El año que yo cursaba el último grado de la secundaria, un
joven melenudo bajaba de las agrestes montañas catalanas en busca de un sueño,
jugar en el Barça. Van Gaal, el entonces técnico blaugrana le preguntó: “¿A ti
qué te pasa, no tienes dinero para cortarte el pelo?”. Su respuesta: “El pelo no se toca”. Desde entonces
esa melena alborotada junto a un espíritu indomable y un juego aguerrido le han
caracterizado allá donde sus botines hayan pisado el gramado. Y como el fútbol
es muy dado a motejar a los futbolistas según su estilo y/o apariencia,
cronistas de ambos lados del Atlántico no tardaron en bautizarlo: ‘Tiburón’, ‘Tarzán’, ‘Charlie’, ‘Puyi’, etc.
Pero a raíz del último Mundial de Sudáfrica, luego de su extraordinario desempeño en la semifinal contra Alemania, un influyente diario inglés le añadió otro adjetivo a su apariencia singular, el de ‘jugador con pinta de agricultor’ y les pareció irónico que el gol de la victoria lo hubiera convertido un jugador de esas características. Humor británico que sólo entienden ellos, como su reticencia medieval a aprender otras lenguas.
"It was the night's supreme irony that an agricultural looking centre half should have barged his way into the penalty box, flowing locks trailing behind him in the evening breeze, to thump in the header which cemented a 1-0 win." (Ian Herbert, 'The Independent', 8 de julio 2010)
O quizá les tocó el
orgullo que el representante más elocuente de la furia española, haya
dado el mazazo a la poderosa escuadra teutona, que previamente humilló a una
débil e indolente selección inglesa.
Cuando todos hablan del juego perfecto del Barça y de su dominio
europeo en la última década (de acuerdo a la IFFHS), naturalmente se habla de
sus protagonistas: que la magia de Messi, el cerebro de Iniesta, el motor fino
de Xavi, o la ‘filarmónica’ de Guardiola. En contrapartida se habla también de
sus grandes rivales: que Casillas es San Iker, que la contundencia de CR7,
o el protagonismo de Mourinho.
Si se les pregunta a los niños como cuál de los jugadores
les gustaría ser, las apuestas parecen ser claras: Messi o Cristiano Ronaldo.
Pero hay un hecho innegable y poco destacado, el conjunto
azulgrana presenta una de las vallas menos vencidas hace varias temporadas,
¿los responsables?, Puyol y sus compañeros de la defensa.
¿Cuál es el secreto? de este imponente central que para los
cánones del balompié actual es bastante bajo (no llega ni a 1,80m.)
Simple, la inteligencia táctica, el sentido de la anticipación.
Simple por teoría, pero extremadamente difícil en el terreno de juego, tanto
que pocos jugadores en la historia han dominado esta especialidad. Buscando antecedentes, podríamos nombrar al
gran Beckenbauer y más recientemente
por similitud de juego y actitud, destacaríamos al búlgaro Trifón Ivanov, otro ejemplar con apariencia ‘salvaje’, pilar de la
defensa del mejor equipo que ha dado la selección búlgara en el Mundial de USA
94, o el italiano Cannavaro en su
mejor época. Por otro lado, decía Baresi
(otro anticipador notable), en
una entrevista que el juego de Puyol le recordaba a Paolo Maldini, defensa extraordinario aunque más elegante.
Puyol encarna como nadie el espíritu de lucha, la garra, la
actitud de no dar por perdido ningún balón, aunque en ello arriesgue la
integridad física, gesto que está desapareciendo paulatinamente a partir de la
profesionalización del futbol.
Aunque muchos lo tildan de jugar al límite del reglamento,
sin embargo jamás se ha visto mala intención en su marcaje. No obstante su
vehemencia, pocas veces ha sido expulsado, en una posición donde es normal y
frecuente que esto suceda.
Todas las veces que lo he visto jugar, siempre me ha llamado
la atención un hecho -aparte de su rendimiento y actitud en la cancha-, la
tranquilidad y sencillez en todas sus acciones, su ascendencia entre el resto
de sus compañeros y el poco afán de protagonismo ante los medios. En una época,
donde los futbolistas son encumbrados a la posición de ‘estrellas’, es normal
que se destaque a los grandes goleadores y creadores de juego y en contrapartida, las sombras del olvido se
ciernen sobre los ‘destructores’ de juego. Naturalmente, el futbol es un
espectáculo y los goles tienen mayor brillo y por ende sus protagonistas.
Claro, la entrega, la caballerosidad y humildad no ilustran
titulares y no venden periódicos como el abdomen de Cristiano o la provocación
de Mou.
En Sudáfrica, decía Joachim
Loew, que no le dolía que les
hubieran ganado pero sí la forma como lo habían hecho. Siempre recordaré que
entre las inmensas torres alemanas, ‘Tarzán’
Puyol se colgó de las lianas del cielo y tocó la gloria.
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