Foto: APG |
A inicios de semana, el siempre anecdótico
Tribunal Supremo Electoral montó una festiva parafernalia, dizque para seguir profundizando
el proceso democrático luego de unas folclóricas elecciones, únicamente por el
asunto burocrático de entregar credenciales a los nuevos charlamentarios. En
otros tiempos, cualquier funcionario recién electo tenía que recoger el citado
documento de las oficinas del ente electoral y no había mayor alharaca. Pero como estamos en tiempos de abundancia y
de rebosante dignidad -según la era evista- a nadie pareció importarle que se magnifique
un asunto por demás mínimo, convocando a los más de 160 congresistas de todo el
país –con los gastos que ello significa- para que hagan acto de presencia en la
ciudad de La Paz, cuando faltan menos de dos meses para la inauguración de un
nuevo periodo de gobierno y la consiguiente posesión de todas las autoridades electas.
En enero de 2015 se volverá a repetir tal solemnidad de acto con la única
diferencia de cambiar de salones, esta vez bajo los tejados del palacio
legislativo.
Pero tal parece que el foro -con todos los
discursos de manual- fue un show organizado para visibilizar y seguir
homenajeando al caudillo, a quien sentaron en la testera junto a su socio y
confidente, vicepresidente García Linera, como si ellos presidieran el acto, a
pesar de que los vocales electorales estaban en la misma mesa cual simples
floreros, mientras la presidenta del tribunal hacía un balance de la “fiesta
electoral” a la cual todos los bolivianos fuimos invitados bajo pena de multa
si no votábamos, en octubre pasado. Así de democráticos nos creemos.
Llegó el momento en que se empezó a pasar
lista como en un aula de escuela. Uno a uno, los flamantes padres de la patria
iban pasando ante la testera para recoger su cartón, entre aplausos y vítores
de los bandos respectivos, como si se tratara de la premiación de alumnos
destacados. Uno a uno, empezaron a
presentar sus respetos o venias simbólicas al supremo creador de las 36
naciones, reunidas bajo su cetro plurinacional. Todo iba de acuerdo a lo
planeado, con el rostro de Su Excelencia rebosante de felicidad ante la
mecánica de los brazos extendidos de sus correligionarios políticos y la cortés
hipocresía de los pocos opositores que se detenían también a darle la mano. El
fondo del salón estaba colmado por los dignos representantes de los movimientos
sociales cuya mayor función es aplaudir a rabiar o rechiflar según el caso. Otro acto
propagandístico del partido oficialista con la forzosa presencia de unos
cuantos opositores.
El agobiante y monótono paseo de la fama (tan
largo como una premiación hollywoodense) fue súbitamente interrumpido por un
hecho sin precedentes en la idílica era plurinacional: una conocida diputada, a
tiempo de saludar a las autoridades electorales, pasó de largo sin inmutarse cuando
Su Excelencia le extendió la mano, sacrilegio que provocó profunda indignación en
la abrumadora caterva oficialista cuyos abucheos hicieron temblar los cimientos
del edificio del Banco Central de Bolivia ante tamaño desplante al líder
espiritual interplanetario. Más tarde, la diputada Norma Piérola se justificó
afirmando ante la prensa que era “un acto de rebeldía” y que no le dio la mano
a Evo Morales porque “rechazaba que el mandatario haya violado la Constitución
para ser reelegido y no lo consideraba su presidente y no le inspiraba
respeto”. Horas después publicó en las redes sociales: “no doy la mano a un presidente
violador de los Derechos Humanos y la Constitución. No es por soberbia o
malcriadez”.
A poco de correr la noticia como reguero de pólvora,
empezaron a llover las críticas de todos los sectores de la población.
Demasiada gente se rasgó las vestiduras por la afrenta al Tata Evo, el Cristo
resucitado de los creyentes de los últimos días. No faltaron los más excelsos
cultores del llunk’erío (lameculismo),
deporte nacional en la Bolivia evista. El más notorio fue el viceministro de Descolonización
(experto buscador de tesoros perdidos como el minúsculo Ekeko, que se cree que
los judíos piensan encargarle la sagrada misión de buscar el arca perdida) que
oficiosamente anunció que iba a enjuiciar a la diputada díscola, afirmando: “El
racismo, la discriminación y la incitación son delitos de orden público, la
actitud de Norma Piérola es abiertamente racista, es una incitación y hay
muchos tipos que confluyen para iniciar una demanda. Vamos a iniciar una
demanda, la discriminación se
expresa en la actitud de descortesía”, en una entrevista a un diario conocido. Otro senador electo
reaccionó como bestia a quien acababan de hundirle la lanza, afirmando con
espumarajos por la boca por poco: “Ni un poquito
de respeto ¡carajo! al Presidente. Les guste o no le guste, Evo Morales es el
Presidente de Bolivia”. Cómo son las cosas que, un año atrás, mujeres artesanas de Jalisco le negaron
el saludo al presidente mexicano Peña Nieto y nadie las acusó de racismo o
discriminación.
Anoche, en
un programa de televisión, un sesudo analista del canal estatal fue más allá,
al sugerir que la actitud de la diputada era una manifestación del
subconsciente, heredada, automática, corporal,
visceral, como si viniera implantada en los genes, resultado de una cosmovisión
esclavista, racista, discriminadora, y un largo etcétera de siglos de
colonialismo. Eso sí, todos estos oportunos cortesanos, padecen de amnesia
selectiva al ignorar que Su Excelencia, en años anteriores le hizo el mismísimo
desplante, tal como recordó un politólogo, al entonces presidente Carlos Mesa,
que curiosamente hoy es uno de sus asesores de cabecera en la problemática
marítima con Chile. Luego los indignados piden respeto único e irrestricto para
el amado líder. La nueva Corea del Norte está en marcha.
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P.S. He aqui el video del supuesto delito.
Bien parece que los latinoamericanos pretendemos llenar con protocolos y puestas en escena los vacíos de nuestra mísera realidad política, apreciado José. Y esa premisa vale para todo el continente, desde México hasta el cono sur. Desde luego, la herencia nos viene de los modales cortesanos de las coronas española y portuguesa. Un ejemplo de ello podemos constatarlo en República Dominicana, donde los burócratas prefieren cocerse a fuego lento en sus sacos de paño en medio del mar Caribe, antes que renunciar a las formas establecidas. Eso sí : no les pregunte en qué va el cumplimiento de sus funciones.
ResponderEliminarCierto, está de moda solemnizar cualquier protocolo diplomático en todo el continente. Lo curioso y contradictorio es que en Bolivia, con su supuesto gobierno de indígenas y su afán descolonizador como horizonte teórico, se llena de desfiles y demás parafernalia heredados de las cortes europeas. Y en los gobiernos populistas los retratos de los gobernantes están en todas partes, menos en Costa Rica, donde el presidente prohibió el culto a su imagen, incluyendo que las obras publicas lleven su nombre. Ejemplo para enmarcar, sin duda.
EliminarMuy bueno ese remache final, José, recordando el desplante anterior del caudillo. Lo cierto es que este tipo de gestos nunca son espontáneos, siempre forman parte de una agenda. Y si mañana conviene hacerse amigo del desairado de ayer... pues enhorabuena.
ResponderEliminarHaces bien en sugerir que esto no es nada espontaneo. Viendo el video, da la impresión de que el caudillo quería provocar a la diputada -muy conocida en el país como una de las más combativas opositoras- para ver su reacción: ante el desplante, la jugada le salió redonda, porque una vez más se victimizó como acostumbra a menudo. Yo no me trago aquello de que extendió la mano por caballeroso, conociendo su carácter resentido, cuando alguien se pone en su contra al instante pasa a ser su enemigo. Tampoco hemos visto que el caudillo tuviera el mismo gesto con los demás diputados. Así que su aparente humildad estaba muy bien calculada.
EliminarHola, este comentario es para avisarte que eres nuestro blog destacado y que estarás un mes en la portada de Punto Hispano a partir de este día.
ResponderEliminarMuy honrado por el detalle. Gracias por anticipado.
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