27 octubre, 2011

6 “El árbol de la vida” o la mejor receta para el insomnio


Hace más de diez años atrás cuando vi por primera vez, “La delgada línea roja”, no tenía ni la más remota idea de quién era Terrence Malick. A pesar de sus agotadoras tres horas y lento transcurrir de la trama, sin saber mucho acerca del cine alternativo o de autor, sin embargo la disfruté plenamente. Su intenso lirismo, sus imágenes evocadoras, su profundo mensaje antibélico y sobre todo su trasfondo filosófico hacen de esta película una singular obra de arte, aunque no goce de la preferencia de muchos. Cada cierto tiempo la vuelvo a ver, porque es inevitable no abandonarse a su sinfonía de imágenes.
Muchos años después, este cineasta ermitaño como él solo, siempre jugando con la paciencia de sus incondicionales, nos trajo su particular visión del desembarco de los europeos en tierras norteamericanas en los albores de la conquista. “El Nuevo Mundo” como llamó a esta propuesta, se recrea en la archiconocida historia de Pocahontas y los ingleses. Una vez más, asistimos a un banquete de imágenes bucólicas, dotando a la naturaleza el protagonismo a través de trinos, murmullos del agua y chirridos del follaje al pasar el viento. Los protagonistas humanos apenas hablan a través del silencio o en su defecto por medio de susurros y ademanes.  En resumen, puras imágenes que invitan a la contemplación estática. Bellas secuencias que sin embargo no transmiten casi nada, salvo un mensaje ecologista y al final algo de aburrimiento por el ritmo cansino. National Geographic me ofrece también imágenes poéticas de la naturaleza y nunca me aburro. En conclusión, sólo me quedó la sensación de haberse aplicado la misma fórmula de “La delgada línea roja”, pero trasladada a otra época y poco más.
Este año, a raíz de la intensa expectativa que generó su nueva “criatura” cinematográfica, yo también me apunté a la larga cola para ver “El árbol de la vida”. Como desgraciadamente la película no llegó a las salas de cine de mi país, tuve que apretar los puños hasta que apareciera por vía del Dvd.  Deberíamos dar gracias a la cara de Brad Pitt y su reclamo publicitario, de lo contrario, jamás los piratas hubieran puesto interés con la distribución de esta película.
Nada más ver la tapa, el cinéfilo desprevenido se puede llevar un chasco, creyendo que verá un duelo actoral entre Pitt y el notable Sean Penn. Pero con Malick, todo se puede esperar, hasta el anecdótico ninguneo que hace de muchas estrellas famosas,  como sucedió en La delgada línea roja. Cuesta entender el rapiñeo humillante de algunos famosos por aparecer en sus filmes. Después de verlos queda la sensación de que hacen el ridículo desternillante.
Afecto como soy a las películas de época, y sabiendo del tic perfeccionista de Malick, abrigaba la posibilidad de una lección de cine puro. Una vez más,  me acomodé en mi butaca particular, a sabiendas de que sería una película difícil y lenta, por tal motivo, la vi a plena luz del día, con la mente despierta y el cuerpo reposado.  A pesar de mi juventud, mi paciencia fue pronto derrotada.
Prácticamente apenas recuerdo algo del primer visionado, salvo el comienzo avasallador con imágenes de la creación del universo, la nebulosa de la Cabeza de Caballo y los astros que tiritan azules a lo lejos, decía Neruda. De repente, las escenas de una típica familia del sur de Estados Unidos, en un barrio de clase media, viviendo un idilio casi exasperante, envuelto por los inagotables trinos de las aves. Vamos, ni en los bosques he escuchado tantos efectos sonoros. De lo demás ni me acordaba.
A la segunda oportunidad, descubrí sorprendido un plesiosaurio varado en la playa, luego otros dinosaurios paseando a través de riachuelos, volcanes en plena erupción, etc. (señales inequívocas de que me había dormido aunque sea a puñados durante el primer visionado). Por fin, tal  explosión de imágenes del universo primigenio se detiene en seco, gracias a Dios. No creo que sea difícil entender a la primera. Algunos, exageradamente  pretenden comparar estas secuencias cósmicas con las maravillosas elipsis espacio-tiempo que nos regala Kubrick en “Odisea 2001”. Nada más lejos, ni por asomo Malick se acerca al genio de Kubrick, a menos que invente la máquina del tiempo.
Luego de ese ejercicio arrollador de cosmogonía, nos adentramos en el relato íntimo de aquella familia sureña, presidida por un patriarca estricto, a momentos violento y amoroso padre, cuyo férreo estilo de conducir la vida de sus hijos pequeños encuentra oposición en la dulzura y fragilidad de una madre con aires de musa renacentista, cuyo único papel parece reservado a los idílicos paseos de la mano de sus hijos y juegos en el jardín, mientras los pajarillos cantan, los perros vagabundean y el césped sabe a hierba recién cortada. Y el bueno de Sean Penn, ¿qué papel hace, salvo de servir de gancho publicitario? No me extrañaría que hubiese salido cabreado del asunto.
Ciertamente,  no esperábamos una narración lineal de la historia, porque ya estamos acostumbrados a los flashbacks y uso de elipsis en los que Malick no es el único. Entre la recreación de los mitos como el de Caín y Abel y luego el edípico, el mareo por la constante traslación entre el presente y el futuro, sin embargo la historia no conduce a ningún puerto, como si quisiera que cada espectador hiciera una lectura de la misma. Eso en términos artísticos es hacer trampa, salirse por la tangente. Él parece más convencido de que explicar, le resta profundidad a la historia. Y esos continuos pantallazos en negro, dan la impresión de una historia inconexa y caótica, sin hilo conductor. Y eso aburre un montón. Uno se pregunta que si esta obra hubiera sido firmada por un novato, ¿le hubieran colgado la etiqueta de obra maestra?
O uno puede hacerse a la idea de que Malick está enfermo de sí mismo, de su hermetismo artístico, de su aura de incomprendido, que le provoca jugar con la buena fe de los espectadores. Seguramente no faltará gente que le aplaudirá a rabiar. Yo por el momento, considerando que no he visto sus dos primeras obras, sólo me quedo con la tercera. Las dos últimas me parecen un ejercicio presuntuoso de onanismo filosófico, a pesar de toda la imaginería poética de la que hace gala.
O quizá me hace falta mucho cine que ver, o que las canas colonicen mi tejado. Eso sí,  no he encontrado mejor receta para mi insomnio que estas cápsulas de su cine, sin efectos secundarios. Y eso es de agradecer.

22 octubre, 2011

8 Internet en Bolivia, la gran estafa


No sólo en fútbol y política estamos a la cola de Sudamérica, en materia de comunicaciones lo que en otras partes del mundo va en camino de reemplazarse,  aquí lo promocionamos como el último grito en tecnología. “3.5 G no es lo mismo que 4G”, dicen sus lúcidos profetas y promotores, pero al final a quién le importa meterse en hondas explicaciones sobre sus características, porque hecha la instalación respectiva, la diferencia de velocidad entre una y otra es tan insignificante que el beneficio no se siente,  salvo la sensación de una vulgar estafa que pesa como un plomo en el bolsillo de los consumidores.
En Europa y aún en los países vecinos ya están a años luz de aquella reliquia tecnológica conocida como dial up. Acá, los proveedores tienen el descaro de seguir vendiendo sus tarjetas prepago, y tan caras que una hora de navegación cuesta casi un dólar.  Establecida la conexión, lo que en teoría debería dar una velocidad de 56 Kbps, no llega ni a los 40,  ejercicio tan frustrante que apenas se puede cargar la cuenta del correo luego de varios minutos y de paso sufrir el constante corte de la línea telefónica servidora.
No es que no tengamos proveedores o haya monopolio: entre la proveedora estatal y las privadas tenemos por lo menos 5 empresas dedicadas al rubro. Efectivamente,  la banda ancha, tanto en Adsl como inalámbrica ha traspasado las inhóspitas montañas y los calurosos llanos bolivianos,  pero a qué precio, tanto que sólo los más ricos o las grandes empresas se pueden costear. Así no es extraño que la penetración de internet no llegue ni al 10 % de la población boliviana.
Leyendo una publicación de Pando Networks, países relativamente pobres como Rumania, Bulgaria o Lituania están entre las 10 naciones con mejor banda ancha, por encima de los países desarrollados excepto Corea del Sur y Japón. De esto podríamos deducir que el asunto de la economía de un país no es motivo suficiente para tal atraso tecnológico. Una y otra vez,  los directivos de las empresas nacionales argumentan que los servicios tienen que alquilarse a su vez de otros grandes proveedores internacionales o que no tenemos satélites propios, ¿en verdad es menester que cada país tenga su satélite para tener una conexión de internet decente? ¿de qué sirve tener una red de fibra óptica, instalada hace pocos años?

Hablemos de precios: Viviendo en España (hace dos años atrás), pude comprobar que su velocidad es baja comparada con otros países de la región, aún así la banda ancha es relativamente económica con precios que oscilan entre los 10 y 40 euros mensuales dependiendo de la velocidad,  que va desde 1Mbps. hasta los 20 Mbps. o más. Es evidente que en la práctica,  tales cotas no se cumplen, lo que  provoca no poca indignación en los consumidores, pero comparado con lo que pasa en Bolivia,   aquí es insultantemente caro y lento. Uno podría admitir que cobrasen precios similares,  por aquello de que la tecnología se cotiza a los precios internacionales y demás retórica mercantilista. Pero no, aunque parezca insólito, surrealista o inverosímil,  en Bolivia nos sacan los dos ojos de la cara. Veamos:
La velocidad mínima que ofrece cualquier empresa es de 128 Kbps, (en teoría dos veces más veloz que el dial up)  cuyo precio más barato es de 98 Bs (¡14 dólares!)  y así sucesivamente,  los precios van aumentando a medida que sube la velocidad del ancho de banda. Si hablamos de lo que en otros países se considera velocidad mínima,  es decir 1 Mbps, acá es la “gran maravilla” tecnológica y cuesta la friolera de ¡100 dólares por mes! mínimamente.  Poca cosa,  considerando que el salario promedio apenas alcanza a los 200 $us y poco más. Por ahí he escuchado alguna publicidad engañosa que habla de “super banda ancha  o velocidad Turbo”, referida a aquella que llega a 4 Mbps como máximo, ¡vaya qué tremenda tecnología! Si en el resto del mundo ya se ha pasado de los 40 Mbps o más, ¿entonces si la tuviéramos por estos lares,  la catalogaríamos como velocidad divina, demoniaca o infinita?
No estoy muy al tanto de los precios y servicios en los países vecinos, pero podría asegurar que tenemos las tarifas más caras de la región e incluso del mundo. Y de la calidad del servicio, sería penoso hablar. Así que, para poder atender este blog me veo arrinconado a hacerlo desde un cibercafé, que es lo más económico,  aprovechando el máximo posible de tiempo, aunque muchas veces me tengo que aguantar el ruido vecino, la falta de privacidad o la música a todo volumen del dependiente y no pocas veces los cortes imprevistos del servidor de red. Entonces  me perdonarán, que algunas veces no pueda atender rápidamente a los comentarios o intercambios de información. Dicen que nuestro gobierno ha encargado la construcción de un satélite de comunicaciones al gobierno chino, pero mi natural escepticismo no me permite aventurar a que vaya a ser la panacea contra nuestra lentitud cultural y tecnológica. Entretanto,  ¡que viva la tecnología del humo!

18 octubre, 2011

6 Las “inéditas” e “históricas” elecciones judiciales en Bolivia


“Estamos haciendo historia” rezan las gigantografías multicoloridas que todavía se pueden ver en las calles de las principales ciudades bolivianas, llamando a la población para que votara este 16 de octubre, como inevitablemente sucedió.
El gobierno de Evo Morales, gran “inventor” e impulsor de esta nueva modalidad para elegir a las autoridades judiciales, se vanagloriaba a los cuatro vientos de que “Bolivia estaba dando una lección al mundo” (quizá los ecos hayan llegado a los oídos de una civilización extraterrestre y estén tomando nota).
Resultaba curioso que desde el más insignificante “soldado” del Proceso de Cambio (como les gusta autodenominarse a sus seguidores) hasta el ministro más solemne y encopetado repitieran en sus entrevistas y discursos televisivos las dos palabrejas  estrellas de la campaña: inéditas e históricas.
¿Inéditas? ¿desde cuándo? Hace algunos días alcancé a escuchar al ex Vicepresidente Víctor H. Cárdenas, reputado intelectual aymara y que es tanto o más indígena que Morales (y que a diferencia de éste, habla perfectamente aymara, quechua y guaraní)  que años atrás,  se llevó a cabo un experimento similar en Francia, sin resultados satisfactorios por lo que fue desechado definitivamente. ¿Pero a quién le importan las palabras de un “cadáver” político defenestrado hasta el ensañamiento por el régimen masista?
Evo y sus lúcidos ideólogos del MAS (Movimiento al Socialismo), pretendieron hacernos creer a todos los bolivianos que esa vieja práctica de nombrar a los magistrados había terminado. En palabras del presidente: “Antes a los jueces, los elegían 157 congresistas, mediante el “cuoteo” de los partidos neoliberales para beneficiarse a sí mismos, etc.  Ahora eso ha cambiado, será el pueblo quien elija a los nuevos magistrados mediante el voto directo”. ¡Salud!, un poco más y la retórica y el lirismo al poder.
Lo que no dijeron al resto del mundo,  fue que ese proceso de selección no lo iba a administrar un comité mínimamente neutral de profesionales competentes y meritorios, sino una comisión presidida por congresistas del partido de gobierno, el cual  se encargó de depurar a los candidatos con mayor prestigio laboral, intelectual y académico, con la excusa de que eran “neoliberales y funcionales a los anteriores gobiernos”. Del embrollo  se extrajo una lista final de 115 postulantes, entre ellos muchos sospechosos de ser simpatizantes del partido gubernamental (la ley de convocatoria prohibía cualquier afinidad política). El proceso fue por lo demás bochornoso y plagado de irregularidades, como el no revisar a fondo los méritos, la suficiente edad mínima,  y el poco tiempo para el trámite. Resultado: candidatos desconocidos, algunos con 30 años de edad y algo más, y escasa experiencia laboral. Ninguno tenía producción intelectual.  Alguno  había sido funcionario judicial de relevancia como el ser oficial de diligencias (cualquier abogado junior puede serlo). Muchos candidatos, esgrimían como méritos el ejercicio libre de la profesión por 10 años y poco más, algunos habían sido asesores jurídicos de organizaciones sociales, pequeños municipios, sindicatos obreros y otros organismos controlados por el masismo y afines, ¡qué casualidad!
¿Por qué somos tan estrictos o exigentes?, se preguntará alguien. No soy abogado, pero me doy cuenta como todos, que el proceso implicaba la elección de máximas autoridades del Poder Judicial, no simples jueces de Juzgados de Materia, como pareciera sugerir los perfiles profesionales de los postulantes. La Corte Suprema de EEUU. y del resto de los países desarrollados, incluida la del Tribunal Internacional de La Haya, constan de ciudadanos de avanzada edad, trayectoria vasta y reconocido prestigio. ¿Y nosotros, que no somos una nación consolidada, pretendemos dar una lección al viejo mundo, nombrando a magistrados sin experiencia?
Así, ¿qué íbamos a elegir?  ¿pretender legitimar mediante el voto,  la selección previa que hicieron los parlamentarios del Gobierno, similar a las prácticas del régimen cubano? ¿Cuál es la diferencia cualitativa o sustancial entre elegir por cuoteo de los gobiernos anteriores y la elección arbitraria de un partido hegemónico, ninguneando a la oposición?
A pesar de toda la campaña mediática para darle aires de democracia, el proceso se transformó en una farsa maquiavélica desde el principio. Lo peor de todo es que se gastó inútilmente mucho dinero, que suena a insulto en una nación empobrecida. ¿Para qué? ¿para ser el hazmerreír del resto del mundo?
El pueblo no es tonto, lo hizo saber mediante el voto: Con  más del 80% del cómputo de votos (el resultado final se sabrá en dos semanas), se impuso el voto nulo  en casi todo el país. Sumándole los votos en blanco,  en algunas regiones alcanzó al 70%. En resumen, entre votos nulos y blancos alcanzan al 60% en promedio y el conjunto de votos válidos se queda con el 40%. De este porcentaje de votos válidos, el mismo se dispersa entre todos los candidatos, de los cuales los más votados sobrepasan apenas el 10% en la mayoría de los casos.
Hasta el día de las elecciones, Evo Morales se convirtió en principal promotor del voto válido, llevando incluso al cuestionado presidente del Órgano Electoral a reuniones “explicativas” con sus bases cocaleras. Tan seguro de su inminente victoria, Morales se atrevió a vaticinar que ganaría con el 60 o 70 % de los votos. El domingo sucedió todo lo contrario. Su rostro preocupado y visiblemente molesto dijo más que la brevísima conferencia que ofreció a las pocas horas de haber terminado la jornada electoral. No reconoció la voluntad popular y sólo se limitó a destacar la asistencia ordenada y democrática de la gente a las urnas. Como corolario, su gobierno atribuye el resultado a la falta de información y al sabotaje de los opositores. Curiosamente, el voto nulo fue contundente en las principales ciudades, y al revés,  el voto válido es mayor en las áreas rurales donde se supone que tienen mucho menos acceso a la información. El mensaje del electorado fue claro: Rechazo a la soberbia y autoritarismo del régimen.
En algo, Evo Morales tiene toda la razón, estas elecciones hicieron historia: Por primera vez, él fue derrotado por la voluntad popular en las urnas y eso no puede negarlo.
Desgraciadamente para los destinos de este país, los magistrados “elegidos” serán posesionados contra viento y marea (porque legalmente los votos nulos y blancos no valen), a pesar del manto vergonzoso de ilegitimidad.  Ellos seguramente impulsarán leyes dignas de ser imitadas en todo el universo. Entretanto, a los bolivianos, que La Fuerza nos acompañe.
Más información:
-Voto nulo alcanzó histórico porcentaje en elecciones bolivianas
-Para el oficialismo, el voto nulo no afecta al Gobierno

-Evo Morales sufre duro revés político en elecciones judiciales en Bolivia

-Elecciones Judiciales 2011. Cada magistrado electo le costará a Bolivia más de Bs 1.7 millones

-El evismo revocado.

-Página oficial del Órgano Electoral de Bolivia 

 

12 octubre, 2011

4 Nuestro fútbol y el triste descenso a los infiernos


La Paz: Estadio Hernando Siles
Ojalá hubiera tenido que tragarme mis palabras cuando afirmaba en un artículo anterior que nuestra selección no estaba para grandes cosas, que se venía otra eliminación prematura en este proceso eliminatorio,  rumbo a Brasil 2014,  valga la redundancia. Todavía quedaba algo de esperanza en muchos corazones. La ingenuidad que todo lo edulcora. “La Paz, es nuestra plaza fuerte, ellos vienen traumados con la altura” decíamos con la seguridad de la victoria entre manos.  Antaño, la comidilla antes de los partidos giraba en torno de por cuántos goles de diferencia íbamos a ganar, lo demás no se discutía. Acostumbrados a perder de visitantes (históricamente hemos conseguido muy pocos puntos fuera de casa), siempre quedaba el consuelo de la victoria en casa. Hoy, hasta Colombia hizo historia, nunca nos había ganado en La Paz.
Esta selección “cafetalera”,  no está ni por asomo, cerca de aquella poderosa escuadra de Maturana (Valderrama, Rincón, Asprilla, Leonel Álvarez) que para el encuentro de Francia 98 apenas pudo arrancarnos un empate que les supo a gloria. Hoy,  el mismo  Álvarez que funge como su técnico,  supo plantear sobriamente el partido: con mucho orden, marcando desde tres cuartos de cancha, sin arremolinarse atrás, controlando el balón criteriosamente y sin imprimir mucha velocidad en el contragolpe nos dio las estocadas necesarias para llevarse la victoria. Nada de juego vistoso, nada de grandes zancadas a lo Asprilla, simple juego de obreros más bien. Casi nadie sobresalió, salvo el talento de un chaval como James Rodríguez, que con algunas jugadas de veterano dio muestras de su clase. Todos esperábamos la temible eficacia de Falcao; apenas jugó diez minutos, los suficientes para demostrarnos su contundencia en dos balones que tocó: un cabezazo apenas desviado y el otro,  un pase colocado a la red.
No hace falta relamerse en las heridas, ahora la opinión de la hinchada es casi unánime. Todos desean la cabeza del técnico y la renuncia del presidente de la FBF y su camarilla. Inútiles manotazos de ahogado en el barro putrefacto. Ni aunque trajéramos a Guadiola, al “Zorro” Ferguson o al polémico Baldivieso (como lo pide mucha gente), saldríamos adelante cuando es evidente que la estructura del balompié nacional se hunde como un barco que se va pique. ¿Pedir la renuncia de la dirigencia?, primero veremos un cerdo volando por encima del Hernando Siles.
El DT. Gustavo Quinteros aún tiene oxígeno para dos jornadas más, las que nos esperan en noviembre, en los choques contra Argentina y Venezuela, ambos de visitante. Pero visto lo visto en las primeras jornadas y las que se vienen, ya tiene firmada su sentencia, aunque se empeñe en dar pecho al asunto, sólo está prolongando su agonía al frente de la selección. Ya nos hemos cansado de explicar la paupérrima realidad del deporte boliviano. ¡Hace dos años que no ganamos,  ni un mísero partido amistoso!
En el fútbol se habla de ciclos, ciertamente Colombia da muestras de recuperarse después del bajón desde Francia 98.  Perú, no regresa a un mundial desde 1986  y ahora la sensación es distinta con el gran elenco que muestra hoy por hoy. Venezuela,  ni se diga, cada vez mejor. Solamente Paraguay da muestras de un desgaste, casi inevitable después de jugar consecutivamente cuatro mundiales, tremenda hazaña para ellos, digna de imitación. Bolivia sigue en caída libre, en un agujero  negro sin fondo.
Ya no nos queda ni el consuelo de tontos. Ante el admirable papel de la selección venezolana en la reciente Copa América, ellos reclamaban que ya estaban hartos de que se les considerase como la “Cenicienta” de Sudamérica y que ya era hora de que se les mirase con respeto. Tienen razón,  amigos venezolanos, ya pueden dormir tranquilos;  está claro quién es el nuevo patito feo del fútbol. Ante la imposibilidad de descender a categorías inferiores cuando de selecciones se trata, sólo nos queda el descenso a los infiernos, a ver cuándo hallaremos el fondo.
Lejanos ya,  quedan esos tiempos en que les metimos 14 goles a los “llaneros” en sólo dos partidos. Todo queda en eso, sólo lindos recuerdos que empiezan a diluirse como lágrimas en la lluvia.

08 octubre, 2011

4 Crónica de una eliminación anunciada


"El Chasqui", hincha Nº1 de Bolivia.
Ayer se jugó la primera jornada de las eliminatorias sudamericanas para el Mundial de Brasil 2014. Tan acostumbrados a que últimamente nos goleen,  no se esperaba mucho de la selección boliviana. Y así fue. Con un marco de poca gente en el estadio Centenario de Montevideo,  a consecuencia de una tormenta lluviosa, el partido se tornó difícil desde el principio.  Dos escuadras de futbol antagónico: por un lado la poderosamente física selección charrúa y al frente un tímido juego de toque del conjunto boliviano.
¡Qué lejanos aquellos tiempos! en los que los uruguayos jugaban nerviosos cada vez que se topaban con nosotros. En las eliminatorias para Italia 90, clasificaron sufridamente gracias a ¡un gol de diferencia!, porque empatamos en puntos y tuvimos que ver resignados el Mundial desde el televisor. En 1993,  nos tomamos la revancha, si bien nos ganaron a duras penas en Montevideo, a la vuelta les ganamos fácilmente por 3 a 1 con un verdadero baile que les dio el recordado “Diablo” Etcheverry, verdugo también de aquella tarde histórica cuando Brasil perdió por primera vez en eliminatorias. En USA 94, les tocó a ellos vernos desde el otro lado de la pantalla chica.  Y siempre fue así, incluso en partidos de Copa América. Detrás de Brasil y Argentina, Bolivia era el rival más difícil para Uruguay.
Ahora todo ha cambiado. Ya casi no les ganamos,  ni en casa. Ahora caemos por goleadas. Para la cita de Sudáfrica, nos vapulearon por 5 a 0 y a la vuelta,  en La Paz se dio un triste empate,  y recordemos que la selección charrúa fue la última en clasificar de las selecciones sudamericanas, aunque posteriormente tuvo un notable desempeño en el Mundial.
Ayer no fue la excepción: una escuadra celeste desconocida, física y tosca, lejos de aquel juego controlado y fluido de la reciente Copa América- donde se coronaron campeones-, se bastó con el juego aéreo de sus defensas para llevarse la victoria con toda facilidad. Luis Suárez y Cavani, hicieron sus goles cada uno y poco más. Forlán desaparecido, se limitó a dar los centros al área boliviana donde Godín y Lugano hicieron de las suyas, sobre todo este último que fue figura del encuentro por convertirse en toda una autoridad del área y por sus dos goles. Marcador final, 4 a 2, resultado mentiroso porque Uruguay se perdió al menos dos claras opciones de gol y el árbitro nos concedió al final un penal más que dudoso. Y no creo que esta selección uruguaya sea muy superior a aquella de Francescoli, Sosa, Fonseca y compañía, pues ellos también ganaron el certamen continental de 1995 frente a Brasil. El problema es la falta de jerarquía de nuestra selección.
Entre un mar de dudas la selección verde nunca hizo pie sobre el gramado, ciertamente el suelo resbaladizo no contribuyó a que se pueda desplegar un juego fluido a ras de piso, que siempre nos ha caracterizado, dadas nuestras limitaciones físicas, impropias para el juego aéreo.  Daba pena ver a nuestros jugadores menudos siendo constantemente superados en todas las acciones. A pesar del esfuerzo y actitud valiente, sus condiciones técnicas no son suficientes para contrarrestar el futbol práctico de los equipos físicos. Falta talento, no alcanza la garra. Entonces, ¿de dónde sacar jugadores? Esfuerzo inútil, si no se trabaja desde las divisiones inferiores. ¿Cómo podemos exigir buenos futbolistas, si apenas los exportamos a ligas menores como la ucraniana, la turca o la china?  Y en varios casos esos jugadores ni siquiera son titulares en sus equipos, como el caso de nuestro centrodelantero Martins que sólo es un portento físico y nada más. O el arquero-que es de lo mejor de nuestro elemento-juegue en un equipo de segunda como el Córdoba de España.  El resto pasea las tardes de domingo en el balompié doméstico.
Para más inri, resulta incomprensible que el profesor Gustavo Quinteros insista en convocar a jugadores cuestionados por toda la afición, sobre todo por su pobre desempeño en el reciente torneo de Argentina. Parece que su guerra personal con Julio Baldivieso (entrenador de Aurora y compañero de selección en 1994), le impide reconocer los logros de este último al frente del equipo cochabambino y considerando que Quinteros desde que se hizo cargo de la selección, no ha ganado ni un sólo partido, ni siquiera amistoso. Lo dicen los periodistas deportivos, es injusto que apenas convoque a un jugador de Aurora cuando este equipo viene obteniendo buenos resultados en la Copa Sudamericana y en la Liga esté encabezando su grupo.
Como siempre, luego del resultado contra Uruguay, las opiniones de la afición fueron bastante divididas: por una parte aumenta el pesimismo o la indiferencia general, sin embargo no faltan algunos optimistas seguidores de esa cultura de “lo importante es participar”. Entre muchas declaraciones curiosas, alcancé a escuchar una por lo menos antológica: “La selección jugó bien, el score de sólo dos goles de diferencia fue un triunfo para nosotros”.Imagínense, así estamos, hoy por hoy. Aunque El Chasqui se empeñe en apoyar incondicionalmente allí donde vaya la selección, no llegaremos lejos. Pero esa es otra historia porque él es un hincha profesional.
El martes recibiremos en La Paz a la selección colombiana. Con sólo oír los nombres de Falcao, Guarín o James Rodríguez, ya tiemblo.

04 octubre, 2011

8 ¿Es la provocación una manifestación artística?


Esa escultura es más conocida como “la peineta” o “el dedo de Dios” por los italianos, fue colocada inicialmente frente a la Bolsa de Milán, obra del artista Maurizio Cattelan. Más allá de su intención,  más propia de un gamberro de escuela, cabe preguntarse si la vulgaridad puede tener sitio en el imaginario artístico de la gente.
Tengo la impresión o es que acaso me equivoco, a cualquier muestra provocativa, rompedora u original se le llama también “arte”, porque dicen sus defensores que hay que ponerse en la situación del artista para comprender su obra. ¿Y si,  a ese artista se le ocurrió parir a su “criatura” en pleno estado de delirio por haberse esnifado una raya o fumarse varios porros, estoy obligado a drogarme para entenderlo?
¿Cualquier individuo que tiene unas ideas extrañas en la cabeza, puede ser llamado artista, por el mero hecho de que se le ocurren a él, y que se oculta bajo la  tramposa etiqueta de “arte conceptual”?
"Fuente" (Marcel Duchamp)
¿Realmente es artístico, agarrar  un urinario, invertirle los valores y decir que es una fuente? ¿Acaso hace falta una profunda meditación para llegar a esa conclusión o significado?
¿No será que por esa moda tan actual de “ampliar la mente”, de vivir en una sociedad muy tolerante, donde a todo le decimos que sí para no pecar de antipáticos,  hemos traspuesto los límites del sentido común y estamos perdiendo el ojo crítico, aceptando cualquier cosa como buena?
Hace unos años, aprovechando que estaba por unos días en Madrid, me di un atracón de arte,  visitando los museos del Prado y el Reina Sofía. La experiencia fue extenuante y dolorosa para mis ojos y a la vez agridulce para el espíritu. No obstante haber podido admirar en directo las obras de Velázquez, Goya,  Murillo o El Greco entre otros, sin embargo en la salas de arte moderno del Reina Sofía, me quedé poco menos que defraudado. Sí, me quedé mudo como muchos visitantes,  al ver la exclusiva sala para el Guernica de Picasso  y no por sus implicancias históricas, sino por su expresividad, su horror apabullante que intimida a cualquier extraño. Vamos,  que el cuadro da esa sensación de oler a muerte, obligándonos a guardar un silencioso respeto.
Así,  entre tantos ejemplares de artistas modernos que desconozco, concentré mi atención en Joan Miró: ciertamente reconocí ese estilo tan peculiar de sus cuadros de colores vivos plagados de simbolismo, aunque mayormente no entendí qué significado tenían, sin embargo me evocaban algo difícil de explicar. Pero, también había algunos ejemplares suyos que más parecían obra de un niño de jardín de infantes, sólo faltaba que el trapo donde se limpiaba las manos de pintura estuviera también expuesto. Y del arte del collage de otros artistas conceptuales ni les cuento.

 Obras de Joan Miró

Con esa sensación de haber “perdido el tiempo” tratando de descifrar ese modernismo, me preguntaba si no hubiera sido más gratificante ir a visitar el museo del Madrid, a pesar de ser culé.
Si no ha quedado claro, no sólo me conmueven el clasicismo, la escuela renacentista, los maestros flamencos,  el expresionismo, el naturalismo de Millet y otras corrientes más o menos tradicionales, sino también el onirismo de  Henri Rousseau, el cubismo, el surrealismo de Dalí o los “gritos” desesperados de Munch. Pero me resisto a caer en la trampa de esa fácil denominación del arte por el arte.

 Muestras de ¿arte? conceptual

Llámenme conservador, retrógrado o corto de miras,  pero en materia artística, especialmente pictórica y escultórica,  prefiero ese arte de toda la vida, a la vieja usanza,  que admirar unos trazos y brochazos sin sentido de un artista de renombre o conmoverme ante una muestra de mierda enlatada al estilo de una conserva. Y alucino cuando me entero de que hay gente capaz de pagar miles de dólares por una de ellas. No sé ustedes.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
 

El Perro Rojo Copyright © 2011 - |- Template created by O Pregador - |- Powered by Blogger Templates