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Recordarán aquel fantástico aporte industrial
de Bolivia al mundo, tan original como una sandía cuadrada, a través del envasado
de agua en botellitas rosadas para elevar automáticamente la autoestima de las
mujeres bolivianas. Un hecho sin precedentes que hasta ahora no ha sido imitado
por otros países, extrañamente. ¿No hacen hincapié acaso, en esferas
gubernamentales, que nuestro país es un modelo de referencia en lo que a
cambios sociales, económicos y productivos se refiere? Habrá que consultar a
los achachilas mediante coca para saber qué está pasando.
Aquella originalísima empresa envasadora, recientemente sacó a la
luz otra bebida más exclusiva todavía, a pedido del gobierno. Preocupado por el
éxito de su cumbre, Su Excelencia quería impresionar a todos los comensales
invitados del G-77 que hace unas semanas efectuaron un tour por Santa Cruz a
modo de celebrar su reunión anual. Ningún detalle podía quedar al azar, todo tenía
que ser minuciosamente organizado como el “complejo operativo”, según tituló un
diario oficialista, que consistió en trasladar 30 mil litros de agua de los
manantiales del Silala, actualmente sitio en disputa por el desvío que hizo
Chile hacia su territorio.
Según el mismo artículo, un “grupo de
expertos” fue trasladado meses atrás al lugar para que mediante observaciones
científicas se escogiera el mejor espejo de agua y garantizar su calidad, en
una gesta que recuerda al viaje épico de los exploradores europeos para hallar
las fuentes del Nilo. Posteriormente,
por más de 1. 300 kilómetros el valioso cargamento fue trasladado superando
múltiples caminos intransitables y otros obstáculos en un camión cisterna de la
petrolera estatal, al que previamente le dieron un baño de esterilización,
aparte de “enjuagues con agua ozonizada
llenando de vapor el cisterna durante 90 minutos a 70 grados centígrados”, tal como señaló un
responsable de la envasadora. No vaya a ser que un regusto a agua oxidada o
combustible quedase como remanente.
Una vez llegada a la planta de Santa Cruz, el
agua fue sometida a secretos procesos de purificación, filtración y, quién sabe,
hasta de santificado, para concluir en un elaboradísimo y estricto envasado de
50 mil botellas, con detalles patrióticos como poner tapas con los colores de
la bandera nacional, amén de la etiqueta conmemorativa del encuentro
internacional. Una industriosa iniciativa de manos bolivianas, con aguas y lágrimas
bolivianas, bautizada como “aguas de la soberanía” por nuestro soberano
plurinacional Evo el Austero, a quien no le tiembla la mano para ordenar el
desembolso de recursos cuando afloran sus sueños como torrentes. El jugoso
regalo fue presentado como agua oficial de la cumbre y entregado a modo de suvenir
a las delegaciones extranjeras, que al instante muchos ya hablaban de sus
propiedades terapéuticas y milagrosas, cual si hubiese sido traída desde las
montañas del Shangri-La.
Nunca se sabrá cuánto costó este acuoso y
monumental despilfarro, elaborado con la solemnidad de un vino francés cosecha
exclusiva. El dinero fluye y seguirá
fluyendo mientras salga del bolsillo de otros, mucho más de un ente sin rostro
como el Estado. Pero una vez calmado el jolgorio, poco a poco empiezan a
aflorar los otros gastos de los centenares de ítems que significó la
organización de tan millonario acontecimiento en un país de pobres. Detalles
aparentemente inofensivos, como el multitudinario
agasajo para festejar el cumpleaños 70 del capo de la ONU, entre traslados en helicóptero,
movilización de gente variopinta, grupos de danza, pagos a músicos, tortas,
regalos y otras minucias infantiles, alcanzaron a sobrepasar los 20 mil
dólares, según una publicación cruceña de reconocido prestigio.
La Avenida G-77, una vía expresamente construida
a toda máquina, y a todas luces innecesaria porque ya existe una moderna ruta
al aeropuerto, se asegura que llegó a costar más de 15 millones de dólares, y
ahora luce prácticamente abandonada, con los arbolitos secos luego de ser
plantados a toda prisa. Las orillas con restos de tubos, cerámicas y otros
materiales abandonados en medio del barro, amén de montones de tierra que no
fueron limpiados, luciendo la estampa de un botadero o basural recién estrenado. Ni hablar
de los decorados que la lluvia destruyó esos mismos días del evento, a la
entrada del aeropuerto.
Las naciones pobres siempre alegan que son
pobres, menos cuando se trata de agasajar a sus gobernantes. Como no podía ser
de otra manera, no iba a faltar la alfombra roja para recibir a los visitantes cual
si fueran estrellas llegadas a un espectáculo de celebridades; el lujoso trapo
escarlata le costó al país más de 30 mil dólares para aguantar los delicados
pies de los delegados. Se gastaron alrededor de 100 mil dólares solo en
sillones gerenciales para “dar comodidad a todos los presidentes”. La alcaldía cruceña
pagó más de 100 mil dólares por el encargo de un documental referente al tema.
Solo los grupos de música folclórica se llevaron en conjunto alrededor de 50
mil dólares, amén de músicos de otros géneros que tampoco actuaron gratis. Y
hablar de los coches alquilados, sobrevuelo de aviones y helicópteros, fuerzas
de seguridad, alquiler de equipos de sonido, catering, equipos y personal de
traducción, etcétera, sería agotador (si hasta compraron macetas para adornar
una avenida cercana a los pabellones). En fin, que se podría sacar una lista inacabable
de gastos superfluos que nuestras manirrotas autoridades efectuaron a diestra y
siniestra para que otra vez el caudillo sonriera satisfecho y con el pecho
henchido de orgullo, tal cual luce su efigie mirando al cielo.
" Agua oficial" ¿acaso existe un " agua clandestina", apreciado José?. Si usted, que estudió administración de empresas, se pusiera a hacer un análisis sobre la relación costo-beneficio de estos embelecos, obtendría lo que podríamos llamar una prueba aritmética de ese delirio latinoamericano que surca nuestros paises, desde Baja California hasta la Patagonia.
ResponderEliminarA nosotros nos sucede igual que a esas familias pobres de provincia, capaces de pasar hambre durante el resto del año, con tal de deslumbrar al patrón que llega de la capital en fechas especiales. Al final, si ruedan con suerte, obtendrán una palmadita en el hombro y serán objeto de burlas por lo precario de los muebles y la falta de gusto a la hora de servir los entremeses. Así vamos.
En marketing, cualquier producto o servicio auspiciante de un evento, tiene derecho a usar la etiqueta de “oficial” porque está pagando por ello, siendo parte de una estrategia publicitaria encaminada a lograr eso que se llama posicionamiento (fijación de la marca en la mente del consumidor). Pero ya ve, que el gobierno publicite su propio producto es absurdo, pura vanidad. En términos políticos, suena a ocurrencia folclórica, y más que ganar simpatía genera rechazo en parte de la ciudadanía, al ver que se sigue despilfarrando recursos en tonterías, que a mediano plazo provoca que la animadversión hacia el régimen siga creciendo. Aunque como la sociedad tiene frágil memoria es muy probable que esto no repercuta en los votos y pasará a ser otra anécdota más.
EliminarTal vez sería una buena idea embotellar agua para regar los arbolitos secos de esa avenida, José. Por lo menos estaría en la misma dimensión de disparate. Hace algún tiempo unos científicos afiebrados propusieron remolcar icebergs a Arabia, para resolver el problema de la aridez allí. No me parece un mal precedente para los funcionarios que tanto admiras.
ResponderEliminarJa, no deberías dar ideas, caro Lalo. Cuidado que un día de estos se les ocurra llevar cisternas de agua sagrada del Titicaca para regar las jardineras de Plaza Murillo o las macetas del Palacio Quemado. Por lo visto, las mentes afiebradas pululan en todo el planeta.
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