policial en Bolivia: otra lección que el gobierno no aprende

Foto: El Dia
Hace un par de semanas atrás –en ocasión de la 42º asamblea de la OEA en Cochabamba-cuando afirmaba que las autoridades gubernamentales maquillaron todo, incluyendo el desastroso uniforme de la policía, para dar la impresión de ser un país ordenado, no estaba bromeando,  y una vez más, los hechos que paso a narrar, me refuerzan si es que mi crónica pecaba de exageración o frivolidad. 

Mientras Evo Morales y su numerosa comitiva gozaban de la estadía en la reciente Cumbre de Rio de Janeiro (todavía me cuestiono a qué va el mandatario si no es para promocionar su imagen) y aquí se celebraba el año nuevo andino donde el vicepresidente García Linera acudía con la novia –cual dos turistas extasiados en medio de exóticos emponchados-a la ceremonia del solsticio invernal preparada en las ruinas de Tiahuanaco, a las pocas horas, el sindicato de esposas de policías de baja graduación se declaraba en huelga de hambre y se movilizaba pidiendo mejoras salariales para sus maridos.

Como sucedió un par de meses antes, con la extensa huelga de los médicos y trabajadores de salud pública, una vez mas el gobierno incurre en la misma torpeza: minimizar los problemas hasta que se convierten en asunto grave, buscando desprestigiar las protestas antes que atenderlas. Tradicionalmente, la policía ha sido una de las instituciones más descuidadas de los regímenes de turno, es indignante ver las condiciones en que trabajaban sus efectivos y miserables los salarios de sus miembros de bajo rango. Con un sueldo que no llega ni al equivalente de 200 $us para los policías sin grado, el malestar ya maduraba desde mucho antes. Ante la tajante indiferencia del gobierno y el silencio cómplice del recientemente posesionado comandante, la tropa se amotinó, tomando varias instalaciones y cuarteles policiales. Produciéndose escaramuzas con gases lacrimógenos, finalmente expulsaron a empellones a jefes y oficiales, y en la refriega golpearon los parabrisas de los vehículos de los mismos. 

Todo comenzó el jueves por la mañana, en la UTOP (unidad táctica de operaciones)de La Paz, horas después, como efecto dominó el problema se irradió al resto de las ciudades principales.  Aún había tiempo para negociar, extrañamente ningún personero de gobierno respondió oportunamente. Se cerró el palacio de gobierno dejando a custodia de militares, los funcionarios se esfumaron de los ministerios y poco a poco las distintas unidades policiales abandonaron sus funciones y se plegaron a la protesta. Una tensa calma se apoderó de la urbe paceña el resto del día. Los canales de televisión dirigieron sus focos a los efectivos con el rostro cubierto, que encaramados en los techos gritaban consignas como “no tenemos miedo carajo”  mientras algunos agitaban metralletas en el aire.

Toda la noche los amotinados permanecieron en vigilia y armados, atentos a los rumores de una posible intervención militar. El viernes por la mañana, sin visos de solución, los policías rebeldes procedieron a asaltar algunas oficinas del Ministerio de Gobierno y otras reparticiones de donde sacaron abundantes documentos, expedientes disciplinarios y CPU de computadoras y luego los quemaron en medio de la calle. Se informó que incluso se extrajo irresponsablemente valiosos documentos del museo policial. Con los ánimos caldeados, y amparados en el anonimato,  los policías olvidaron que son guardianes de la sociedad, comportándose en algunos casos como vándalos.

Por su parte, en la ciudad de Cochabamba, se observaron algunos hechos curiosos como que los reclusos de dos cárceles se declararon en emergencia por solidaridad con sus custodios, a quienes enviaron agua embotellada y otros refrigerios humildes. Otros sectores como los comerciantes gremialistas y la federación de maestros también hicieron llegar sus ayudas, dando la mano a quienes muchas veces los gasifican en las constantes protestas que convulsionan a este retorcido país. En la ciudad de Santa Cruz, los amotinados se hicieron con el control de Palmasola, la cárcel más grande del país. Posteriormente en horas de la tarde, en La Paz, una veintena de tenientes se sumó a la protesta. Ante el abandono de los policías asignados a los bancos, éstos, por instrucción de su entidad matriz, cerraron sus puertas a mediodía en el todo el país. Mucha gente se quedó confundida y molesta sin poder efectuar sus trámites bancarios.  Como era de esperar, la televisión estatal se dedicó a emitir otros programas mientras los otros medios ofrecían actualizaciones de última hora. 

Lo que empezó como una simple demanda de mejora salarial, en un par de días, por la indolencia gubernamental, se convirtió en un manojo de exigencias: en primer lugar ya no solo se pide aumento del salario básico, sino también nivelación con los sueldos de militares y renta de jubilación al 100% de los cuales estos ya gozan. Por otro lado, se exige la derogación de una ley institucional que impide a los policías efectuar reclamos y opiniones en forma abierta so pena de sanciones disciplinarias o despidos. Molestos también con el comandante de policía que apenas apareció para reclamarles que dejen la protesta porque “daña a la imagen de la institución” -además de que no goza de aceptación por su posesión irregular sin observar el escalafón- pidieron asimismo su destitución o renuncia.

Como ocurrió con los médicos, los policías aprovecharon la cobertura mediática para mostrar las paupérrimas condiciones de trabajo, quejándose de la insuficiente dotación de uniformes y armamento adecuado para hacer frente a la cada vez mas equipada delincuencia (todavía queda fresco el video de seguridad de un asalto a una joyería a pocos metros de una agencia bancaria, donde sus guardianes no se animaron a enfrentar a los ladrones porque uno de estos estaba armado con fusil militar).  Realmente es indignante ver el estado calamitoso de las oficinas donde la gente acude a efectuar sus trámites, amén de los cuarteles cuyos dormitorios destartalados y cocinas pobremente equipadas son el vergonzante testimonio del descuido estatal. Y no se hable de la gran cantidad de vehículos parados por falta de repuestos y mantenimiento. 

Y da la casualidad que hace pocos días, el gobierno mostró orgullosamente su propaganda de cómo está equipando a la Fuerza Aérea con la compra de helicópteros y aviones, además de presentar a la primera mujer piloto de combate de la historia como si fuera un logro de género. Es lógico suponer que las imágenes enfurecieron a muchos policías, mucho más cuando existe una histórica rivalidad entre policías y militares. De ahí, el grito de desafío de los amotinados de que no tienen temor a una intervención militar, tal como sucedió en febrero de 2003 cuando hubo un cruce de disparos entre ambas fuerzas en los alrededores de palacio de gobierno, que ocasionó una veintena de muertos, mayormente policías. Este infausto acontecimiento fue el germen del posterior derrocamiento del gobierno constitucional de Gonzalo Sánchez de Lozada, en octubre del mismo año, quien mandó un contingente militar para reprimir las protestas que arrojaron un saldo de más de 60 muertos y centenares de heridos. Este levantamiento no fue del todo espontáneo, estuvo comandado por varios dirigentes sindicales, entre los cuales estaba el mismo Evo Morales. Hay mucha gente que piensa que todo fue un movimiento bien orquestado para derribar al gobierno de entonces.

Volviendo al tema, en medio de la rebelión policial, la tragedia se cebó con la institución en horas de la tarde de este viernes: una baranda de la Unipol se vino abajo cuando sus alumnos eran llamados a filas para una inspección rutinaria, a consecuencia del accidente murieron dos jóvenes cadetes y quedaron 44 heridos, algunos muy graves. Sobre lo mojado llovido, se diría vulgarmente. A partir de las ocho de la noche, recién el Ministro de Gobierno comenzó a negociar con los representantes de los policías. No se llegó a ningún acuerdo, y continúa el acuartelamiento. Hoy sábado por la mañana, mientras termino estas líneas, hay aparente calma a la espera de una solución consensuada. Mañana domingo será otro aniversario de la Policía Nacional, como es lógico, ya se ha anunciado que la tropa no saldrá a festejar, esperemos que el alto mando y el gobierno no cometan la imprudencia de celebrar el acto solemnemente y aparentar que todo va bien. 

De no ser la destitución del presidente paraguayo, con toda seguridad este motín policial sería portada de los diarios internacionales. Debería sonreír consolado de que esta vez la tragedia de un país hermano eclipsó nuestras miserias. 

Ver tambien:

21 junio, 2012

6 El cuento de la civilización milenaria

Ritual andino en Tiahuanaco-AP
Hoy se celebra en Bolivia el Año Nuevo Aymara según su calendario, hecho que coincide con el solsticio de invierno, y  que sus apóstoles de poncho, sombrero español y mocasines modelo italiano pretenden vendernos la idea con un artificioso envoltorio,  bautizándolo recientemente como Año Nuevo Andino-Amazónico para que parezca incluyente, aunque sabe Dios o los espíritus del bosque si las creencias de los indígenas de tierras bajas tengan algo que ver con la cosmovisión andina. 

Que los aymaras festejen un día del año como máxima expresión de su cultura, es desde todo punto de vista respetable dentro de ese marco de convivencia intercultural, pero por otro lado ¿por qué tenemos que  ver trastornada nuestra normalidad el resto de los bolivianos que estamos obligados por ley a interrumpir la productividad, y considerando que la etnia aymara solo representa el 15% de la población total? Aunque posteriormente, los quechuas se hayan sumado al rito, esto sin embargo, no deja de ser una festividad andina y por lo tanto ajena a las otras regiones del país. Cabe preguntarse entonces que dónde queda el espíritu plurinacional, ese discurso hueco de la tolerancia y el respeto hacia las otras visiones y culturas. 

Aún más, ¿de qué sirve que el Estado se haya dividido administrativamente en gobernaciones autónomas, a imitación del modelo español con asesores peninsulares, incluido? Ya quisiera yo,  ver que en el resto de España, se obligue a celebrar la festividad de una Comunidad Autónoma en particular. Al declarar, el gobierno, constitucionalmente el laicismo del Estado, entra de nuevo en franca contradicción, porque instala de facto una nueva religión: el sistema de creencias andinas. Por tanto, esta nueva celebración estatal no deja de tener un tinte ideológico-religioso en su afán de menoscabar la influencia católica. Dicho sea de paso, que también nos parece innecesario mantener como feriados nacionales algunas festividades como el Corpus Christi, que ha ido perdiendo importancia. 

No voy a entrar en los pormenores de la religiosidad andina, no es el caso ni quiero pecar de superficialidad. Que una parte de la población boliviana asuma los ritos andinos como parte de su cultura, de su forma de vida, de su cosmovisión, así nos pueda parecer al resto como un conjunto de creencias basadas en la superstición o un retroceso al pasado, no obstante, es parte fundamental de la espiritualidad de esos pueblos que tienen todo el derecho de conservarla. Donde no estamos de acuerdo es cuando esas creencias ancestrales pretendan reemplazar o mezclarse con asuntos científicos o legales, amparándose en el derecho de su supuesta tradición milenaria.  Al césar lo que es del césar.

Según los profetas pachamamistas, el calendario marca el año ¿5.520? de la civilización aymara. ¡Por las barbas de Zeus!, se pretende equiparar a las civilizaciones egipcia, caldea y china. Para empezar, es curioso que, al no existir vestigios escritos de esa cronología, pueda resultar tan fácil llevar la cuenta basada solo en la tradición oral. Según la cultura china, estamos en el año 4709, por tanto menor al calendario aymara. No hace falta enumerar todos los inventos y conocimientos científicos que los chinos han contribuido a la humanidad. Al contrario, la “sabiduría milenaria” aymara no ha dejado nada rescatable.

Cualquier persona sin ser estudiosa se preguntaría que ¿cómo es que una cultura con más de cinco milenios de antigüedad no haya sido capaz de generar ninguna escritura,  aunque sea rudimentaria?¿Dónde está el avance tecnológico durante ese extenso milenarismo de una medicina cuyas prácticas se basan hoy en el uso de hierbas, restos de animales y la invocación de la coca para curar enfermedades? A mí no me vengan con cuentos, que he visto de cerca como operan los yatiris o curanderos.

En todo el mundo hay muestras evidentes del grado de desarrollo de las distintas civilizaciones antiguas. En América tenemos imponentes ruinas arqueológicas de las culturas prehispánicas, comenzando con las mesoamericanas y terminando en las ciudades y fortalezas megalíticas de los incas que hasta hoy causan fascinación e incredulidad. Siendo los aymaras, más antiguos que los incas, en teoría debieron de haber alcanzado mayor grado de desarrollo, entonces ¿por qué no dejaron ningún vestigio arqueológico de importancia?

Como los aymaras actuales no tienen ninguna ruina espectacular que lucir, salvo algunos túmulos funerarios conocidos como chullpas, se apoderaron de la ciudadela de Tiahuanaco reclamándola como suya. Es fácil incurrir en el error de asociar a las ruinas tiahuanacotas con la cultura aymara, y mucha gente aún dentro del país está convencida de aquello. La mayoría de los arqueólogos coincide en que la civilización de Tiahuanaco es mucho más antigua que las otras culturas que se establecieron en el altiplano y en las proximidades del lago Titicaca. No se sabe quiénes la poblaron, ni qué lengua hablaban. Solo queda como testimonio de su avanzado desarrollo, sus gigantes y abstractas esculturas monolíticas, el monumento religioso-astronómico de la Puerta del Sol y otras construcciones arquitectónicas impresionantes (solo hay que ver las huellas de cómo labraban la piedra para sentir admiración), lo demás se pierde en el más indescifrable de los enigmas. 
Nunca faltan los turistas-APG
Que los extranjeros frente al televisor de su casa y los turistas llegados para la ocasión se hayan conmovido durante la entronización de Evo Morales en Tiahuanaco puede parecer muy auténtico, muy singular, muy colorido, etc., no así para nosotros que vimos en tal montaje mediático un gesto de impostura, de manipulación histórica y, si se quiere ir más allá, un acto de profanación de un sitio sagrado de otra cultura. Imaginen la situación absurda, torpe y chabacana de ver a un cacique aymara siendo coronado a la manera de los incas, cuando está claro que éstos los sometieron a la fuerza para convertirlos en vasallos. En fin, un show al más puro estilo hollywoodense.

Ahora por decreto gubernamental, los bolivianos estamos obligados a contemplar toda esta farsa de rituales cuya antigüedad se remonta hacia pocas décadas atrás, tan antigua como el origen de su “milenaria” insignia conocida como Wiphala, que hasta ahora no tenemos una prueba arqueológica de su origen andino y cuya inspiración parece estar más clara en los símbolos traídos por los españoles, tal como se vislumbra en la bandera ajedrezada de una pintura colonial. Bien que me acuerdo que, cuando era un niño, apenas unos cuantos nostálgicos y turistas europeos se dirigían cada 21 de junio a algunas ruinas incaicas o montañas a recibir los primeros rayos de sol, mientras sonaban los pututus “ancestrales” de cuerno de vaca. Estos son los rasgos del milenarismo, que los pachamamistas, con la excusa de que los invasores españoles han arrasado durante 500 años de opresión toda la cultura indígena, a tal punto que hay que “dejar a la imaginación de antropólogos” para reconstruir el esplendor  de un pasado que no fue tal. Entretanto, nada podemos hacer porque un montón de gente joven se dirija a tales sitios a atiborrarse de alcohol durante la noche anterior a la espera del nuevo amanecer, aunque no tengan ni la más remota idea del significado de tal acontecimiento, pero bonito y trascendental para sus vidas vacías, sí que lo es.

16 junio, 2012

6 Réquiem por mis libros perdidos

Ay, yo tenía uno igual
Ahora que me estoy haciendo viejo, no tanto de cuerpo, más bien de espíritu, cada vez que leo mis libros digitales, siento que estoy engullendo conocimiento como comida de hospital: fría, desabrida, sin color, sin olor, sin textura, aunque ciertamente nutricia. 

La sensación es más desasosegante cuando recuerdo mis lecturas de ciertos libros, llámense “antiguos” por su forma y presentación. Infeliz de mí que no supe, imberbe entonces,  darles el valor suficiente. A resultas, ya no los tengo conmigo para atesorarlos como haría un niño en un baúl de madera. Imitando el canto de un poeta de mi tierra, ¡malhaya mi suerte, malhaya mi sed de querencia!  

Por qué será que a medida que pasa el tiempo, más nítidamente recordamos no solo el título sino hasta la textura de la tapa y el olor a papel guardado de ciertas obras que nos han marcado una etapa de la vida, aunque no fuéramos conscientes de ello. Con los años, recién vienen esas ráfagas de memoria tan dolorosas cual artritis del alma. Así, con profunda nostalgia evoco al coronel Mansilla devorando sandías después de una comilona de carne de caballo en compañía de los indios ranqueles, y luego soltando eructos de satisfacción como señal de respeto hacia sus anfitriones. ¡Cómo olvidar todo eso!, y la tapa dura edición Billiken del librito desgastado que alguien me regaló y que seguramente dejé tirado en un rincón.

Cómo guardo todavía la imagen de aquel tamborcito sardo en ese maravilloso libro de relatos, Corazón de Edmundo de Amicis, que sabe Dios dónde habré dejado como pasto de las polillas. O aquella edición juvenil del Quijote que me lo leí en un santiamén y cuyos dibujos caricaturescos al carbón de Don Quijote y Sancho juntos, me impresionaron tanto que en los posteriores años de la secundaria copiaba como carátulas de mis cuadernos de literatura. Y no se me daba mal el dibujo,  por lo menos impresionaba a un par de compañeros. En mis tiempos era de vital importancia diseñar la presentación de cualquier cuaderno para ganarse la simpatía de los  profesores. El minimalismo estaba mal visto, cuanto más churrigueresca la carátula, mejor.

Tengo una tía muy mayor que toda su vida fue maestra de escuela. Un día me regaló un grueso libro español -que había pertenecido a su hijo- sobre ciencias naturales pero tenía que compartirlo con un ahijado suyo, el cual no respetaba sus hermosas ilustraciones porque cada vez que me lo regresaba le añadía un nuevo calco con bolígrafo, el muy bruto, y lógicamente yo hervía de rabia. Pero todo eso era poco con la inmensa satisfacción que paladeaba en sus páginas: puedo afirmar que seguramente fue el libro que más releí en toda mi vida,  si hasta recuerdo el encabezado de unos de sus temas: la Pedriza de Manzanares que ni tengo ni la más remota idea en qué parte de la geografía española está. Por esas raras jugadas de la memoria, no recuerdo su título, salvo el color verde esmeralda de su portada y la temática miscelánea de sus páginas. Un día le dieron el golpe de gracia, me lo entregaron con varias hojas rotas, folios extraviados y el cuerpo totalmente desprendido de las tapas. Desde ese momento lo abandoné como se abandona los zapatos viejos, y  más de quinientas noches después, continúo con la búsqueda de un ejemplar aunque sea una empresa imposible (incluso busqué en la misma España pero sin resultados porque era una edición de los años setenta). Si fuera millonario, pagaría hasta una fortuna por él: por qué no hacerlo si hay gente que paga pequeñas fortunas por coleccionar excrementos enlatados.

Pero lo que más lamento hoy, es no haber conservado un libro que cuando llegó a mis manos ya era añejo de sobra, de principios de 1900, con portada muy dura y titulares en tonos grises como todo libro antiguo. Con esa tipografía característica de la época y cosido a mano con hilo. Cuántas jornadas habré repasado sus mohosas y entrañables páginas sobre la Edad Media, descritas al detalle con primoroso gusto didáctico,  y enriquecidas con grabados de armaduras, castillos y símbolos heráldicos. Una vez más, ya no recuerdo dónde lo dejé tirado por mi maldita inconsciencia, espoleada por mi prisa por crecer y la influencia nefasta de la televisión. De todo eso queda como poso agridulce mis vívidas lecturas a la luz de una vela, hasta que llegase el sueño para transportarme a esos mundos mágicos de caballeros, mazmorras y mil batallas.

Ya que no podré nunca más repasar las arrugas de esos viejos libros, por lo menos  me gustaría quedarme con el consuelo bobo de poder leer en las arrugas de los ancianos, sin duda, únicamente al alcance de mentes privilegiadas,  o parafraseando al alto magistrado Gualberto Cusi; “no cualquier gil lee en coca”. Lo demás son tonterías, como esta añoranza sin fin, ¿a que sí?

11 junio, 2012

4 Carretera a Los Yungas y el turismo macabro

Los Yungas es quizás la región más bella de Bolivia. Un ecosistema muy peculiar que se caracteriza por montañas cubiertas de selva, cascadas numerosas y profundos cañones por donde discurren ríos de aguas cristalinas. Ubicada al noreste de la ciudad de La Paz, como lugar de transición entre las cumbres del altiplano y los llanos de la región amazónica. Tan espectacular es su singularidad que en pocas horas se desciende de los 4.700 metros de altitud a poco más de los 1.000. Del yermo poblado de paja brava y nieve a los barrancos de jardines colgantes y helechos arborescentes. De los dominios del cóndor al edén de mariposas, cigarras y pájaros multicolores.

Es la tierra del mejor café, de todas las frutas tropicales imaginables, de la coca prehispánica que se cultiva sacrificadamente en terrazas. Sus pueblos encaramados caprichosamente sobre los cerros, a menudo parecen tocar el cielo cuando los envuelve la bruma, dándoles la estampa de sitios encantados. Es a su vez, encrucijada de etnias y culturas tan dispares como la aymara y la afroboliviana. Los huayños melancólicos del Ande y los alegres ritmos de la saya afro conviven aquí gustosamente. En sus calles, no es raro encontrar a mujeres de ambas etnias luciendo el mismo atuendo: pollera y sombrero de chola paceña. Esos raros caprichos de la historia como el que permite concentrar a casi todos los afrodescendientes (unos 25.000) en esta parte de la geografía boliviana.

Como era de esperar, el paisaje inigualable y la relativa cercanía a la urbe principal del país, han transformado a la región en el destino turístico más importante. Dicen que en el pueblo más visitado, Coroico, el inglés es la lengua predominante y los billetes verdes moneda común. 

Sin embargo, basta teclear en el Google las palabras temidas: “carretera más peligrosa del mundo” o su equivalente en cualquier idioma. El resultado no podía ser más siniestro o atrayente según se vea. Y la fama no es inmerecida. El goteo incesante de accidentes da fe de aquello. Porque a pesar de haberse construido un moderno tramo asfaltado de 50 kilómetros que reemplaza la parte antigua y más peligrosa de la carretera, solo llega hasta Coroico (a 100 Km. de La Paz), pero el resto del trayecto continua descuidado, mucho peor los distintos ramales que se desprenden a diversos poblados. Y no es cualquier camino, es la única vía que comunica con el norte del país por el lado occidental. 

Desde que prisioneros paraguayos de la Guerra del Chaco (1932-1935) comenzaron los trabajos de construcción, poco se ha hecho por modernizarla; a resultas se sigue usando la misma vía estrecha y sinuosa que se abrió sobre caminos de herradura décadas antes, acorde al tamaño de los camiones de la época. Hoy incluso transitan autobuses de 50 pasajeros y camiones pesados de tres ejes. ¡Y a qué riesgo! Si algo caracteriza a esta ruta es la abundancia de precipicios, algunos hasta de 500 metros o más. Uno de estos, conocido como el Balcón de Chuspipata, se hizo tristemente célebre porque allí se ejecutaba a prisioneros políticos durante las dictaduras. 

Es casi seguro que cada semana se produzca un embarrancamiento. Cuando se trata de vehículos particulares es frecuente que nadie se entere hasta una semana después,  a denuncia de los familiares, en estos casos las brigadas de búsqueda se guían por los vuelos en círculo de los buitres, porque la espesa vegetación dificulta el rescate. Los medios de comunicación y la población están tan acostumbrados que ya no se hacen eco, salvo cuando un autobús, cada cierto tiempo, añade su dolorosa cuota de fallecidos, y de acuerdo a estadísticas, se sabe de antemano que serán mínimamente diez las víctimas fatales cada vez. El último caso grave se produjo hace apenas una semana, cuando un bus se despeñó matando a 18 personas, la mayoría de las víctimas eran estudiantes de secundaria. 

De acuerdo a una publicación, en los Yungas, no hay una sola familia que no haya perdido un ser querido en un accidente. Se sabe de casos donde muchos niños han quedado huérfanos de golpe por una de estas tragedias. A veces familias enteras perecen. Y la danza inmisericorde de la Parca continúa, por distintos factores:

  • Esta es la única carretera del país donde se conduce a la manera inglesa (por la izquierda). El código de tránsito aquí no sirve. Manda el sentido común y códigos de los transportistas más o menos respetados: así,  los que van de bajada deben ceder el paso. El que se asoma al borde debe hacerlo por el lado del chofer para maniobrar más seguro. Aún así, varios de los accidentes se producen al dar marcha atrás para dar paso a otro vehículo que viene en sentido contrario.
  • Pero ante la causa anterior, es inevitable que alguien se haya cuestionado que por qué no se establecen horarios para que la vía se use en un solo sentido. Las autoridades camineras lo han intentado, pero según dicen, en su descargo, que los mismos transportistas y algunos lugareños se opusieron a la medida porque perjudicaba a sus intereses económicos. El gobierno no es firme, pero tampoco los pobladores colaboran.
  • Dadas las características topográficas, es frecuente que se produzcan lluvias, ocasionales derrumbes, caídas de piedras sueltas y sumándole la niebla, constituyen las peores condiciones para el viaje. A esto hay que añadirle el pésimo mantenimiento de la carretera, pueden pasar días sin que llegue el auxilio de la maquinaria pesada. Hace unos tres meses, un autobús cayó al barranco por evadir uno de estos derrumbes, cediendo la plataforma al paso del motorizado. Como consuelo estúpido cabe decir que menos mal que todos los pasajeros se bajaron antes, no así el infortunado chofer que falleció. Y este espectáculo dantesco fue filmado por un pasajero con celular.
  • Otras causas adicionales vienen explicadas por factores intrínsecos como conductores alcoholizados o que se duermen al volante durante viajes nocturnos, a menudo los vehículos circulan sobrecargados,  o lo peor de todo, el mantenimiento mecánico insuficiente con la excusa de ahorrar dinero: ha habido casos de vehículos siniestrados que sujetaban sus muelles con lazos de goma. Y para cerrar el círculo vicioso, no hay control estricto en los retenes de tránsito, mucho menos en carretera. Así se juega con la muerte. Así se desprecia la vida.
Mientras tanto, como que no pasa nada, varias agencias de turismo no dudan en utilizar la etiqueta resaltada arriba como reclamo publicitario. Como era de suponer, muchos extranjeros ávidos de “emociones fuertes” llegan al país para efectuar el descenso a toda marcha en bicicleta, para tentar a la muerte se dice. Muchos lo logran, en alguna curva cerrada se pasan de largo rumbo al vacío, alguno ha sobrevivido milagrosamente aferrado a la vegetación. Pese a todo el peligro, los visitantes siguen llegando, atraídos por el embrujo  del paisaje y el morbo de las innumerables cruces regadas por todo el trayecto. 

Tanta repercusión mundial tiene este fenómeno que hace poco, se efectuó una especie de reality show del conocido History Channel, el cual trajo una cuadrilla de –supuestamente- los mejores camioneros de Estados Unidos. Al cabo de pocas horas, casi todos se rindieron acobardados por la experiencia, peor aún cuando tuvieron que conducir los viejos Volvos F-12 locales. Acostumbrados a sus vehículos nuevos y carreteras amplias, su arrogancia les duró un suspiro, marchándose entre improperios y maldiciones.

Puede que la experiencia sea muy adrenalínica y salvaje para los viajeros ocasionales y  turistas aventureros, no así para los lugareños y comerciantes que se juegan la vida en cada viaje, encomendándose a Dios o a los espíritus ancestrales. Pero al final de todo, cabe preguntarse cómo es que un país pobre como este puede presumir de comprar un satélite de comunicaciones cuando no es capaz ni de ofrecer una carretera segura a sus habitantes: no se exige que sea asfaltada, simplemente ensancharla, dotarla del necesario peralte y los guardarraíles de rigor. Con la plata del satélite (300 millones de $us) y el presupuesto de su caro funcionamiento bastaría, me permito suponer. 

Inevitablemente se opondrá mucha gente, comenzando por los grupos ecologistas. Dirán muy sueltos de cuerpo que la carretera perderá su “encanto”. Entretanto,  quién calma la zozobra de aquellos que suben a los féretros rodantes, una y otra vez porque no tienen de otra. Quién traerá consuelo a las familias enlutadas, mientras corre el tiempo a la espera de nuevas víctimas… mientras el destino sabe a abismo permanente.

06 junio, 2012

3 Bolivia, la OEA, y los turistas de corbata


Foto: EFE
No bien empezaban a llegar como cuentagotas los primeros funcionarios de los gobiernos extranjeros, eran recibidos por música autóctona en las puertas del aeropuerto internacional de Cochabamba. Sonaban las zampoñas de los indígenas andinos como preludio a la 42º Asamblea de la OEA. Ponchos multicolores hacían de la ocasión una postal y los visitantes aprovechaban el momento exótico para tomarse una foto en medio de los disfrazados anfitriones. (La última vez que se había visto aire de fiesta en la terminal aérea fue el recibimiento apoteósico al Wilstermann por haber retornado a la Liga, un equipo que se precia de ser grande, celebrando un sufrido y carambolesco ascenso).
Si este reciente acontecimiento interamericano, es o no, digno de portadas en medios internacionales, no es de mi incumbencia, pero ha transtornado por un par de semanas la tranquilidad pictórica de todos los cochabambinos. Los ciudadanos nos hemos quedado boquiabiertos al ver nuestra ciudad irreconocible: de la noche a la mañana, muchas avenidas fueron recubiertas con nuevo asfalto, las líneas de cebra que veíamos en las películas se hicieron realidad. Descubrimos que los huecos centrales de las calzadas servían para rellenar de plantines de flores. De los postes de luz, pintados de verde esperanza ahora cuelgan banderitas de papel de todos los estados americanos. Aún seguimos investigando el significado de los nuevos carteles de tránsito plantados sobre la marcha.
Como no podía ser de otra manera, las autoridades edilicias ordenaron a los vecinos limpiar sus aceras y pintar las fachadas, pero sólo de aquellos domicilios que están en el trayecto del aeropuerto a la sede de la Cumbre, para que quede claro. Al resto de la población, las amonestaciones de manual: mantener el orden para coadyuvar a la buena imagen de la ciudad. Los borrachines están que truenan, se ha establecido casi una semana de ley seca, incluida la prohibición de fiestas y bailes, ni en Semana Santa se había visto tanta abstinencia.  Una calma chicha envuelve a la ciudad. Por primera vez no me da vergüenza ver a nuestra policía lucir sus harapos, han sacado a relucir su mejor uniforme, con coqueta banda diagonal de cuero y gorra de gala. Y pasean de dos en dos, cerca de los hoteles, con una gallardía que no he visto antes. No me puedo negar,  me siento el ciudadano más seguro del mundo con un policía en cada esquina,  aunque por unos días.  No se puede objetar nada, la Operación Maquillaje fue un éxito total. Espero que los medios extranjeros hayan tomado nota, y fotos, como siempre.
Pero, de qué estamos hablando, ah perdonen, de la insulsa OEA, nunca mejor dicho. Tal es la importancia de esta Cumbre de Cancilleres, que apenas 16 titulares de 34 países llegaron a la reunión, el resto mandó a funcionarios subalternos como quien manda a un burócrata ocioso,  consciente de la magnitud del evento: oye vete a Bolivia, a la reunión esa, solo tienes que leer este comunicado de nuestro gobierno y luego quedarte sentado por una horas escuchando discursos. Nos informas y luego te avisamos si hay que firmar algo. Aquí tienes el pasaje, el nombre del hotel y tus viáticos de rigor, y no te olvides de traer muchas fotos. En esta era de la inmediatez, no es exagerado aventurar que algún funcionario haya tuiteado –respectivamente-sorprendido de la experiencia: Cochabamba bonita ciudad me recuerda a Córdoba, Arequipa o alguna ciudad colombiana de los valles.
OEA = Organización de Emponchados Americanos
Debe de ser vital para todos los americanos, discutir acerca de la Seguridad Alimentaria con Soberanía; paradójico como iniciativa de uno de los países que más importa alimentos, empezando por la harina del pan que me llevo a la boca. Suena a broma cruel, escuchar a Evo Morales proclamando el derecho de los pueblos a tener una alimentación adecuada y con “soberanía” además, cuando su administración no ha hecho nada significativo para disminuir la desnutrición infantil en Bolivia. En cualquier caso,  ¿hacía falta un foro internacional para debatir lo que por mandato natural es una obligación interna de cada estado?
El gobierno boliviano y sus amigos del ALBA sacaron a relucir también dos asuntos que sacan chispas: mar para Bolivia y soberanía de Malvinas para Argentina. Como es lógico, la delegación chilena se incomodó amparándose en su discurso de que es un tema bilateral y no regional. Mientras tanto el amigo Insulza, cabeza de la OEA, amigo de Morales pero siempre chilenísimo por encima de todo, no dijo nada como era de esperar. Con las Malvinas, sucedió algo parecido, plena solidaridad en los discursos que no llegará a tener implicancia vinculante. En el fondo, todos sabemos que la OEA no sirve para nada relevante, sus resoluciones no tienen el peso suficiente sin la venia del gran país del norte, que ni se preocupó de enviar a Hillary Clinton, ni recuerdo haber oído hablar a su representante designado.
De pronto, Evo Morales,  al tenor de su discurso,  se dio cuenta de la verdad de Perogrullo: la OEA debería refundarse o desaparecer, porque solo servía a los intereses del imperialismo y no reflejaba el sentir de todos los países.  Y acto seguido amenazó con salirse de la organización y planteó crear un organismo paralelo o enfocarse en otras entidades regionales como la Unasur. Su lúcida propuesta solo fue saludada por los representantes de Ecuador y Venezuela. El resto, como si intuyera el ojo vigilante del Gran Hermano sobre sus cabezas, apenas le prestó oídos a la bravuconada de Morales. Sabemos que no hace falta  que el monstruo asome la cabeza para demostrar su poder, le basta mover sus tentáculos bajo la superficie.
Si hacía falta algo pintoresco para animar la anodina Cumbre, bienvenido sea el bufón de turno, parecía pedir en silencio el salón de la asamblea. Como quien no pinta nada en la cosa, se dejó caer el presidente Rafael Correa de Ecuador, invitado por Morales, dizque para realzar el acontecimiento. El irascible cacique ecuatoriano aprovechó la ocasión para proyectar su guerra personal con la prensa de su país al seno de la reunión, y salpicando a la prensa boliviana con toda clase de acusaciones y adjetivos como acusándola de ser “burguesa y capitalista” y que “ahora los medios ya no tumban gobiernos pero siguen haciendo mucho daño”. Que los medios conspiran contra Evo,  y que solo sirven para manipular y engañar a la población, prestándose al interés del imperialismo y demás retórica que endulzó los oídos de los políticos y sindicalistas invitados.  Y encima, los bolivianos tenemos que aplaudirle por inmiscuirse en los asuntos internos. Para eso sirve la OEA, para dar paso a prepotentes que vienen con discursos incendiarios y no para atender a diputados y dirigentes indígenas que quisieron hacer sentir su voz y presentar extensa documentación sobre la paulatina vulneración de derechos y garantías constitucionales que el régimen de Morales viene practicando sistemáticamente. ¿Diputada dijo? ¡aquí no entra ni una mosca sin autorización! fue la respuesta de los agentes de seguridad.
Eso sí, fue muy importante agasajar a las delegaciones con bailes folclóricos, sahumerios ancestrales, cenas opíparas y grupos de música local que amenizaban las veladas. No faltaron guirnaldas, bufandas y banderas con los colores de la Wiphala y arreglos florales por doquier, naturalmente  si Tiquipaya –sede del evento-es la capital de las flores. En Bolivia, para su conocimiento, todas las ciudades pugnan para ser capital de algo.
Y colorín colorado, la fiesta multinacional, esta noche de martes por fin se habrá acabado. Y mañana me preguntaré, preocupado, cuánto dinero a la magra economía del país, todo este circo le habrá significado.
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
 

El Perro Rojo Copyright © 2011 - |- Template created by O Pregador - |- Powered by Blogger Templates