Ceremonia de inauguración (Los Tiempos) |
Hace unos días, el gobernante más futbolero de la historia
universal (se cree que sus jugadas maravillosas como la “rodilla de Dios” o la “barriguinha”
ya encontrarían hueco en la versión actualizada de Fútbol a sol y sombra, de su amigo Galeano, pero este estiró la
pata antes de tiempo, lamentablemente), fue corriendo de prisa hasta el corazón de la
jungla chapareña para inaugurar a toda pompa, como es de rigor en la etiqueta
plurinacional, una nueva cancha con sus respectivas tribunas para que sus
fervientes cocaleros puedan practicar actividades sanas, jugando a la pelota
quemada o, en su defecto, efectuar carreritas en su moderna pista atlética de
ladrillo.
Recordemos que años atrás, el Messi de Orinoca inauguró un
estadio para treinta mil aficionados en el pueblo de Ivirgarzama, de solo diez
mil habitantes. Apenas hay noticia de que se haya llenado alguna vez, una en el
momento que S. E. daba el puntapié inicial y otra cuando su colega Rafael
Correa visitaba el trópico cochabambino donde ambos fueron paseados en
camioneta como dos emperadores dando vueltas al coliseo, mientras la multitud
reunida de todas las comarcas vecinas les brindaba una más que calurosa ovación
en tierra caliente. Desde entonces ese monumental molde pastelero de cemento es
pasto de la humedad y del olvido. Una auténtica ruina en marcha ya que no hay
señales de cuándo se inicien los trabajos complementarios.
Esta vez fue el turno de Chimoré para contar con su magnífico
campo deportivo, con las dimensiones reglamentarias, camerinos y otras comodidades
a futuro, según los estándares de la FIFA, remarcaron sus felices constructores.
El aforo para quince mil almas no preocupa a los dirigentes locales, ya que
ellos aseguran que convocando a los veinte mil paisanos del municipio les basta
y sobra. Si es preciso van a llevar hasta las mascotas del pueblo o finalmente irán
al cementerio en busca de hinchas futboleros para llenar el vacío. Como es sabido,
en anteriores elecciones hasta los muertos sufragaron, con mayor gusto acudirán
a presenciar un partido de fútbol.
Gracias a sus increíbles dotes de estadista, S. E. convenció
a los dos equipos más populares de La Paz, Bolívar y The Strongest, cuyas
escuadras algo disminuidas por la ausencia de jugadores destinados a la Copa América,
se cuentan entre los primeros en estrenar el Aeropuerto Internacional de
Chimoré, al tiempo que no pudieron besar el pavimento porque este todavía olía
a asfalto. La mencionada terminal aérea, para el olfato común de la gente sabe
a obra innecesaria teniendo el cercano y ocioso aeropuerto de Cochabamba; de
hecho, su costosa pero estratégica ubicación ha movido a diversos sabuesos de
la información a sostener que es una vía expedita para la exportación de fino
talco para narices, tan apreciado en la vieja Europa y Norteamérica. Por otro
lado, el sigilo y opacidad con que se maneja el presupuesto añaden más misterio
al asunto. Quizá el Curaca Blanco u otro adivino puedan darnos más luces,
mirando en coca, por supuesto.
Recordemos que por todo el imperio plurinacional, gigantografías,
carteles, plaquetas metálicas y murales
nos hacen evocar el glorioso nombre de S. E., como también calles, mercados, sindicatos, barrios, un puerto en la amazonia, promociones de colegio, y seguramente hasta niños bautizados. Competencias automovilísticas, ferias, juegos científicos, juegos plurinacionales y otros certámenes florales se disputan
en su honor. En Oruro, por poco se declara la guerra civil entre partidarios de
estampar su nombre al aeropuerto y los cívicos malagradecidos que quisieron
hacer respetar una memoria histórica, cuánta ingratitud con un soberano que siempre
remarca “estar al servicio del pueblo”.
Por una vez, casi causa sorpresa generalizada que S. E. no
haya sido inmortalizado a golpes de cincel en el frontis del estadio, y con
mayor razón en su feudo político donde le prodigan obediencia y respeto hasta
la adoración. Extraña que los amanuenses del régimen no hayan señalado el acontecimiento
como histórico, ya que cualquier pequeño paso que da el hombre se canta como
otro gran salto para beneficio de la humanidad. Parecía loable el desprendimiento
de S.E., dándose un aparente baño de humildad. Pero el amado líder se
homenajeaba a sí mismo, nombrando a su alter
Evo: bienvenidos al Estadio Hugo Chávez Frías.