Este increíble país no solo había sido modelo
de referencia en lo que a grandes cambios sociales, económicos y políticos se
vienen efectuando en el continente, cuyos ecos, se dice, que están llegando
hasta los confines más recónditos del planeta. De todas partes llegan los
especialistas y otros estudiosos internacionales para desentrañar los secretos
de nuestro éxito. Importantes diarios mandan a sus corresponsales para
investigar a fondo el milagro boliviano. Y lo que es más fenomenal aún es el
maravilloso salto tecnológico que en menos de una década ha experimentado este
espacio geográfico antaño calificado como uno de los más atrasados: hoy por hoy
ya podemos codearnos con las potencias espaciales y poderosos planes nucleares
asoman por el horizonte. Vamos a exportar energía, si es posible hasta la que
se genera con los aplausos interminables. Tanta prosperidad y optimismo
desbordante en los rostros bolivianos se deben al inconfundible liderazgo de
Evo Morales, remarcan a modo de
conclusión.
La bonanza capitaneada por Su Excelencia no sólo
ha permitido a todos los bolivianos amar
a su patria como nunca, sino palpar por primera vez los beneficios y
comodidades de los países desarrollados: Titilantes satélites velando nuestros
sueños; teleféricos que nos transportan al cielo; Dakares que bendicen nuestra
tierra; flamantes aviones, helicópteros y coches blindados que hacen que ya no
sintamos más vergüenza; y quizá muy pronto trenes bala surcando entre las
nubes, por el techo de la selva. De la autopista desarrollista no nos baja
nadie.
Pero el impresionante boom económico y social
de nuestros bienaventurados tiempos no quedaría completo sin el concurso de la
arquitectura. En los proyectos urbanos descansan nuestros afanes
civilizatorios. Magistralmente convertidos en urbanitas de última hora hemos
empezado a adornar las principales urbes con lo más ambicioso y selecto de
nuestra florida idiosincrasia. En nuestra Cochabamba, por ejemplo, derribamos
sin mayor pena las viejas casonas, por feas, estorbantes y coloniales. La
modernidad se ha devorado en poco tiempo la identidad de toda la ciudad. La
verticalización se impone como moda y como salida a los precios exorbitantes de
los terrenos, por otro lado. Es ahí donde los paisanos de la nueva prosperidad
ponen en marcha sus grandes sueños de rascar el cielo.
La bucólica ciudad de sauces y molles está desapareciendo.
Brotan como hongos los chalets de los nuevos burgueses sobre los tocones y
colinas. De colores más vertiginosos que la paleta del arcoíris. Los antiguos
eucaliptos son reemplazados por bloques de aluminio y cristal. Galerías y malls son los nuevos encargos a los
arquitectos paisajistas. Por todos lados aparecen nuevas estructuras, cada vez
más ambiciosas y rompedoras. Los jeques y magnates del Golfo Pérsico se han
quedado cortos en cuanto a imaginación, a pesar de todos los inagotables
petrodólares para financiar sus ciudades futuristas. De una vez, podrían darse
una vuelta por estos valles y tomar nota de cómo la estética ha cobrado nuevas
dimensiones. Pasen la voz, no vaya a ser que estemos asistiendo al nacimiento
de una nueva escuela arquitectónica, alguien deslizó por ahí el nombre de arquitectura chicha. Puede que el Renacimiento
se haya quedado chico.
He aquí una pequeña muestra de esta edificante
revolución urbanística:
Está usted a punto de resolver todos los problemas energéticos del planeta , apreciado José. Corra ya a patentar esa idea de convertir los aplausos en energía. Bastaría con instalar el aparato en cuanto auditorio, salón de conferencias, estadio, teatro o plaza pública se congrega un gurú o un demagogo con su legíón de aduladores para tener un suministro ilimitado de recursos.
ResponderEliminarAh, y anda bastante fino usted hoy. Digo, por eso de " edificante" revolución urbanística.
Ay, en este país estamos tan energizados que no quedamos satisfechos con la energía clásica que producimos en los embalses, ahora mismo se esta instalando una planta termoeléctrica de gran capacidad. El caudillo sigue soñando con su central nuclear como si estuviera en la Springfield simpsoniana, y por si fuera poco se están instalando generadores eólicos en algún sitio de Cochabamba. A plan de megavatios seguramente vamos a hacer desaparecer las noches y sus penumbras, todo sea por hacernos creer que seremos el “centro energético del continente”. Y como aquí llueven los aplausos por los milagros que viene efectuando Su Excelencia, nomas quería aportar un grano de arena a tan visionarios planes.
EliminarBueno, confieso que recorriendo las fotos de edificios que ilustran el post esperaba encontrar algo más representativo de la ideología oficial, pero al parecer los arquitectos bolivianos todavía no han sido seducidos por su excelencia hasta el punto de abandonar sus lugares comunes, inspirados en edificios de Shanghai o vaya uno a saber dónde, y adoptar temas y planteos políticamente correctos. Pero sospecho que es algo que nunca llegaremos a ver.
ResponderEliminarComo habrás podido ver, aquí en el valle -arquitectónicamente hablando- somos bastante floridos y no nos guiamos por ninguna corriente, ni siquiera algo que se parezca a la ideología oficial. Cada nuevo rico impone sus caprichos esteticistas en los edificios recientes y como desafortunadamente la alcaldía está llena de folclóricos no hay políticas uniformadoras en lo que a urbanismo se refiere. Se aprueba los planos sin mayores exigencias. En la ciudad de El Alto, tal como mostro la BBC, hay algunos intentos por darle cierta estética indigenista a tono con la reivindicación del gobierno, pero no deja de ser una imitación grotesca y colorinche.
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