Afiche oficial de un evento sin parangones |
Arranco con una noticia fresca: una periodista
mañanera me alegró la mañana, de entrada; luego de haber tenido un sueño ligero,
malogrado a medio dormir por algún ruido en la vecindad, creo que gatos se hacían
la guerra sobre el tejado disputándose una hembra en celo. A esperar que llegue
el alba me resigné, imposible que vuelva a pegar el ojo según mis relojes
internos. Encendí el televisor cuando ya clareaba para nutrirme un poco con los
guisados de noticias, marca registrada del valle cochabambino que, entre chicharrones,
pichones asados con pico y patas y otras cosas por el estilo, nos ofrecen cápsulas
informativas en ese formato de moda llamado “revista”. Fiel a mi estilo, pasé revista
a todos los canales para pillar alguna macanuda…noticia, digo. Y no me
defraudaron: abrí completamente los ojos con el bombazo de que Chile había
temblado de nuevo por otro terremoto y que “se pide que no haya más temblores”,
remató la presentadora sin que le temblara la lengua, con lo que este cariacontecido
televidente se quedó con la duda de que si se estaba refiriendo a dios o a la
madre naturaleza.
En el canal estatal, por su parte, seguían tejiendo la épica
del amado líder en sus correrías por el mundo rumbo a las estrellas. Esta vez había
acudido raudo a la Argentina para recoger nuevos certificados de lucha antiimperialista
–otra cosa no podemos imaginar- que dos “casas superiores de estudios” iban a
concederle en el país vecino. Anoticiadas de su aversión a la academia, no obstante,
las autoridades de la universidad de Quilmes y de otra cuyo nombre no me acuerdo, decidieron
de todas maneras colgarle la toga y el birrete para tomarse una selfie con el guerrero del arcoíris.
Imaginamos que el cacique habrá pedido cerveza- Quilmes, por supuesto- para ch’allar sus nuevos títulos dorados que
si no podría enojarse la Pachamama.
Ya me estaba dando empacho con tanta oferta culinaria que
nos siguen bombardeando en todos los medios audiovisuales estos días, a propósito
de la efeméride departamental. Sendos titulares de prensa digital de otras
ciudades destacaron a modo de homenaje, el 14 de septiembre, que “los
cochabambinos están muy orgullosos de su clima y gastronomía” o los “cinco platos
más representativos de Cochabamba” entre otros socorridos ingredientes para
caracterizar a los vallunos. Ni vislumbres de “la ciudad del conocimiento” ni
chimeneas del progreso que nos retraten. Ni granero de Bolivia ni semillero de
futbolistas últimamente. Y siempre queda espacio para el postre informativo: pocos
días atrás se montó en esta adormilada ciudad el primerísimo Encuentro Nacional
de Gastrónomas (sólo warmis, ojo),
sabe dios con qué empatantes propósitos, o para intercambiar chismes de cocina
acerca de los chefs masculinos. Encontrarme con una chefa en una chifa, sí que me
chiflaría.
Pero la onda ecuanimicista ya se ha encumbrado más allá de
la estratósfera y, desde luego, la televisión es el medio más histérico y
tecnicolor para torturar los ojos de cualquier respetuoso del lenguaje. Multitud
de aberraciones pueblan la pantalla cada día, para visibilizar las exigencias
de terroristas –y terroristos – del feminismo y ramas anexas. Sírvase por
ejemplo, que el otro día me desperté con el pintoresco “VI Encuentro de Sabias
y Sabios en Cochabamba” que hasta no escuchar a su promotor, aventuraba que se
trataba de un congreso de las mentes más brillantes del universo. Tratábase de
una minicumbre de curanderos herbolarios y adivinos del más allá, cobijados
bajo el rótulo de medicina alternativa y saberes ancestrales. A medida que iba oyendo
a su silvestre profeta, el rasgo redundante del titular pasaba a segundo plano.
Incrédulo, tuve que aguantarme la insufrible solemnidad del supuesto estudioso
que en todo momento equiparaba el curanderismo con la medicina convencional y que,
al parecer, era otro privilegiado que podía leer en las arrugas de los ancianos.
Ambas medicinas “tienen su ciencia, sus procedimientos, su magia”, remarcaba el
iluminado ante la pasiva admiración del entrevistador que no atinaba ni
siquiera a enmarcar la ceja. Un caso digno para el doctor Jekyll y su fino bisturí,
pensaba al tiro.
Eso me pasa por andar husmeando en televisión, cuando debería
estar enfrascado en útiles lecturas o fantaseando con fatales diosas del
celuloide, así sean del pasado. Por lo menos la lectura garantiza un par de
risas sin tener que ver a los payasos. Así pues, me acabo de enterar que en
nuestro país habíamos tenido una Red Nacional de Mujeres en Defensa de la Madre
Tierra (con patrocinio gubernamental, seguro, Segurola) que hace poquito se autoconvocó
a una cumbre en Oruro donde, entre otras cosas, se iba a tratar el paradigmático
asunto de la “violencia medioambiental contra las mujeres”. ¿Cómo la ven?
A juzgar por sus minuciosas descripciones, Bolivia hubiese sido una inagotable fuente de inspiración para espíritus como el de Jonathan Swift, apreciado José. La desmesura, lo hiperbólico de todos los actos, la glotonería sin límites, la demencia gravitando sobre todas las cosas, como una divinidad errática. Quén sabe: a lo mejor usted está a punto de convertirse en una suerte de Swift del altiplano.
ResponderEliminarEsta delirante tierra de absurdos y contrasentidos hubiera servido tambien de material inagotable para gentes como Guadalupe Posada, Goya, Ensor y otros retratistas de mundos grotescos. Es una pena que los pintores nacionales se dediquen al paisajismo costumbrista o en su defecto, al indigenismo de postal. Ja, lo segundo supongo que será una broma, muy en la linea de Swift, por cierto, jeje.
ResponderEliminarTu descripción me hace pensar en Dismaland, la burla del artista Banksy a Disneyland, que visité hace unos días. Es algo muy desigual, con una pieza central fantástica, la Cenicienta estrellada en su carroza de zapallo, su cuerpo colgando de una ventanilla, y todos los paparazzi cubriendo la noticia (obvia referencia al accidente en que murió Lady Di en París), pero mucha cháchara insustancial y barata de los amigotes del artista. La vida política en América Latina, al parecer, se está semejando mucho a una Dismaland criolla y cimarrona. Pero no parece divertido...
ResponderEliminarJa, a menos que hayas ido por razones de trabajo, habrá que sumarte al ejército de curiosos "desesperados por ver Dismaland" según reza la nota. Resulta curioso que con esas ironias a Disney y al consumismo, el resultado sea algo similar a lo que supuestamente critican: no se habrán llenado de dinero con las entradas pero igual han generado una respuesta masiva e contagiosa del público, diria hasta un tanto esnob. Lo de Latinoamerica, ciertamente no es para tomárselo a risa, porque las decisiones politicas tienen consecuencias funestas, que pagaremos mas adelante y con creces.
EliminarSegun veo, ya resucitó tu TV! juas! Bueno, q valga la pena pues, si en ella pillas motivos para desollar asnos.
ResponderEliminarMe perdi tanto estos dias, mi amigo. Leo tus textos y recuerdo haber leido en físico esas huevadas con dibujos para mongolitos q publicó los tiempos: diizque felices vivimos los cochalas con toda la mierda q hay en los cielos, en sus calles, en su comida y en su gente.. Puta q hasta en ese periodico ya se infiltraron las ratas y los muy opas periodistas. Yo no sé, José ya no hay a donde mirar. Todo y todos se han sometido a esta infamia gobernante d narcos y maricas; y vocean excitados aquello q se les paga por: q estamos más felices q nunca!
ps: ciertamente debiste d sufrir terribles nauseas viendo a ese crispín jampidor. Esos giles, legitimados hoy por la idiocia oficialista, maman tanto o más q el "arte" o las pinturas d ese imbécil d MamaniMamani.. Una estaca, le daria mucha sabiduria, dice Hyde.
Y lo d esas viejas defensoras, es cosa d ensueño! Estacas tb, para esas ociosas -por insatisfechas, viejas, opina Hyde.
Abrazos, mi amigo.
Hace aaaños que no compro periódicos, ni siquiera en domingo, porque todo son reportajes autocomplacientes que te pintan paisajes paradisiacos, comida populachera y frivolidades de high life, apenas una pizca de información relevante. El nivel periodístico está como el pais, en un agujero negro, el mercantilismo fácil, barato y jaranero es la norma. Para combatir jornadas perniciosas como el día del peatón, elecciones y feriados de todo tipo he tenido que mandar a reparar el televisor, uno de los pocos medios para evadirse de la asqueante realidad (hablo del cine, por supuesto) que nos azota todos los días en esta “ciudad de mágico encanto” con su gran cloaca al aire libre (el Rocha), que inspirados crispines pregonan desde la tele local. Solo por eso incurro en la tentación de encenderla alguna mañana: entre tanta peste costumbrista siempre sale alguna perlita surrealista. Qué bueno que haya reaparecido el zafio Hyde, se extrañaba el estacazo correspondiente. Un abrazo.
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