31 julio, 2015

6 De paros, bloqueos, y otros deportes nacionales




Luego de 22 días de protestas, los agotados potosinos encabezados por su comité cívico se marcharon de la ciudad de La Paz, entre no pocas lágrimas de frustración. El gobierno los mantuvo entretenidos con maniobras dilatorias que no condujeron a nada concreto, luego les dio el portazo en las narices dando por cerradas las negociaciones sin la firma de ni siquiera la de sus ministros. Como se sabe, por más de una semana los dirigentes estuvieron a la caza del autógrafo de Evo Morales para garantizarles las obras que exigían. Su Excelencia no salió ni al balcón de Palacio Quemado para agitar la manita -su afición favorita junto a la de practicar futbolín a escala natural-, ni mucho menos para sentarse a negociar con ellos. Nunca les dio pelota y, por el contrario, bien que tuvo la oportunidad de estrenar la suya inaugurando otro coliseo en Oruro (con televisación en vivo, como es de rigor), para que sepan los potosinos y el mundo entero que S. E. tiene asuntos más importantes que resolver, antes que estar perdiendo el tiempo en atender a “unos cuantos” que llegaron de tan lejos a fregar la paciencia.

Quisieron los cívicos potosinos agradecer tanta hospitalidad paceña de soportar sus petardos y dinamitazos, de la mejor manera posible: marchando, a manera de despedida aunque de forma más reducida, pues los demás estaban preparando las valijas en el coliseo universitario donde habían pernoctado durante la estadía. Como se estila en estos casos, no faltaron las consignas gritadas en contra del régimen masista. “Ahora ya no más con el MAS, el Evo murió para nosotros” fue repetido hasta la saciedad mientras se oían los últimos fogonazos de los petardos. Luego el silencio se hizo en la larga noche paceña, haciendo honor a su nombre hasta que llegue la siguiente protesta.

Al día siguiente los viajeros fueron esperados por caravanas de coches a kilómetros de Potosí y luego recibidos como una delegación de fútbol que acababa de ganar la Champions League. El aire de triunfo era tal que parecía que se había olvidado que la expedición había sido un fracaso, amén de las millonarias pérdidas para la maltrecha economía potosina. Pasar estrecheces y estrangular a la ciudad capital solo arruinó a los propios potosinos. Medidas desesperadas de un pueblo desesperado, sin duda. Pero aun así, el olvido más grande está por venir, cuando se avecinen otras elecciones el caudillo irá a prometer el paraíso nuevamente para los desolados yermos potosinos.  Y ese sufrido pueblo le aplaudirá y volverá a creer en él. Volverá a repetirse la malsana historia como una absurda rueda de la fortuna. 

Si a los paceños les toca prácticamente todos los días encontrarse con alguna marcha en sus céntricas calles, en el resto de las capitales tampoco es raro que convivamos a menudo con similares acontecimientos. Esta semana, por ejemplo, como todos los martes aguardé la llegada del camión basurero ignorando que se había producido un nuevo bloqueo a la entrada del botadero municipal. Un sector de los dirigentes del lugar adoptó la medida argumentando que el nuevo alcalde no los había convocado a ellos para negociar los acuerdos alcanzados en otra gestión. Entretanto mi basura empieza a apestar en mi patio, a la espera de la buena voluntad de esa gente de porquería, nunca mejor dicho. 

El miércoles amanecimos con otro paro parcial de transporte. Esta vez de parte de la Federación Especial de Transportistas Libres, que escogieron ese glorioso nombre justamente para diferenciarse de los “transportistas federados”, anteriormente los únicos y plenipotenciarios dueños de las calles que se repartían la ciudad a su antojo. Los “libres”, al poco tiempo demostraron también su “especialidad” para bloquear puentes y avenidas con sus sucios carromatos cuando alguna norma de vialidad afecta a sus intereses. Así estamos los cochalas, a merced de los caprichos de ambos sectores, a menudo enfrentados a puño limpio, con pinchazos y vidrios destrozados como saldo. En el ínterin, corre el tiempo para que el alcalde presente por lo menos su prototipo de “Llajtabus” que tan alegremente prometió en la pasada campaña electoral. Más folclóricos no podíamos ser.

Y para cerrar, el jueves de madrugada se produjo la toma violenta de las instalaciones de la FUL, el sindicato de estudiantes de la universidad estatal, donde hace quince años pasé por sus aulas y no recuerdo ni una sola huelga que haya afectado sus actividades normales. Al día de hoy, ya van 17 semanas de paro ininterrumpido en la otrora “casa superior de estudios” y a nadie parece importarle la pulseta entre el rectorado y la FUL, inmersos en un cochino juego de intereses, donde lo que menos importa es el nivel educativo y la suerte de los estudiantes. Los docentes tampoco se entrometen, al parecer bastante satisfechos con sus sueldos que siguen cobrando con puntualidad. Y la mejor universidad del sistema nacional cayéndose a pedazos, a merced de grupos de choque que, según denuncias son financiados por el gobierno. Y es que todo lo que toca el masismo al poco tiempo se corrompe inexorablemente. Esa misma mañana, tuve que caminar un largo trecho porque coparon el centro de la ciudad, campesinos y cocaleros llegados del trópico a último momento para marchar en contra de las marchas potosinas y de sus reivindicaciones. Sí, oyeron bien. Mejor les iría que fueran hasta la capital potosina si fueran tan valientes como sus amenazas.

Y toda esta suerte de paros, bloqueos, marchas y contramarchas y demás vaivenes que nos toca vivir a los bolivianos sucede en plena pax evoniana donde todo es prosperidad, crecimiento insuperable (los más altos de Sudamérica según organismos internacionales) y estabilidad de casi una década (“yo no voté por Evo, pero mientras me dé estabilidad…” dijo alguna vez un gordilocuente profesor universitario), sumados a una dignificante bolsa de metas logradas: sin Evo presidente no había Dakar, no hubiera llegado el papa Francisco, nos recordó S. E. hace unos días. Por si fuera poco, la era espacial ya es historia consolidada con el segundo satélite en ciernes, y soñando ya con la era atómica que nos ha de llevar al infinito. ¿Y si no estuviera Evo?…caos, incertidumbre, oscuridad, sufrimiento, estancamiento, y otras pesadillas inimaginables sacudirían al país, imaginamos. Habrá que rezarle a la salud de S. E.
 
Pedaleando para exigir la "ley de la bicicleta"



24 julio, 2015

7 Paro cívico potosino: ¿y dónde está el estadista?



Imagen: Página Siete

Al momento de escribir esto, la ciudad de Potosí ingresa en su jornada décimo novena de paro indefinido. Desde el primer momento al gobierno central le tuvo sin cuidado que se hayan bloqueado las salidas a otros departamentos, suspendido clases, paralizado el comercio y otras actividades que coadyuvan al normal desenvolvimiento de la región. De todos es bien sabido que cuando los potosinos entran en huelga se paraliza todo y se atrincheran en la intransigencia, como pudieron sentir en carne propia decenas de turistas extranjeros que fueron impedidos de abandonar la ciudad al menos por una semana. Gracias a la paciente negociación de sus embajadas finalmente pudieron librarse de la amarga experiencia y seguramente con la convicción de no volver nunca más.  Lo llamativo es que el gobierno gasta una millonada en campañas con el eslogan “Bolivia te espera” como trampa publicitaria para atrapar viajeros del exterior. Y así los esperamos con la posibilidad de algún bloqueo para que retornen con el plus de haber experimentado temor y otras experiencias adrenalínicas que contar a sus familiares. Turismo de aventura le llaman, si no me equivoco.

En el ínterin hemos visto espectáculos de lo más dramático: crucifixiones simbólicas en torres de electricidad y otros sitios, marchas de toda laya, huelgas de hambre hasta en otras capitales como Cochabamba de los residentes potosinos. No se le movió un pelo a Su Excelencia, de quien se narra hasta la saciedad que es muy valiente para enfrentarse a las fuerzas del mal empezando por el imperialismo y su brazo económico el capitalismo. Por ahí también cantan los nuevos trovadores el más grande logro que S.E. haya podido darle alguien a Bolivia: la Dignidad, que con ella no pueden compararse todos los tesoros que encierran la tierra y el mar, parafraseando a Cervantes, que al poco tiempo también sopesaba la valía de alguna cuestión concluyendo que “vale un Potosí”. 

Pero para S. E., Potosí no había valido ni un carajo, tal como se puede extraer de su soberbio silencio y hasta desprecio hacia las demandas potosinas, siempre desde la comodidad de un sitio alejado del conflicto. Las pocas veces que abrió la boca fue para tildar a los dirigentes de “desestabilizadores” de la democracia y de estar manipulados por intereses políticos y mezquinos. Y como colofón absurdo se estrelló contra “algunos chilenos” que estaban detrás de las movilizaciones, burda acusación que causó hilaridad en las autoridades del país transandino. El caudillo pudo atajar el problema en su fase inicial, yendo a negociar personalmente con los cívicos potosinos, y tenía la obligación moral ya que ese departamento siempre le ha votado masivamente a favor. Pero él prefirió ignorarlos largándose al extranjero a inaugurar estatuas, cumbres y otras obligaciones de Estado que, según dicen, demandaban su infalible presencia. Aun mas, a su retorno se paseó por el resto de la plurinación, acudiendo de invitado a ferias, simposios y demás aperturas de manual, donde no olvidó sus rutinas de practicar fútbol sala. Pero visitar Potosí ni en broma. ¿Será que puede argumentar que no tiene pista internacional para atender a su modernísima aeronave?, ese bendito aeropuerto que exige Potosí como parte de sus demandas y que el gobierno califica como inviable luego de prometer hace cuatro años. 

Ante la indiferencia sistemática del régimen, los potosinos encabezados por su comité cívico (Comcipo) arribaron por miles a la sede de gobierno hace una semana, donde todos los días se volcaron a marchar y violentar la tranquilidad del centro paceño, provistos de petardos y cartuchos de dinamita que portan los mineros. Entre convocatorias distraccionistas e intervenciones policiales con gases lacrimógenos se intercambiaron horas de tensa tregua. La ciudad yace a su suerte, con la sensación de que no hay gobierno salvo por las fuerzas del orden bien pertrechadas que custodian el sueño del caudillo y de su consejero vicepresidencial. Solo los ministros dan la cara, asumiendo el rol protagónico y cuyos llamados al diálogo no son suficientes para los agotados dirigentes. 

Entre idas y venidas a la mesa de negociaciones, el meollo del asunto ya no se centra en el pliego petitorio de 26 puntos sino en el pedido de que los acuerdos futuros se zanjen con la firma sacrosanta de S.E., pues los potosinos ya no se fían, con justa razón, de las promesas gubernamentales. Como antecedente, en 2010 se produjo otro conflicto prácticamente calcado (hasta en el número de días de huelga)  a éste, donde les prometieron un sinfín de obras que ahora el régimen escamotea a título de inviabilidad técnica e insostenibilidad. La demagogia en su máximo esplendor hizo de las suyas y ahora toca pasar factura. Lo insólito resulta que a pesar de los incumplimientos, el abandono estatal (imperdonable en plena bonanza de los precios de los minerales) y otras actitudes de menosprecio hacia esa región, sin embargo, en octubre pasado todo el departamento potosino volvió a premiar al caudillo proporcionándole una votación de más del 60% entre las más altas del país. Tienen razón algunos estudiosos cuando sentencian que algo raro y enfermizo pasa con esta sociedad que aplaude y obedece sin rechistar a sus amos de turno, especialmente notorio en la Bolivia de Evo. Tal como la declaración llorosa (patéticamente literal) del presidente de Comcipo sugiere: “he votado por el señor Presidente, he creído en él”. 




18 julio, 2015

6 Cristina y la guerrillera zurda



Cristina y Evo inaugurando el asunto, con bailes folk incluidos.

Estaba esbozando una sonrisa, mejor dicho estaba a punto de soltar la carcajada ante el monumental adefesio que los argentinos disfrutan ahora en uno de sus paseos más emblemáticos de Buenos Aires. En nuestro país hace tiempo ya que poblamos los cerros pelados con cristos y virgencitas descomunales al estilo de los españoles que andan por ahí regando su paisaje rural con toros Osborne. No habíamos sido los únicos creativos de la desmesura. Argentina se acaba de sumar a este selecto club gracias a los denodados esfuerzos de doña Cristina Fernández que, en un arranque de sensibilidad política, concedió de un plumazo el grado de “generala” a la heroína de la independencia Juana Azurduy de Padilla, y para dar realce a su tremenda decisión de estadista decidió erigirle una estatua en el lugar donde antes reposaba la de Colón, dando de esta manera una patada a la historia y a la colectividad italiana que había obsequiado el monumento a la ciudad. Por si a algún gaucho le diera un ataque de chauvinismo, ya salió un avispado historiador a aclarar que Azurduy es tan argentina como Martín Fierro ya que ella había nacido en territorio que pertenecía al virreinato del Río de la Plata. Y yo tan ignorante de mis orígenes platudos, ¿o se dice argentos? 

Ante tal ejemplo de patriotismo, se cree que en Nueva York hay mucha gente con las ganas de echar abajo a la estatua de la Libertad por ser francesa y poner en su lugar una de un gigantesco jugador de béisbol en pleno bateo, justamente para competir en gracia con la recién estrenada de la presidenta que, de acuerdo a fuentes oficiales, mide 9 metros y pesa 25 toneladas siendo la más grande de bronce construida en Argentina para orgullo de los herreros locales. Pero la sensibilidad artística no había sido por cuenta de doña Cristina, sino de su colega Evo Morales, quien no sólo hace regates al balón, canturrea a ministras y otras altas funciones de Estado sino que también es el gran inspirador para que el Miguel Ángel argentino haya sabido plasmar el sentido de “movilidad” que le pidió Su Excelencia. De ahí que la guerrillera esté en posición de ataque, más fiera que un samurái, y con el sable en la mano izquierda para que todo sea bien revolucionario. La wawa cargada con aguayo a la espalda conjeturamos que será para reforzar su sentido maternal y corajudo. El rostro con los rasgos indígenas nada tiene que ver con la efigie que yo conservaba de unos billetes antiguos. Y como ilustre colofón: “un proyecto en la cabeza” que según el esforzado escultor emana de ese semblante constreñido. Una vez más, otra libre interpretación de la historia a conveniencia del discurso, a semejanza del finado Chávez y su Bolívar indigenizado. 


                         Retrato oficial (der.) y según dibujo libre del artista escultor

Esperen que ahí no termina el esperpento. Según sabias instrucciones de S. E., el pedestal tenía que estar rematado con motivos tiahuanacotas entre sus mosaicos, para que sepan que Juana Azurduy pertenecía a su estirpe, la misma que viene reinando hace cinco mil quinientos años y fracción en las pampas gélidas de Sudamérica. Que se quede quieto el general Belgrano en su mausoleo descuidado, ya que la presidenta no está para homenajear a machos patriotas, amén de que parece haber dejado de considerarse la nueva Evita para adoptar el papel más heroico de Juana Azurduy: abnegada madre, viuda sufrida y valerosa guerrillera. De otro modo no se entiende tanto afán personal, con polémica incluida, para llevar la figura de Azurduy a pasos de la Casa Rosada, precisamente en el sitio del navegante genovés y, lógicamente, despertar la ira de muchos porteños. ¿Motivo descolonizador? ¿revalorizar personajes? ¿ignorancia? ¿provocación? ¿”otro golazo del presidente Evo”, en canchas argentinas, para variar? ¿o simple espejo histórico en el que mirarse?

En Bolivia, casi nadie sabía de tales pormenores hasta que Morales confesó algo avergonzado que la hermana Cristina se nos había adelantado al mandar construir la estatua y que él iba de invitado a la inauguración. Todo parecía indicar que era pura iniciativa del gobierno kirchnerista. Ya empezaba a sentir compasión hacia nuestros cultos vecinos por semejante bodrio que se tenían que tragar. Pero ahí se me murieron las ganas de despanzurrarme de risa: el encargo lo había costeado enteramente el gobierno boliviano. Un millón de dólares desperdiciados por otra estupidez sin uso ni beneficio. Un verdadero insulto a la memoria de una valerosa mujer que murió en la miseria absoluta, como tantos otros personajes de la lucha emancipatoria. No por erigir moles de mal gusto los vamos a recordar más y mejor. ¿o sí?

Como anteriormente decía, en Bolivia cada dólar cuenta y, no por nada, hace doce días que la ciudad de Potosí permanece bloqueada por un paro cívico a consecuencia de los incumplimientos del gobierno central. Piden entre otras cosas, un hospital y un aeropuerto, además de una fábrica de cemento largamente prometidos. El caudillo, pareció reírse en las demandas potosinas y, fiel a su estilo, huyó a toda prisa del problema, con la excusa de la invitación de su colega argentina y otras importantísimas misiones como llevar el mensaje del mar hasta los confines del planeta. Se lo vio feliz al lado de Cristina, aparentemente ajenos al drama potosino (escasean los alimentos y los enfermos son trasladados en carretilla a centros médicos porque no pasa ni una mosca por las barricadas) y a la suerte de setenta turistas argentinos que yacen varados en sus alojamientos sin poder salir de la ciudad. Los cívicos, se han atrincherado y exigen que únicamente negociarán con el caudillo. Hasta el pobre Vice se ha sentido “discriminado” por los soberbios dirigentes, confesó compungido. Entretanto, S. E. se sabe que anda por Brasil atendiendo intensas labores de incalculable valor para toda la nación.

Si hasta pusieron a la estatua a cazar moscas con espada


10 julio, 2015

8 El papa, la lapa, y el crucifijo comunista




Gracias a Dios que mi televisor se estropeó hace algún tiempo,  así me libré de la tentación de ver todo el populachero espectáculo que supuso la llegada del papa Francisco a tierras bolivianas. Mis ojos hubieran ardido de la indignación si hubiesen sido testigos del obsceno despilfarro que el orgullosamente laico régimen evista prodigó al jefe de los católicos, a pesar  de que desde hace una década viene señalando a la Iglesia local como su mayor enemigo, acusándola de derechista, de actuar como la Inquisición, de querer destruir su revolución y de confabular con sectores opositores para acabar con el sagrado reinado de Su Excelencia, amén de seguir disfrutando de seculares privilegios y hasta de participar en robos al patrimonio de templos coloniales.

Sin embargo, la propaganda oficialista deja traslucir que, gracias a sus inconfundibles dotes de estadista de S.E., el obispo de Roma finalmente hizo un hueco en su apretada agenda para bendecirnos con su llegada. Ni Argentina, tierra natal del pontífice, podrá disfrutar en primera fila de sus bendiciones y tendrá que esperar. Por lo pronto, grupos de turistas religiosos del norte argentino arribaron a toda prisa a la ciudad de Santa Cruz, provistos de su infaltable mate y con la fe a flor de piel para combatir el temporal de frio que por estos días asola a la capital cruceña. Por su parte, hordas de feligreses locales de todo el país coparon los vuelos y autobuses con más fervor que hinchas de fútbol con tal de ser partícipes de otro momento histórico que, quién sabe, antes veremos al cometa Halley que a otro “hermano papa” sudamericano.

Buceando en internet, podemos hacernos una idea de la obsesión de Evo Morales y los suyos por brindar –sin escatimar en gastos- el tratamiento de rey al recientemente bautizado “Francisco de los pobres” que, según dicen, es de costumbres frugales y sencillez franciscana en sus aposentos papales. Pero, ¡demonios!, que es el capo de la cristiandad y líder espiritual de la humanidad, por tanto con la suficiente autoridad moral para convencer a todos estos gobernantes de opereta instalados en Latinoamérica que se abstengan de ceremonias ridículas –como la despedida con alfombra púrpura en el aeropuerto de Quito, donde no faltaron arreglos florales y mozos porteadores-, dispendiosos gastos y montajes de seguridad que superan con creces a cualquier película hollywoodense sobre la Casa Blanca. Sirva por ejemplo que, para apenas las dos horas que el papa estuvo en La Paz,  el gobierno movilizó a miles de policías y soldados en el trayecto del aeropuerto a la plaza Murillo y, para mayor inri, jugaron con la paciencia de la población cerrando al tráfico la vital autopista La Paz-El Alto desde tempranas horas de la mañana hasta prácticamente la medianoche. Encima, prohibieron la salida de buses al resto del país durante esas horas. El derecho al trabajo y la libre circulación son otra muestra de los atropellos constantes del caudillo en nombre de supuestas razones de Estado.
 
Como en Corea del Norte, el amado lider hizo despejar la autopista

Nada más aterrizar el vuelo de BoA proveniente de Ecuador, Su Excelencia ya esperaba sonriente a Su Santidad al pie de las escalinatas de la aeronave que fue conducida hasta el exclusivo hangar presidencial -construido expresamente para el caudillo- donde recibió los consabidos honores militares y otras salutaciones acordes a su investidura. Había todavía luz diurna cuando el papa fue transportado por la despejada autopista rumbo a Palacio Quemado. Habrase extrañado de ver a tanto uniformado antes que a los humildes creyentes durante el recorrido. Se cuenta que en salones de palacio fue condecorado con el Cóndor de los Andes, sabe Dios por qué valiosos servicios a la nación; asimismo fue sorprendido con un grotesco regalo: un crucifijo revolucionario para un papa revolucionario,  como invaluable presente del líder más revolucionario desde los tiempos del Che Guevara. De alguna manera se completó la ecuación; sin duda, despejada desde que Francisco decidió alinearse con las neodictaduras del continente. 

En el mismo aeropuerto, el vicario de Cristo soltó el discursito que endulzó los oídos de su anfitrión afirmando que “Bolivia está dando pasos importantes para incluir a amplios sectores en la vida económica, social y política del país; cuenta con una constitución que reconoce los derechos de los individuos, de las minorías, del medio ambiente, y con unas instituciones sensibles a estas realidades”. Como alguien escribió, los bien curtidos servicios secretos del Vaticano le habrán informado suficientemente de que el caudillo hace todo lo contrario de lo que predica, empezando por pisotear su Constitución y  avasallar los derechos de los pueblos indígenas que él dice representar. El papa no puede pecar de ingenuo, o hacerse al opa como decimos acá. O tal vez sigue fielmente el guión de la curia romana, muy cuestionada por los escándalos de pederastia y corrupción de la banca vaticana, de recuperar popularidad a cualquier precio, haciéndole el juego incluso a los regímenes populistas que hambrientos de legitimidad fueron con cara de arrepentimiento hasta Roma a colgarse de las sotanas de Su Santidad para que los bendijera antes sus súbditos respectivos. Y Francisco tuvo que padecer con resignación cristiana la ubicuidad del amado líder que no se despejaba de su lado en todo momento.

Que quede constancia para los registros históricos: Evo Morales fue el primer gobernante de Bolivia que recibió al papa dos veces en dos ciudades distintas casi al mismo tiempo. No bien despedía al hermano Francisco en el aeropuerto alteño, al poco rato fue corriendo –literalmente- hasta su batalladora aeronave presidencial para dirigirse  a toda prisa a Santa Cruz, segundo destino del prelado donde se quedará dos días antes de continuar viaje a Paraguay.  El caudillo pudo tomarse un descanso esa noche con toda la tranquilidad del mundo, para ir a oír misa con su catolicismo recién estrenado, al día siguiente en primera fila. Pero fiel a su naturaleza fue a apostarse el primero en el aeropuerto cruceño, dejando en segundo plano a las autoridades locales. Otra vez con cara de sorprendido, Su Santidad apenas pudo disimular una sonrisa mientras le decía: “nos vemos otra vez”. Curiosamente, días antes el gobierno hizo un llamamiento a todos los sectores sociales de que no se hiciera un uso político con la visita papal. Pero la omnipresencia de Evo Morales era por pura devoción al santo padre, dicen.
 
che, Evito, ¿vos me estás cargando?, parece decir ese rostro fastidiado


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