Hinchas de Corinthians detenidos en Oruro-EFE |
Tenía que morir alguien para que las
autoridades se pongan a trabajar. Cuánto celo, cuánta diligencia, cuánta
preocupación por el prójimo. Como viene ocurriendo cada vez que un bus se
despeña, recién llueven los controles técnicos y de alcoholemia. Vamos, lo de
siempre, se disimula mientras pase la indignación generalizada. Operativos ridículos
como el ver a un viceministro subido a un autobús exhortando personalmente a
los pasajeros a que denuncien cualquier irregularidad del conductor.
Estos días, es impresionante el despliegue de
la policía en varios departamentos para capturar al asesino de una periodista.
Muy equipados, muy encapuchados, muy profesionales. Esfuerzos meramente
aparatosos, casi de película y, hasta cierto punto, risibles cuando se van
descubriendo detalles que anunciaban la tragedia. Para empezar, los jefes
policiales ya estaban enterados del calvario que sufría la víctima, esposa de
un teniente, que una y otra vez se había quejado de los maltratos que éste le
propinaba. Hasta por escrito según revelan algunos documentos. La Policía,
tibiamente le había iniciado un expediente disciplinario al agresor para luego
ser archivado. Extrañamente, pasado un tiempo igual lo ascendió de grado pese a los antecedentes.
Hoy, con el asesinato consumado, lo dan de baja con ignominia. Patético. Y más
todavía, escuchando al comandante máximo pidiéndole que se entregue como si
fuera un padre preocupado por la suerte de su hijo. Lo preocupante es que nadie
salga sancionado por la negligencia institucional, empeorada por la respuesta tardía
tras conocerse el crimen (algunos hablan hasta de encubrimiento), dándole horas
preciosas al criminal para ponerse a buen recaudo. Claro, corrida la sangre y silenciados
los gritos, todos se rasgan las vestiduras. Todos coinciden en lo profesional,
dedicada madre y excelente persona que era la víctima. Pasadas unas semanas,
vuelta a la normalidad, al mismo circo monótono de la vida. Entretanto, los abnegados parlamentarios nos
han madrugado, cual panaderos eficientes, con una ley específica contra esta lacra
de la violencia doméstica. Luego se les ocurrirá una ley para las mascotas
abandonadas.
Tenía que morir alguien para darnos cuenta del
latente riesgo que significa asistir a un partido de fútbol. No recuerdo que,
vivencialmente hablando, alguien haya muerto violentamente dentro de un
estadio boliviano. Pero el peligro rondaba constantemente. Cada fin de semana se juega con fuego en las
tribunas. Nos hemos acostumbrado tanto a los petardos y bengalas que ya forman
parte del espectáculo. Solo hacía falta una chispa para tentar a la fatalidad.
En todos los partidos, sin excepción, los hinchas hacen reventar sus petardos
cuando su equipo ingresa o convierte un gol. Esto del “amor” al petardo es un
fenómeno sociológico inexplicable: cualquier fiesta de vecino, así sea el 15 de
la nena, es anunciada a todo el vecindario. Cuatro pelagatos que marchan joden
la tranquilidad de toda una ciudad, atronando el cielo para darse notoriedad.
Una recua de devotos, cargando su virgen o santo patrono, aparte de entorpecer
la circulación vial, no tiene inconveniente en taladrarnos los oídos a su paso.
Todos quieren darse importancia, no es raro despertar de madrugada por uno de
estos artificios lanzados por algún imbécil. Cosas del subdesarrollo o del
sincretismo cultural.
Volviendo al punto, la muerte de un
adolescente de 14 años durante el encuentro entre San José y Corinthians por
Copa Libertadores, ha despertado por fin la atención de nuestras autoridades
gubernamentales y deportivas. Es terrible que una institución tan grande como
el Corinthians lleve a gente indeseable a título de hinchas incondicionales. Ya
en partidos anteriores sus torcedores
han ocasionado diversos incidentes, la penúltima, el año pasado, en el partido
frente a Boca Juniors por la final continental, donde alborotaron la Bombonera
con sus bengalas que casi provocaron que se suspenda el partido. El miércoles
pasado, hicieron lo mismo en el estadio de Oruro, lanzando directamente a la
hinchada rival una bengala a manera de proyectil (la imagen de Tv. es elocuente) hiriendo en el ojo a un chaval infortunado, que murió camino del hospital. Revisando los antecedentes de la docena de detenidos,
se descubrió que algunos de estos viajaron incluso a la final intercontinental
de Tokio de diciembre pasado. De lo cual se deduce que el club brasileño
financia los viajes de hinchas privilegiados y de dudoso comportamiento. A pesar de los rumores de una posible
expulsión de la Copa, todo hace pensar que la Conmebol fallará en función del
peso específico del club involucrado. No conviene al negocio una sanción
ejemplar. Una multa módica será suficiente para salvar las apariencias. Los
llantitos del ex jugador Denilson y de una presentadora en Brasil ante las
cámaras no traerán consuelo a la familia del muchacho infortunado. Ni los
esfuerzos repentinos de nuestras autoridades que se pusieron manos a la obra
para instalar cámaras de seguridad en los estadios, cuando hace décadas que es
algo normal en el resto del mundo. Ni aunque la policía se muestre tajante en
las puertas de acceso revisando a cada hincha. Después de todo, ¿cómo explicar
que a menudo el campo de juego se ve envuelto por el humo de los artificios lanzados?,
¿y qué decir de los petardos apuntados a los arqueros rivales que explotan muy
cerca de ellos?...Tarde o temprano tenía que ocurrir. Luego toca lamentarnos y soltar las
condolencias de manual.
Apreciado José: cuando la violencia y la impunidad son norma, siempre tiene que morir alguien para que las autoridades se dignen prestar atención... aunque sea en aspectos puramente formales, como el mil veces anunciado "inicio de investigaciones exhaustivas" que no conducen a parte alguna. En el caso de la muerte de la periodista, es probable que una institución de honda raigambre machista como las fuerzas armadas acabe inventando una justificación. En lo correspondiente al hincha se hablará de pasiones desbordadas, seguidas de un llamado a la cordura y ahí terminará todo.
ResponderEliminarTerribles casos, amigo José. Reflejan, de cierto modo, los rasgos de la sociedad o por lo menos de las camarillas que facilitan el encubrimiento e impunidad de los perpetradores. Estamos habituados a este tipo de abusos. Y si quieres, te diría que lo que hicieron los del Corinthians me parece un juego de niños al lado de lo que suelen hacer las barrabravas de algunos clubes argentinos, por ejemplo, cuya actividad criminal es amparada por la policía, los políticos y los dirigentes. Hasta son fuerzas de choque, matones al servicio de esos políticos y “mano de obra” de los policías corruptos. Sobre la muerte de la esposa del “teniente”… pues qué se puede decir, a la luz del silencio que acompañaron los reiterados abusos anteriores perpetrados por ese mequetrefe.
ResponderEliminarSí señor, ya es un clásico lo que usted señala, estimado Gustavo, como el otro verso, muy recurrente también, “investigaremos hasta las últimas consecuencias, caiga quien caiga”, precisamente invocados cuando se trata de tapar un escándalo o proteger a alguien. Respecto a los hinchas del Corinthians, de pronto han hecho aparecer en Brasil un supuesto culpable que se autoincriminó de haber lanzado la bengala. Resulta poco creíble porque es un menor de edad,(y también resulta increíble que haya burlado los controles para escapar) y según la ley brasileña no puede ser imputado penalmente. Todo suena a una treta para querer salvar el pellejo de la docena de hinchas que están detenidos y siendo investigados en Oruro.
ResponderEliminarHe leído algo al respecto sobre el poder de los barrabravas argentinos, estimado Lalo. Incluso de que determinan la suerte de dirigentes y jugadores, llegando al extremo de acosar o atentar contra sus vidas. Son verdaderas mafias que negocian con entradas y toda suerte de negocios relacionados. Aquí nuestros hinchas más terribles no pasan de enfrentarse a rivales, apedrear algunos coches o vidrieras cuando pierde su equipo. De hecho, casi no tenemos tribunas exclusivas, salvo algunas curvas de los estadios, los colores conviven deportivamente. Lo que pasó en Oruro parece que fue accidental, porque los hinchas del Corinthians estaban celebrando el gol tempranero de su equipo, aunque no les exime de la responsabilidad, ni mucho menos a la policía que no efectúo bien su trabajo.
ResponderEliminario detesto il calcio, con la scusa del gioco molti sfogano i loro lati più oscuri e deliquenzali.
ResponderEliminarpersonalmente lo abolirei.
la cosa più OSCENA sono i soldi che ragazzini stupidi guadagnano. e i traffici loschi-droghe, scommesse etc-
A Firenze c'è una manifestazione (grrr) folkloristica che si chiama "Calcio storico" e si gioca in piazza s.CROCE . allora :energumeni, quasi tutti con precedenti penali, nullafacenti, un pò nazi, (hai capito il genere)tutto l'anno si allenano in palestra per il grande giorno.picchiare.
nel Gioco tutto è permesso, pugni, calci )e quindi ti puoi immaginare tutti questi tizi superpalestrati, pieni di cicatrici, con addosso solo i pantaloni a sbuffo d'epoca che si picchiano come matti e corrono dietro a una palla di stracci!
prima però c'è la sfilata in costumi d'epoca con trombe etc.
una volta, dopo uno scandalo, ci scappò il morto, si disse di pensò di sospendere: per carità!!!una rivoluzione!
i fiorentini in genere civili e abili commercianti fecero un dramma.
e così continua questa carnevalata con sangue, ambulanze, dottori, un caldo terribile, polvere (dove giocano viene cosparso di sabbia) turisti sulle gradinate in ESTASI!
che schifo, sia il calcio moderno e quello antico.
mi dispiace per te, caro josè :))
si disse di sbagliato
ResponderEliminarsi pensò di..
fiore
Entiendo que estés asqueada con el futbol, amiga Fiore, y te apoyo totalmente en toda aquella brutalidad que se exhibe en el nombre del “calcio”. Es muy vergonzoso que un país que ha sido principal protagonista del Renacimiento (Da Vinci, Miguel Ángel, etc) a su vez, en la actualidad tenga costumbres muy contradictorias y reprochables como las actitudes nazis de los tiffosi del Lazio, o el tratamiento de divinidad que los napolitanos dan a Maradona cada vez que arriba a Nápoles. Hace poco, vi un documental que el cineasta yugoslavo Kusturica le hizo al argentino, mostrándonos incluso payasadas de gente que ha fundado la Iglesia Maradoniana, con comportamientos absurdos e infantiles, como el de casarse bajo sus ritos en un campo de juego. A mí solo me interesa el juego, la belleza que se plasma en una jugada, por eso rara vez voy a los estadios, prefiero quedarme en mi casa frente al televisor. No te creas que soy un fanático, je je. Saludos.
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