30 diciembre, 2016

2 ¡Qué manera de despedir el año!

Contemplar platos y ollas siempre es una fiesta para el espíritu

Me da pereza cerrar el año. Así que seré escueto a propósito. En todo caso las imágenes hablarán por mí abundantemente. Ningún suceso de aquí o de otras partes, por muy relevante que sea, va a venir a opacar el bagaje de sensaciones que he ido acumulando en la petaca del estómago, mejor dicho, en el baúl de mi cabeza por cuyos resquicios rebosan mis gustos culinarios. Sería un esfuerzo agotador, superior a mis flaquezas recordar tantos placeres, tantas andanzas tras un suculento plato de comida, invitaciones por allá para acudir con hambre premeditado; fortuitos encuentros con una buena mesa, una humeante parrilla, un toldo en el patio, donde no deben faltar vino oscuro ni chicha en jarra, lugares de pleno significado y que, bajo la sombra de un árbol, supongo que serán lo más cercano a la felicidad en la Tierra.

Arrancamos, no más, a toda mecha, mejor dicho a todo picante con una prodigiosa Sajta de papalisa, quizás el plato más emblemático de la parte andina. Es todo un acontecimiento ver hervir los tubérculos amarillos en agüita y sal, para luego ser machacados en batán o a punta de tenedor mientas se cuece aparte el ají durante largo rato, condimentándolo con comino, pimienta y otras especias. Entretanto, se saca la reserva de charque, pasándolo por un hervor y reduciéndolo a finas hebras que darán la sazón característica al guiso. Se puede usar como alternativa carne desmenuzada o molida, pero no es lo mismo, sabe bien pero no resulta sabroso. Para dar color y prestancia es bueno añadirle un puñado de arvejas o habas verdes y rematar con perejil picado al servir. Con unas tiernas papas blancas y arroz graneado se finiquita el asunto, nada de sobrecargar con otros ingredientes. Se devora en caliente, para que el picor anide en los labios y, a ver, ¿quién es el loco que todavía pide llajua?

Como soy un negado para filetear carnes, mi madre suele hacerme los cortes cuando me trae unos kilos de pura pulpa. No soy carnívoro pero de vez en cuando me permito pequeños asaltos a la carne vacuna. A menudo experimento con los asados, añadiéndoles salsas, cebollas y pimentones troceados o diversas especias, no siempre me sale del todo bien pero me bato como puedo. Pero hay días que un lomito jugoso se desvanece en un tris en la boca. Para la ocasión, se me ocurrió añadirle un toque exótico con guarnición de chuño revuelto con pimentón. Pocos países pueden presumir de semejante producto altiplánico y yo lo tengo al alcance de la mano. Incluso en momentos que dicen que florece.


Si hablamos de cosas horneadas, las papas crujientes y con cascarita son mi debilidad. Eso no quita que también no adore los pasteles de fideo, de lentejas, de brócoli o de quinua. Años ha que no he vuelto a probar una tortilla de quinua, una delicatesen de sabor y textura indescriptibles, pues no goza de popularidad ni siquiera en el ámbito familiar. Para la ocasión tuve que contentarme con una porción de pastel de fideo con queso para acompañar una firme ración de lechón. Y el regusto de ají que envolvía la carne no tenía parangón. Los que son afectos al sándwich de chola sabrán de lo que hablo.



Hace unas semanas, al tiempo que llegaban las primeras lluvias me dio un remezón nostálgico por devorar una jak’alawa (excelsa y humeante crema de maíz tierno), pero las primeras cosechas de choclo se hacían esperar debido a la sequía. Entretanto, con el frio reinante acudió a mi auxilio otra crema, no menos apetitosa y nutritiva. Desde chico he tenido preferencia por todas las calabazas, cuando para otros niños representa el terror a la hora del almuerzo. Qué mejor que una crema de zapallo, en su justo espesor, para calentar el cuerpo hasta los huesos y quedar plenamente satisfechos. Yo suelo guardarme para el final las rodajas de choclo que se le añade al potaje, y sobre el plato vacío me gusta chupar el dulzor de los marlos, a semejanza de la gente que se engolosina con huesos y tuétanos. Respetable plato de almuerzo que se debe repetir por quienes lo aprecian, no olvidar pedir el queso rallado o perejil picado si prefieren. Eso sí, quienes por flojera o desconocimiento, le añaden el choclo de manera desgranada, no tienen perdón de Dios.


Estos días de las navidades, ya se ven las vendedoras con sus gangochos repletos de mazorcas en los mercadillos y tentando a los parroquianos con rebajas y ofreciendo unos choclos blanquísimos que hunden con las uñas para que se sepa que están recién cosechados. Ocasión idónea para proveerse de unas chuletas de ternera para acompañar cualquier sopa, a modo de segundo. Unas papas cocidas en cáscara y el dulce choclo casarán perfectamente con una ensalada “Solterito”, regada de quesillo y aromatizada convenientemente por hojitas de salvaje quilquiña. Plato de hacer tan sencillo que hasta un novato no debería tropezar con ello.


Un día de aquellos me azotaba el hambre tan caninamente que asalté la despensa en busca de cualquier bocado. Encontré una valiosa lata de atún entre unos paquetes de espagueti que siempre tienen la virtud de salvarme de apuros. Para que no sea tan simple la cosa, hice mi propia salsa de tomates porque ya estoy hasta la coronilla de la enlatada. No me digan que no se ve más apetecible esta mi obra de talante natural. Todo en veinte minutos, el tiempo que una chica se pierde en el teléfono. Juro que quedó al dente mi improvisado espagueti a la Van Camps, como para aplicarle el diente antes de que se enfríe.


A modo de despedida, todavía recuerdo tristemente la última sopa de maní que me zampé, de lejos mi sopa favorita. Eso fue hace unos dos meses pero como si fueran dos años. Debería declararse patrimonio mundial de la humanidad tan ilustre caldo que siempre me alegra los cumpleaños y otros festejos. La sensación rasposa que deja en el paladar es impagable, pero todo depende de la forma cómo ha sido molido el grano, en batán no se puede fallar porque nunca se alcanza la perfección en la molienda, gracias a Dios. En la licuadora se corre el serio riesgo de pulir demasiado la pasta resultante y el caldo cocinado podría parecerse a una lechada u otra cosa. A mí no me engañan ni con algunos macarrones que suelen añadir para adornar el asunto. El caldo ha de ser puro en toda su esencia, que se perciba el maní en toda la lengua. He visto que hay gente que le añade arroz para espesar la mezcla, crimen culinario que debería ser punible con la horca. Ya los flotantes palitos de papa frita son recomendables cuando el caldo no tiene papas blancas. Nunca, pero nunca se debe olvidar decorar con perejil prolijamente picado. Y al que no le guste el perejil merece ser fusilado, por gil. Buen provecho. Por lo menos lo fue para mí.

22 diciembre, 2016

2 Entronizando al Mugabe boliviano


El domingo 18, ante una multitud acalorada -más por efecto del verano en tierra tropical que por la fogosidad de los discursos-, el monarca del Estado Plurinacional daba inicio a los festejos del Día de la Revolución, para conmemorar sus once años de gobierno, y para que sus súbditos no lo olviden decidió solemnizar el asunto mediante una Ley, para que en tal fecha a partir de ahora, las nuevas generaciones recordasen con henchido orgullo tan magno día.

Anunciaron que distinguidos capitostes del socialismo mundial llegarían para realzar el evento. Daban por hecho que Maduro y Correa flanquearían al rey de los cocaleros, como lo hicieron en otras ocasiones en el mismo estadio, pero resulta que esta vez ambos habían estado ocupados en tareas más importantes: el uno matando de hambre a los venezolanos y el otro afinando su voz de castrati ante el espejo. En su lugar mandaron a un muñeco bautizado como Aristóbulo, el cual fue paseado alrededor de la cancha por el dúo plurinacional mientras imitaba el gesto de agitar la manita ante los miles de delegados y simpatizantes que de todo el país arribaron al trópico cochabambino. Banderas azules y cuadriculadas se agitaban en las tribunas como en un partido de fútbol. Las oficinas públicas tales como alcaldías y gobernaciones se vaciaron, diputados y senadores alistaron el espray matamosquitos, y en la asamblea departamental de Cochabamba se dieron vacación para asistir disciplinadamente al jolgorio, organizado como siempre con dineros del Estado. Llegaron delegados incluso desde sitios insospechados como Buenos Aires y Madrid, para demostrar que el masismo había tenido proyección internacional.

Todo ello para proclamar por enésima vez como eterno candidato a Su Excelencia, el Único, el Irremplazable, el Insustituible. Importantísima conclusión a la que llegaron los más altos jerarcas del partido en concomitancia con sus aliados clientelares, los movimientos sociales, luego de participar durante los días previos en un, no menos importantísimo, congreso orgánico del MAS, efectuado en la calenturienta ciudad cruceña de Montero, donde sumergidos en intensos debates y reflexiones durante tres días se rompieron la cabeza para hallar la manera de forzar la candidatura de S.E., a falta de tres años para unos nuevos comicios.

De tan sesudas cavilaciones extrajeron que había cuatro maneras de burlar la Carta Magna y habilitar de esta manera el cuarto periodo consecutivo del caudillo. Las dos primeras pasaban por reformas de ciertos artículos de la CPE (que sólo varían en la forma de tramitarlas), y que forzosamente deberían ser sometidas a la consulta popular. La tercera se amparaba en una tramposa “renuncia” de S.E. antes de seis meses de las elecciones para que su mandato no se compute por la conveniente interrupción. La cuarta era mas insólita aun, asignando al Tribunal Constitucional la prerrogativa de que interpretase antojadizamente que sea el pueblo el que decida quién puede ser candidato y no así la norma establecida.

Por poco, provocaba inmensa solidaridad el sacrificio que S.E. estaba dispuesto otra vez a asumir, al verse “obligado” a aceptar la candidatura, ya que no era decisión suya sino del “pueblo boliviano”, según confesó ante la muchedumbre convocada en Ivirgarzama. Así arrancaba el famoso “segundo tiempo” que había prometido luego de perder el referendo de febrero pasado, donde más de la mitad del electorado dictaminó que debería dejar el poder en enero de 2020. Aquella costosísima consulta que demandó el desembolso de más de veinte millones de dólares sólo había sido un simulacro, un globo de ensayo para jugar con la paciencia de la población, y eso que en el papel era de efecto vinculante. Pero no importa, la maquinaria gubernamental ya se ha puesto a trabajar para seguir “metiéndole nomás” y hallar la forma de legalizar la candidatura trucha del redentor orinoquense, para el periodo 2020-2025 y así sucesivamente, con toda certeza, a semejanza del tirano de Zimbabwe que ya lleva 36 años en el poder, haciéndose reelegir continuamente en elecciones amañadas. Vamos por el mismo camino, de eso no hay duda. 

14 diciembre, 2016

2 Api, una delicia púrpura


Ya que estos días al cielo se le ocurrió, por fin, desatarse; había que celebrarlo de alguna manera. Después de tantos meses asoleados inmisericordemente, los primeros chaparrones supieron a inexplicable obsequio, a don del caprichoso destino. Es un alivio que el exiguo jardín se vea marrón después de absorber un buen charco y el césped maltrecho tenderá a recuperar. Hace frio, pero qué rejuvenecedor frio. Cuando te has atiborrado de aire seco y caluroso durante medio año, el frio cargado de humedad es un soberano placer que entra a ráfagas por la nariz. Arcilloso barro, olor a pasto que desprende la planta del zapato, el aroma que escapa de alguna chimenea de cocina, todo se potencia al máximo después de que la lluvia se ha llevado la polución a otra parte. Ahí es donde siento hambre y por sobre todo, antojos. La embriagante evocación de una jak’alawa humeante al mediodía, por ejemplo. Pero como la cosecha de choclos se está haciendo esperar, toca hacer de tripas corazón y aguardar que lleguen en abundancia para que moderen los precios. Mientras tanto, a saborear otra cosa.

No hay nada mejor que disfrutar los días lluviosos con lawas (cremas) y mazamorras de cualquier tipo. El cuerpo se presta gustoso para los caldos espesos y para los desayunos cálidos y copiosos. Esta mañana, aprovechando el clima friolento, me di a la tarea de destapar frascos que languidecían en la alacena. Buena ocasión para romper la rutina y dejar de seguir cascando huevos en la sartén, también era hora de darle descanso a la cafetera. Olla con agua a hervir mientras dejaba caer unas ramitas de canela, clavo de olor y unas cuantas cascarillas secas de naranja. Era de una sencillez apabullante todo aquello que todo lo difícil vendría después con remover la olla y ya.

El api, nuestro venturoso api es una especie de mazamorra dulce, consumido habitualmente en todo el invierno, mayormente en el desayuno pero también en las noches en que bajan las temperaturas. Sin embargo, es cosa de todos los días encontrarlo en cercanías de la terminal de buses y allá donde se establezcan paradas interprovinciales de micros y camiones. En las madrugadas compite con el jugo de linaza limonada, también caliente, para ‘calentar motores’ y calmar la ansiedad de los viajeros. Se ha hecho costumbre, asimismo, que en las noches de Semana Santa y de las numerosas fiestas patronales, se instalen unas alargadas mesillas en las inmediaciones de los templos para tentar a los paseantes con sus aromas a buñuelos y “pasteles”, dorándose en aceite hirviente, que son el acompañamiento perfecto para unos suculentos apis bicolores (yo los prefiero siempre morados), servidos en vasos largos de vidrio como manda la tradición.

Puntualización aparte merecen los vistosos “pasteles” que son unas gigantescas empanadas, más llenas de aire que de queso, elaboradas con singular habilidad para que se inflen sin que estallen. Una vez abiertas, el efluvio que escapa del queso derretido es una explosión de sensaciones inmejorables. Se perdona que el resto sea una delgadísima capa de masa frita, pero igual para chuparse los dedos, como suelen hacer algunos niños con sus manitas empolvadas de azúcar impalpable, que a menudo recubre estas golosinadas frituras.

Como yo no tengo ni la mínima idea de siquiera retorcer los bordes de estos endemoniados pasteles, he de conformarme con vulgares empanadas compradas al paso de una panadería. Pero el resto del esfuerzo (el api) es bien casero y mérito mío, si bien vale reconocerse como tal la media hora que pasé entre hacer sonar ollas, alistar los ingredientes, y mezclar la harina del maíz en agua fría aparte, para que no me traicionen los grumos, truco que se aprende de los mayores para cualquiera de estos preparados que, no obstante, siempre hay cabezaduras que olvidan el detalle.

Pero, ¿por qué es el maíz Kulli (que va desde el granate al morado oscuro) el preferido de entre tantas variedades? Salta a la vista, de entrada, que el api amarillo o blanco siempre serán opacos y menos atractivos para el subconsciente primordial. Lo otro es cuestión de sabor o, más bien, de texturas: el api morado reúne el suficiente dulzor y esa necesaria acidez (sazonada por la cáscara de naranja) que impiden el empalagoso efecto de un budín, por ejemplo. Su ligera aspereza al pasar por el paladar acentúa el regusto agradable del cereal, sabe a maíz todo aquello y morder un clavito de olor supone la exaltación del delicioso contraste. Ni muy líquida ni muy espesa, así es nuestra nacional mazamorra de los tonos purpurados. ¡Qué viva mi api, maypillapis!





07 diciembre, 2016

2 Bolivia y la cultura de “le meto nomás”


A una semana de la tragedia del club Chapecoense y que por sus implicancias compromete a todo el Estado boliviano, continúan saliendo a la luz mayores detalles que siguen añadiendo eslabones a la cadena del desastre. Si bien, los indicios apuntan a que la responsabilidad mayor la tuvo el piloto (hay que ver cómo algunos deslindan la misma como si aquel fuera el culpable de todo); no obstante, pocos han hecho hincapié en el problema de fondo, que tiene que ver con la institucionalidad (o más bien la falta de ella) del país en su conjunto.

Ayer desperté con la surrealista noticia de que las autoridades de la Dirección General de Aviación Civil (DGAC) estaban golpeando las puertas de la empresa LaMia, para que esta “avale su funcionamiento con documentación”. Increíble, después de que se había caído el avión, estaban yendo a exigir poco más que la licencia de operación a la aerolínea, como si se tratase de una rutinaria inspección a una licorería u otro negocio menor para ver si todo está en regla. Todo el mundo se pregunta cómo fue posible que una compañía que ni en la desastrosa Venezuela pudo obtener permiso durante cinco años, se mudara pronto a Bolivia y, en dos patadas, como decimos vulgarmente, obtuvo la certificación para poder montar el chiringuito de los viajes chárter.

Tan desconocida era la aerolínea, que casi todos nos enteramos de su existencia a raíz del accidente, incluyendo el poderoso usuario del avión presidencial, quien se mostró sorprendido de que LaMia tuviese matrícula boliviana y estuviese autorizada para volar, argumento que a las pocas horas fue desmentido por varias fotografías donde lo mostraban en el interior de un vuelo para inaugurar un aeropuerto beniano, sonriendo en compañía de un ministro y otras autoridades, casualmente en el mismo avión siniestrado. Como tampoco se había enterado de que la aerolínea era administrada por un exmilitar que había sido su piloto de confianza. A su vez, este jubilado piloto tenía de enchufado a su hijo en la DGAC, desempeñándose como director de Registro Aeronáutico Nacional hasta hace unos pocos días. ¿Ahora entienden cómo Lamia levantó vuelo sin mayores requisitos? Yo tampoco.

Por demás resulta risiblemente patético que, una vez ocurrido el accidente, los jerarcas del Gobierno hayan decidido cortar cabezas inmediatamente tanto en la DGAC como en Aasana (institución que controla los vuelos), como si con ello pretendieran aplicar borrón y cuenta nueva. ¿Quién nombró a funcionarios tan incompetentes para desempeñar labores tan delicadas? ¿Por qué permitieron que el avión partiera con el combustible justo y, si estaba programada una escala técnica en otro aeropuerto, por qué no la hicieron cumplir? ¿Por qué permitían operar a la aerolínea si no honraba sus deudas a la FAB por concepto de mantenimiento? ¿Cómo es que nadie sabía que el piloto tenía un proceso disciplinario dentro de la FAB?, ¿Cómo puede ser posible que una misma persona sea a la vez piloto y copropietario de una aerolínea, acaso no hay conflicto de intereses en ello? Todas estas preguntas permanecen en el aire, mientras el Gobierno se querella contra una experimentada funcionaria de Aasana, quien en su defensa arguye que había observado cinco irregularidades en el plan de vuelo, y que pese a ello el viaje no se interrumpió, sin saberse hasta ahora quién dio el permiso de salida.

Cuesta creer que una empleada de bajo rango haya tomado una iniciativa de tamaña responsabilidad, lo que lleva a la interrogante de que ¿será posible que los controladores aéreos toman decisiones tan cruciales, así por así? Una vez más, despidiendo o encarcelando a mandos medios u operativos como lo hicieron con el Fondo Indígena, YPFB, Epsas, y otras empresas estatales pretenden hacer creer a la población que se combaten la corrupción y otras anormalidades (con estos antecedentes, la funcionaria de Aasana ya se ha dirigido a la frontera brasileña a solicitar refugio). Parte de la ciudadanía se tragará el cuento sin rechistar, pero no podrán engañar a los organismos mundiales. La imagen del país está por los suelos y se cierne la amenaza de sanciones internacionales a la aeronavegación.

Lo sucedido con el avión del Chapecoense supone la coronación de la norma evista de “meterle nomás”. En honor a la verdad, esta forma tan desordenada de hacer las cosas, data desde tiempos antiguos, mucho antes de la llegada del caudillo al poder. Sólo que bajo su gubernatura, este malsano proceder ha alcanzado proporciones épicas, a tal punto que se ha institucionalizado en todas las instancias del Estado, valga la contradicción. La cultura de la improvisación figura en el ADN de la sociedad boliviana. Es cosa de todos los días, con acciones que van desde la simple rutina hasta decisiones transcendentales o de gran importancia. Nadie en su sano juicio –con excepciones-  usa el cinturón de seguridad de un vehículo y muy pocos motociclistas circulan con el casco en la cabeza. Si no fuera por una ley obligatoria (promulgada hace poco más de una década) nadie compraría seguros contra accidentes de tránsito. Este es el país de los muelles atados con gomas para ahorrar unos pesitos por no ir al taller mecánico, como todavía siguen circulando vetustos micros con garrafas de GLP instaladas clandestinamente, unas verdaderas bombas de tiempo. El último fin de semana una riada se cobró tres vidas, sin llover copiosamente, en un barrio norteño de Cochabamba; lo de siempre, por colapso de unas construcciones irregulares en medio de quebradas o torrenteras, levantadas a la vista de las autoridades. La codicia mueve a opulentos propietarios a construir “nomás” edificios por encima de la autorización municipal, total se paga una multa y queda todo regularizado. Hace unos años, en la ciudad de Santa Cruz, se desplomó un edificio de diez pisos, matando a quince trabajadores, porque al dueño se le ocurrió añadirle un apartamento a la azotea o algo parecido.

Y así podríamos seguir enumerando pequeñas y grandes violaciones a las normas, atropellos al sentido común y otras falencias que a veces rayan en la negligencia criminal. Sería ingenuo pensar que era la primera vez que el avión de LaMia operaba al filo del reglamento, conociendo la permisividad de las autoridades nacionales. El último dato es que ayer por la tarde detuvieron al gerente de LaMia, mera cortina de humo para desviar a la opinión pública de las implicaciones de fondo, que tienen que ver con la oscura propiedad de la aerolínea, ligada a capitales venezolanos y seguramente con nexos en el gobierno local (anoche, el ministro vinculado al ramo, dijo que “no podía dar el dato con precisión” acerca de quiénes eran los propietarios). Si el accidente hubiera ocurrido en suelo boliviano, ya estarían los serviles burócratas empeñados en tapar el caso, como lo hicieron con tantos otros. Pero dada la amplia repercusión del infortunado club brasileño, el lío se les ha ido de las manos, y el resto del mundo estará tomando nota de cómo se hacen realmente las cosas en Bolivia. 


29 noviembre, 2016

2 ¡Yaaah!... es una broma, ¿no?


En momentos que la ciudad de La Paz es noticia mundial por su severa crisis de agua, apelo a una expresión muy paceña que denota incredulidad, extrañeza o sorpresa; y cuyo origen, algunos atribuyen a la influencia de inmigrantes alemanes, como también podría tener una explicación natural asentada en el lenguaje popular. Aquí en el valle cochabambino, por ejemplo, se dice que los quillacolleños (mis vecinos a trece kilómetros al oeste) arrastran un improbable origen francés: “le voa decir”, “lo voa pensar”, “voa ir”, etc. Como, asimismo, un peculiar acento british persigue a los sacabeños (mis vecinos al este): “ley di decir”, “ley di esperar”, “mey di ir”, etc. Así que cuando uno de afuera se deja caer por la ciudad del Illimani, al rato pone cara de aturdido al escuchar en cualquier conversación, aun en círculos de la alta sociedad, una sonora y alargada interjección que hace pensar que estamos en tierras de los Alpes en vez de los Andes.

Y así una vez más, como lo vienen haciendo desde hace diez años, los inquilinos del poder -bien asentados en La Paz para más señas-, nos quisieron ver la cara de gringos al declarar muy sueltos de cuerpo que se enteraron del desabastecimiento mirando la televisión, que nadie les había avisado de que había que tomar previsiones, sorprendidos en su buena fe por la Pachamama que de la noche a la mañana decidió cortar el vital suministro, portándose de “otra clase” y eso que todo el año le ofrecen sahumerios, misas ancestrales y otros mixturados homenajes para que lluevan y sigan lloviendo sus dones.

Elevando hasta las nubes sus rostros de indignados, los dos principales jerarcas del régimen anunciaron que enjuiciarían a los directivos de Epsas, responsables de semejante “barbaridad”, grupúsculo de burócratas ineptos que habían cometido el “crimen” de dejar sin agua a la ciudad más importante del país, a los que había que castigar sin misericordia, dejaron translucir. Y como por arte de magia, a la ministra de Aguas (un despacho exclusivo para su opaca labor, nada menos) no le jalaron ni la oreja y hasta le dieron un mes de gracia para que vaya preparando sus informes, mientras la ciudadanía hierve de rabia esperando explicaciones.

En plena tercera semana de racionamiento, los vecinos todavía hacen cola con sus tachos y bidones a la espera de los ansiados camiones cisterna. Todo lo que tenía pinta de tanque con ruedas ha sido movilizado. La Organización Panamericana de la Salud ha anunciado el envío de expertos para vigilar in situ cómo lavan las cisternas de la petrolera estatal. La cancillería argentina ha tuiteado que estaba dispuesta a enviar cisternas nuevas para paliar la escasez de cisternas. Hasta el gobierno chileno se ha brindado en las últimas horas a coadyuvar con el desastre, aunque no sabemos si embotellará agua que sale de los manantiales de territorio potosino para traérsela de vuelta a los bolivianos.

Ayer por la mañana me he desayunado un titular de antología: “crisis del agua también golpea a la casa del Vice”. Pensé que se refería al publicitado sacrificio que el prohombre había efectuado días atrás, al confesar que no se había bañado en tres días, mientras ponía cara de compungido. Pero inteligentemente el hombre más inteligentoso del país había solucionado su crisis particular mandando a perforar el muro de su casona para que la manguera del camión aguatero pudiese llegar hasta sus depósitos. Por el contrario, a la ciudadanía toca someterse al régimen de ajo y agua que el gobierno sugiere: ajoderse y aguantarse. 
El Vice, mostrando cómo logró solucionar la crisis...de su casa.

Y ante los ríos de tinta que corrieron en todo el mundo a favor y en contra del finado Castro, aparté mis ojos de tales publicaciones porque no estaba dispuesto a regalar mi preciado tiempo. Sería un homenaje ponerse a revisar los laudatorios (y aun los vituperios) a semejante tirano que llevó a la ruina a su paradisiaca isla. Sin necesidad de estudiar los supuestos logros de su salvadora revolución, me vienen a la mano algunas anécdotas de sus compatriotas llegados a Bolivia en los últimos tiempos, para hacerme una idea del sufrimiento al que sometió a la inmensa mayoría de cubanos. Me contaba un familiar que alquiló su casa de pueblo a algunos de ellos mientras estaban en misión médica en áreas rurales, generando divisas para el gobierno cubano, que con parte de su paga podían comprar arroz y frijoles en abundancia en territorio boliviano para darse sendos banquetes que nunca habían experimentado en suelo propio. Se veían siempre felices y a veces me invitaban a sus cenas, concluía mi pariente. En algún periódico había leído también que estas gentes se maravillaban al ver por primera vez los montículos de fruta de nuestros mercados y más aun al enterarse de que podían comprar la cantidad que se antojaran, sin duda acostumbrados a las penurias del racionamiento. ¡Qué clase de paraíso socialista será ese en que los habitantes no pueden gozar ni de pescado fresco, precisamente viviendo en una isla!
Un imberbe, explicando maravillas de los barbudos revolucionarios.

Recordando estos antecedentes me topé de chiripa, el domingo por la noche, con un programa de tertulia televisiva disfrazada de opinión donde suelen invitar a intelectuales de diverso pelaje y personeros del Gobierno. Como me esperaba, casi todos se esforzaban en rendir homenaje al “hombre que definió la historia del siglo XX”, destacando en todo momento su perfil “humanista”, como olvidando adrede la cantidad de víctimas que tenía en su haber el líder supremo. El pináculo de la hilaridad llegaba en ese momento que un par de ellos llegaban a coincidir en que la “Revolución Cubana  logró construir un sistema de democracia popular”. Por las barbas de Fidel, me dije, qué modélica democracia aquella de partido único, sometida al yugo de un dictador durante más de medio siglo, y donde la disidencia se pagaba con juicios sumarios, cárcel y muerte, como bien lo supieron el comandante Huber Matos y otros miles de presos políticos. Cansado de tanta estulticia decidí apagar el televisor.

Cosas rocambolescas son prácticamente la norma en este rincón tan dejado de Dios. Semanas atrás, otro bombástico titular nos dejaba turulatos, cariacontecidos y patidifusos a muchos, al saberse que conmilitones masistas estaban llamando a los habitantes de Montero a acudir a la kermesse solidaria a favor de la exministra de Tierras y Desarrollo Rural, quien según el mensaje de la convocatoria, estaba atravesando un momento muy duro en su alojamiento temporal de la cárcel y se hallaba, para mayor conmoción, más llesca que un mendigo de las calles de Santa Cruz. ¿Cómo había sido posible que la ministra favorita de Evo Morales, jefa máxima del saqueado Fondo Indígena, se hallase de pronto sin un peso, y más aun después de que se la acusaba de haber prosperado a costa del saneamiento de tierras fiscales, además de ser propietaria de una empresa frigorífica vinculada a la ganadería?
Cupón para ayudar a la revolucionaria compañera Achacollo.

Mientras daba vueltas al coco buscando explicación a estos contrasentidos, ahí me cayó del cielo a modo de puñetero granizo otra perlita de politiquería plurinacional: una senadora cruceña se había impuesto la misión, cual alocada groupie, de hacer lobby para los artistas que le quitaban el sueño.  Al parecer, querían premiar de fondo sus invaluables servicios al Estado, mejor dicho, al amado Jefazo, al acompañarle una noche al compás de guitarras y whiskys azules. Por azotarnos durante cuarenta y cinco años con sus melosos graznidos, los camaleónicos Kjarkas pasaban a ser considerados “tesoro humano viviente” por decreto en ciernes. Así que, si me los veo pasando de nuevo ante mis narices por las calles de Cochabamba, deberé santiguarme como si contemplase un unicornio azul o un auténtico fósil viviente como el celacanto. ¡Qué kjarkiano es este paisito!, ¡mierda!... kafkiano. Otra vez que me traiciona el subconsciente de tenerlos hasta en la sopa.

Aquí concluye esta antología del chiste serio. Hasta nuevo aviso.

Frótense los ojos, por si no se lo creen.




24 noviembre, 2016

3 Los paceños y su calvario por el agua

El duo dinámico, descubriendo una laguna "virgen" para salvar a los paceños 

Uno ve los noticieros, las abundantes fotografías en Internet, y pareciera que la ciudad de La Paz atraviesa un estado de guerra o el día después de una calamidad como un terremoto. Eso sí, los edificios están de pie, intactos. Pero el semblante de la población afectada dice otra cosa: desesperación, cansancio, indignación, rabia contenida. Por poco algunos corren tras los camiones repartidores como refugiados famélicos en procura de una hogaza de pan. Sólo que en vez de pan se reparte agua. El gentío a duras penas mantiene el orden en la fila, a veces vigilada por efectivos de la Policía Militar que de cierto modo rodean los carros cisternas. La gruesa manguera se extiende como una anillada serpiente, entre los baldes y bidones alineados unos tras otros. Afortunadamente no hay discusiones por la cantidad, se llena todos los contenedores que las personas puedan acarrear.

Estas estampas se han vuelto una constante en las dos últimas semanas en la sede de Gobierno. Más de noventa barrios se han visto racionados de sopetón en el aprovisionamiento de agua. La medida extrema ha pillado desprevenidos a la inmensa mayoría de los ciudadanos. Es penoso ver a tantos pobladores de las laderas y otras barriadas humildes bajando hasta sitios más accesibles, donde se anuncia que llegarán las cisternas, y luego emprender el camino de vuelta, con el sacrificio y peligro que ello conlleva, pues han de hacerlo también de noche, entre las sombras y la pésima iluminación de las farolas. No se salvan ni algunos jailones (ricachones) de la zona sur, que tal vez por primera vez en sus vidas han tenido que salir a la calle con sus bidones y hacer fila como los demás, lo que ha generado no pocas burlas en las redes sociales.

Tal panorama era impensable hasta hace algunos años para los paceños, quienes vivían felizmente rodeados de sus montañas y orgullosos de sus aguas cordilleranas convenientemente embalsadas que parecían garantizar el suministro permanente. Bien recuerdo que la última vez que viajé a la ciudad del Illimani (harán unos siete u ocho años) me impresionaba que el agua del grifo saliese con tremenda presión natural. Aquí llueve todo el tiempo, en un mismo día tenemos distintos climas; me puntualizaba un familiar, dando por hecho que no había de qué preocuparse.  Los cochabambinos estamos acostumbrados de toda la vida (o por lo menos desde que tengo conciencia) a la sequía, a los cortes permanentes, a los racionamientos escalonados y otras acciones de la empresa Semapa. Menos mal que ésta todavía permanece bajo el control del municipio, con relativa autonomía que le ha permitido adquirir cierta experticia para hacer frente a los constantes retos que supone la problemática local del agua potable.

No se puede decir lo mismo para la urbe paceña, donde el gobierno evista con el pretexto de que era un “recurso estratégico que debería estar en manos del Estado” se apoderó del servicio municipal de agua tanto en la hoyada como en El Alto, cual si fuera un botín político, para a continuación llenar los puestos de mando con sus militantes, la mayoría de las veces con nula cualificación técnica. El desastre no tardaría en llegar como ocurrió con la textilera Enatex y otras empresas donde el régimen puso sus garras. Las consecuencias de esa pésima gestión se han descargado sobre la ciudadanía, pues como reflejan las denuncias no se advirtió oportunamente sobre la carestía que se avecinaba, ni mucho menos se elaboró planes de contingencia o prevención. En resumidas cuentas, los despreocupados burócratas destinaban el presupuesto a recompensarse con jugosos sueldos mientras Epsas (la nueva estatal del agua) hacía aguas por todas partes, valga el absurdo.

De pronto llueve la solidaridad, hasta de sitios tan lejanos como Santa Cruz, cuyas autoridades ofrecieron mandar agua en abundancia siempre y cuando el Gobierno les enviase los camiones correspondientes. El ejército acantonado en la región se puso traje de campaña y movilizó a sus tropas y  vehículos cisternas que ellos llaman Neptunos. La estatal del petróleo destinó algunos de sus camiones, recalcando que son cisternas nuevas ante la desconfianza de la población. Como no podía ser de otra manera, la vapuleada Epsas también contribuye con lo suyo tratando de poner parches al asunto.

Entretanto, el hijo predilecto de la Pachamama recorre en las últimas horas los parajes de la cordillera en su helicóptero, para encontrar fuentes y otros manantiales con que sosegar a los sedientos paceños. Días antes había ordenado la destitución de los gerentes y otros cabecillas de la empresa responsable, mientras pedía disculpas a la paceñidad por el triste papel de sus funcionarios. Como queriendo decir “yo no fui”, matizó que se había enterado del desabastecimiento leyendo en los periódicos. Una muestra más de que el caudillo reina pero no gobierna. Toda su gestión se la ha pasado inaugurando obras y recortando cintas, jugando al fútbol y viajando a todo rincón del planeta donde precisan de su inimitable liderazgo. Hace diez años que hizo de la defensa de la Madre Tierra su bandera de lucha y continúa pavoneándose que, gracias a su gestión, la ONU ha reconocido el acceso al agua como un “derecho humano”.

Pero en esa década no se enteró de que el lago Poopó se estaba secando hasta que lo vio convertido en un desierto. Tampoco sabe que la principal necesidad de los cochabambinos es la carestía de agua (desde hace décadas), pero nos ha prometido construir un tren metropolitano de quinientos millones de dólares. Asimismo, no sabe que continúa subiendo la lista de municipios (ya casi un centenar) que se han declarado en emergencia por la sequía crónica que afecta a sus poblaciones, a quienes, como mejor remedio, Defensa Civil les envía tanques de plástico, bolsas de cemento, rollos de tuberías plásticas y otros paliativos. Tal vez no se enterado que la pista de Chacaltaya -que ostentaba el récord de campo de esquí más alto del mundo-, ya no existe más y que los nevados que la rodean son apenas unas motas de nieve entre sus riscos. Y sin embargo, sus escribanos y demás adláteres pregonan que el preocupado gobernante conoce la geografía nacional como la palma de su mano.

Como gota que colma el vaso, a los paceños los encandiló con sus coloridos teleféricos para que estos se enorgullezcan de su “ciudad maravilla” y otros cuentos. Cientos de millones de dólares que se hubieran invertido de mejor manera antes que en megalomaníacas obras de dudosa utilidad. Nadie había visto que las represas se estaban agotando. Nadie había notado que la Pachamama “otra clase está”, según afirmó el clarividente inquilino de la vicepresidencia, al enterarse de la crisis. No había sido culpa de nadie, sino del calentamiento global.
Un jefe militar explicando un plan de distribución de agua



16 noviembre, 2016

2 Linchamientos, otro deporte nacional



Repaso las estremecedoras imágenes y se me vienen a la cabeza escenas de la escalofriante película británica The Wicker Man. Aquellas fueron en el ámbito de la ficción. Estas que las tengo frente a mis retinas son la cruda realidad. Ver a toda esa gente indiferente, con toda la calma del mundo (sin apenas muecas de repulsa o consternación), algunos con los brazos cruzados, otros tranquilamente sentados en las graderías y mirando de costado a cada rato todo el asunto. Un joven revisa la pantalla de su celular como si estuviera en un partido aburrido de fútbol. Entre las personas adultas hay niños o menores que contemplan con curiosidad el espectáculo.

Pareciera que se está quemando un muñeco de paja a un costado de la cancha. Y toda esa gente, mira con muda fascinación lo que en otras partes del planeta provocaría horror y hasta llanto. Sólo falta que se pongan a chupar helados como en una auténtica feria itinerante. Nadie parece preocuparse por marcharse ante tan macabra situación. Nadie suelta una lágrima por esos restos humeantes. No es una alimaña la que se consume ahí, sino lo que antes fue un ser humano, al que prendieron fuego unos lugareños cual si se tratase de un tronco en plena faena de chaqueo o desmonte.

El robo de una motocicleta había sido el motivo para cometer una salvajada tan cruenta. Un sospechoso que estaba detenido en un recinto policial fue sacado a la fuerza por una multitud y luego conducido al estadio de Entre Ríos, en pleno trópico cochabambino, donde un grupo de pobladores lo tumba al suelo y ya maniatado lo golpean brutalmente mientras el hombre clama por su vida, según se puede ver en un video casero. Luego las fotos testimonian el terrible desenlace, con el cuerpo exánime y humeante y la muchedumbre observando alrededor.

Este reciente caso del supuesto ladrón quemado vivo, recrudece la ola de linchamientos que periódicamente sacude al país. El pasado sábado, en la localidad de Reyes, en el departamento amazónico de Beni, un acusado de violación y asesinato de una niña fue sacado de una comisaría, ante la impotencia de los escasos policías, para lincharlo en la plaza principal, arrastrándolo semidesnudo cual bestia y finalmente fue colgado de un árbol. La ciudadanía aun no se recuperaba de la conmoción cuando hace dos semanas unos pandilleros rociaron con gasolina a un joven de 17 años al que abandonaron agonizando con terribles quemaduras en un descampado, muriendo poco después en un hospital de Cochabamba, caso que había impactado sobremanera porque nunca antes menores de veinte años habían actuado con tanta saña y frialdad; y ahora de nuevo, la población volvía a estremecerse con estos dos crímenes horrendos que sucedieron con menos de tres días de diferencia.

Esta es una de las terribles consecuencias que ha traído el tan mentado Proceso de Cambio que lidera Evo Morales. Ciertamente, las causas pueden atribuirse a muchos factores estructurales como: pobreza y subdesarrollo, pésimo nivel educativo, corrupción de la justicia, ausencia o debilidad del Estado, taras culturales, supersticiones y otros atavismos, etc. Pero conviene detenerse en dos variables especialmente sensibles y cuya mayor responsabilidad son atribuibles al régimen gobernante: la crisis de la justicia ordinaria y la legalización de la mal llamada “justicia comunitaria”.

Si bien durante los gobiernos neoliberales, el poder judicial ya presentaba problemas de credibilidad, sin embargo, los linchamientos eran muy escasos, porque en el fondo había temor ante el efecto disuasorio de la ley. Con la llegada del régimen masista todo el ordenamiento jurídico se vino abajo, bajo sus pintorescas pero irresponsables reformas (como la insólita elección de magistrados por voto popular que no fue tal), persiguiendo el cometido ulterior de tener maniatados a los otros poderes del Estado. El resto vino por añadidura, con la alta magistratura controlada, el régimen hizo limpieza generalizada de jueces y fiscales con la excusa de luchar contra la ineficiencia, para a continuación llenar las vacancias con gente militante. El resultado no podía ser más desastroso y la corrupción alcanzó niveles nunca vistos, con jueces y fiscales actuando con total impunidad, muchas veces conformando mafiosos consorcios con bufetes privados, que entre otras actuaciones, negocian penas para los delitos o directamente extorsionan a los litigantes. Fuera de eso, todavía es una constante la liberación de criminales peligrosos bajo insólitas interpretaciones jurídicas, la amistad vergonzosa de jueces que acuden a fiestas con reos en las cárceles y otras conductas reñidas con la ética. Por si fuera poco, el nivel de incompetencia es tal que no faltan los casos aberrantes de funcionarios que actúan como operadores de justicia ¿recuerdan el caso de un fiscal que acusó a un perro de violar a un niño? Con estos antecedentes, prácticamente nadie confía en la Justicia y menos en sus venales burócratas.

Pero el puntillazo para ahondar la problemática vino con la aprobación de la ancestral justicia originaria, elevándola legalmente al mismo rango de la ordinaria, provocando situaciones de confusión, solapamiento y hasta problemas jurisdiccionales. Se actuó de manera negligente, a título de reivindicar los “saberes” y “usos y costumbres” indígenas en materia de justicia, sin delimitar sus alcances y sin tener siquiera una reglamentación clara que orientara a sus operadores. En consecuencia, los movimientos sociales y otras agrupaciones se sintieron legitimados para cometer todo tipo de fechorías a nombre de justicia comunitaria. Bastó un caso de “juicio popular” para que cundiera el ejemplo por todo el Estado Plurinacional.

Desde entonces, especialmente en las zonas rurales, pueblos y ciudades intermedias, se han venido produciendo periódicamente linchamientos casi siempre con muertes ante la tardía reacción de la policía o al verse rebasada por las turbas violentas. No sólo los ladrones y otros sospechosos han sido ajusticiados de manera espantosa, sino que también funcionarios y policías corrieron con la misma suerte. Fueron casos muy notorios, el asesinato de un alcalde de Ayo-Ayo quien fue golpeado y quemado vivo por un grupo organizado por sus rivales políticos; asimismo, el linchamiento de cuatro policías en Epizana, hace varios años, por andar investigando conexiones de narcotráfico en la zona.  

El trópico cochabambino, bastión político del Gobierno, se ha convertido desde hace mucho en tierra de nadie, donde reina la ilegalidad, el narcotráfico y otros negocios ilícitos como la compraventa de autos indocumentados. A ello va aparejado los ajustes de cuentas entre narcos y los ajusticiamientos por mano propia ante la pasividad del Estado. Se han dado casos de terrible crueldad, sometiendo a algunos sospechosos a las picaduras de las hormigas de palo santo, supuestamente para escarmentar a los delincuentes. Gente foránea, que por algún motivo fortuito circula por esos lugares, corre el serio riesgo de ser linchada bajo cualquier pretexto.

Este es el país que los propagandistas del régimen andan promocionando como referencia mundial en aspectos de inclusión social, derechos de los indígenas, empoderamiento de las clases populares, justicias alternativas, y otras propuestas supuestamente aleccionadoras. El mundo nos toma como modelo de estudio, por las profundas transformaciones sociales y económicas, por el cambio de paradigmas amparados en el respeto a la Vida y armonía con la naturaleza; machacan a menudo sus numerosos vocingleros.

Pero la realidad dice otra cosa. Vivimos más bien en tiempos oscuros, donde el Estado de derecho es sólo un enunciado, donde en todo momento campea a sus anchas la criminalidad, con pueblos enteros tomados por el narcotráfico y el contrabando. Época violenta de inaudita crueldad, de retorno a la barbarie, del renacimiento de los instintos más tribales, como si retrocediéramos siglos en el tiempo. No solamente habíamos sido los subcampeones continentales en corrupción (solo superados por ese no país llamado Venezuela), sino que me atrevería a afirmar que somos el país más brutalmente linchador, en proporción al número de habitantes, de toda Latinoamérica. Esa es la cruda realidad, pese a quién pese.



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PS.- He aquí una magnífica crónica sobre un caso similar, reconocida y premiada internacionalmente, que arroja más datos al respecto.




09 noviembre, 2016

2 Glosario plurinacional para iniciados (tercera parte)



...sigue a la segunda parte:
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Llunk’us.- Título honorífico que el pueblo llano ha conferido a la legión de serviles funcionarios, legisladores, opinadores y escribanos que defienden a capa y espada cualquier tropelía o metida de pata del soberano plurinacional. Sustancioso vocablo de origen quechua que define con precisión a todos aquellos chupamedias, lambiscones, palmeros, tirasacos, lamebotas y demás ridículos adulones del reino (véase también “amarrahuatos”).

Los Kjarkas.- Guitarreros íntimos de S.E. que, por alegrarle la noche, tuvieron el privilegio de compartir con él unos traguitos de su preciado Etiqueta Azul que guarda con llave en Palacio Quemado. Ostentan, además, el papel de ser los principales juglares del régimen, que no solamente amenizan veladas y almuerzos protocolares sino que también acuden raudos a cierres de campaña y otras concentraciones partidarias, sin cobrar un peso por ello, por su amor incondicional al caudillo y a su revolución democrática-cultural. Por tan solidarios artistas hay que sacarse el sombrero y hasta el corpiño si hiciera falta.

MAS-IPSP.- Acrónimo de Mafia Andina de Sinvergüenzas, aunque sus ardientes dirigentes argumentan que se trata de una honorable organización nacida de las luchas sociales, recuperadora de la dignidad nacional, inventora de la soberanía alimentaria y otros líricos proyectos que responde al nombre de Movimiento Al Socialismo. Multicromática cofradía de antiguos emenerristas, adenistas, miristas y otros neoliberales que renegaron de sus credos para juntarse con marxistas-leninistas, kataristas y otros indigenistas, guevaristas, pachamamistas, rastafaris y otros paracaidistas, dejando a un lado sus insalvables diferencias ideológicas para oportunísimamente crear un brazo operador que, de acuerdo a mis fuentes palaciegas, es el Instrumento Para Saquear al Pueblo, oficialmente denominado Instrumento Por la Soberanía de los Pueblos, eufemismo retórico para engañar con el cuento del tío a la gran masa votante y deslumbrar a los amigos internacionales que contemplan la revolución desde el sofá.

Masista.- Fanático irremediable que defiende a ultranza el Proceso de Cambio y demás ideología del partido, pese a todos los saqueos, escándalos y desmanes que sacuden al régimen. Aplícase también a cualquier individuo de carácter cínico y prepotente, sospechoso de robo o corrupción, degradación moral y otros comportamientos repulsivos. El adjetivo es tan desprestigiante que algunos miembros del partido y muchos simpatizantes prefieren calificarse como “evistas” antes que “masistas”. Pero vistas las circunstancias, ambos términos vienen a ser casi lo mismo. 
   
Masistrado.- Sugestivo nombre que el pueblo dio a los magistrados del Tribunal Supremo y otros altos jueces elegidos entre las sombras por los jerarcas del partido, pero ampliamente rechazados por el voto popular, pese al cual fueron posesionados con todas las de la ley, dando supuestas lecciones al resto del planeta, por ser los pioneros en haber efectuado ‘democráticas’ elecciones judiciales.

Mestizo.- Criatura oficialmente extinta, como el tigre de Tasmania, que habitó el territorio boliviano durante la época colonial y hasta los últimos años de la república. Exterminados de un plumazo (Censo poblacional 2012, mediante), los mestizos, como no son ni chicha ni limonada -pues no poseen territorio, cultura, idioma y religión propios, según las brillantes deducciones del viceministro de Descolonización, quien se define a sí mismo como “indio aymara en ejercicio” para certificar su pureza racial-, hoy no cuentan estadísticamente para el régimen imperante, pues no sabría dónde encajar una nación de mestizos en su originalísimo estado plurinacional de 36 naciones originarias, más puras que el agua del nevado Sajama.

Ministra Paco.- La ministra más ruda del gabinete, que no obstante su reducido tamaño es capaz de tragarse entero a cualquier personaje o periodista que ose contradecirle. La esencia de la soberbia: "nosotros gastamos en lo que nos da la gana...¿y?" (en una interpelación por los gastos millonarios en propaganda). Desde su trinchera del ministerio de Comunicación lanza permanentes ataques contra la oposición y otros pérfidos antipatriotas que se oponen al reinado vitalicio de S.E. Conocida ampliamente por lucir hombrunamente sombreros texanos y otros de corte europeo -en franca contradicción con su rabioso discurso anticolonial-, de los cuales no se desprende ni al dormir, anda amenazando con procesos judiciales a cualquier bicho que ironice respecto a su particular atuendo, alegando connotaciones racistas y discriminatorias.  Curiosamente, nadie se fija en el sombrero de una colega suya, una elegante chola paceña que funge de ministra de Justicia.

Ministra Valdivia.- Desconocida burócrata que dirigía la ASFI (organismo fiscalizador del sistema financiero), que rápidamente saltó a la fama al defender celestinamente a S. E. a raíz del affaire Zapata, en su nuevo papel de ministra de Transparencia y Anticorrupción. Continuando con la sagrada misión de transparentar o lavar la imagen del Jefazo, al poco tiempo se estrenó como escritora oficial publicando un informe bautizado como “La gran estafa del 21-F: Caso Zapata”, que habrá ido a engordar la biblioteca de la Vicepresidencia, para provecho de las polillas.

Ministro Arce Catacora.- El todopoderoso jefe de las finanzas plurinacionales. Orondo burócrata y antiguo empleado de gobiernos neoliberales, que gracias al liderazgo de S.E. decidió convertirse al masismo y desde entonces cuida que al redentor plurinacional no le falte la gasolina para su avión ni los viáticos en sus giras alrededor del mundo, en su lucha jurada contra la dictadura del capitalismo. Al parecer, mosqueado por desembolsar tanto dinero en viajes, hoteles, palacios, aviones, helicópteros y coches lujosos para disfrute del caudillo y principales jerarcas; decidió que ya era hora de participar del festín, mandándose a construir un moderno palacete de cristal y acero, cuya obra fina demandó unos módicos 100 millones de Bs.($us.14,5 millones) y no satisfecho con ello, encargó la adquisición de exclusivas alfombras de Irán para su nuevo edificio, amén de equipar sus oficinas con lujosos muebles importados, conjunto de gastos que superaban los 2 millones de dólares. En estos coloridos afanes fue pillado el nuevo Sultán del Altiplano (bautizo de las redes sociales) que, ante la reacción pública, tuvo que frenar las compras a toda prisa y hurtar el voluminoso cuerpo por algún resquicio de su despacho. Como siempre, el pato lo pagaron unos subalternos, sospechosos de gustos orientales y otros refinamientos.

Ministro Ferreira.- Antiguo poeta, ensayista, profesor universitario, rector de una universidad estatal, organizador de cumbres y no sé qué cosas más, que decidió cambiar sus apolillados versos por los himnos y fusiles del ministerio de Defensa, que él inexplicablemente confundió con la defensa a ultranza de los líos de alcoba del caudillo, sumándose al equipo de barrenderos que pujaban entre sí por agradar al amo a punta de papel y lápiz. De su pluma salió un engendro titulado “Caso Zapata: la confabulación de la mentira”, donde acusaba a gil y mil por la derrota del referendo del 21-F.

Ministro Romero.- El más tolkeniano de los cortesanos de S.E., ¿la razón?, habría que preguntarles a las redes sociales. Uno de los funcionarios inamovibles del primer gabinete que, ni con la muerte del viceministro Illanes -quien le habría llamado pidiéndole auxilio para que lo rescatara de las garras de sus captores en un conflicto minero- cambió la expresión de su rostro ni peligró su puesto al mando del ministerio de Gobierno. Todo el mundo se pregunta, si ha embrujado a S.E. para gozar de su plena confianza. 

Movimientos Sociales.- Conjunto de sindicatos y otras agrupaciones, convenientemente adoctrinados, que son conducidos de un lugar a otro y que, dependiendo de las circunstancias, actúan ya sea como violentos grupos de choque, como instrumento de presión, vigilia y amenaza a gobernantes opositores, o como material masificador en las marchas y concentraciones a favor del régimen. La jerga oficialista los denomina también como “soldados del Proceso de Cambio”, revolucionario eufemismo con que disfraza su condición de carne de cañón a cambio de algunos privilegios, casi exclusivamente aprovechados por los caciquillos que los comandan. Entre estos grupos de guerreros escogidos figuran los cocaleros, los Ponchos Rojos, las Bartolinas, las juventudes masistas y otros.  

Narco amauta.- Sumo sacerdote que posesionó a S.E. como gobernante en 2006, entregándole el bastón de mando bajo los ritos aymaras en el templo sagrado de Tiahuanaco. El amauta o sabio era considerado el “líder espiritual del continente” o máximo representante de la cosmovisión andina, algo así como el pope del Pachamamismo que, de celebrar rituales con la hoja sagrada, descubrió que era más rentable pasarse al negocio de la merca sagrada. Fue detenido en 2010, con las manos en la masa (240 kilogramos de cocaína, apenitas) en un pequeño laboratorio de cristalización que funcionaba en su domicilio.

Neoliberalismo.- Según el vicepresidente García Linera, en Latinoamérica constituye hoy un “triste recuerdo arqueológico”, sepultado por el despunte de los movimientos sociales que del poder de las calles han pasado a detentar poder de Estado, encarnado por supuesto en la figura de S.E., quintaesencia de la lucha social y azote del imperialismo. Lo que no parece ver el marxista de los trajes Armani, es que a los gobiernos de fachada socialista se les acabó el combustible para vivir del cuento y, en consecuencia, la denostada derecha está volviendo a tomar las riendas con cierta naturalidad (Argentina y Brasil como puntas de lanza), sabedora de que las políticas neoliberales solo fueron camufladas con retórica populista. La economía de mercado sigue más vigente que nunca en el continente, y Bolivia no es la excepción.

Oposición.- Conjunto de politiqueros dispersos -liderados por algunos dinosaurios que se niegan a jubilarse-, que se ganan la vida disputándose famélicamente los restos que caen de la piñata oficialista. Debido a sus intereses mezquinos, muchas veces se prestan ingenuamente al triste papel de ser funcionales al gobierno y, dado su comportamiento errático, gran parte de la opinión pública desconfía de ellos con justa razón. Desempeñan, asimismo, el pobre rol de figurantes que sólo cobran vida cuando el régimen necesita una diana a la cual dirigir sus dardos.

Orinoca.- Sitio sagrado por excelencia para todos los plurinacionales, pues producto de “esa agua, ese aire y esa tierra” ha nacido, entre llamitas y corderos, en una humilde cuna abrigada por pajas bravas, el salvador de la humanidad que más tarde sería conocido como Evaristo (o Cristo resucitado), para temor del imperialismo romano (yanqui, mejor dicho). Orinoca es una aldea pobre a orillas del lago de Galilea (¡demonios!, otra vez el corrector, “lago Poopó” debiera decir), en pleno desierto del altiplano orureño donde actualmente se está construyendo un elefantiásico museo que albergará desde los primeros p’olqos (zapatitos de lana) del redentor, pasando por su trompeta adolescente, la veintena de biografías que le han dedicado, hasta su colección de quinientos ponchos o más, que sus fans le regalan en sus recorridos a ritmo de avión y helicóptero por todo el territorio plurinacional.

Pachakuti .- Nombre solemne con que fue inaugurado el inicio de una Nueva Era, en diciembre de 2012, de acuerdo a una antiquísima profecía que anunciaba el “cambio de la Tierra” o transformación radical del modo de vida, justamente quinientos años después del arribo de los conquistadores españoles, para presenciar el surgimiento de un nuevo esplendor de la gloria de los antepasados. Ese día en que se alinearon los planetas y las olas rebeldes del lago Titicaca, surgió como rayo de luz el portador del “fuego sagrado cosmotelúrico” para redimir a todos los pueblos oprimidos del planeta. Ese Prometeo andino había sido, por supuesto, el predestinado cuyo nombre no puede invocarse en vano.

Pachamama.- La divinidad mayor en la cosmogonía andina, una suerte de madre nutricia de todas las criaturas que pueblan el planeta, en permanente comunión y relación de dependencia con la naturaleza. Como se dice que está siendo destruida paulatinamente por la voracidad del capitalismo, S.E. y otros escogidos que escuchan su agonía, acusan al norte industrializado de ser el causante de la catástrofe, por lo que se ha impuesto a sí mismo la misión de llevar hasta el seno de la ONU una bellísima propuesta de reconocimiento de los Derechos de la Madre Tierra, y que, según su concepción, son más importantes que los derechos humanos. De ahí que aproveche todo foro internacional para vociferar su mantra aleccionador de “¡Pachamama o muerte!”, mientras en su reino plurinacional las petroleras meten tractor a los territorios indígenas (¿les suena la película Avatar?) y sus inofensivos cocaleros arrasan con los parques forestales a punta de machete y fuego purificador de alimañas.

Pachamámicos.- Seguidores de una corriente new age bautizada como pachamamismo, que tiene entre sus eximios profetas al esotérico canciller Choquehuanca y a los amautas de zapatillas como sacerdotes oficiadores de los ritos. Esgrimiendo su devoción a la Pachamama se han colado hasta los salones de Palacio Quemado, donde hacen humear sus inciensos y otros sahumerios para espantar a los malos espíritus y, de paso, dorar de espiritualidad a los solemnes actos de gobierno, posesión de autoridades, inauguración de obras y diversos festejos.

Palacio Quemado.- Edificio de estilo neoclásico que sufrió un incendio parcial durante una revuelta en el siglo 19, y cuya atmósfera está plagada de pensamiento colonial que tiene angustiado a S.E., sintiéndose prisionero de él, tanto que hace todo lo posible para gobernar desde el aire, a bordo de su avión. Como el vetusto palacete no alcanza ni para cobijar a los pajes y guardia pretoriana, además de que no reúne ningún decorado plurinacional; se ha resuelto que será convertido en un museo, al tiempo que se efectúan los preparativos para trasladar toda la corte al palacio de inspiración tiahuanacota que se está construyendo unos metros más allá, para envidia de Erdogan y otros sátrapas de Asia Central.

Papalisa.- Cierto tubérculo de color amarillo-naranja y superficie lisa que los bolivianos degustamos a menudo en sopas o guisos picantes, sin enterarnos de sus poderes amatorios, que el místico Choquehuanca al parecer descubrió en las arrugas (surcos) de la madre Tierra, recomendando su consumo para Vivir Bien...calentados. Picante notición que ha repercutido en todas las embajadas y suscitado el interés de las multinacionales farmacéuticas, se dice.

‘¡Patria o Muerte: Venceremos!’.- Grito motivacional (como cuando uno se apresta a vencer en una partida de cacho) con que S.E. saluda a las tropas uniformadas cuando pasa revista en los cuarteles y otros actos protocolares de las Fuerzas Armadas Antiimperialistas y demás fuerzas del orden. Por su recomendación, el lema adorna los patios centrales de los recintos militares y policiales.

Pluris.- Mote cariñoso y ahorrativo que los “neoliberales” y otros derechistas suelen dar a los militantes del Proceso de Cambio ya que diferenciarlos entre masistas, evistas, pachamamistas, etc., es un verdadero engorro.  

Ponchos Rojos.- Uno de los movimientos sociales más aguerridos, provenientes de Achacachi y otras comunidades del altiplano que a punta de chicotazos suelen ejercer su particular democracia comunitaria. Más indómitos que un guanaco, se rieron en los postulados de la Pachamama, al degollar perros en público como advertencia a los opositores. Por semejante demostración de valentía, desde entonces participan, codo a codo, con tropas de élite en los desfiles patrióticos, ante la mirada atenta de S.E.

Proceso de Cambio.- Nombre oficial de la cleptocracia que se ha apoderado de Bolivia, pues más allá del cambio de nombre a las instituciones públicas (comenzando con el barniz de Estado Plurinacional para la República, Tribunal por Corte, Asamblea por Parlamento, Casa Grande por Palacio, etc), lo que verdaderamente ha ocurrido en la realidad  es el reemplazo de una oligarquía por otra de nuevo cuño, aun con mayor cinismo y codicia, a la que añadieron algunas figuras indígenas y obreras para simular una profunda transformación social. El resto es verso para consumo de los izquierdistas de salón alrededor del mundo.

Rally Dakar.- Competencia ruidosa de decenas de mamíferos rebosantes de testosterona que, montados en sus carromatos mecánicos, vienen del hemisferio norte a hollar los virginales caminitos del sur, dejando a su paso derrames de combustible, latas de aceite, plásticos y otros desechos industriales para angustia de la Madre Tierra que el hiperecologista líder plurinacional afirma defender. Principal cometido del ministerio de Culturas que despilfarrando unos buenos millones en colmar de mimos a los pilotos y dueños del circo, se asegura que los turistas van a llegar a raudales, porque “Bolivia está en los ojos del mundo” durante esos barrosos días.

Redes Sociales.-  El único sector de la opinión pública que aun no ha sido domesticado por el régimen. Pero poco a poco se estrecha el cerco, pues se las considera como las grandes culpables de haber inducido a la población a votar en contra de la sagrada reelección de S.E., acusación inverosímil considerando que poco más que el 10% de la población tiene acceso a internet.  Como sea, los sectores adictos al oficialismo claman por una urgente ley que amordace su campo de acción y castigue a los contados tuiteros que tuvieron la osadía de cuestionar la divinidad del amado líder.

Referendo del 21 F.- Conocido también como el día más luctuoso (algo así como la Noche Triste del evismo) de la historia plurinacional, pues en esa infame fecha del 21 de febrero de 2016, las fuerzas oscuras de la derecha, bajo directrices de la embajada norteamericana, atentaron contra la infabilidad de S.E al vencerle en las urnas, tal como estuvieron celebrando hasta altas horas de la madrugada. Otros cronistas señalan que más bien al pueblo boliviano le dio un ataque de dignidad ante los intentos desesperados de la camarilla reinante para atornillarse al poder y seguir gozando del expolio impunemente.

Revolución Democrática y Cultural.- Rutilante etiqueta oficial que resume el modo de ejercer la política dentro de las fronteras del Estado Plurinacional. Ha de ser revolución la sistemática destrucción del tejido institucional, a través del nombramiento discrecional de directores y otros altos funcionarios burlando la normativa vigente; el asalto a los otros poderes del Estado para que sean funcionales al Ejecutivo; el descabezamiento de gobernaciones y alcaldías rivales bajo cualquier pretexto; la cooptación de la Central Obrera y otros gremios de reivindicaciones laborales; el silenciamiento de los medios de comunicación a través de la compra forzada o la permanente extorsión con amenazas de cierre  y; como broche de oro,  la persecución judicial de todos los enemigos del régimen (al día de hoy centenares de políticos, periodistas y otros, viven exiliados en los países vecinos, muchos más que en gobiernos de dictadura). A eso le llaman cínicamente construir la revolución en democracia. En el camino, mientras tanto, arman las tarimas del espectáculo con que distraer a las grandes multitudes. Pan y circo a título de despertar cultural.

Sacha Llorenti.- Burócrata de triste recuerdo, que durante el auge de gobiernos neoliberales fue un acérrimo defensor de Derechos Humanos, papel por el cual se ganó la simpatía de emergentes líderes sindicales como el cocalero Evo Morales, que una vez en el poder decidió nombrarlo como ministro de Gobierno, para que en poco tiempo se estrenara como enérgico represor de los derechos humanos de los indígenas del Tipnis. Con todos estos méritos, hoy funge como embajador ante la ONU, donde no tiene mayor inconveniente en participar de foros sobre la misma temática y otros derechos civiles.

Satélite Túpac Katari.-  Juguete de manufactura china que costó más de 300 millones de verdes billetitos, con el que supuestamente Bolivia entró en el exclusivo club de potencias espaciales, y mediante el cual el país adquirió soberanía tecnológica y otras mandangas. Su lanzamiento provocó más audiencia que la llegada del hombre a la luna y auténticas muestras de emoción de diputadas, cuyas lágrimas se perdieron en la lluvia de ese día tan históricamente glorioso.

Satucos.- Pandilla de activistas del masismo que se autodefinen como Colectivo de Pensamiento Político, que supuestamente busca formar ideológicamente a las clases medias urbanas que coquetean con el partido. Más allá de sus actividades proselitistas, se les ha visto amedrentando a un documentalista australiano por la osadía de filmar una movilización de discapacitados que rogaban por un bono asistencial.

Soberanía alimentaria.- Otro de los floridos intentos con que el Gobierno disfraza su incompetencia para aumentar la productividad del agro, para no depender de la importación de alimentos. Curiosamente, en el régimen que se apoya en el campesinado como una de sus bases más importantes, el país depende más que nunca de productos foráneos para llenar su canasta básica de alimentos. Productos tan típicos como las papas y el maíz provienen a menudo de los países vecinos. Y dale que dale con el verso de la soberanía. 

Socialismo Comunitario.- Paparruchas de reciente creación, tal vez en las trasnochadas del clarividente García Linera, que refieren a un modelo de “socialismo a la boliviana”, en palabras de un estudioso del fenómeno. Según el vicepresidente, principal teórico del socialismo rosa que sirve de sustrato ideológico a la farsa conocida como Proceso de Cambio, se viene una “comunitarización” universal de las relaciones humanas y de los seres humanos con la naturaleza, que marcará un Horizonte de Época, que más temprano que tarde habrá de materializarse a escala global, y a consecuencia de ello sustituirá al capitalismo como sociedad.  “Y es este socialismo democrático comunitario del vivir bien la única esperanza real para…”  (mejor ahí la paro que estoy a punto de dormirme).

Socialistos o sociolistos.- Conjunto de diversos burócratas como directores de organismos de segunda categoría, gerentes y ejecutivos de empresas estatales, mandos medios del partido, periodistas de opinión que subsisten del auspicio gubernamental, y los numerosos “intelectuales orgánicos” que están al servicio del régimen, beneficiados con sueldos sustanciosos y otros premios como viajes al exterior, nombramiento en cargos medios de embajadas, etc.   

Tiahuanaco o Tiwanaku.- Formidable ciudadela lítica perteneciente a una civilización desconocida, que prosperó en cercanías del lago Titicaca, mucho más antigua que la incaica que, por el grado de complejidad arquitectónica alcanzado, suscita la admiración de propios y extraños. Pero gracias al empuje de los pachamámicos el sitio ha sido convertido en un escenario de espectáculos variopintos, desde comerciales ceremonias neoincaicas hasta grotescas bodas de la nueva realeza plurinacional. Y eso que sus sacerdotes juran y recontrajuran que el lugar es sagrado.

Tipnis.- Territorio indígena perteneciente a pueblos amazónicos, que cobró relevancia en 2011 ante los planes maquiavélicos del Gobierno de construir una carretera asfaltada por el corazón de la selva, sin importarle el impacto medioambiental y sociocultural que iba a ocasionar entre los habitantes de la zona, cada vez más avasallados por los cocaleros del trópico cochabambino que buscan aumentar sus áreas de cultivo a toda costa.  Ante la negativa de los indígenas, el régimen envió a las fuerzas represivas a apalearlos con dureza en la localidad de Chaparina cuando se dirigían en una marcha rumbo a La Paz.

Túpac Katari.- Caudillo indígena de origen aymara, ajusticiado en la época colonial por rebelarse contra la corona española. Tótem del katarismo y otras corrientes indianistas que el masismo ha intentado apropiarse de manera sistemática para decorar su impostura con rasgos de indigenismo, telurismo y otras manifestaciones que le son ajenas.   

Valverde, el Pelado.- Periodista cruceño que andaba incordiando el reinado feliz de S.E. con permanentes denuncias de corrupción, una especie de Lanata boliviano que cometió el pecado de revelar el Caso Zapata que, por las implicancias de salpicar directamente al caudillo, le iniciaron procesos de todo tipo, a tal punto que tuvo que refugiarse en Argentina por falta de garantías.

Vendepatrias.- Apelativo más gráfico con que el masismo señala a los "privatizadores”, "neoliberales” y otras pulgas molestosas que cometen la herejía de pensar diferente u oponerse a los planes totalitarios del régimen. Pero para muestra, mejor citar la lección que el vicepresidente brindó a unos escolares: “¿Niños, ustedes saben quiénes son los vendepatrias? …los que venden a los extranjeros, los que han regalado nuestro gas, los que han regalado nuestras tierras, los que han regalado nuestra electricidad, los que han regalado nuestra agua, nuestros minerales, esos se llaman vendepatrias; y esos vendepatrias, toda la plata de Bolivia lo entregaban a los gringos y no había Juancito Pinto (bono)”.

Viceministerio de Descolonización.- Insólita repartición del Estado, sin parangón en el mundo entero, dirigida por un funcionario que se dice aymara puro, que anda husmeando en la televisión y otros medios para detectar posibles casos de racismo, sin que a él le tiemble efectuar, a su vez, declaraciones racistas como las dirigidas a los mestizos. Es tan puntilloso el burócrata que anda amenazando con procesos a todo aquel blancoide que se niegue a saludar o dar la mano a S.E, entre otras faltas de respeto, según su interpretación, cargadas de racismo y discriminación. No se le conocen mayores resultados de su gestión, salvo en la reciente cuasi-condecoración que  hizo a la ministra de Comunicación como reconocimiento a su ferviente lucha dialéctica contra las redes sociales que le obsequian memes por sus omnipresentes sombreros.

Vivir Bien.-  Dolce far niente al estilo plurinacional, que se resume en el permanente disfrute de los privilegios que dispensa el poder: aviones, coches lujosos, viajes y hospedajes en hoteles cinco estrellas, amén de la celebración de continuos banquetes con invitados especiales donde no se escatiman en gastos de toda índole, con danzas y cantores folclóricos animando las veladas. Todo en nombre de los pobres, mientras estos tienen que conformarse con bonos y otras migajas. Aunque de forma lírica, se anda promocionando el concepto como horizonte de vida, en el “sentido moral de vivir correctamente”, de acuerdo a prácticas y tradiciones indígenas basadas en el comunitarismo y armonía con la Pachamama. Bonita filosofía que no la cumplen ni los pachamámicos.

Wiphala.- Emblema que se dice “sagrada y milenaria”, adoptada por los ideólogos del Reich aymara para que flamee otros mil años, y así descolonizarse de una vez por todas, para lo cual han metido con calzador en la nueva Carta Magna como símbolo oficial, obligando a su izado hasta en tierras orientales, en una muestra de colonialismo interno ejercido por la supremacía aymara sobre las otras 35 naciones que contempla el Estado Plurinacional. Eso sí, reputados historiadores peruanos como María Rostworowski, aseguran que en la América prehispánica no se conoció el concepto de bandera y que no corresponde con el contexto histórico; por tanto, la mal llamada bandera del Tahuantisuyo es una invención tardía del siglo XX, creada al calor de las corrientes indianistas. 

¿Quién copió a quién?: "Wiphalas" en el arte colonial: ángel de templo de Calamarca (izq) y ángel de la escuela cuzqueña.


 FIN
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