Afiche oficial para romper el record de charangos |
Hace tiempo atrás, Bolivia entró en el Guiness de los récords por reunir la mayor cantidad de zampoñistas o zampoñaris como suelen llamarse algunos, miles de ociosos de todas las edades que como no se cansan de “tocar la flauta”, recurrieron a su pariente andina (zampoña) para dar el soplo de reivindicación sobre su supuesto origen boliviano y de paso “tocar las narices” de los ciudadanos paceños con su ruidosa cacofonía.
El año pasado, otro comité ilustre pro-folclore, pobló un estadio para batir otra marca, el mayor número de ejecutantes del bullado charango, ese dicharachero hijuelo andino de la guitarra española. Esfuerzo inútil porque –lógico- no hay otro país que tenga mayor cantidad de ejecutantes del citado cordófono. En otros sitios del mundo los estadios se usan para el deporte.
Sonrío pacientemente cuando algún amigo extranjero y me horrorizo cuando algún compatriota, afirmen que Los Kjarkas es el mejor grupo boliviano de música folclórica. Por cierto, los Kjarkas son muy queridos y admirados en Japón, los japoneses son también muy queridos y admirados por sus aficiones al fugu, las aletas de tiburón, la sopa de nido-letrina de golondrina y otras perlas culinarias.
Respecto a los Kjarkas, mantenerse tantos años sobre los escenarios es una forma honrada de ganarse la vida, pero me aburren sus eternas giras de aniversario con tintes de despedida y su tramposo modus operandi de cambiarle la letra a sus canciones y ritmos más populares. Otra cosa era cuando vivía Ulises Hermosa. Serán los más vistosos y conocidos, pero su estampa comercial opaca inmerecidamente a Savia Andina, Kalamarca, Altiplano, Wara, y otros grupos mucho más auténticos y musicalmente más virtuosos.
No contentos con ese espíritu de reivindicación, hace algunos días, se organizaron comités adhoc en distintas ciudades del país y del mundo para demostrar la bolivianidad de la danza del Tinku, que lógicamente lo hicieron bailando con mucha energía los residentes bolivianos en esos países, y uno se pregunta si pondrían esa misma obstinación para gestionar proyectos ante gobiernos extranjeros para causas más benéficas y de mayor calado social.
¿Qué sentido tiene publicitar nuestras danzas si no se obtiene ningún beneficio salvo exaltar el patriotismo? Nadie duda del origen mexicano de la música de mariachis, pero México no cobra regalías porque se represente su música en otros partes del mundo. No por mucho zapateo de nuestros bailarines generaremos más simpatía en el exterior, ni mayores recursos para el país. El folclorismo exaltado no produce desarrollo ni fuentes masivas de empleo, sólo provoca un efecto distraccionista y autocomplaciente en la sociedad.
Quizá Bolivia y Haití sean las naciones más ricas en folclorismo, supersticiones y ritos ancestrales del continente, y ¿casualidad? ¿determinismo?, son las más pobres también. Que alguien me explique, decía el cómico mexicano Eugenio Derbez.
“La fe mueve montañas” reza el viejo refranero español. “La fe bloquea calles y avenidas también” debería decir un dicho local. Aunque parezca contradictorio, cuando se aproxima una fiesta patronal religiosa, no hay escrúpulo ni racionalidad que valga para cerrar tramos de calles para el ensayo de los danzarines, y los automovilistas tienen que buscar rutas alternativas con el perjuicio que ello conlleva. En cierta ocasión fui a vivir a un apartamento que daba a una avenida de mucho tráfico y durante dos semanas tuve que aguantar el ruido molesto de los amplificadores por espacio de dos horas durante la noche, considerando que a unos 200 metros de distancia había un amplio parque que podía ser utilizado, pero la costumbre exige que los ensayos deben realizarse cerca del templo del santo patrón agasajado. Primero está la fe, luego el sentido común.
Convite o ensayo de una fraternidad (Foto; Los Tiempos) |
Hace algunos años un avispado sociólogo definió la Festividad de Urkupiña como “Urkutaquiña” por los ríos de cerveza que corren en nombre de la fe. Los hechos demuestran que, la mayoría de los bolivianos, no vence su espíritu retraído ni conoce la diversión sin el auxilio del alcohol.
Hace pocos días un antropólogo nacional dijo en la televisión que beber era un rito necesario y justificado porque era una forma de “impuesto o tributo espiritual” a la Madre Tierra o Pachamama.
Años atrás, un clarividente filósofo andino dijo también que las piedras tienen sexo, tienen edad y existen piedras abuelo y piedras niño.
Volviendo al tema de Urkupiña, hace una semana, la Asociación de Fraternidades y Conjuntos Folclóricos se negó a efectuar (bailando) el Segundo Convite o ensayo general de la entrada porque la Alcaldía de Quillacollo, con buen tino, promulgó una “Ley Seca” por la constante degeneración de la festividad en una borrachera generalizada. Esta medida afectó a los intereses de una cervecería, principal auspiciador de la citada asociación que se beneficiaba con el “obsequio” de miles de cajas de cerveza para uso propio y comercialización porque, aseguran ellos, que es una forma de costear los cuantiosos gastos de las fraternidades. ¿Quién los obliga a bailar?, ¿desde cuándo es una actividad cívica o de servicio público? “Al que quiere ser celeste, que le cueste” reza sensatamente el lema de un equipo de fútbol, y que podría ser extensible a cualquier actividad lúdica.
Romeria como protesta (Foto: Los Tiempos) |
La medida de protesta de las fraternidades, fue un esfuerzo digno de aplauso, un millar de bailarines recorrió en silencio el largo trayecto, y el ensayo se convirtió -como titularon algunos diarios- en una romería casi auténtica. ¡Vaya original forma de protesta!, ¿acaso en sus inicios, ésta festividad no era exactamente una romería a la Virgen María como ocurre en otras partes de América o España?
Si todo esto no es folclorismo, agarro una quena (flauta) y me pego en la cabeza.
Hace unos minutos, mi fuente de noticias surrealistas me pasó el dato de que otro comité ilustre se alista para romper otro récord (ya pulverizamos otras marcas como el mayor corazón formado por personas, el mayor número de bandas de música tocando al unísono, etc.), ¿qué será esta vez?
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