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En qué tiempos
viviremos, que llamar “mentiroso y desleal” al primer mandatario por “haber traicionado
a los indígenas del TIPNIS”, le ha significado constante acoso político a una
diputada de oposición. Todo el aparato oficialista buscando suspenderla de su
curul. Yo no tengo recuerdos de la última
dictadura militar, era apenas un crio. He crecido durante treinta años
ininterrumpidos de democracia. En ese lapso no recuerdo que alguien haya sido
perseguido o encarcelado por sus ideas, por disparatadas o irrespetuosas que
sean.
Ahora resulta que fiscalizar a las altas autoridades puede ser peligroso. Cualquier ciudadano que
se atreva a acusar a los poderosos de turno, puede ser enjuiciado por el delito
de desacato, curiosamente una figura legal aprobada durante las dictaduras y
que ahora cobra mayor vigencia en el gobierno de Evo Morales. Son innumerables
los casos de autoridades y políticos contrarios que han sufrido la acción de la
justicia, siempre ágil a requerimiento del gobierno. Y claro, luego nos hablan
de democracia, de derechos civiles y de igualdad de género.
El gobierno se ha
llenado de funcionarios acomplejados y resentidos que han tomado el papel de la
Inquisición a la inversa. Comenzando su labor purificadora por señalar a
ciertos libros de racistas. Si fuera por ellos, gran parte de la literatura
nacional pasaría por la hoguera por el simple hecho de que no fue producida por
indígenas. Para eso aprobaron la reciente Ley contra el Racismo y
Discriminación, que lejos de perseguir su cometido, busca silenciar a las voces
críticas. La diputada Adriana Gil es el caso más notorio: ella tiene la audacia
y la energía juvenil para denunciar los constantes atropellos a los derechos
humanos por parte del régimen masista y reprochar la conducta autoritaria,
procaz y torpe del presidente: en una entrevista televisiva lo tildó de amoral
y de que no reunía las condiciones para asumir la presidencia. Si no fuera
porque es una congresista ya estaría en la cárcel.
En una muestra de
servilismo aberrante, el viceministro de Descolonización, impulsó un proceso en
la Cámara de Diputados en contra de la legisladora por sus declaraciones “racistas
y discriminadoras” contra el presidente Morales. Meses de inútil discusión ideológica
en un país que tiene otras urgentes prioridades. ¿En qué diccionario dice que llamar
corruptos, ineptos, incapaces, mentirosos, inmorales, etc., a las autoridades, constituye
racismo? En contrapartida, ¿quién habló de enjuiciar al presidente cuando en
sus discursos califica a la oposición de delincuentes políticos, vendepatrias, ladrones,
lacayos del imperio y otros epítetos aprendidos de memoria? Él, desde su
pedestal no tolera ninguna voz contestaria, y cada vez que suelta la lengua más
de la cuenta, sus ministros y cortesanos tienen que correr apresurados a
explicar los entuertos del jefazo. O peor aún, convertirse en los mensajeros de
la ira del presidente ante cualquier publicación que no es de su agrado. Dos
diarios y una agencia de noticias de mucha tradición, aguardan proceso judicial
por publicar lo que supuestamente no dijo el mandatario. Acusaciones sin
fundamento que se pierden en simples meollos lingüísticos. Pero cualquier
recurso vale para meter miedo y empujar a los medios a practicar la
autocensura, como viene ocurriendo con varias publicaciones digitales.
Volviendo al asunto,
parecía que el rodillo oficialista se iba a imponer y, según cuenta la
diputada, ya tenía hasta las maletas preparadas ante su inminente expulsión del
Congreso. Parece que el discurso final
de la afectada sacudió las conciencias de los parlamentarios, minutos antes de
la votación. Fiel a su estilo combativo,
les recordó a los acusadores: “esta mujer puso el pecho para que los
indígenas entren a la plaza de Santa Cruz y a mí me vienen a hablar de
discriminación”. Y a continuación les refrescó la memoria sosteniendo que ella
y su familia habían apoyado económicamente a la campaña de Evo Morales, además
de ganarse muchos enemigos por defenderlo antes de que sea presidente. Y más aún,
explicó que Evo, el vicepresidente y otras autoridades habían estado como
invitados a su casa en una ocasión. La descomposición ideológica es tal en el
partido gubernamental que ahora se ensaña con antiguos aliados suyos. La lealtad
no paga en política.
La Comisión de Ética
de la Cámara efectuó su veredicto hallándola culpable y sometió a la votación
final como manda el reglamento. La presidenta ya se frotaba las manos y sonreía
segura porque pensaba que el expreso deseo del jefazo se iba a cumplir como
siempre. Pero hete aquí, contabilizando los votos, no se logró los dos tercios
requeridos y a continuación los diputados opositores prorrumpieron en vítores y
aplausos. La diputada Gil no cabía de gozo y orgullo. El oficialismo había sido derrotado por primera
vez en su cancha. La cara desencajada de la presidenta habló por sí sola
mientras soltaba el martillazo final, como a un goleador que se le escapa el
balón en la línea de gol. Lo inaudito. Según se relató después, dos ovejas
negras del rebaño oficialista no habían cumplido la consigna y otras estaban
ausentes, amén de que todos los opositores presentes, sin importar sus colores,
habían votado en contra. El abuso de
poder había sido frenado aunque sea por un tiempo.
Ahora en el
partido de gobierno se habla de indisciplina y de posibles sanciones. Llegarán,
eso es seguro. Ojalá hubiese más indisciplinados que simples levantamanos.
Está visto que la política "funciona" igual en todas partes, josé; el poder corrompe; da lo mismo si son de un signo o de otro y a quien lo denuncia se le persigue; lo que ocurre, es que es más triste cuando no lo esperamos. En cuanto a la democracia, quien hace la ley hace la trampa; así que siempre se encuentra la forma de reprimir los derechos, amparándose en ella.
ResponderEliminarTe felicito por la entrada!
A propósito...me puse las pilas.
Hasta pronto. Un abrazo
El gran problema de nuestras viejas " Banana republics" reside en que la democracia se reduce a la simple mecánica electoral. Avalados por el voto ciudadano, los caudillos con ínfulas mesiánicas no tardan en cometer todo tipo de tropelías, empezando por la de silenciar a los disidentes. Los casos de Chavéz en Venezuela, Correa en Ecuador, Uribe en Colombia y Morales en Bolivia resultan bastante ilustrativos de esa tendencia.
ResponderEliminarHola de nuevo, amiga Selegna. Eso de que el poder corrompe es tan común, tan antiguo, tan cotidiano, que ya nos hemos acostumbrado y hasta muchas veces ya ni nos mosqueamos, como si fuera una parte inherente de los políticos y por lo tanto tolerable hasta cierto punto. Todavía recuerdo, cuando estaba en tu país, una frase famosa de un político del PP, Zaplana creo que se llama, cuando decía: yo estoy en política para forrarme. Y el pícaro luego se paseaba como si nada, con una sonrisa que me causaba repugnancia. Cuánta razón tienes, en nombre de la democracia se producen los peores y más cínicos atropellos, especialmente a la libertad de expresión.
ResponderEliminarAsí es, estimado Gustavo, esto del mesianismo está llevando al descalabro institucional de nuestros “pobres” países, en manos de gobiernos absurdos como los llama un académico peruano. Será casualidad o no, que justamente todos estos regímenes son discípulos de la dictadura cubana, un régimen especialista y curtido en años en aquello de perseguir y silenciar disidentes. Y cuando oigo que a Bolivia llegan asesores castristas, disimulados como especialistas en educación o medicina, inmediatamente sospecho de sus propósitos. Por lo visto ayer en Venezuela, parece que el baile populista continuará por mucho tiempo, y lamentablemente seguirán llegando los cheques venezolanos para que Evo Morales siga repartiendo entre sus incondicionales, y seguir construyendo canchas de césped sintético, aun en los lugares más inverosímiles.
ResponderEliminarSi tomamos como ejemplos casos similares en otros países de nuestra región, el poder castigara a los rebeldes y esperara la oportunidad de volver a la carga. Lo que espanta es que invierte una enorme energía política en un asunto que no debería importarle, pero la susceptibilidad es una característica innata de los regímenes personalistas. !Que lástima!
ResponderEliminarCuánta razón tienes, estimado Lalo, es increíble la cantidad de recursos, especialmente humanos,(viceministros, fiscales) que mueve el gobierno de Evo para silenciar a los criticos con su régimen, hasta por minucias. Y últimamente se están estrellando contra el periodismo y los medios, acusándolos de que tergiversan las palabras del presidente, y por lo tanto mienten.Pero no es que hay que interpretar nada, si el mismo Evo se pone en evidencia cada vez que se explaya en sus discursos. Malos tiempos para el periodismo, ahora ya no queda ni un solo programa de opinion en Tv. de alcance nacional, es tanta la presión que se han visto obligados a cerrar.
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