30 noviembre, 2015

4 Fondo Indígena, el gran botín de los plurinacionales

Los últimos atrapados, pero faltan los peces más gordos.


No hace mucho, Su Excelencia, anunciaba pletórico que Bolivia registraba otro hito histórico que su diplomacia del poncho había conseguido en el seno de la ONU. Con danzas típicas, mareantes sahumerios, tortas de harina de coca y otras “estrategias envolventes” habían terminado de atontar al tontorrón de Ban Ki-moon para que el precepto ético del Ama sua, ama llulla, ama qhella” (no robar, no mentir, no ser flojo) sea adoptado dentro del código de honor del organismo pacifista y, a ser posible, cuelgue de los pasillos marmolados de su sede en Nueva York o en sus campamentos de los Cascos Azules en África, a manera de advertencia a sus tropas que en sus tiempos libres gustan de trapichear con combustible, autopartes y otros recursos de la cooperación internacional.

Uno de los pilares en que descansaba la ideología del gobierno presidido por S.E. residía en la supuesta reserva moral que atesoraban los pueblos indígenas recientemente bautizados como “originarios” por esos exquisitos izquierdosos del viejo continente que desde sus cafetines al aire libre elucubraban con nuevos proyectos de dominación y soñaban todavía con la arcadia rousseauniana. Vieron cumplidos parte de sus sueños cuando encumbraron al indigenizado -a fuerza de pilchas prestadas y ceremonias exóticas- Evo Morales y a su camarilla de aviesos dirigentes sindicalistas.

Pues la reserva moral duró “lo que duran dos peces de hielo en un güisqui on the rocks”, mucho menos que lo que tardan los escoceses de las tierras altas en añejar los sagrados brebajes a los que es afecto S.E. En menos de nueve años se farrearon esa grandilocuente aureola de pureza e incontaminación que los precedía como huracán purificador destinado a barrer los viejos vicios de la politiquería criolla. Cuando el indio llegue al poder gobernará para sus “hermanos” con justicia y sabiduría, pregonaban los visionarios profetas de coleta y ojotas. Con tal cometido echaron hasta los ujieres de Palacio Quemado porque apestaban a rancio colonialismo. Había que cambiar las cosas profundamente, empezando por descolonizar a las palomas de plaza Murillo y al reloj del edificio legislativo.

Pero no contaron con que el indio iba a robar a sus “hermanos”. Casi una década después, el Proceso de Cambio no había sido más que un vulgar y siniestro relevo de rateros, como apuntó un columnista. No hay ni una sola institución del Estado que no se haya visto implicada en escándalos de corrupción, que van desde el sobreprecio en el servicio de té hasta el desfalco millonario en la compra de barcazas, maquinaria y otros gigantescos contratos. Pero se lleva la flor del esperpento el Fondo Indígena por las implicaciones anecdóticas y por el descaro con que fue saqueado.

En menos de una década, el citado organismo recibió más de 500 millones de dólares, como concepto de distribución de los impuestos a los hidrocarburos (I.D.H.),  gracias a la bonanza de los precios internacionales de materias primas. Lo que en un principio estaba destinado a paliar las necesidades y atender proyectos en el área rural, pronto degeneró en auténtico festín de gente allegada a los movimientos sociales y otros sindicatos campesinos e indígenas adscritos al régimen. En el papel sembraron y florecieron miles de proyectos, con campos de ajos destinados a la exportación; relucieron los alfalfares para el mejoramiento de la producción lechera; pastaron ovejas negras importadas de fino vellocino por todo el altiplano; y en cristalinos estanques brillaban las truchas arcoíris para combatir la desnutrición de comunidades empobrecidas. Si por poco construyeron hasta palacios para emprendimientos porcinos, según denotaban los descargos de los millonarios desembolsos.

En febrero de este año se destapó la olla del monumental desfalco. Gran parte del dinero se había esfumado en proyectos fantasmas o en simulacros de obras mal hechas e inútiles. Otras sirvieron como perfecto escenario para los cuantiosos negociados. Se puede asegurar que no existe ni un solo proyecto financiado por el Fondo Indígena que haya sido exitoso y que continúe en pleno funcionamiento sin el auxilio del Estado. El vapuleado organismo se había convertido hasta en caja chica para financiar los viajes y viáticos de dirigentes a cumbres internacionales y para acarrear gente a concentraciones políticas y desfiles patrióticos.

Pero todo eso era poco comparado con el destino del resto del dinero. Según denuncias de un senador opositor, casi 100 millones de dólares fueron a parar a 978 cuentas de banco particulares, y las que estaban a nombre de los proyectos no pasaban ni de medio centenar. Cuando se le preguntó al ministro de Economía sobre la insólita situación éste respondió muy suelto que no había nada irregular y no tenía nada de malo que personas individuales tuvieran en su poder esos montos ajenos. A pesar de que la legislación prohíbe el desvío de fondos públicos a cuentas personales.

El escándalo salpicó a una veintena de dirigentes masistas de todo vuelo, algunos que fungían como miembros del directorio responsable de autorizar los desembolsos. Como era de esperar, el ministerio público sólo ordenó el arresto de gerentes y otros funcionarios técnicos. Como si se tratase de una disparatada película se encarceló a los cajeros pero no a los asaltantes. Mientras tanto, todos esos dirigentes señalados con nombre y apellido se paseaban tranquilamente y algunos hasta candidatearon a las gobernaciones departamentales. Varios de ellos incluso salen impúdicamente ante las cámaras encabezando las campañas por la reelección del jefazo. Parecía que se había echado tierra al asunto y más todavía con el cierre definitivo del fondo.

El tiempo tal cual hasta hoy. De pronto estos días empiezan a gotear las detenciones. Cae una ex ministra, dirigente de las gloriosas Bartolinas; detienen a un actual senador; arrestan a un ex candidato campesino a la gobernación de Chuquisaca, llevado expresamente hasta La Paz por ser renegado masista. Se sabe que en semanas anteriores detuvieron a dirigentes menores. Parece una cacería de brujas destinada a lavar la imagen del gobierno que en su momento se había cruzado de brazos y hasta apoyado públicamente a varios de los implicados. Este afán repentino de la justicia por actuar responde más bien a instrucciones del régimen por apuntalar la campaña de reelección de S.E., empeñado en gobernar por la eternidad, que “si se va, el sol se esconderá y la luna se escapará… y todo será tristeza” según vaticinó hace unos días el vicepresidente. Entretanto, todo el mundo se pregunta cuándo se ordenará la detención de la ex ministra Nemesia Achacollo, que en su reinado como presidenta del directorio del Fondo Indígena vaciaron sus arcas sin que ella se enterara. Pero como dicen las malas lenguas, la señora goza de protección especial de S. E. y no hay vuelta que dar.


21 noviembre, 2015

6 Peor…imposible

Son las tres de la tarde de hoy sábado, una intensa ola de calor sacude la ciudad desde hace una semana o más, lo correcto sería decir que la cuece como a fuego lento. Ni una ráfaga de aire que refresque este sopor que percibo ahora mismo en la nuca, menos mal que no soy transpirador pero igual siento esa incomodidad pringosa de la piel que parece sofocarse debajo de la polera. Siento que ríos de grasa me bajan lentamente por el pescuezo mientras voy caminando. El cálido escozor va en aumento. El cuello redondo de la prenda me pesa tal cual una cabeza sometida al suplicio del cepo. Ni qué decir de los “clásicos” jeans que me hacen sentir como embutido en pitillos. Quiero llegar de una vez a casa y sumergirme en cualquier charco.

Retorno de una cita con el dentista. Mala pata fue pactar la sesión para después del almuerzo y así tener libre el resto de la tarde. Los atardeceres me agobian y me da infinita pereza tener que salir otra vez a cumplir con cualquier actividad, a menos que alguien se esté muriendo. Y no, mi muela tampoco se estaba muriendo para obligarme a acudir a esa hora. La impaciencia por terminar de una vez con el tratamiento me jugó una mala pasada. Como absoluto querendón del fútbol de alto nivel cometí el peor de los pecados posibles: me perdí el Clásico español, y por sus connotancias históricas, uno de colección para cualquier barcelonista.

Quinientos millones de hinchas disfrutaron de la fiesta mientras yo aguardaba en la recepción de un consultorio. Entre todos los olvidos, el peor, haberme olvidado el horario exacto del partido y hacerlo coincidir con mi tratamiento. Mi salud y el hecho de que daba como casi seguro ganador al Madrid habían inclinado la balanza para no postergar el otro tema. Fue como obrar al revés: la razón se antepuso a la emoción, y aquí estoy lamentándolo por primera vez.  

Se cuenta que anoche el estadio cochabambino parecía un gigantesco concilio de alaridos. Y con las altas temperaturas reinantes aquello habrá sido un infierno. Ya me imagino que cualquier despistado que andaba por ahí habrá quedado con los tímpanos destrozados y no por culpa de los potentes y gigantescos parlantes instalados en el escenario. Un listillo perpetrador de hits pegadizos puso a delirar a miles de fanáticas teens y a sus no pocas madrecitas que chillaban al unísono cada vez que el cuarentón vestido como veinteañero soltaba sus acostumbrados quejidos de baladista Disney transformado en bachatero de última hora. Y no le perdono a Juan Luis Guerra que se haya rebajado a grabar un dueto con él. Los artistas de hoy cada vez poseen menos respeto por sí mismos. Y los mierdosos Grammys son el perfecto síntoma.

No sé qué es peor en esta vida: si sufrir una experiencia tenebrosa en un concierto de Enrique Iglesias por acompañar a la novia o a esa mina que se tiene entre ceja y ceja; o perderse un baile, el baile que le dio el Barcelona al esperpéntico Madrid en su propia casa hace un par de horas, con Messi casi como espectador de lujo, según me voy enterando. Mientras se dilucida el asunto, me convenzo de que el pegajoso sudor de mi cogote necesita urgentemente un chorro de agua fría. Aquí termino esto de una vez…que bajo la ducha yo también puedo cantar como el susodicho. 


17 noviembre, 2015

4 De revitalizaciones y otras cuestiones



Hace un mes o más, la plaza principal de nuestra ciudad fue tomada por las máquinas y obreros municipales luego de años de permanecer tomada por activistas de todo pelaje y comerciantes ambulantes que vendían desde gelatinas al paso hasta herramientas eléctricas en sus estrechos corredores circundantes. Echaron a los dibujantes de cartulina que se apostaban en las banquetas para hacerles la tarea a los colegiales vagos. En cuestión de días perforaron el asfalto para levantar muros de calamina en todo el cuadrilátero para que ningún transeúnte asomara las narices por allí. Los pájaros estarían felices por el desalojo de la peste humana y el cóndor del monumento central abandonaría esa pose de caganer perpetuo. Pero los taladros y cortadoras habrán espantado a esos inocentes bichos hasta nuevo aviso.  

El nuevo alcalde quiso estrenarse a lo grande, poniendo en marcha el bullado proyecto de peatonalización que anteriores administraciones habían tenido en mente. Los comercios de la zona y los taxistas se habían opuesto tajantemente. Pero llegó el joven alcalde y con una sonrisa les ganó la partida. Un día de estos pasaba por allí cuando me topé con vías obstruidas y movimiento inusitado de tractores, volquetas y obreros. Solo faltaba el consabido cartel de “hombres trabajando” pero nos amanecieron con uno más coqueto y a todo color, plantado en cada esquina. Lo que en buen cristiano tales actividades equivaldrían a una aparente remodelación o refacción (se lo dejo a mis amigos arquitectos la distinción entre una y otra), el anuncio de “revitalización” me ha dejado estupefacto y con más dudas que una ecuación de tercer grado. En términos médicos me suena a una resucitación del lugar como si hubiera estado muerto hace tiempo. Mientras se despeja la incógnita, espero que no sea que estén preparando esos espacios para entregárselos a los mercaderes o feriantes de cualquier asuntillo, tal como en pleno inicio de obras presencié lo inconcebible en nuestra Plaza de Armas: entre traslados de escombros y ruido terrible de máquinas, humeaban las parrillas de anticucheras que se habían asentado ese día en la acera norte, enfrente de oficinas del Concejo y de la propia Gobernación, o sea el centro político regional. Ya quisiera yo ver carritos de perritos calientes justo al frente del Capitolio de Washington, aunque sea por un día. 
Nuestro alcalde revitalizándose a tutumazo limpio


Como en Bolivia están de moda las ferias con cualquier ocioso motivo para supuestamente concientizar al vulgo, ya sea desde invitar a darse atracones de comida en nombre de “tradiciones” gastronómicas hasta “socializar” ideas de cómo cuidar a nuestras mascotas. En una de esas mañanas tropecé en pantalla con la “Segunda Feria de la Masculinidad” que se efectuaba en algún municipio cercano. A primera vista pensé que se trataba de la exposición de sendos ejemplares de la fauna humana, pero al poco rato fui desmentido por la imagen de un abnegado varón planchando su camisa en televisión. Tratábase de una feria en la cual iban a enseñar a todos los machotes la manera correcta de colaborar con las labores de casa y de paso advertirles de no ejercer violencia contra sus parejas. Todo muy bien organizado por la Fuerza Especial de Lucha contra la Violencia, una filial de la policía creada recientemente para combatir delitos pasionales y derivados.


Un tal Juanito Dos Pasos en sus consuetudinarias caminatas por el Paseo del Prado se lamentaba de que hace años la solitaria pérgola de madera en forma de kiosco que remata una jardinera se está resecando lentamente sin que ninguna autoridad de Áreas Verdes le ponga un techo aunque sea de enredaderas como una preciosa buganvilla o una tupida madreselva. O tal vez es un monumento conceptual al vacío y nadie se ha enterado. En un alarde de coherencia o lógica temática a alguien se le ocurrió poner en su centro una gigantesca maceta de turril con un leño que ni con artes de magia tiene ganas de rebrotar. Habría que rastrear al autor en Obras Públicas y otorgarle una medalla de reconocimiento por su original gusto estético. A que sí.


Para rematar el popurrí de noticias descarriadas no podía faltar el invaluable aporte del emperador de las 36 naciones que mediante Resolución Suprema hace unos días creó el Comando Antiimperialista durante la celebración de otro aniversario más del ejército boliviano, al tiempo que el infatigable capitán general de las FF.AA. era paseado en el vehículo más reconocible del odiado ejército norteamericano. Sabe dios si el susodicho comando se entrenará para infiltrarse en territorio enemigo o para ayudar a desplumar a empresarios yanquis que tengan la ingenuidad de invertir en Bolivia.


10 noviembre, 2015

2 El regreso del Jedi, digo, emperador

Leyendo como un alemán

Poco a poco se empiezan a conocer los entretelones de la gira relámpago que hizo Su Excelencia por los cielos, mares y tierras de Europa; el continente que le faltaba trajinar más o menos a fondo. Entre conferencias magistrales, reuniones de alto nivel con gobernantes y con jugadores de fulbito, visitas a fábricas y otras cositas importantísimas, S.E. aún tuvo las energías necesarias para efectuar compras desde radares –para estrenar en la cacería al Chapo Guzmán, de paseo en Sudamérica, según los últimos rumores - hasta doctorados al por mayor, que salen más baratos por docena. Esperemos que S. E. tenga el tino de guardar-por lo menos en fotos- todas sus coronas (digo, birretes) que ha ido atesorando a lo largo de una década para así rellenar su inmenso museo personal de Orinoca, junto a sus invaluables ponchos del color del viento.

Desplegaba el imbatible paladín de la Dignidad toda su majestuosidad en los salones dorados de la vetusta Europa. Merkel y Hollande, a su tiempo, enfundados en sus monótonos y decadentes ropajes de jefes de estado, le envidiaban aquel traje avasallador de alpaca works confeccionado por la Coco Chanel de los Andes, aquellas filigranas que remataban la chaqueta y los puños de camisa como el redondel de la boca de una guitarra. Y es que S.E. había elevado la moda falazmente tiahuanacota a categoría de arte andante.

Pero no todo había sido pichanga futbolera para el inimitable emperador plurinacional, que en una de esas entrevistas televisivas pasó inusitados calores para gozo generalizado de la audiencia alemana. Como se sabe, S.E., no habla ninguna de las tantas lenguas de sus 36 naciones reunidas bajo su cetro, y por fuerza utiliza un idioma foráneo, ya que la Bolivia mestiza y castellanoparlante no figura entre esas naciones. Tantos viajes y cumbres le enseñaron que hay que ponerse los cascos (de audio) automáticamente, y por un rato su imponente cabellera se lió con los audífonos a la espera de las preguntas…en alemán, como cabía esperar. Sin embargo, el entrevistador le habló con fuerte acento pero fluida y correctamente. Cariacontecido, S.E. daba a entender que no captaba nada y con gestos de sus manos parecía decir “esto me suena a español”, como haciéndose al sueco, mejor dicho, al alemán, que me estoy liando yo también. En fin.

Luego de cosechar vítores, certificados de asistencia, títulos nobiliarios y ruidosos aplausos por la función en una universidad de Berlín, S. E. al fin pudo retornar a sus pagos, después de una larguísima semana en la que estuvimos extrañando sus perlas de inagotable sabiduría; porque ciertamente su vice, Álvaro el Gris, no divierte con su cháchara de marxista embutido en Armani. Cómo será de incombustible el estadista que, en un dos por tres, esta tarde estaba prometiendo un hospital en una tarima empotrada-novedad- a media grada de un gran coliseo, en Villazón, ahí al frente de la frontera argentina. Por cierto, hoy 10 de noviembre es el aniversario potosino y ni por asomo pensó en visitar a la ciudad capital y participar de su desfile cívico, consciente de que cosecharía sonoros silbidos y abucheos por el desprecio que manifestó hace unos meses a sus demandas regionales.

Supongo que también le habrán informado que acaba de salir un estudio donde catalogan al Estado Plurinacional como el subcampeón de la corrupción en Latinoamérica, sólo superado por ese agujero negro conocido como Venezuela, que si no tranquilamente estaríamos batiendo otro récord histórico para los registros de la “Nueva Bolivia”. No hace falta acudir a un chamán de la coca para saber que al aureolado caudillo le estará valiendo Berlín lo que se publique sobre este nauseabundo asunto. Ya habrá ocasión para opinar al respecto.


06 noviembre, 2015

9 De paseo por tierras germanas




Como se sabe, el supremo emperador de las 36 naciones anda de gira por las Europas promocionando su álbum “La nueva Bolivia”, luego de haber gastado medio millón de washingtones en su parada neoyorkina, con reservas en el primoroso Four Seasons para toda su banda, donde no faltó el pastel para cantarle el happy birthday Mr. President coreado por inversionistas gringos que habían acudido a su conferencia de prensa, al parecer atraídos por los canapés y los trajes exóticos de la diplomacia plurinacional. Tanto era el interés de los capitalistas que tuvieron que rechazar algunas solicitudes porque el salón no daba abasto, según confesaron desde fuentes oficiales. Mientras Su Excelencia encandilaba a la gringada, en su mágico país de las maravillas se venía abajo el techo del quirófano del único hospital público de tercer nivel de La Paz.


Sin apenas descanso en suelo patrio, S. E, puso rumbo a los cielos traicioneros de Europa a pesar de albergar amargos recuerdos. Como había retornado de Wall Street solamente con una bolsa de promesas, fue a probar suerte al mismísimo corazón económico del viejo continente. La regenta Merkel en persona lo recibió en la pista, entre alfombras y homenajes militares. Retribuyendo a tan cálido recibimiento (dentro de lo que cabe en la rigidez germánica), el caudillo repartió dos invaluables tesoros: El libro del Mar, y alguna biografía suya para que rubísimos expertos en lenguaje rúnico descifren el mensaje (en Alemania, “esto parece español” es la muletilla para lo incomprensible, según tengo entendido). 


Después de los consabidos honores de estado, la canciller alemana se lo sacó de encima mandándolo a pasear por la Siemens y otras factorías gigantes donde S.E. se sintiera como niño en juguetería. No vaya a extrañarnos que regrese con la idea de que quiere instalar una inmensa fábrica de salchichas o chocolates para consolidar su cacareado centro energético de Sudamérica. (Porque el gas se nos está acabando, caballeros, luego de una década de incesante ordeño). 


Pero no vayamos a desviarnos del asunto, que S.E. había ido a vender su charque pensando en el destino de la plurinación. Insólitamente no recibió el honoris causa que íntimamente anhelaba al brindar su "clase magistral" en la Universidad Técnica de Berlín, donde más bien un perspicaz periodista le abordó sobre sus intenciones de perpetuarse, a lo que el caudillo visiblemente molesto le respondió que “los alemanes no deberían preguntarle sobre la reelección presidencial… por el contrario, deberían felicitarlo por su continuidad en el cargo”. Impresionante lección de humildad y sapiencia que S.E. remató con otra vibrante puntualización de que la Bolivia que había heredado se parecía a la Alemania de la posguerra: “yo decía en algo coincidimos Alemania y Bolivia, después de las guerras mundiales ¿cómo quedó Alemania?, la estabilidad política, la continuidad de partidos ha levantado a Alemania, entonces cómo Alemania me va preguntar eso, más bien nos debe felicitar por la continuidad”. 


Y así sin más, S. E. dejó a los germanos todavía más cariacontecidos con otra descarga de fusilería verbal: “antes en Bolivia cada año habían varios presidentes (entre otros motivos, porque él mismo desestabilizaba los gobiernos con sus permanentes bloqueos de caminos), entonces cómo ese pueblo puede desarrollarse, por favor amigo periodista, si usted viene del pueblo, debería rechazar esa pregunta, claro porque esa pregunta es algo antidemocrática, aquí hay democracia, todo se consulta al pueblo”. Al parecer S.E. también había llegado a la conclusión de que los ciudadanos alemanes se parecían a sus súbditos plurinacionales.

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