Infografía: www.eju.tv |
Se ha vuelto sintomático que cada vez
que ocurren hechos delicados o se destapa un nuevo caso de corrupción, Evo, el
gran viajero celestial nunca está presente para decir esta boca es mía. O tiene
un radar exclusivo de rara tecnología o un sexto sentido que le permiten hurtar
el cuerpo cada vez que se asoma la tormenta. Como si oliera el peligro (será esa
su faceta de animal político que tanto remarcan analistas afines), siempre
permanece a buen recaudo mientras estallan los problemas en casa como huevos
podridos. Haciendo una analogía familiar, ocurre que mientras el padre está
ausente, los hijos arman una bacanal o se meten en problemas serios. La diferencia
es que los padres siempre pagan los platos rotos. Cuando llega Evo, se echa
tierra al asunto o se despliegan cortinas de humo, en los que sus funcionarios
de Comunicación son muy duchos.
La cosa hierve, mientras sus brujos de
cabecera todavía se preguntan-hojas de coca mediante- por qué Su Majestad se ha
ido hasta Roma para agarrarse de las sotanas del Papa. A pesar de los
sahumerios que debieron actuar como escudos, extraña sobremanera que el sumo
sacerdote de la nueva religión plurinacional se haya declarado un papista más
y, además, haya llevado a su canciller “papalisa” a presentar sus respetos como
buenos cristianos. Se dice que el pontífice solo le concedió treinta minutos de
audiencia cuando normalmente reserva cuarenta y cinco para jefes de estado.
Tiene algo de sintomático, como los escasos veinte minutos que aguantó al
payaso de Maduro. Es que tanta payasada no pasa desapercibida, ni para los
augustos oídos del jefe de la cristiandad. Intercambio de libros y fin de la
entrevista. Reza por mí, hijo mío.
¿En qué íbamos?...entretanto el gran viajero
desplegaba su diplomacia de la coca en tierras europeas y concretaba acuerdos
de cooperación con la insólita república de Bielorrusia (ponchos por know how para amañar elecciones, otra
cosa no se me ocurre), sucedía que el pérfido imperio norteamericano tomaba
venganza atrapando a uno de sus agentes policiales de alto rango con las manos
en la masa. Es que es tanta la codicia de los funcionarios del Cambio que, a
menudo, olvidan que actuar en otros países les puede costar muy caro.
Todos recordamos
el caso del general Sanabria, en su momento zar antidrogas y asesor del
ministerio de Gobierno que fue detenido en Panamá por tráfico de cocaína. Ahora
nuevamente otro oficial se ve envuelto en otro escándalo: hace una semana fue
apresado en Miami por el FBI, el mayor Fabricio Ormachea cuando extorsionaba a
un empresario refugiado en EEUU. El policía le exigía el pago de treinta mil dólares
a cambio de detener las investigaciones y procesos judiciales contra aquel. El
empresario, ante la situación preguntó: ¿qué garantía tengo si te
pago este dinero los cargos van a ser retirados? a lo que Ormachea le respondió
que venía a nombre de Evo Morales y el vicepresidente García Linera (publicado
en varios medios). No es la primera vez que diversos operadores de alto vuelo
hayan presionado invocando los nombres de los dos mandatarios o de algunos
ministros.
Apenas se conoció la noticia en Bolivia,
surgieron otras denuncias, como la del general Escóbar quien ante un medio
televisivo acusó con nombres y apellidos a varios policías y fiscales, sindicándolos
de haber conformado una red de extorsión, la cual actuaba selectivamente en
casos “fuertes” o de mucha importancia. El Gral. Escóbar que además fue máximo
comandante policial, reveló que había denunciado con anterioridad a instancias
internas a Ormachea, quien lo había presionado por un anterior caso de corrupción
vinculado a la construcción de un edificio de viviendas para policías. Suena inverosímil
que un subalterno acose a un superior sin contar con el beneplácito o
protección de la alta cúpula. Cuestión de padrinazgos.
Infografia: La Razón |
Curiosamente, este mismo acusado fungía como
jefe nacional anticorrupción institucional mientras hacía de las suyas,
viajando incluso fuera del país en misiones oficiales. Ahora que fue puesto al
descubierto, suena infantil que los jefes salgan con la excusa de que actuaba
por cuenta propia en Miami porque supuestamente había “desertado hace un mes”
de la institución. ¿Qué clase de hampón abandonaría la seguridad de un uniforme
para actuar con toda normalidad en un país extraño, como Pedro por su casa,
vamos? asimismo, ¿quién pagó los pasajes y viáticos para ir tan lejos y cometer
sus tropelías? ¿¡Libre iniciativa!?, ¡vaya empresario del chantaje, qué
cojones!
Entretanto la policía cierra filas
castigando con la baja definitiva al susodicho, quien ya empieza a sentir el
rigor de la justicia estadunidense con uniforme de preso y grilletes, a no
extrañarnos que se quiera minimizar el asunto con la promesa de “exhaustivas investigaciones”
que hasta ahora no han hecho rodar ninguna cabeza. El vicepresidente sugirió
que la misma institución deberá escoger
mejor sus efectivos, falta saber si queda algún policía sin cola de paja. Lo de
siempre, que un gusano no estropea toda la manzana. Por cierto, de la ministra
de Transparencia y Lucha contra la Corrupción no se tienen noticias, preocupada
como está de transparentar hasta los calzones de los opositores para defenestrarlos
y perseguirlos hasta el fin del mundo si hace falta.
Apreciado José: recuerdo una película de los años setentas , protagonizada por ese genial actor que es Al Pacino. Su título es : Serpico, un policía honrado. Siempre me llamó la atención el énfasis en en el carácter honrado de ese oficial; quiero decir: como si se tratara de una rareza. El caso del policía boliviano se parece tanto a otros similares protagonizados por colombianos, peruanos, argentinos, mexicanos , brasileños o de cualquiera otra nacionalidad, que no puedo menos que admirar la certera intuición del director de esa vieja película.
ResponderEliminarSerpico, gran película que vi no hace mucho, con esa mística especial de policía honrado que se estrella contra todo el sistema, casi suicida, diría. Ya ve, eso de rareza es una realidad patente. Hay pocos polis sospechosos de integridad y honestidad. Ayer mismo vi en la tele cómo dos jefes policiales se acusaban ferozmente como dos gallitos. De hecho, según periódicas encuestas sobre la confianza de la gente en las instituciones públicas, la policía siempre sale en el último lugar.
EliminarEl tema de la corrupción es crucial para tener una idea de la situación social y política de cualquier país. Normalmente se habla en términos de “en tal y tal país hay corrupción”, dando a entender que en el país de al lado, o de otro continente, no hay corrupción. Lo que ocurre en realidad es que la corrupción es amiga y compañera de todos, lo que cambia es la respuesta social a ella. En muchos países reina la omertà, un silencio cómplice que en la práctica es una aprobación tácita de la corrupción y los corruptos. En otros, donde también hay corrupción, la respuesta social es más enérgica, el repudio encuentra más canales de expresión y por consiguiente la policía y la justicia proceden con más limpieza y celeridad. No tienen otro remedio que hacerlo, aunque sea a medias. El problema mayor, a mi juicio, no es la existencia de corruptos, sino el silencio, la falta de condena social que les permite obrar a su antojo.
ResponderEliminarGran verdad, la clave está en la respuesta social y en los mecanismos de sanción a los corruptos. Como acá estamos tan acostumbrados al flagelo este, entonces la ciudadanía ya solo encoge los hombros con resignación porque se sabe que no se hará nada ejemplarizador mucho menos con los cabecillas importantes. Esto de las redes de extorsión últimamente cobra fuerza en Bolivia porque los implicados se sienten protegidos o avalados por el mismo gobierno. El “negocio” se ha extendido al poder judicial, policial o cualquier otro organismo donde se puede recaudar dinero. El clima de impunidad es tal que solo caen en desgracia los que se hacen pillar en otro país.
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