28 diciembre, 2013

8 Antología del humor involuntario



  • El peor equipo de la Bundesliga lleva el complicadísimo y soporífero nombre de TSV Eintracht-Braunschweig. Con razón van últimos en la tabla de clasificación. Quién será el valiente que se destroce la garganta gritando a todo pulmón en el estadio este nombre tan automovilístico como BMW. A menos que se siga la moda yanqui de pronunciar las iniciales en inglés: “Go T-S-V , go” o, a tal vez que se contraten porristas, pidiendo “dame una Te, dame una Ese, dame una Ve”. Uf,  el resto del nombre es un ejercicio trabalenguístico, como toda la lengua alemana. Y así quieren que uno aprenda el idioma. Nein, ni por Goethe o Nietzsche (no puedo ni aprender correctamente a escribir el apellido del filósofo, si no fuera por Google).
  • La miss Bolivia, una nena de 19 años, al ser abordada en el aeropuerto de Santa Cruz,  no pudo contener las lágrimas ante las cámaras luego de pedir disculpas a todo el país -según sus propias palabras- por no haber sacado ningún premio en el reciente Miss Universo, ni siquiera haber clasificado a la primera ronda en el campeonato mundial de piernas torneadas. Según los missiólogos y potógrafos, como los llama a calzón quitado un colega bloguero, se tenían grandes esperanzas en su representación y la noticia de su prematura eliminación cayó como una tragedia nacional. ¡Hua!, como si la pobre chica tuviera la culpa de no ser tan bella como las premiadas. O no tuvo el suficiente garbo de mover el esqueleto en pasarela. Porque, a ver, qué cosas inteligentes preguntan en un torneo así: como qué haría para luchar contra el hambre en el mundo o, el infaltable, qué haría para disminuir la desigualdad entre hombres y mujeres. Lugares más comunes que el bronceado de los presentadores y jueces. ¿O no? 
  • En un programa mañanero, la presentadora o periodista de espectáculos, le comenta a su invitada de que le sorprende que, en la portada de una revista nueva, salga un rostro joven y que sea varón, en contra de la tendencia generalizada. La representante de la publicación, muy suelta y segura de sí misma responde que están “dando a gente joven la oportunidad para que muestren su talento”. ¡Hua!, no sabía que poner cara de morritos ante una cámara o mover el culo de cierta manera tenía también su talento. A este paso, hasta el hallar una forma poco sangrante de romper una relación con la pareja será cuestión de talento y nada de sentido común.
  • Oído a un reportero en un noticiero de televisión, a pocos días del año nuevo: “las vendedoras alistan los mejores modelos de ropa interior roja o amarilla, a elección, en todos los tamaños y colores". No sabemos si era la confusión del hombre ante la vista de tanta lencería femenina o los planes que estaba maquinando para la última noche del año.
  • Hace dos semanas, una pareja de esposos peruanos fue despojada de 8.000 dólares en la terminal de buses cochabambina, por unos ladrones especializados denominados en el argot policial como “descuidistas”. Ante el escándalo que provocaron, toda la delegación policial tuvo que movilizarse. Como serán de eficaces nuestros agentes que al poco rato apareció un cabo que, según los afectados, les entregó 1.000 Bs (unos 140 dólares) aparentemente después de haber contactado a los familiares de los delincuentes. Menos mal que recuperó algo, aunque sea para el taxi.
  • Menos de un mes atrás, un joven carnicero murió electrocutado al manipular los cables de una cortadora de carne estropeada. Sus compañeros de trabajo, quizás presas del nerviosismo no tuvieron mejor ocurrencia que llevarlo a la División Homicidios de la policía en un camión frigorífico antes que llamar y esperar la llegada de los agentes para que estos efectúen el levantamiento legal del cadáver. Menos mal que lo trasladaron enterito, porque de acuerdo al folclore local se ha dado el caso de una chicharronera que supuestamente ha desmembrado y asado a su marido para venderlo como chicharrón de cerdo, con mote de maíz y demás. De hecho, a tono con la creencia, existe una novela (y su consiguiente película) de un escritor reconocido, titulada La cruel Martina, que narra la historia de una mujer violada por un corregidor, dando a luz a una niña que, al poco tiempo, le da de comer muy bien troceada a su propio padre.
  • Algo debe estar pasando en el mundo- por lo menos a lo que este terruño corresponde- cuando uno de los temas más emblemáticos de U2, es utilizado como fondo musical para un anuncio de tortas y repostería. ¿Será un guiño a las muy comerciales y cada vez más dulzonas canciones de Bono y sus amigos?  No es el único caso, hace poco pasaban en televisión un anuncio de un conocido desodorante barato para hombres, aderezado con el famosísimo La donna é mobile  de Verdi como supuesto anzuelo irresistible para las mujeres. Han abaratado hasta el legado de los grandes maestros. La creatividad, cada día está más escasa. Como el caso de este bloguero que no sabía cómo llegar a fin de año y no tuvo otro remedio que reunir este montón de anécdotas.


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PS. En previsión de que no voy a escribir nada hasta el año siguiente, aprovecho la oportunidad para agradecer a todos los lectores por haberme tenido paciencia todo el año y sobre todo a los amigos por sus valiosos comentarios. De no ser por ellos, hace tiempo que la pereza me hubiera ganado la partida. Un gran año para todos y ¡salud!

24 diciembre, 2013

11 Postales navideñas




Ay, los primeros generales de la república deben de estar revolcándose en sus tumbas. Para conformar el incipiente ejército se inspiraron en las academias europeas, especialmente en la disciplina y formación prusiana. Hasta hoy los uniformes de gala respetan esa tradición, por lo menos para los desfiles. No es casualidad que, en sus filas hayan hallado sitio, apellidos muy germánicos como Braun, Busch, Natusch, Banzer y algunos más que no recuerdo. 

De ninguna manera estoy abogando por la clase castrense, siempre me ha parecido parasitaria y una permanente sangría para un país pobre como este. Puede que en siglos anteriores haya sido necesaria su presencia –especialmente para garantizar algo de seguridad a la sociedad en formación- aunque no haya ganado ninguna guerra contra nuestros vecinos que desde el año cero de la independencia se quisieron repartir el territorio. Pero viendo los resultados actuales, quizás hubiera sido mejor y hoy tal vez no existiría esta anomalía continental llamada Bolivia. Por lo menos nos hubiéramos ahorrado tantos gobiernos desastrosos. En esta convulsa nación, los libros de historia están llenos de sables y charreteras. ¿De qué nos ha servido?

Con los nuevos tiempos y calmados los fragores de batalla, la situación de las fuerzas armadas se hace cada vez más insostenible. Deberíamos seguir el ejemplo de Costa Rica. Ya no son tiempos para seguir guerreando en escritorios. La tropa está demasiado ociosa como para seguir costeándola. Ni siquiera resguardan bien las fronteras que siempre han estado descuidadas. Constantemente hay denuncias de que se remueven los hitos limítrofes. Siempre la excusa de que no hay suficiente presupuesto para equipar a las patrullas fronterizas mucho menos para financiar cuarteles en la zona. 

En contrapartida, las ciudades centrales están llenas de regimientos y cuarteles. Demasiados oficiales que, de mañana siguen cursos para diplomarse en Altos Estudios Nacionales y otros menesteres de dudoso beneficio para el Estado. Y por las tardes se dedican a campeonatos de ráquetbol o pelota frontón. Y encima les pagan, a pesar de que siguen “estudiando” durante años para ascender de grado. Son los mayores privilegiados del aparato estatal y más aun cuando son los únicos que se jubilan con el cien por cien de sus sueldos. Todos los otros sectores sienten este trato especial como injusto, principalmente en filas de la Policía, lo cual siempre ha generado animadversión. Pacos y Plomos se llevan como perros y gatos.


Como decía, el presupuesto de Defensa es demasiado oneroso para las arcas públicas. No tiene ningún sentido seguir renovando material bélico cuando en un par de años ya se queda todo obsoleto con el gran avance de la tecnología militar y a qué precio. Además, qué efecto disuasorio podemos esgrimir si nuestros vecinos nos triplican mínimamente en poderío y gasto armamentístico. Chile, nuestro gran enemigo invierte diez veces más que nosotros. En esas condiciones siempre saldríamos perdiendo en un hipotético enfrentamiento. Y me da risa hasta lástima cuando oigo a algún oficial sentenciando que la recuperación de la cualidad marítima pasa por la vía de las armas. Como si estuviéramos en siglos pasados, como si todo fuera cuestión de valentía. Los William Wallace brotan como hongos. 

Lo peor es que aun con estos antecedentes, el gobierno de Evo Morales es el que más gasta en presupuesto militar con respecto a los anteriores regímenes, preocupando seriamente a nuestro limitado vecino paraguayo, que más o menos va a nuestro ritmo. Y gastar en armamento chino es como armarse de flechas frente a un máuser. Aun así mucho orgullo causa en la población ver volar sobre sus cabezas una esmirriada cuadrilla de cazas K8 de fabricación china, inseguros por muy nuevos que sean,  como que ya tuvieron accidentes en Venezuela. El caudillo no da ningún regalo por puro desprendimiento. Primero les exigió que adoptaran el lema del Che, en una suerte de aberración contra natura, además de obligarlos a declararse socialistas para dotarles de helicópteros y otros juguetitos de guerra. 

Y como ahora las tropas han declarado estar al servicio del pueblo, siguiendo la demagogia evista, hoy cumplen la muy patriótica labor de ser los cajeros que pagan los bonos, especialmente el Juancito Pinto destinado a los escolares. Y los desfiles, ay los desfiles, hasta en eso han perdido la seriedad y compostura: es hasta ridículo que desfilen con sus implementos de camuflaje envueltos en lianas tipo musgo que parecen imitaciones enanas de Pie Grande. Todo un montaje farandulesco al servicio del caudillo que los aplaude desde el palco oficial. Esas son las fuerzas que tienen muertas de miedo a las tropas del imperio yanqui, de risa habrá querido decir el supremo comandante de la revolución. Por otro lado, tienen tan poco qué hacer que andan inventando cada cosa, como cantaría otra vez el inefable Arjona. Entre otras cosas, cada año, con dedicación y precisión militar organizan comparsas carnavaleras con conscriptos a quienes obligan a bailar disfrazándolos torpemente de los superhéroes de moda, como tortugas ninjas, autos transformers de cartón o travistiéndolos de chicas. Y por supuesto, el pueblo siempre espera con ansia el paso de los militares y sus chuscas carrozas. Carnavalesca se ha vuelto la vida en este país, colándose hasta los otrora rígidos regimientos. Solo faltan los claustros de monjas y la función  sería completa.

Ay, qué dirían los antepasados castrenses, admiradores de Julio César, Napoleón, Bolívar, etcétera, si vieran estas postales que el cuartel más orgulloso de Cochabamba y uno de los más respetados del país acaba de perpetrar para ganarse el cariño y, seguramente la admiración de la gente. Esto es más original y fabuloso que la luminosa “caravana de la felicidad” de Coca Cola. Como si no bastara que los centros comerciales estén llenos de papanoeles y demás parafernalia navideña. Es hasta vomitivo que los periodistas y otros presentadores se presten a la bufonada de fin de año: ustedes saben, salir en pantalla con sus trajes de corte italiano y poniéndose el dichoso gorrito del viejito pascuero. Hasta las chicas más monas se me caen en esas circunstancias haciendo el mono. Empacho y más empacho siento tanto ver cajas de panetón como adultos disfrazados de idiotas. 

Mucha honra para el glorioso y temido regimiento de paracaidistas significa esta solidaridad con el viejito barbudo. Si ya de por sí, son grotescas las estatuas con brillo broncíneo -como en otras partes suelen colocar leones guardianes- que adornan la entrada, además de sus copias miniaturas que coronan los muros; haberlos disfrazado de Santa Claus ya es el súmmum de la parodia. No se lleven a engaño, no son muñequitos expresamente colocados, esa bolsita blanca o multicolor que parece de regalos es la bolsa de paracaidismo muy bien camuflada por los repentinos artistas del armado de belenes y otras artes navideñas. El popularmente conocido cuartel del C.I.T.E. (Centro de Instrucción de Tropas Especiales), por obra y gracia de sus jefes ahora debería ostentar el título de “Centro Industrial de Trabajos Especiales” (de aquí también salen las carrozas carnavaleras). El belén con sus cajitas a los pies del Cristo de la Concordia denota demasiada creatividad y en plena calle para que todos aplaudamos a rabiar. Quién sabe, en los años siguientes hasta emprendan la titánica misión de confeccionar un traje rojo para el cristo original del cerro San Pedro, una mole de casi cincuenta metros. Mejor no debería dar ideas y callarme ipso facto. Nunca mi cotidiana cara de póquer había sido desarmada de esta manera; por las fuerzas armadas, vaya.
 

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P.S. En cualquier caso, espero haberles arrancado aunque sea una minúscula sonrisa, a modo de obsequio. Felices fiestas a todos los amigos comentaristas y a todos los extraviados que caen por este sitio.

21 diciembre, 2013

12 El satélite Transformer y otros cuentos chinos




A escasos minutos de la una de la tarde del viernes 20 de diciembre de 2013, las manecillas del reloj de la plaza Murillo se detuvieron por un instante. Las palomas socialistas –las únicas que tienen libre acceso al centro político del país- cesaron de picotear el maicillo que algún transeúnte les deja diariamente. Las dos banderas, la tricolor y la wiphala arcoíris dejaron de flamear súbitamente en los balcones de Palacio Quemado. Los músicos guardaron el bombo y las zampoñas y se quedaron muy quietos sobre la tarima. Los guardias pretorianos que también son colorados permanecieron como estatuas de sal superando a sus colegas de Buckingham. La muchedumbre convocada contenía el aliento con la mirada clavada en las pantallas gigantes. El viento contrarrevolucionario dejó de azotar el flequillo gris platino del señorito vicepresidente. Una lágrima negra rodaba por sus mejillas -que diría el poetilla Arjona- de las presidentas del Senado y de Diputados que flanqueaban al vice como dos reinas de belleza recién coronadas. Las gotas de lluvia que avecinaban tormenta dejaron de caer, declarándose solidariamente socialistas. Todo, absolutamente todo, se paralizó con ese momento histórico que otra vez el país vivía. 

Las dos presidentas emocionadas (Página Siete)
No, no estábamos viviendo la final adelantada del mundial de fútbol, ni nuestra invencible Selección estaba en cancha como los preparativos así parecían indicar. Ni con los acordes del Viva mi patria Bolivia (canción de cuna para motivar a la Verde) que se amplificaban en las cuatro esquinas de la plaza para azuzar el corazón de puro orgullo. No, no señores, tanta parafernalia no era ni para iniciar los carnavales ni para celebrar un nuevo mandato de Su Excelencia, que estaba bien lejos en otra sacrificada misión. Ni los soviéticos en 1957 lloraron a moco tendido con el Sputnik 1, ni los yanquis soltaron tantos fuegos artificiales por haber puesto el primer hombre en la luna. Unos y otros pueden morirse de envidia que nosotros sí que sabemos armar farándula patriótica para admiración del mundo entero.  El conteo final de los diez segundos duró una eternidad y nos supo a gloria desbordante. Nadie nos quitará lo bailado,  lo cantado, lo lagrimeado, lo proclamado y lo patrióticamente celebrado en todas las plazas principales de las ciudades más grandes del país.  Por fin lanzamos el Túpac Katari, el más revolucionario de los satélites habidos y por haber, qué duda cabe, en honor al que dijo “volveré y seré millones” antes de ser ejecutado por los españoles. Y ciertamente que volvió en forma de hojalata cósmica, siendo trescientos millones los que costó.

Por un momento el vice se quedó prendado de la pantalla cuando divisó a su amado socio y compañero de lucha asistiendo en primera fila al lanzamiento desde Cabo Bambú, un sitio remoto de la China milenaria y de nombre impronunciable, por lo que a todas luces está en chino para cualquiera. Visiblemente emocionado ante las cámaras soltó la telenovelesca confesión: “ver el cohete, al presidente y nuestra tricolor allí, nuestra wiphala…me parte el corazón”, y sólo faltó la cortina de audio con efecto dramático.  Que no todos los días vivimos epopeyas como ésta, sonoramente matizada por algunos medios televisivos con la archiconocida banda sonora de Odisea 2001. Con la incesante competencia de los regímenes socialistas de todo el planeta por poner en órbita cada uno su juguete tecnológico, la agencia espacial china no da abasto, por lo que se especula que los envidiosos colegas norteamericanos están pensando en promocionar su lanzadera obsoleta de Cabo Cañaveral en un combo con entradas gratis al parque Disney de Orlando o un tour guiado por los estudios Universal. Que todo parezca de película, ¿bueno? 

Por alguna mágica razón, este día no llovió mucho considerando que toda la semana los aguaceros nos azotaron inmisericordemente con inundaciones incluidas. En China, sitio del lanzamiento nevaba como en un cuento de navidad. Su Excelencia parecía disfrutar de la experiencia cobijado bajo un paraguas y enfundado en un abrigo de pluma de ganso o de grulla, no estamos seguros. Allí todo era noche, ambiente frio, serio, profesionalmente aséptico, regularmente monótono como los ojos chinos. Aquí todo era día, fiesta colorida, cohetes de calle, cohetillos de carnaval, sahumerios  y fumadas poderosas de los chamanes y vivas a la Pachamama. Y de fondo, los grupos folk que hacían turnos para batirse en el escenario hasta romper cuerdas o quebrar voces. Que el inicio de una nueva Era cómica Cósmica, lo merecía. Y así uno a uno, las distintas autoridades y dirigentes se desgañitaron en elogios hacia S. E. Uno de los más notables, el folclórico alcalde cochabambino (por ser cantor de música local, no sea mal pensado, estimado lector) por fin le hizo justicia a su infatigable e incomprendida labor de llevarnos a las estrellas: “tenemos un presidente muy de avanzada, se podría decir…es un visionario, con muchos sueños”. Por mis taponados oídos juro que fui testigo privilegiado de estas sabias y justas palabras. 

Llovieron los comentarios, alabanzas y opiniones expertas como no había llovido en mucho tiempo. Unos decían que era maravilloso reencontrarse con el orgullo de ser boliviano. Otro opinólogo comentaba que Bolivia estaba dando otra lección al mundo y demostrando que había dejado de ser un país chico para poder medirse a los más grandes. Por ahí, un experto aseguraba que el país estaba consolidando la independencia y soberanía tecnológica para no depender de los países primermundistas. Otro remarcaba que era muy sorprendente que, hace diez años, el país era lastimero y mendigo y hoy estaba a la vanguardia de los países dignos y tecnológicamente soberanos. Entre otras cosas, no faltaron los proféticos que aseguraban que Bolivia entraba oficialmente en la era espacial, que este era sólo el comienzo, que se venía el gran salto a partir de ahora. Toda la salsa de opiniones variopintas, rematada finalmente con la expertísima cátedra del pluriacadémico vicepresidente García Linera que despachó hacia los cuatro vientos: “el mensaje es que somos un país que está dispuesto a disputar el liderazgo continental, tecnológico y científico”.

Tanta pretenciosidad e imaginación ingenua,  rayanas en el delirio con dimensiones astronómicas, no me caben en la cabeza ni levantan un milímetro mis pies del suelo. Como si el haber comprado un caro artefacto de telecomunicaciones, de fabricación china para mayor escepticismo, nos asegurara automáticamente el tan cacareado salto tecnológico, un conocimiento de avanzada y una pléyade de científicos notables. Que si el aparatito de marras hubiera sido pensado, diseñado y elaborado por mentes nacionales, sería otro cantar, así los chinos nos hubiesen alquilado el cohete para su lanzamiento. Que unos cuantos jóvenes profesionales hayan sido entrenados durante unos meses para manejar el satélite, no los convierte en los pares de la NASA, ni haber construido dos estaciones terrenas de treinta millones con sus antenas y consolas Nintendo nos convierte en rivales del centro de controles de Houston, como es el aire que se le ha querido dar a esta mamarrachada multimillonaria. Como si un nuevo rico, al comprarse un auto lujoso presumiese de que pertenece a la alta sociedad. ¡Vaya cuento de hadas que nos quieren encajar! Me miro en el espejo venezolano y me pregunto con estupor cuánto han avanzado con sus dos satélites, aparte de espiar a sus interminables enemigos y propagar como una peste la propaganda gubernamental a título de “democratizar la información”, como aquí pretenden hacer lo mismo, copiando hasta la misma palabrería. 

Al infinito y más allá...
Como copiados son los inacabables sueños de S. E., que se inspiró en los delirios monumentales de su finado maestro venezolano y, quien a su vez, actuó inspirado por los sueños visionarios de Bolívar. Como en un cuento borgeano pero con tesitura tropical. Pero espérense que el cuento no ha acabado todavía, falta la segunda parte ya que Evo confesó que ya sueña con el próximo satélite que no será de comunicaciones interestelares y demás, sino que será como llevar el ojo entrenado de un minero al espacio para que efectúe prospecciones de todos los recursos naturales que Bolivia tiene. Ojalá que también sirva para descubrir la desnutrición infantil, los poblados miserables en las áreas rurales, la falta de caminos y un sinfín de necesidades que se pueden detectar desde los cielos, a modo de escáner gigante.

Como toda proeza que se respete no podía faltar la atmósfera mística y envolvente, a decir verdad, embriagante. Era menester actuar a lo Hollywood para que los yanquis y demás países imperialistas se hundan en lamentos. Michael Bay se quedó corto con su épica de Transformers en una carísima y extensa saga, digna de niños como eso de que los robots se transformen en cacharritos infantiles. ¡Qué poca imaginación, por todos los achachilas y dioses de la tierra!... Nosotros le dimos un fulgurante vuelco a la historia y, en apenas un minuto, fuimos capaces de transformar unos ancestrales monolitos en un dorado artefacto para gloria eterna del amado líder y su gran mirada que se pierde en el infinito. Una nueva estrella en el firmamento vela por los destinos de esta bella patria.  No nos cambiamos por nadie, pues acabamos de descubrir nuestra herencia cósmica. ¿Que no se creen todavía la película? …Vean por sí mismos y, de paso, me ayudan a descifrar el metafísico “no existe futuro, sin pasado presente” que sigue siendo chino para mí. Y  si  no se admiran por esa brillante elipsis final que deja en ridículo al huesito de Kubrick, que les caiga la maldición de la Pachamama por los siglos de los siglos. 

17 diciembre, 2013

9 Los Juegos Odesur y las ínfulas de grandeza



Autoridades de Odesur en Cochabamba (foto Opinión)

Que no se me entienda mal. A pesar de que el noventa y nueve  por ciento de los cochabambinos celebran la gran noticia y se relamen de gusto -como si acabaran de zamparse el platito de la tarde-, yo no estoy para sumarme a la causa ni mucho menos para saltar de alegría: que no es oponerse por oponerse, ni mezquindad, ni envidia, ni mala leche, ni nada de que lo que aparentemente nos caracteriza a los habitantes de la región. Juraymanpis, en otras circunstancias yo sería el primero en aplaudir, pero ando mas preocupado porque no he escuchado ninguna voz disonante, ni siquiera de gente pensante. Tampoco se les puede pedir a las panzas satisfechas el noble ejercicio de la reflexión. Los estoicos  no abundan precisamente en estas tierras de chicha y chicharrón, como alardeaba un alcalde de copetón.

Que si fuéramos un país medianamente ordenado y desarrollado como Chile -y la referencia no es gratuita, ya que Santiago es la sede de los próximos juegos Odesur en febrero de 2014- no tendría por qué despotricar contra la colosal  suma de dinero que despilfarraremos en unos insulsos juegos regionales que nadie tira pelota, como demuestra el hecho de que Puerto de la Cruz (Venezuela) y Lima se hayan echado para atrás en sus postulaciones. Que las autoridades viajeras se traigan el cuento de que las dos delegaciones rivales declinaron en un gesto de simpatía y solidaridad con el “derecho de las naciones pequeñas a tener acontecimientos de gran magnitud” no se lo creen ni sus abuelitas. 

Mucho se especula sobre la utilidad de que Qatar aloje un mundial de fútbol, pero en cualquier caso, es un estado que está podrido de petrodólares. Bolivia no puede darse el lujo de organizar ningún evento de similar naturaleza. No estamos para tirar la plata por la ventana cuando aún no hemos saneado las interminables necesidades que ya cansa de tanto mencionarlas. Quedémonos con la figura de que somos el país más pobre de Sudamérica y andamos ahí como zumbados dilapidando el poco dinero en actividades de dudoso beneficio para el conjunto de la población. Todo sea para el lucimiento del evanescente “Gran Jefe Indio Latinoamericano” que nos comanda y que nos ha de sacar de la pobreza con sus infumables canchas de verde esponja (la etiqueta es de un periodista español al servicio del gobierno cubano). 

Me importa un rábano que la sede sea Cochabamba, como pudo ser otra ciudad boliviana. No me alegra en lo más mínimo que 500 millones de dólares (con seguridad serán más a medida que avancen las obras) se vayan a “invertir” en la región en la construcción de un estadio para sesenta mil almas, dos villas olímpicas, una piscina enorme, coliseos por doquier y demás infraestructura elefantiásica que luego de las competencias quedarán abandonadas al poco rato, como ha venido ocurriendo. ¿O me dirán que los cochabambinos abandonarán la cultura de la comida y de la farra por el olimpismo y otras actividades sanas? Que a partir de ahora tengamos representantes bolivianos en todas las disciplinas (cuarenta según los organizadores) pidió encarecidamente Su Excelencia. Seguro, seguro, yo mismo prometo comprarme una raqueta de bádminton o tanga de nado sincronizado. La experiencia de los Juegos Bolivarianos de 1993 es una muestra de sobra del estado de abandono en que quedaron algunas instalaciones construidas para el efecto. Por poner un ejemplo, a menudo circulo por cercanías del velódromo y allí no iban a ejercitarse ni las hormigas. Recién estos días lo limpiaron y le dieron una mano de pintura para mostrar al comité evaluador que llegó de Brasil. Que yo conozco muy bien a mis paisanos como para creer en el milagro de que abandonen las botas y cascabeles por unas zapatillas de atletismo.

Cochabamba pide a gritos un hospital oncológico (son penosas las condiciones con que funciona un pabellón improvisado en una casa vieja), además de un centro exclusivo para quemados (es terrible la cantidad de niños que semanalmente se queman con agua o aceite hirviendo ante el descuido de sus padres) porque me da vergüenza que cada cierto tiempo lleguen equipos de médicos voluntarios de Alemania o EEUU a efectuar “operaciones milagros”. Y las interminables colas de gente humilde que se arremolina ante la noticia nos retratan como un país miserable. En un documental reciente de la DW que hacía seguimiento a unos médicos alemanes llegados a Cochabamba se podía ver cómo nos trataban con mucha indulgencia, como si estuviéramos en África. Sin embargo, seguimos hablando de boca para fuera de dignidad, autosuficiencia y soberanía. Con unas inversiones estúpidas como el Dakar y esta reciente adjudicación queremos codearnos con los países desarrollados, como si eso, automáticamente nos catapultara a su nivel. La ingenuidad tiene fuerza de ley en un país elemental como Bolivia.

Cómo son las cosas, que precisamente estos días se paralizaron las obras del proyecto hidroeléctrico Misicuni, un caro anhelo que ya dura casi medio siglo y que tiene muerta de sed a toda la ciudad y los valles colindantes. Por falta de pagos a los contratistas, por malos manejos del consorcio responsable, por la insuficiente inversión, por la ineptitud de las autoridades locales, que ya no sabemos a quién creerle en este bochornoso juego de la pelotita en que han caído todos los involucrados. Mientras tanto, toca joderse como siempre y aplaudir casi anonadados la fulgurante noticia de que somos los elegidos para convertirnos en la nueva Olimpia del cono sur. Ah, otro de los proyectos visionarios de S.E., que sueña con que nuestro país se llene de medallas de hojalata y qué mejor que ser el artífice para ello, tal como aseguraron sus cortesanos orgullosos. Los Juegos Plurinacionales quedaron chicos, aunque lleven su nombre. Ni hablar de los milloncitos que irán a parar a manos de funcionarios que ya empiezan a afilarse las uñas con semejante golpe de fortuna. Que nos conocemos muy bien.

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