30 septiembre, 2014

6 Entre gurúes no se pisan la coleta


No sólo habíamos sido "centro energético de Sudamérica", sino también centro irradiador de pensamiento



“El progresismo da señales que cada vez le gusta menos la crítica independiente  y prefiere escuchar a los intelectuales amigos. Y cuando ellos escasean dentro del propio país, los traen del norte, aprovechando lo poco que saben de las realidades nacionales” (Eduardo Gudynas).


Hace algunos días, llegó a estas bravas tierras un joven español con pinta de hippie que no pinta nada. Acostumbrados a la llegada permanente de turistas ávidos de experiencias fuertes, nadie habría reparado en él de no ser que fue paseado en medios televisivos del oficialismo, práctica que es bastante común, por cierto, cuando algún activista de lo que sea se declara admirador de Evo Morales y de su revolución pachacutesca. Que sepa el país entero que el liderazgo del amado líder resuena más allá de Orión. Esa es la idea, reforzada últimamente con un spot propagandístico de que “Latinoamérica y el mundo están con Evo”.

Pero que Su Excelencia le haya concedido muchos minutos de su tiempo precioso, no había sido casual. El extraño invitado de la coleta había sido nada menos que el líder de Podemos, un partido antisistema que según las noticias ha encajado a cinco diputados en el parlamento europeo, contra todo pronóstico, luego de apenas meses de haber visto la luz como agrupación política.  Inspirados por una varita mágica, Pablo Iglesias y sus “ángeles justicieros de la Nueva Izquierda” a decir de una publicación española, al parecer están amenazando con sacudir los cimientos de toda España, aprovechándose de la descomposición del tradicional bipartidismo. Según cuentan, el negocio empezó en un chiringuito de Lavapiés y fue creciendo como una bola de nieve a través de las redes sociales. Seré maniqueo o cualquier otra cosa pero a mí nadie me quita la idea central de que la política es un negocio. A menos que estos revolucionarios eurodiputados estén dispuestos a donar sus dietas a la caridad y ponerse a vivir como genuinos ascetas indios. 

Me pongo a escudriñar varios videos de sus intervenciones, --reconociéndole el dominio de la retórica, elocuencia y demás dotes comunicacionales--, ejerciendo el papel de indignado que a modo de Jesucristo 2.0 suelta el látigo a diestra y siniestra contra el sistema imperante, criticando ferozmente la corrupción, el despilfarro, el lujo, la zafiedad, la mugre y la caspa que envuelven a la clase política, que él y los suyos llaman casta privilegiada. En contrapartida, aboga por un cambio radical de timón, reclamando mayor apertura democrática a través de una plena participación ciudadana (eso que en su jerga se denomina empoderamiento de la gente), el retorno al comportamiento ético y otros menjunjes, haciendo de la austeridad su mayor virtud, para lo cual no dudan en ponerse como ejemplos ellos mismos.

Ciertamente no es desdeñable el nivel  de preparación académica que tienen sus principales cuadros, a diferencia del PP o PSOE en cuyos mandos acogen a cualquier ignorante o caciquillo de pueblo con ínfulas. Pero viniendo de gente muy preparada, profesionales con másteres, doctorados y demás, uno espera cierta suspicacia y coherencia ideológica. Son muy valientes para criticar la podredumbre del establishment y, según se cuenta, nadie de los partidos mayoritarios quiere debatir con ellos, ante el temor de salir mal parados. Esa superioridad moral, sin embargo, no la esgrimen contra los abusos y expolios de regímenes considerados amigos. Se llenan la boca de pétalos y versos democráticos pero no tienen mayor inconveniente en declararse admiradores de las supuestas revoluciones latinoamericanas, especialmente de los regímenes más autocráticos que conocemos de sobra. ¿Para qué sirve un fulgurante diploma académico si no tenemos una visión crítica de las cosas?, ¿Cómo pueden ser contemplativos, tan ciegos, tan sordos y mudos, -por no decir tontos-, ante la arremetida despótica de Maduro, Correa y Morales? Visto así, con razón se habla de esa ingenua y, no pocas veces, imbécil izquierda europea. 

A empaparse de sabiduría ecopachamamista y tecnología levógira Made in Choquehuanca vino el político español mientras soltaba loas a la conducción del caudillo, alabando “la valentía de los gobiernos verdaderamente patriotas…que son un ejemplo para los pueblos del sur de Europa”, remarcó. Su gira latinoamericana se debió a que en esta región encontró una nueva señal de esperanza, una nueva forma de hacer política, siguió insistiendo. Por poco no dijo, que aquí hallaría la receta milagrosa para los males de la achacosa Europa, que de alguna manera fue refrendado por nuestra luminaria local, alias vice García Linera, quien en su solemnidad característica sentenció que “Europa es un continente cansado, agotado de ideas”. "Métanle, porque los necesitamos (...) No nos dejen solos. Ojalá que esfuerzos como el que están surgiendo con ustedes nos puedan diseñar una nueva Europa, la necesitamos", siguió animando García Linera, en una suerte de conversatorio apasionado, con auditorio lleno oyendo las mutuas zalamerías politiqueras. Unos dirían como dos personajes shakesperianos jurándose amor eterno y otros dirían como dos jamelgos poniéndose a filosofar en clave cervantina, uno más metafísico que el otro.

Pablo Iglesias, profesor universitario, cultor del arete en plan contracultural y fan acérrimo de Juego de Tronos (según dicen, una serie que versa sobre castillos, tetas y espadas, y en la cual aparecen dragoncillos para mayor fantasía. Mi instinto siempre me ha apartado de historias con dragones, así que ni drogado me voy a sacrificar, a pesar de HBO), insistió que sólo vino a aprender humildemente de la experiencia boliviana. Por lo pronto ya aprendió el difícil arte de visionar al infinito y más allá.




24 septiembre, 2014

8 Anecdotario político




Otra pieza más para su museo personal de Orinoca
  • Si algo ha aportado Bolivia al mundo en los recientes años es la celebración de reuniones, encuentros, agasajos y feriados al por mayor. Diarrea de cumbres es el mal endémico del estado plurinacional. De ahí que los hoteleros se frotan las manos de felicidad, especialmente en el bucólico valle cochabambino como centro receptor del turismo político, corroborado por la aparición repentina de hoteles nuevos, como si esta somnolienta ciudad fuera el centro financiero de la región. Difícil es llevar el registro de cumbres ecológicas, antiimperialistas, indigenistas, gastronómicas y demás actividades de llenar la panza que hasta el momento nuestro país ha albergado. Y para darle más importancia a los acontecimientos, no faltan los ensayos solemnes que son denominados oficialmente “Pre-Cumbres”, como ocurrió en la reciente reunión del G-77 donde días antes se trajo a estudiantes revolucionarios de todo el continente para ponerlos a parlotear en nombre de sus gobiernos, como calentando motores, o dicho en el lenguaje de los organizadores, sirviendo de modelo para corregir errores de planificación. Por si fuera poco, hace una semana atrás, se llevó a cabo en la ciudad de La Paz otra rutilante cumbrecita denominada “Pre Cumbre Continental de Comunicación Indígena Originaria Campesina”, para reflexionar por anticipado sobre los problemas del sector, con todos los acentos que la lengua castellana puede ofrecer para jolgorio de sus participantes, con miras a la ya en serio 3ra. Cumbre que se efectuará en la misma ciudad en 2016. En cualquier caso, sorprende tal grado de pensamiento estratégico, años luz por delante.

  • El caudillo de las 36 naciones y reserva moral de la humanidad, tuvo que ausentarse por enésima vez, rumbo a Nueva York para participar de la Conferencia Mundial sobre los Pueblos Indígenas, donde fue el invitado de lujo en su calidad de campesino disfrazado de indígena que sigue tomando el pelo a medio planeta con su estandarte de ultradefensor de la Pachamama. De ahí que continúe seduciendo con su canto de sirena a figuras del espectáculo como Oliver Stone, Sean Penn o recientemente al rompecorazones Di Caprio, quien al parecer se tomó en serio el asunto del sufrimiento de la humanidad entera, luego de ser nombrado Mensajero de la Paz por la ONU.  A pesar de que Morales fue a hablar en nombre de los indígenas, proclamando que estos son los nuevos actores del cambio mundial, el mundo debería saber que en su feudo conocido como Bolivia, existen indígenas de segunda que no gozan del favor oficial, más bien son víctimas de un odioso desprecio por oponerse a sus planes desarrollistas a toda máquina, en beneficio de sus huestes cocaleras que buscan expandir sus tierras de cultivo. Sirva también de ejemplo el reciente caso de la masacre de una decena de indígenas guatemaltecos por oponerse a la instalación de una cementera y la construcción de carreteras, a título del tan mentado progresismo, tal como se vivió hace tres años en Bolivia con la represión brutal a los indígenas de la reserva forestal del Tipnis.

  • A propósito de la intervención a la marcha de estos indígenas en septiembre de 2011, hasta ahora continúa sin sanción para ninguno de sus principales planificadores, siendo el caso un vulgar sainete de jueces y fiscales que siguen investigando y no hay cuando terminen. Por cierto, uno de los principales acusados y a la sazón ministro de Gobierno, Sacha Llorenti, por poco recibe el remedio de su propia medicina, cuando en un aeropuerto de Nueva Jersey fue casi enmanillado por un agente policial luego de un rifirrafe  verbal mientras gestionaba la salida del presidente Morales. Creyéndose que estaba en su patio, el ahora embajador ante la ONU (exilio dorado por su papel en la represión), quiso apresurar los trámites amparándose en su credencial de diplomático, sin esperar a la autorización de las autoridades aduaneras de ese país. Hubiera sido un castigo de la providencia ver al arrogante funcionario entre rejas, aunque sea por unas horas.

  • Con las elecciones generales en el horizonte, la maquinaria propagandística del régimen no descansa con el afán de saturar los medios con cuanto spot estime conveniente. A pesar del reglamento electoral que prohíbe el uso de recursos públicos, el ministerio de propaganda cuelga el cartelito de “ministerio de Comunicación” como sello distintivo a la deslumbrante parafernalia de país de las maravillas que vienen promocionando, abusivamente en los últimos meses. Como era de esperar, el Órgano Electoral se hace de la vista gorda ante semejante descaro y, por el contrario, anda sancionando a los opositores por detalles minúsculos. Eso sí, para que parezca que también es ejemplar con el partido oficialista, hace unos días ordenó la suspensión de un “micronoticiero” de la gobernación de Cochabamba, que casualmente vio la luz en los últimos dos meses, para demostrar que el inane gobernador estaba trabajando sin respiro en las sombras y la ciudadanía no se había dado cuenta. Como colofón a la farsa, el gobernador calificó de atropello la disposición de la autoridad electoral, argumentando que el larguísimo spot “la Llajta que queremos” tenía buenas intenciones y era sólo para informar a los llajtamasis. Los cochalas, aparte de glotones opas habíamos sido. 

18 septiembre, 2014

6 Un pescadito, por favor




Los tres larguísimos días continuos de feriado departamental que atravesamos el último fin de semana, con motivo de recordar los doscientos y pico años de cacareada libertad de la patria chica de los cochabambinos, ya me suponían otro atroz suplicio para mi espíritu, que ni con un festival casero de revisionado de películas hallaría suficiente consuelo, ya que no soy de andar acudiendo a festivales de chanchitos, pajoleras serenatas multitudinarias, desfiles cívicos a todo trapo, visitas a parques y paseos cada vez menos verdes y otras actividades de ocio tan característico de estas fechas. Como ven, seguimos practicando un rancio nacionalismo de cocina: me trago que se hayan celebrado los doscientos años, así bien redondos, del “grito independentista” (cuando probablemente fue una asonada por pérdida de privilegios) con toda su fanfarria y adornos de oropel. Pero seguir con la misma hermenéutica todos los años ya cansa hasta a los retratos de los próceres colgados de los salones. Yo no he visto que los brasileños celebren a tutiplén cada recordatorio del Grito de Ipiranga o que los parisinos salgan a desfilar por otro aniversario más de la liberación de su ciudad de las tropas nazis. Deberíamos liberarnos de tanto patriotismo cerril y arrabalero, más bien. Pero mejor pasemos a asuntos más sabrosos.

El domingo 14 brilló más que nunca el sol de septiembre radiante, como reza el himno. Mientras el caudillo y su tropa de comensales gozaban de un almuerzo abundante ofrecido en su honor por el siempre servicial gobernador, el resto de las familias cochalas pasábamos el rato como podíamos. Luego supe que para hacer digestión, los muy patriotas se fueron a desfilar a la avenida de El Prado a eso de las dos de la tarde. Como testimonio de su paso, fueron seguidos por la cuadrilla flamante de los seis helicópteros chinos entregados la noche anterior. Desde mi terraza pude ver el sobrevuelo efectuando rondas en torno al desfile. Parecían buitres presentando sus respetos al zopilote rey que ahí abajo se andaba luciendo.  En casa, mi primo sacó su parrilla y se puso a limpiarla. Nos invitó cordialmente a un pequeño banquete como almuerzo. Al poco rato ya humeaban los carbones y desde la terraza se podían sentir los primeros aromas de un apetitoso asado. Bajé con mi cámara fotográfica porque tenía que registrar un encuentro histórico: era la primera vez que mis ojos se topaban con la silueta aplanada de un pacú, un bicho bastante feo y familiar cercano de la temida piraña.

Hechos los honores de admirar a tan magnífica criatura de la naturaleza, esperé pacientemente que el calor hiciera su trabajo. Entretanto, mi primo me contó sus peripecias para poder atrapar algunos ejemplares. Tanto se aficionó a la pesca de rio tropical que ahora se ha vuelto todo un experto. Hay que verle cómo limpia concienzudamente sus cañas y carretes antes de cada nueva aventura. Con su grupo de amigos, antes de que lleguen las primeras lluvias, alistan sus pertrechos, un pequeño bote a motor y sus infaltables conservadoras de plastoformo. Una buena botella de ron para las noches y se largan contentos rumbo a esos ríos cercanos al parque Tipnis, bien adentro de la selva chapareña. La pesca en la región del Chapare ya es escasa por el constante saqueo de los lugareños (a veces con dinamita) y por la actividad de los narcos que echan sus químicos a los arroyos y demás afluentes. Sólo pasando la zona cocalera, el paisaje todavía está intacto. Viendo las fotografías uno entiende a cabalidad la férrea oposición de los indígenas a los planes desarrollistas del caudillo que quiere atravesar el corazón del parque a través de una carretera asfaltada.

El aventurero de mi primo retorna mayormente con una pequeña provisión de sábalos, muy escasos dorados y ocasionalmente con algún surubí de tamaño respetable. Ya he probado carne de surubí rebozado a la sartén. Y tengo mucha paciencia para lidiar con las espinas peligrosas del sábalo porque vale la pena. Quizás únicamente en un país mediterráneo se puede adorar un buen filete de pescado cocinado por cualquier método. Todo un lujo al alcance de pocos, porque kilo por kilo cuesta igual o más que un buen lomo de vaca, dependiendo de la especie. Hasta ir a comer un plato de trucha de criadero es un sacrificio para los bolsillos. El domingo fue uno de mis días más felices, por cortesía de mi primo, cosa rara de pescadores, él no parece disfrutar con la misma intensidad que los invitados a la mesa el fruto de su esfuerzo; para ellos  el placer está en el rito de lanzar la carnada y luchar a brazo partido con la obstinación de las presas (el tamaño de los anzuelos dan fe de su resistencia), tal como ya narraba Hemingway. De algo sé yo, que alguna vez he sentido el suave tirón del sedal cuando una trucha muerde el anzuelo, en mis ya lejanos años de jugar al pescador cuando iba de excursión al parque Carrasco.

Por todos los dioses,  juro que no he disfrutado un milagroso manjar de las aguas como aquel generoso trozo de carne de pacú: blanca, suavecita y suculenta. Un infaltable vino blanco seco bajando por el paladar hizo comunión con el ritual mientras contemplaba algo triste la ya vacía parrilla en el patio. 


13 septiembre, 2014

6 Cochabamba a todo cohete



Tanta es nuestra fama de glotones que desde el lejano sur vinieron a homenajearnos


Son cerca de las doce de la noche cuando comienzo este texto. Por fin ha amainado el molesto tronar de los petardos y fuegos artificiales, esporádicamente se oyen todavía algunos a la distancia. Desde hace más de dos horas, el barrio en que vivo ha sido azotado por una seguidilla de explosiones a color, más estruendo que otra cosa, como todos los artificios chinos. Como acá cerca está una de las subalcaldías, sospeché que era cosa de ellos tal cual acostumbran en cada verbena popular que montan para seguir despilfarrando el dinero de los ciudadanos. Salí a la terraza para tener certeza de dónde se celebraban los acontecimientos: los fogonazos se sucedían en todas partes, cien o doscientos metros a la redonda, tal como evidenciaba la lluvia de estrellitas multicolores. 

Es viernes y estamos a dos días de otro aniversario departamental y, sin embargo, la fiesta ya ha comenzado por lo que pude deducir, ya que no hay ninguna festividad religiosa a la vista. Mucha razón tiene un paisano cuando afirma que Bolivia --por lo menos, podemos dar fe de esta ciudad-- se ha convertido en una jungla de monos festivos y encima abusivos.  Prácticamente no hay fecha cívica, religiosa, cultural, política, en que no falte la terrible algarabía de los cohetes. Antes era solo asunto de celebraciones deportivas y sobre todo de protestas sociales, mayormente de día. Hoy, hasta por los cumpleaños o fiestas de amigos se hace retumbar el cielo, incluso a medianoche para mayor descaro. No falta algún padre que celebra los quince años de su hija a ruido de amplificaciones salpicado con fuegos artificiales para presumir ante la vecindad que la nena acaba de hacerse mujer, pinche iluso que no se ha enterado de que algún compañerito de clase quizá ya la ha desflorado.  Con o sin motivo, siempre hay algún imbécil que jode la tranquilidad de la noche, basta que uno encienda la mecha para que otros tomen la posta como en un efecto dominó. Hay gente que guarda en casa estos explosivos por pura afición a la espera de cualquier evento, incluso en la noche de San Juan dejan que sus hijos pequeños sean los encargados de encenderlos, luego ocurren accidentes con quemaduras o voladura de dedos. Y hay que verlos lloriquear en la tele por ayuda de sus hijitos. El que con fuego juega que se atenga a las consecuencias. Puto mundo de pirómanos y fiestacohetillos.

Este es un retorcido país cuya mayor vocación es dispararse continuamente al pie. Siempre peleado con la productividad, cualquier aniversario es motivo de agasajo, fanfarria y desfile a todo trapo. Desde ayer jueves, empezaron a trastornar la normalidad con la llegada de bandas de guerra colegiales para el patriótico Concurso Nacional de Bandas que se efectúa cada año en el estadio, y que como ensayo o preludio, no tienen otra ocurrencia que apoderarse de alguna avenida para hacer alguna demostración de su ociosidad artística. A su ritmo cansino, los automovilistas se suman al coro pegando bocinazos, desatándose otra vez la selva. En eso andan nuestros chavales, esmerándose por mostrar pierna las chicas y dando lata a todo pulmón el resto. “Tenemos banda de guerra” anuncia la publicidad de algún colegio como si fuera el pináculo del prestigio. Así nos gusta fomentar el patrioterismo de nuestra juventud antes que inculcar amor por los estudios, la ciencia y las artes. La excelencia académica es cosa de ñoños y ser integrante de la banda es cool. Con todo orgullo imitamos lo más frívolo de Yanquilandia pero de manera más burda. Hoy tuve que hacer peripecias para llegar a casa, porque los colegios de la zona suspendieron sus actividades y sacaron sus estandartes a la calle. El sábado se viene lo grueso del desfile escolar con todo el centro de la ciudad paralizado como en una fiesta folclórica pero con aire marcial. El domingo saldrán a marchar los empleados públicos, los sindicatos, las asociaciones, los clubes y todo aquel que se sienta feliz de ser cochabambino, presentando sus respetos al palco oficial donde seguramente estarán el caudillo y toda su corte parasitaria de adulones. Se traslada el feriado al día lunes según resolución del laborioso jefe departamental del Trabajo, para que todos puedan descansar del tremendo sacrificio. 

Hace unas horas, en una entrevista televisiva, el gobernador, con esa candidez de pollito recién salido del cascarón que le caracteriza, anunciaba pletórico los grandes “regalos para Cochabamba” con motivo de las fiestas regionales. Aseguraba, entre otras cosas, la construcción inminente de una fábrica de procesamiento de estevia, con una millonaria inversión. Como para bailar de cabeza, como si el mundo estuviese urgido de reemplazar su azúcar de toda la vida, encima de que no existe ni cultivo considerable de esa planta alternativa, si por lo menos prometieran que es para sustituir las plantaciones de coca yo sería el primero en aplaudir. Nos vienen con ingenuas industrializaciones como la cacareada exportación de chía, miel de abeja y otras edulcoradas noticias. ¿Sabían que en Cochabamba se está terminando de construir una costosísima escuela naval del ejército en una laguna que sólo en temporada de lluvias llena su capacidad y a veces ni eso? Seguramente harán sus prácticas a lo Baywatch en simuladores computarizados, ya que el caudal solo da para practicar remo o para usar lanchas minúsculas, olvídense de esquí acuático, mucho menos de simulacros de batallas navales. Como si en el oriente no hubiera suficientes ríos caudalosos.

Concluyó nuestro ilustre gobernador con la promesa de ampliación a doble vía de la carretera al Valle Alto, que no sería tan generosa para los habitantes de esas tierras sino fuera porque a unos treinta kilómetros de la ciudad se está construyendo la sede del Parlamento de la Unasur, una fulgurante mega-obra con adornos andinos que seguramente será la envidia de la Bruselas europea. Otro proyecto megalomaníaco que llenará su aforo en ocasión de las cumbres, charlas, seminarios y otros viajes de turismo político a los que son muy afectos los gobernantes y sus ejércitos de burócratas de la región sudamericana. Como siempre, nuestro país corre con los gastos gruesos (por lo menos $us 64 millones) porque ni Dilma, Cristina o el orate de Maduro estarán tan dispuestos a vaciar los bolsillos. Así quieren que despegue la economía cochabambina después de conocerse que en menos de diez años ha caído de un segundo lugar al quinto (del total de nueve departamentos) en cuanto a crecimiento e inversión pública se refiere. Ya ven, si es como para tirar cohetes.

 
Maqueta de la sede de la Unasur






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