30 mayo, 2015

7 La renuncia de los Evocales y otras perlas políticas


Por fin, este viernes se marchó a regañadientes el último de los “honorables” que conformaban el vergonzoso Tribunal Supremo Electoral, que sin duda pasará a la historia por haber organizado contiendas electorales de lo más ridículas y tramposas, con el cometido descarnado de favorecer al partido gobernante. Su montaña de desaciertos, rondando entre la anécdota, la impudicia y la incompetencia pura, derivó en esperpéntico folclore electoral, tanto que hasta los tibios observadores internacionales se asombraron ante el aberrante caso de candidaturas que fueron barridas de un plumazo sobre la hora, en una región opositora para que el oficialismo copara alcaldías y gobernación sin apenas resistencia. Los siete vocales, parecían felices y orgullosos de su faena y, al margen de su desastrosa actuación colegiada, se esmeraron demasiado en querer agradar al amo que los había posesionado. Uno a uno, fueron destacando en hechos puntuales que los retrataron ya sea como ineptos burócratas o serviles simpatizantes del evismo en el común de los casos. Y de qué manera fueron farreándose esa honorabilidad que aparentaban tener al principio de su investidura.

A manera de ejemplo recordemos brevemente la sonrojante actuación de estos funestos personajes en su paso por el TSE. La primera en irse fue la presidenta del tribunal, famosa por sus cerquillos (en otras partes denominan flequillos) de quinceañera y por haber aguantado las presiones (violencia política, dice) y berrinches de sus colegas y que recién a última hora reveló como motivo de su renuncia, vamos que ella no comandaba nada, al parecer. El más mediático de todos fue el impulsor de una mascota oficial para el empadronamiento, trayéndose un duende del folclore nórdico y que, según él, representaba la “interculturalidad”, en este país plagado de simbolismo indigenista, nada menos. El vicepresidente del tribunal fue pillado en concentraciones políticas del oficialismo, participando incluso al lado de Evo Morales en supuestas jornadas de instrucción electoral a la población. Una vocal fue denunciada por reenviar tuits en plena campaña a favor de un candidato masista y luego tuvo la infantil ocurrencia de justificarse afirmando que le habían hackeado la cuenta en Twitter. El más festivo de ellos, no sólo acudió a una reunión masista en plena semana electoral sino que bailó alegremente del brazo de señoras uniformadas de azul y al saberse descubierto pidió un periodo de vacaciones para reflexionar largo y tendido. Se descubrió que la más desconocida de todos había sido la chica guapa del tribunal, nunca se le oyó decir esta boca es mía y su papel se limitó a conformar el quórum reglamentario o, lo que es lo mismo, un simple florero. No podía faltar el supuesto indígena que adornaba las conferencias de prensa con sus ponchos multicolores y sombreros de herencia española para mayor contradicción, señalado desde hace mucho como masista ya que fue parte del directorio del vilmente saqueado Fondo Indígena; siendo el último en hacer pública su renuncia dijo que se iba “con el puño izquierdo en alto” (el saludo del masismo), por si alguien dudaba de su militancia.
Mostrando su gran aporte a la democracia boliviana  

Un extraño a la cotidianidad nacional diría que estos funcionarios finalmente tuvieron un poco de dignidad personal al marcharse, ya que la sociedad en su conjunto pedía a gritos su renuncia o destitución, pero hay que desengañarse de inmediato. Ocurre que el vicepresidente de la república les dio un ultimátum hace una semana afirmando eufemísticamente que había “mecanismos legales” para echarlos, o sea mediante el rodillo parlamentario. En resumidas cuentas, el amo los sentenció dándoles papeleta de inservibles luego de haberlos utilizado para sus fines. Pobres ilusos que creyeron que iban a atornillarse al puesto o recibir alguna recompensa por pasarse de comedidos. Hasta un niño seguidor de Los Simpson sabe que el crimen no paga.  

Bonus:

  • Fue de película la huida del empresario peruano Martin Belaunde que el pasado domingo se escabulló ante las narices de los policías que custodiaban la casa donde guardaba detención domiciliaria. Belaunde, acusado de corrupción en su país se había refugiado en La Paz, solicitando asilo político que no prosperó y estaba esperando una decisión judicial para ser extraditado al Perú. Como por arte de magia escurrió el bulto de su inmensa figura de 1,90 en la fría noche paceña,  al parecer ayudado por los sortilegios de un astrólogo conocido como El Curaca Blanco, autopromocionado chamán que “hace volver al amado por muy lejos que se encuentre”, entre otros atributos de sus extraños poderes. Quiso la amable fortuna que el adivino fuese primo político del peruano, a quien alojó en su casa además de firmar como garante suyo. Ya puede añadir a su frondoso currículo la habilidad de hacer desaparecer personas en un pestañeo; eso sí, sus increíbles dotes mentales no le ayudaron para librarse del arresto, acusado de complicidad junto a una decena de allegados. El esperpéntico escándalo de la fuga ridiculizó una vez más a la “sagrada institución del verde olivo” y, contra lo acostumbrado, costó la cabeza del ministro de Gobierno que hace apenas cuatro meses había jurado al cargo. Retornó a su puesto el anterior ministro, un viejo lobo que al instante movilizó a todas sus tropas por tierra, agua y aire, pues estaba en juego la fe de todo el Estado, dicen. En menos de cinco días, el prófugo fue capturado en tierras amazónicas, cerca de la frontera brasileña, aprovechando que se hallaba empantanado pues se le había acabado el camino, según afirmaron quienes le siguieron el rastro. Al prisionero no le permitieron ni descansar ya que menos de veinticuatro horas después fue entregado en la frontera a las autoridades peruanas, como si quemara peor que una papa caliente. Sorprendió, en todo caso, la severidad de Su Excelencia que sin contemplaciones fulminó al ministro correspondiente, hecho que contrasta con el particular proteccionismo que tiene con otros como el caso de la ministra Achacollo, sindicada por irregularidades y responsabilidad jerárquica en el desfalco del Fondo Indígena. Será que la ministra tiene una influencia paranormal sobre el caudillo o un simple vínculo terrenal como señalan las malas lenguas. Cuestiones de ámbito familiar, me corrige un aprendiz de las artes adivinatorias.


  • El flamante gobernador del departamento de La Paz, intelectual de origen aymara fue proclamado como el “segundo Túpac Katari” a tiempo que era posesionado simbólicamente según ritos ancestrales. En una ceremonia por demás sencilla y sin invitados especiales, fue galardonado con vestimentas típicas en la localidad de Ayo Ayo, la cuna del insurrecto líder aymara y tótem del indigenismo. A tiempo que le entregaban el bastón de mando, sus correligionarios y pobladores muy emocionados gritaban “Patzi presidente”, suceso que  seguramente no fue del agrado en Palacio Quemado y, mucho más, habrá sonado a afrenta que otro indígena le dispute el cartel al Túpac Katari redivivo, Cristo de los pobres, protector de la Pachamama y otros títulos nobiliarios que el infatigable caudillo anda atesorando alrededor del mundo. O tal vez el asunto le parezca poca cosa y le resbale sin más al emperador celestial de las 36 naciones.

Felix Patzi (centro) siendo aclamado, entre la sencillez del campo

  • Para finalizar, pocos días atrás, el ministro de Educación, quizá el ministro más tecnocrático del gobierno o por lo menos el más discreto en términos políticos, lanzó una fulgurante teoría que tiene visos de verdad irrefutable. En un arranque de rara y serena sabiduría el funcionario sentenció que el embarazo en adolescentes es causado por el reggaetón, entre otros factores como el abandono familiar, y la falta de educación sexual. “Estos temas del perreo tienen letra de sexo explícito” afirmó categóricamente en una rueda de prensa ante el silencio de los reporteros. Remarcó además que, si bien los mayores no podrían darse cuenta, esta música tiene un efecto en los adolescentes.Ya está, el señor ministro dio con el hilo que nos permite salir del laberinto. Habría que prohibir esa musiquilla, según su lógica. No es su culpa que los jóvenes se tomen al pie de la letra aquello de “hacer travesuras”, como reza la letra de una canción de esas.


23 mayo, 2015

6 Corredor bioceánico: ¿a Bolivia se le va el tren?


Dijeron que Bolivia se iba a convertir en el centro energético del continente. A la espera de las usinas nucleares permanecemos, entretanto estamos quemando nuestras reservas a todo gas o rogando al viento que se digne soplar sobre las aspas de una pampa valluna para alumbrar un pequeño villorrio. Dijeron que el país ya no era el atrasado de antes sino el nuevo eje aglutinador de interesantes tecnologías. Houston tiene un problema, se dice, por los enanos que le están creciendo en remotas partes del mundo, con Bolivia y su flamante Agencia Boliviana Espacial a la cabeza, entrenada en China nada menos.

Dijeron que seríamos el centro integrador del continente, comenzando por irradiar nuevo pensamiento, know how a la boliviana. Ni siquiera hacía falta que emisarios llevasen las brasas del sagrado fuego de la revolución. De todas partes vienen a estudiar el fenómeno boliviano, para saber cuál es nuestro secreto, afirmaban una y otra vez los profetas y amanuenses del gobierno. Así pues, los recibiríamos con los brazos abiertos, tendiendo puentes y mostrándoles el camino.

Hace unos meses, desde instancias gubernamentales se anunciaba orgullosamente que en cinco años Bolivia se iba a convertir en el nudo de comunicaciones del cono sur. Nada nuevo en este caso, dada nuestra posición geográfica, hace un siglo que se acumulaban polvorientos proyectos de corredores entre el Pacífico y el Atlántico, ya sea mediante carretera o ferrocarril. De pronto aparecieron varios consorcios europeos, alemanes, franceses y suizos para mayores señas, dispuestos no solo a construir las vías, locomotoras y vagones sino también a financiar parte del proyecto con el espaldarazo de sus pulcros y confiables bancos. La imagen de nuestro país valía por sí sola, según los inversionistas nos habíamos convertido en uno muy atractivo por su estabilidad económica, política y social,  aseguraba entusiasmado el ministro de Obras Públicas. El tren transoceánico parecía muy encarrilado. Solo hacía falta convencer a los “hermanos” brasileños y peruanos para que se sumen al proyecto. Crecidas iban las ínfulas, creyendo que llevábamos la voz cantante.

Coincidentemente estos días, Dilma Rousseff y el primer ministro chino firmaban en Brasil un acuerdo a mediano plazo por un volumen de inversiones que casi doblaba todo el PIB boliviano. Así de gigantesco constituía el negocio entre las dos potencias, en varias áreas de interés común. El anuncio de la construcción de la ferrovía interoceánica, justo dando un rodeo a nuestro territorio fue el puntillazo que no esperaba el gobierno nacional. La diplomacia del poncho se había dormido en sus afanes esotéricos tanto como las durmientes del abandonado ferrocarril entre Cochabamba y Oruro. Brasil y Perú habían consolidado su alianza discretamente, ignorando a Bolivia por todo lo alto. Dilma saludaba por televisión a su colega Humala en presencia del ministro chino y del líder a escala planetaria no recordó ni su glorioso nombre. En asuntos por demás serios no hay hermandades ficticias que valgan. Brasil no iba a confiar una significativa parte –volúmenes que escapan a nuestra concepción-de sus exportaciones a los vaivenes del carácter pachanguero y conflictivo de los bolivianos.


Resulta por demás obvio que el trayecto por Bolivia es más factible en términos técnicos, económicos y medioambientales. Al gobierno brasileño le resultaría complicado abrir brecha a través de la selva amazónica y batallar contra comunidades indígenas y organismos ecologistas. Al contrario, en Bolivia ya existe un tramo considerable funcionando y solo haría falta construir un nuevo trazado de alrededor de 600 kilómetros para el empalme de oriente a occidente. Por la Amazonía significaría miles de kilómetros adicionales. Visto así, el proyecto chino-brasileño suena incosteable e irrealizable. Pero a los chinos parece que nada los detiene, y lo demostraron diseñando y poniendo en marcha el inmenso ferrocarril entre Lhasa y Pekín, salvando dificultades tan complicadas como las altas cumbres del Tíbet y la inestabilidad del permafrost que siempre dio quebraderos de cabeza a rusos y canadienses.

Pero el asunto no queda ahí. Que hayamos quedado, aparentemente, fuera del negocio es una dura lección a nuestras falsas expectativas y excesiva importancia. Por cuestiones estratégicas, Brasil y sus socios no pueden darse el lujo de confiar tamaño flujo comercial a la poca seriedad de la sociedad boliviana y de su clase política. Mañana, el caudillo o su sucesor puede levantarse con el ánimo cambiado y decretar una expropiación a capricho. Mañana, un grupo de vecinos o una multitud alcoholizada podría bloquear los rieles por cualquier excusa. De eso puede dar fe cualquier camionero. ¿Quién garantiza que no vaya a suceder lo mismo con los trenes?

En esferas gubernamentales y gran parte de la opinión pública se habla de una supuesta traición de los países involucrados. Una vez más echando la culpa a los foráneos de nuestras limitaciones.  Comoquiera,  somos un remedo de país; ya lo dijo alguien: todo lo contrario de lo que puede considerarse un país. Y los vecinos han tomado nota hace tiempo. Por ironías del destino, un tren todavía fantasmal, a marchas forzadas, ha puesto en evidencia nuestro retrasado tren de vida. Y la desnudez del emperador y todos sus gobernados. Todos estamos en el mismo tren.



16 mayo, 2015

7 Hacia el mar en barcazas chinas y otras despampanantes noticias


  • Don Álvaro García Linera, segundo al mando de la nave plurinacional y consejero celestial de Su Excelencia, multifacético hombre de negocios y exquisito dandi de alta costura italiana, fiel a su costumbre de jugar al educador del pueblo boliviano, en otro episodio de sus mamadógicas alocuciones, aseguró estos días, a todos los estantes y habitantes de este enclaustrado país, que “vamos a tener mar”, pero uno de los requisitos primordiales es que los bolivianos nos mantengamos muy unidos como una sola familia. A tiempo que inauguraba el nuevo edificio de una escuela en la ciudad de La Paz y tras ver el cartel de una niña que decía “el mar nos pertenece, todos unidos por el mar” casi se le cae una lágrima por la mejilla como aquella vez del lanzamiento del satélite chino con nombre aymara. Mostrando sus dedos de fino cutis, enumeró cinco condiciones para obtener acceso soberano a las playas del Pacífico: unidad de los bolivianos, informar (con lloriqueos y cancioncitas infantiles incluso) al mundo de la demanda marítima, estudiar en la escuela y demás instancias hasta quemarse las pestañas, trabajar por el país de sol a sol (el mejor ejemplo, el presidente que trabaja hasta jugando al fútbol) y, por sobre todo, “que nuestro presidente Evo siempre nos acompañe, siempre nos conduzca, siempre nos lleve por la buena ruta a todos los bolivianos”.

  • Lo que no se sabe es si el caudillo nos llevará -por la buena ruta a todos los bolivianos- a las playas soñadas en cuadratracks aprovechando el paso de los corredores del Dakar, en balsas de totora prestadas de los Guerreros del Arcoíris, o en oxidadas barcazas que, según se sabe, se están pudriendo desde hace años en algún astillero perdido de China. Resulta que hace un par de días el nuevo ministro de Defensa dio por perdidas las 16 barcazas y dos remolcadores que el Estado había encargado a empresas chinas o coreanas (ni eso está claro) por sólo 30 millones de dólares para ahorrar costos, dicen. Las dichosas naves jamás llegaron a territorio nacional y, entre tanto, la recién creada Empresa Naviera Boliviana (Enabol) se dedicaba a jugar con barquitos de papel. Es mágicamente increíble que todo el estado mayor de las fuerzas navales y el entonces ministro de Defensa se hayan hecho estafar como niños. O no querrán destapar a los mafiosos de uniforme que se habrán beneficiado del negociado.  Desde el 2010 las naves están a la intemperie y tan deterioradas que el solo hecho de recomponerlas costaría otra millonada, aseguran los responsables, además del complicado trámite con la burocracia china, que tiempo atrás había amenazado con el remate público de las embarcaciones. Sin duda, otra muestra más de cómo se ha despilfarrado la bonanza. Por lo demás, todos tranquilos, nadie paga el pato.

  • Hasta ahora no había quedado muy claro aquella socorrida etiqueta que las autoridades del Tribunal Supremo Electoral suelen calificar como “fiesta democrática” a cualquier proceso eleccionario -y su consiguiente fanfarria mediática- que se suscita en este país, lleno de elecciones como de ferias, en las que siempre se invoca la democracia a tiempo que se legitiman todo tipo de atropellos del partido gobernante. Como será de democrática la cosa, que los vocales del TSE y otros funcionarios de menor rango no tienen ni el mínimo pudor para disimular que son funcionales al gobierno o directamente empleados del mismo. A varios se los ha pillado en circunstancias nada congruentes con su condición de jueces. Luego acuden con toda solemnidad a las conferencias de prensa jurando que son más imparciales que el mismo rey Salomón. De parranda en parranda se van los honorables tribunos pero curiosamente siempre en reuniones de bandera azul. El último episodio de esta triste corte de justicieros lo protagonizó el vocal Ramiro Paredes que en plena campaña eleccionaria había acudido a un agasajo masista donde no sólo comió torta por su cumpleaños, sino que bailó del brazo de mujeres coloridas de azul al son de La Mona Jiménez y su “beso a beso”, en una fiesta donde no faltaron las botellas de singani etiqueta negra (las botellas azules son únicamente para la alta jerarquía, como se sabe). El célebre bailarín lejos de renunciar por tan bochornosa conducta se fue de vacaciones hasta nuevo aviso, alegando que no había cometido ningún delito. Entretanto, el TSE quiso demostrar que era muy estricto y ejemplarizador despidiendo a los cuatro funcionarios que habían acompañado al vocal Paredes a tal “reunión de amigos”. Los infelices subalternos alegaron en su defensa que no tuvieron otra opción que acompañarle, pues era una Autoridad y no podían negarse. En fin, que entre jueces se socapan las conductas. ¿y la ética?...¡A la mierda!


  • A escasas dos semanas de concluir su gestión, los nunca bien ponderados concejales del municipio de Cochabamba decidieron subirse el sueldo, en una suerte de lujoso finiquito por su labor sacrificada de calentar asientos en el siempre calentito salón de sesiones que consta de sillones ejecutivos, laptops con Wi Fi de alta velocidad, servicio de té y otras altas atenciones acordes a su nivel (si hace falta, afuera aguardan las vagonetas con chofer para inspección de obras y otros viajes oficiales). Con lo poco que ganan, 17.200 Bs. -prácticamente líquidos, cuando el sueldo mínimo en Bolivia apenas sobrepasa los 1.600 Bs.-, por una vez tanto oficialistas como opositores se pusieron plenamente de acuerdo para incrementarse las dietas a 18.600 Bs, mucho más que el sueldo promedio de un gerente bancario. Con razón, todo el mundo pelea por un puesto de concejal durante las campañas electorales. Once garrapatas que año tras año gozan de los impuestos del contribuyente. ¿Y para qué sirven?... Para declarar huéspedes ilustres a aves migratorias o para iniciar campañas de implantar chips a las mascotas. Los muy ilustres.

  • Y la última, acabo de leer un titular en el que convocan a un apagón masivo de sitios web en Bolivia para mañana domingo 17, Día del Internet, a modo de protesta por los altos costos y la lentitud del servicio. Pero estos inspirados activistas acaso no se dan cuenta que con lo rudimentarias y obsoletas que son las telecomunicaciones en nuestro país es como si estuviéramos desconectados permanentemente de la Red. ¿O el que no agarra la onda o el desconectado seré yo?


09 mayo, 2015

7 El gas que no se hizo gas


Con la bonanza económica perdiéndose en el horizonte, asoman los negros nubarrones del déficit. La caída generalizada de los precios del petróleo y de los minerales empieza a cobrar factura en la frágil economía boliviana, desde siempre dependiente de las exportaciones de materias primas. La minería tambalea, los centros mineros empiezan a trabajar con números rojos y ya se anuncian “reestructuraciones” (despidos o jubilaciones forzosas). La tan cacareada industrialización del país nunca ha pasado de un lanzamiento de cohete, efectuada desde la muralla china antes que de los terraplenes pétreos de Tiwanacu. Y es cierto, se está construyendo, por una millonada cercana al millardo, una gigante factoría de úrea en mitad de la jungla, lejísimos de los pozos de petróleo y más lejos todavía de los mercados inexistentes. Brasil y otros destinos potenciales ya tienen fábricas similares. Cuando la ch’allada maquinaria empiece a escupir los primeros sacos de fertilizante, los cocaleros serán los primeros en darse cuenta de que la úrea no se come. Porque aunque abonaran una y otra vez todos sus huertos de coca ilegal no sabrían qué hacer con el resto. Así se tira la plata, como en la “internacionalización” del aeropuerto de Chimoré, que ya se utiliza –según varias denuncias- para exportar la droga recién refinada hacia Venezuela antes que unas miserables cajas de banano o latas de palmito.

Las pocas industrias creadas por el Estado no son rentables, sirven más para efectos propagandísticos (Papelbol, Cartonbol, y demás ...bol que se les ocurra). Encima, las que nacionaliza las echa a perder, como Enatex, otrora la más grande textilera del país, hoy prácticamente en quiebra por falta de mercados y por las deudas del “hermano” Maduro que no quiere pagar ni por sus calzoncillos de algodón. Las laptops ensambladas en El Alto se las compra el mismo gobierno para repartirlas por los colegios y poco más, no se las ha visto circulando en el ámbito doméstico, mucho menos volando allende las fronteras para competir con las asiáticas. Pero hablan de dignidad tecnológica. Para el litio instalaron un laboratorio perdido en el salar de Uyuni tal si fuera una estación de la Antártida y quisieron hacer creer que arrancó la industrialización del “metal del futuro”. Hablaron del hierro industrializado que no pasó de unas remociones de tierra roja y vibrantes anuncios de futuros negocios. Negociados, querrían decir. En suma, el “salto tecnológico” no pasa de ser una vulgar y lujosa alharaca. Pareciera más bien que hemos retornado a la Edad de Piedra, sobre todo institucionalmente.

Es un ejercicio loco y agotador pensar en todo el dinero que se esfumó en toda esta década afortunada. Sin apenas dejar rastro, el régimen encabezado por Evo Morales, se farreó la inmensa renta gasífera que el país cosechó luego de décadas de vacas flacas. Ni siquiera tuvo que esforzarse por encontrar los pozos, simplemente le bastó abrir el grifo que otros gobiernos instalaron. ¿A dónde fueron a parar los más de 120.000 millones de dólares que el país obtuvo? Ni los aviones y coches blindados, cumbres, satélite de comunicaciones, Dakares, olimpiadas plurinacionales, verbenas folclóricas y otros montajes del circo justifican tal despilfarro. Que repartieron bonos a los más pobres y a los estudiantes de primaria. Que cooptaron a los sindicatos obsequiándoles vagonetas flamantes y sedes sindicales. Que regaron el país de coliseos cerrados que sirven más para bodas y farras multitudinarias. Que alfombraron las canchitas barriales para ponerles cerco y candado. Que muestran carreteras de ensueño en la tele, por unos pocos kilómetros recién inaugurados; viajar por Bolivia sigue siendo una odisea. Que se construyen palacetes para la Unasur, para el museo personal de Su Excelencia, para la nueva Casa del Pueblo. Habrase destinado el dinero a tan delirantes proyectos megalómanos que supuestamente nos ponen en la senda de los países industrializados pero no hacen más que retratarnos como uno absurdamente infantil, acomplejado y paranoico.

Hace un mes que contamos con gas domiciliario en nuestro barrio. A mí no me beneficia directamente porque vivo de inquilino pero me alegra por los familiares y los vecinos. Es increíble que luego de casi medio siglo de exportarlo al norte argentino, recién lo tengamos para nosotros mismos. Toda mi vida solo he conocido las garrafas y las consiguientes épocas de escasez donde uno tenía que hacer filas muchas veces. Tanto hablan los adláteres y demás voceros del régimen de los increíbles beneficios que nos ha traído el feliz reinado de S.E. y demás dones de su rara generosidad con dinero que no es suyo. Entre tanta insensatez que caracteriza a los gobernantes, por fin hallo algo real, útil y palpable. Habrían empezado por ahí al principio y tal vez no sería tan crítico con ellos. Pero comparado con el gas que se hizo gas; esto (los pocos miles de afortunados que tienen gas domiciliario) es apenas una molécula, una migaja. Y de yapa, parece que hay que agradecérselo, cuando en un país normal es obligación de todo gobernante. Y allí no presumen de estadistas.



02 mayo, 2015

7 Ferias, feriados y días sin televisión

Desayuno a la Pepe, preparado y consumido únicamente por él, desde luego.

Quince días sin televisión y a momentos creo hallarme como Homero Simpson anotando en su diario, en medio del bosque: “debí haber traído el televisor”. Por un lado me consume la pereza para llevar el artefacto al taller de reparación y sospecho que el técnico querrá hacerse al vivo queriendo cobrar de más. Por el otro, quería someterme a una suerte de síndrome de abstinencia, a ver cuánto me duraba el “sacrificio” de no ver ninguna imagen. Extraño sobremanera mis noches de cine, una forma de ritual que tenía antes de pegar el ojo. Me acostumbré a domingos sin fútbol pero echo de menos las jornadas de Champions. Esos partidos los veía al completo, para el resto me conformaba con seguir los resúmenes en los noticieros deportivos.

Confieso que era esclavo del zapping a la hora de mirar las noticias, a partir de aquello podía hacerme una panorámica general del acontecer social y político de nuestro país. Los programas de análisis son cada vez más escasos y de menor calidad, y cualquier pajarraco oportunista se cuelga el cartel de analista.  Lo demás, pura programación cochambrosa y demás telebasura. He intentado suplir mis necesidades de información a través de la radio, otro mar de lágrimas que no le va en zaga a los telenoticieros. Quedaba la prensa escrita pero hace siglos que no compro periódicos que, andando el tiempo, se han dedicado a cualquier cosa menos a informar objetivamente. Internet ofrece mayores posibilidades pero dado su elevado costo y el tiempo reducido, prefiero dedicarlo a noticias internacionales y cultura, por demás relevantes. A decir verdad, no me siento grandemente perjudicado por este “apagón” que involuntariamente me he dado del acontecer nacional. Creo que hasta mi salud mental lo agradece.

Sin nada que ver, no me he enterado de casi nada. La Feria Internacional de Cochabamba ha abierto sus puertas hace una semana, como cada año, y su impacto en la realidad es tan pobre que no se siente su presencia. En ninguna parte de la ciudad no he encontrado carteles, gigantografías y otros reclamos publicitarios que muevan a la gente a asistir. De hecho, ni sabía exactamente qué día había comenzado tal evento tan supuestamente espectacular e importante. Ya sé que habrán traído a algún artista cumbiero extranjero para poner a bailar a la muchachada en una de esas noches, con farra hasta el alba.

El feriado del primero de mayo se cebó otra vez con mi tranquilidad. No es gratuita mi aversión a tales días de obligado descanso, pues esto último es lo que menos se respeta. Se pierde de pronto el espíritu de convivencia y el respeto mínimo a las normas sociales. La víspera, jueves por la noche, ya empezó el jolgorio en ciertos sitios. Algún sindicato hacía sonar sus petardos a la distancia hasta pasada la medianoche. En casa, mi primo sacó su parrilla y se reunió con sus amigos para compartir un asado. Sus aromas a chorizo parrillero trepaban hasta mis aposentos pero en vez de hacerme salivar me sofocaban. No le veo el gusto de hartarse de carne a tan altas horas de la noche. Ni asomé las narices por ahí y quise pronto echarme a dormir siguiendo mis sanas costumbres. Mala idea, cada tanto uno de sus invitados iba y venía en su moto chopera de alta cilindrada y cuyo bronco bramido es un atentado a los frágiles oídos. No sé qué le ven estos muchachos a pasear su ego a punta de ruidosos cacharros. Así y todo, finalmente pude dormir pasada la una.

En esas estaba, soñando con huríes y otras alegrías del más allá, cuando mi errático sueño fue interrumpido por un sonido que mi memoria reconoce al tiro: caía agua al tanque vacío que está en la terraza a pocos metros de mi dormitorio. Faltaba minutos para las cuatro de la mañana y mi tía había accionado la bomba eléctrica, era para utilizar la ducha, de seguro. “Tía querida si sabías que tenías que madrugar para el viaje, debiste bombear durante la noche, como sueles hacer siempre”; puteé para mis adentros. Lo siguiente fue escuchar ruidos en el piso de abajo, todos los viajeros empezaban a alistarse y se oía hasta los pasos presurosos sobre las gradas. Me resigné y me hice un ovillo para tratar de volver al sueño. Al poco rato, oigo el chirrido horroroso de la puerta de mi apartamento siendo arrastrada, resultado de la dilatación por la humedad del tiempo de lluvias. Le había explicado a mi padre, que estaba de visita, que había que levantar un poco de la manivela para abrirla sin hacer ruido, pero se le habrá olvidado en ese momento.

Ya totalmente despierto, me revolvía en el lecho buscando una posición cómoda para esperar el amanecer. Escuché llegar un par de jeeps, arribaban más viajeros al punto de partida y hasta podía oír algunas voces. Sonó la puerta del garaje y salió la vagoneta de mi tío, con su rugido característico. Mi padre bajó para sumarse a la caravana. Aun dentro de mi cuarto pude escuchar cerrándose las puertas de los coches y, a continuación, los acelerones de la caravana aventurera. Madrugaban para llegar temprano al pueblo familiar de Independencia, aprovechando el largo receso y, de paso, asistir a la Feria de la Chirimoya que se celebrará este domingo.

No habían pasado ni cinco minutos desde la partida de los viajeros cuando retornó de improviso la vagoneta del tío, algo se le estropeó a la máquina en el último momento y por precaución decidieron volver. Mi madre que se había levantado, abrió la ventana del living que da a la calle y soltó algunos comentarios, preguntando ¿qué ha pasado? Casi me levanto y le digo: “¡cállate, mama, que me desespeeeeras!” a lo Quico, “¿no ves que hay vecinos durmiendo?”, quise rematar. Al parecer se tuvieron que estrechar los pasajeros porque el coche se quedó finalmente en el garaje. Este cúmulo de jodidas coincidencias que me estropearon el sueño me hizo recordar aquella máxima coelhiana de que todo el universo conspira para que yo sea feliz. ¿O habrá querido decir al revés; ese viejito cachondo que parece vivir en un mundo de fantasía para destilar semejantes paparruchas?

Ya ni me servía la tele para distraer el mal rato, que semeja un trasto pop-art acumulando polvo, ahí enfrente de mi cama. El enfado se me pasó a la hora del desayuno: ¿acaso alguien me podría decir que hay algo más sabroso e inspirador que empezar la jornada con una combinación inenarrable de café y yucas retostadas?...Eso es lo único que rescato de días como estos: el tiempo holgado como para zamparme un desayuno con cuerpo de rey…Y, luego que el mundo se caiga, si quieren.



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