Esta imagen inicial, no es un montaje ni un invento mío, se puede ver en el encabezado de la página web de la embajada boliviana en Colombia. Quizás no aparezca a la primera vez, prueben a actualizar la página hasta que den con la indicada. La figura representada es la de Wiracocha, el dios supremo de la cosmogonía andina y que ha sido esculpida en la Puerta del Sol (imagen derecha) emplazada en el sitio arqueológico de Tiahuanaco (La Paz). Comparando ambas imágenes, cualquiera podría llegar a la conclusión más simple: ¿el presidente Evo Morales es acaso la encarnación de Wiracocha?, de no ser así, ¿por qué el afán de mostrar la figura del gobernante junto a la deidad?
Para su segundo mandato, Morales fue entronado siguiendo el rito andino, a semejanza de los monarcas incaicos, con todo el simbolismo que implican las ruinas prehispánicas de Tiahuanaco. Cuentan los cronistas, que en tiempos del incario, el soberano viajaba en una litera adornada de oro y nadie podía acercársele. Un cronista de hoy, diría que la litera imperial ha sido reemplazada por un avión ejecutivo que costó algo más de 38 millones de dólares, y que ahora rivaliza con los “juguetitos” de otros gobernantes antiimperialistas, y cuyo costo de operación vale como el oro, 100 dólares el minuto de vuelo, nada menos. Haciendo un cálculo a grosso modo de un viaje a Europa, que dura alrededor de 10 horas, llega a costar por lo menos 50.000 dólares y sólo de ida. Y considerando que nuestro presidente es un consumado viajero, lo mismo se atraviesa el país varias veces en el mismo día para inaugurar una cancha o apoyar a algún candidato de un municipio. Claro, como a los bolivianos nos sobra la plata.
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Recordarán que, cuando Morales en el primer viaje que hizo como flamante presidente a tierras españolas, se presentó ante los reyes de España ataviado con extrema sencillez y portando un vistoso jersey, objeto de polémica y que fue interpretado como un gesto de desafío por muchos cortesanos españoles disfrazados de periodistas, que hasta el mismísimo José Saramago salió en defensa de Morales, afirmando que la polémica por la vestimenta se debía “a la soberbia estúpida de los pueblos civilizados”. ¿Se habrá enterado el escritor luso, que la moda del económico jersey duró lo que un sahumerio a la Pachamama? Ahora el mandatario viste trajes de diseño exclusivo que llegan a costar hasta 800 $us por conjunto, igual o más caros que los trajes occidentales. Esa vestimenta no la hace cualquier artesano mestizo de La Paz, que los hay muy buenos, sino una diseñadora muy chic y reconocida en mercados internacionales. La alta investidura lo vale, dirán algunos, pero resulta que el presidente y sus cortesanos viajan por el mundo soltando su discurso de la sencillez, el ahorro público y otras perogrulladas. En el ínterin, un boliviano de a pie tiene que trabajar cuatro meses para ganar lo que cuesta un sólo traje del presidente.
Ni cortos ni perezosos, todos los cortesanos del nuevo imperio plurinacional que rige los destinos de Bolivia, pugnan por ensalzar la figura de Evo, el líder indiscutible, el supremo caudillo del cambio. Hace algún tiempo el vicepresidente García Linera declaró con la elocuencia que lo caracteriza que: “donde nació Evo Morales es pueblo especial y sagrado. Ha sido ese cerro, esa agua, ese viento, esa lluvia, ese sol que ha formado a un líder de América, a un líder del mundo, a un líder de los pobres” y que “sin Evo Morales, el pueblo indígena tendrá que esperar otros 100 años”. Por ahí dicen, que ya le salió competencia al santuario de la Virgen de Copacabana y hay quien alista su bolsa de coca para las duras jornadas de peregrinación al pueblo de Orinoca, la nueva Meca andina.
Para remarcar ese culto a la personalidad, hace poco se compraron miles de computadoras portátiles para dotar a los maestros, y en un arranque de genialidad, a los responsables del ministerio de Educación se les ocurrió estampar la efigie del presidente, con el argumento de que se quería evitar que los aparatos sean comercializados en el mercado negro. Las respuestas no se hicieron esperar, un dirigente del magisterio declaró: “Poner como sello o marca de fábrica la imagen del presidente Morales en las computadoras, como si fuese plata del señor Evo Morales, (como si él) nos estuviera otorgando esas computadoras; esas computadoras son dinero del pueblo boliviano, son parte de lo que se llama presupuesto para la educación. Aprovechando nuestra necesidad, el Presidente está poniendo su cara en las laptops, esto es una egolatría o mejor diríamos Evolatría total”.
Cuando el presidente paseaba su jersey sencillo, la gente lo sentía tan próximo, tan terrenal, tan involucrado con su causa. Pero al poco tiempo, rodeado de eunucos palaciegos, ya nadie podía acercársele, ni un infeliz que tuvo la osadía de protestar golpeando con la mano el vehículo donde Morales se trasladaba por las calles de una población, siendo detenido por “atentar contra la seguridad” del mandatario y pese a que el individuo pidió perdón de forma pública, fue llevado a juicio para sentar precedente. O de otra manera, ¿cómo se podría interpretar la frase; “habrá carretera quieran o no”?, pronunciada en ocasión del conflicto por la marcha de los indígenas en defensa del TIPNIS y que posteriormente alcanzó repercusión internacional por la brutalidad con que fue intervenida.
Estimado José. Nada como la buena ficción para mostrarnos los pliegues más sórdidos y demenciales de la realidad. Una relectura de Yo el supremo, de Roa Bastos; La Fiesta del Chivo, de Mario Vargas Llosa o El otoño del patriarca, de Gabriel García Márquez nos ayuda a entender, quizás mejor que un tratado de historia, la desmesura y la demencia implícitas en el ejercicio del poder. En ese pandemoniun su presidente Evo Morales es solo una pieza más de ese absurdo y letal rompecabezas ( puzzle,dicen en inglés) que es el mundo de la política.
ResponderEliminarPor lo que usted me ilustra, amigo Gustavo, una vez mas caemos en la cuenta de que los literatos no tienen que romperse el coco en demasia para construir sus ficciones, si ya tenemos la elocuente realidad como guia maestra. Ingenuo como soy, jeje, ahora caigo en esa maxima de "cualquier parecido con la vida real es pura coincidencia". A su lista quiza podriamos añadir "el señor presidente" de Miguel Asturias.
ResponderEliminarEl maestro al que se le ocurrió la palabrita “Evolotría”, para denunciar el culto a la personalidad del presidente, se merece un premio. Es realmente un dardo de esos que duelen… En cuanto a su vestimenta, todavía recuerdo los comentarios de su primer viaje, con el vistoso sweater. Pero lo que yo recuerdo es que muchos comentaristas lo trataban con respeto, acaso teñido de ironía, sí, pero respeto al fin. Después, su transformación y su gusto por los ropajes más caros es algo que también hemos visto muchas veces. Representa, en cierto modo, la transformación política del personaje…
ResponderEliminarComo bien dices amigo Lalo, Evo cuando vestia su sueter de alpaca, generaba mas simpatias que críticas alrededor del mundo y cuando radicaba en España alcancé a escuchar en algunos medios, opiniones plagadas de ignorancia e intolerancia y de gente que se dice periodista. Al contrario, a raiz del cambio radical de su vestimenta, las opiniones se han tornado desfavorables no tanto por el diseño sino por los costos excesivos. No se sabe con certeza quién inventó la palabra "evolatría", seguramente se le ocurrió a algun dirigente o aliado descontento con el Gobierno. De hecho, ya es una palabra corriente en el quehacer nacional.
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