A pocas horas de haber terminado el partido inaugural entre Argentina y Bolivia, por la Copa América, en una entrevista a un canal de televisión boliviano, Fernando Niembro, uno de los comentaristas más prestigiosos de Fox Sports, haciéndose eco del ‘fabuloso’ desempeño del combinado boliviano, dijo “esta es la mejor selección boliviana que he visto” (sic).
Escuchando tal disparate no hice más que sonreír amargamente, ante semejante apreciación pueril e imperdonable para un periodista tan experimentado. Cualquier periodista deportivo sudamericano recién egresado, sabe que la mejor selección boliviana fue aquella que clasificó por primera y única vez al Mundial de USA 94 con una participación digna y que tuvo un merecido corolario como subcampeona en la Copa América de 1997 (torneo ganado por el Brasil de Ronaldo, Roberto Carlos, Rivaldo y Cafú, nada menos). En resumidas cuentas, un equipo de talla mundial que se equiparaba en nivel a la selección de México, Irlanda, Corea del Sur o Estados Unidos por ejemplo. Hoy, sólo podemos ganarle a Haití, que apenas fútbol tiene.
Escuchando tal disparate no hice más que sonreír amargamente, ante semejante apreciación pueril e imperdonable para un periodista tan experimentado. Cualquier periodista deportivo sudamericano recién egresado, sabe que la mejor selección boliviana fue aquella que clasificó por primera y única vez al Mundial de USA 94 con una participación digna y que tuvo un merecido corolario como subcampeona en la Copa América de 1997 (torneo ganado por el Brasil de Ronaldo, Roberto Carlos, Rivaldo y Cafú, nada menos). En resumidas cuentas, un equipo de talla mundial que se equiparaba en nivel a la selección de México, Irlanda, Corea del Sur o Estados Unidos por ejemplo. Hoy, sólo podemos ganarle a Haití, que apenas fútbol tiene.
Luego del afortunado empate ante la selección argentina, 10 millones de almas se sintieron flotar en la nubes, y ante la proximidad del siguiente partido con Costa Rica, nadie hablaba de una posible derrota, todos daban por descontada la victoria, más aún ante el hecho de que la selección centroamericana presentaba un combinado juvenil sub-22 y era considerado uno de los representativos más débiles del torneo. Hubieran visto amables lectores, toda la parafernalia mediática que se armó en el país, empezando desde el Presidente que se consideró como amuleto de buena suerte (por su presencia en el partido inaugural), los presentadores de noticias que portaban con orgullo la bandera tricolor o la escarapela en los trajes, los programas deportivos que repetían hasta el cansancio las imágenes del partido contra Argentina, y el resto de programas variados que para no caer de antipatriotas lanzaban concursos de pronósticos y a pocas horas del encuentro ante los Ticos, cientos de hinchas entrevistados manifestaban eufóricos, proclamas de aliento en la calle. Todo iba bien, pero olvidamos que:
- Luego de la exitosa clasificación al Mundial de Estados Unidos en 1994, los desempeños de la selección fueron de mal en peor, terminando casi siempre como penúltimos en la tabla de las eliminatorias.
- Desde la Copa América de 1997, -que por rotación le tocó organizar a Bolivia- ninguna Selección Verde ha pasado más allá de la fase de grupos o a segunda instancia. Resultados paupérrimos que hablan por sí solos.
- Desde hace más de 10 años, ningún equipo boliviano representante ante la Copa Libertadores -equivalente continental de la Champions League europea-ha logrado siquiera trasponer la fase de grupos, y los rendimientos son cada vez peores, con derrotas humillantes en casa incluidas.
- Ya ninguna selección de mediana talla en el ámbito internacional quiere perder el tiempo en jugar amistosos de preparación con la selección de Bolivia. Si tenemos suerte, nos medimos ante Estonia, Guatemala o Chipre, si acaso.
Después del partido nefasto de ayer, poco se puede decir sobre lo visto, salvo un hecho bastante llamativo: La selección juvenil parecía no la de Costa Rica, sino la boliviana, con jugadores faltos de resistencia física, débiles y diminutos, corriendo desorientados tras el balón, y perdiendo casi siempre en la disputa cuerpo a cuerpo. Véase que el jugador que hizo el segundo gol de los Ticos (Joel Campbell), tiene 19 años y se movía con el temple y seguridad de un experimentado de 30. La victoria fue tan clara e incuestionable por las mayores ocasiones de gol desperdiciadas del conjunto costarricense, que no me provoca otra cosa que sentir vergüenza. ¿La culpa de la derrota es de los jugadores?, quizá pero ni tanto.
Tanto se ha dicho que los responsables de una victoria o derrota en la cancha son los que juegan, pero después de observar el desempeño individual y colectivo de la selección nacional, los fallos estructurales saltaron a la vista. De todos los responsables de esta debacle en la Copa, los futbolistas son los que menos responsabilidad tienen, porque pusieron mucho empeño, seriedad, garra, pundonor y sacrificio, detalles ponderables pero insuficientes para suplir las deficiencias técnicas. Duele admitirlo, pero es todo lo que el fútbol boliviano HOY puede dar.
Lamentablemente los futbolistas nacionales se mueven en campeonatos donde imperan; la mediocridad, la falta de seriedad y profesionalidad (con detalles como el de olvidar llevar camisetas alternativas cuando se juega de visitante y coinciden los colores o el no observar los horarios de los partidos), la poca preparación física y mental de los futbolistas, la organización de campeonatos complicados semejantes al torneo argentino, que derivan en una saturación de partidos que paulatinamente alejan a los hinchas de los estadios (en un solo año se pueden dar 6 o más clásicos de una ciudad, con la merma que ello significa en la recaudación). A todo esto hay que sumarle que los equipos son gestionados a capricho personal de los dirigentes, sin proyectos sustentables a largo plazo (un DT, salvo excepciones, no dura más de un año al frente de un equipo). Pero la peor lacra para el fútbol doméstico, es la presencia dirigencial, que una y otra vez se aferra a los cargos de privilegio, empezando por la FBF, la Liga y la Asociación Nacional de Fútbol, un monstruo de tres cabezas que se debate en la infinita discusión de “cambiar” los destinos del balompié nacional, mientras tanto, ellos gozan de viajes con todo pagado y se alojan en hoteles de lujo entre Zurich y Asunción. Así nos va, es todo lo que hay.
En este torneo que es hasta el momento uno de los más mediocres de los últimos tiempos (partidos anodinos, juego de bajo nivel técnico, los ‘grandes’ que no dan la talla, demasiados empates sin goles, etc), como dijo Messi, “un gol raro, un gol de mierda”, nos puso en primera plana por un día en todos los noticieros, a nivel mundial.
Dos goles de una imberbe Costa Rica, nos devolvieron en otro día, a la realidad de mierda que es el fútbol nacional.
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