Hace unos días vi un reportaje de Televisión
Española (TVE) sobre la realidad de los niños que se ven obligados a trabajar
en las minas. El protagonista era un
adolescente de 14 años, que por su estatura y delgadez parecía mucho
menor, salvo por su mirada de adulto. No había entrevistador, él solo se
limitaba a narrar su experiencia vital ante la cámara. Trabajaba como chivato
(ayudante de minero) en el Cerro Rico
de Potosí, esa colosal montaña que en siglos anteriores fue la mina de plata
más rica del mundo, la devoradora de hombres por los miles, algunos dicen
millones, de mineros que fueron tragados en sus entrañas.
El muchacho, piel cobriza y ojos un tanto
achinados describía que, después del colegio, acudía en las tardes a la mina y
salía bien entrada la noche. En clase sufría una especie de aislamiento e
incomprensión y tenía que soportar hasta las burlas de sus compañeros que le
llamaban “robapiedras” o “tragapolvos”. Era huérfano de padre, como muchos
chicos que se ven obligados a suplir a sus progenitores muertos tempranamente
por la silicosis o algún accidente laboral. Sereno, algo tímido pero fluido,
hablaba con la sabiduría y madurez de un adulto. Su estoicismo era tal que no
se quejó de su situación en ningún momento. Con toda naturalidad parecía asumir
su adultez forzada mientras masticaba hojas de coca y se ponía el casco a la
espera de su turno para entrar en la bocamina. Sabía que la muerte aguardaba en
aquellos oscuros y estrechos socavones, pero él entraba decidido.
Bolivia es uno de los más injustos y
desiguales países del mundo. Es penoso y dramático saber que existen 850 mil niños y adolescentes trabajadores,
desempeñando los más variados y peligrosos oficios, con salarios miserables. La
cifra va en aumento, a pesar de la bonanza y el “salto industrial” con carrera espacial
incluida, que tanto gusta machacar el gobierno, para supuesta admiración del
mundo. Por si fuera poco, el esotérico canciller del Estado –y principal
profeta del Vivir Bien- afirmó hace algún tiempo, con toda la liviandad de su
peinado de chiquillo, que en la cosmovisión andina el trabajo es una diversión,
que no debería extrañarnos que los niños trabajen porque estos se divierten. ¡Carajo,
yo no he visto alegría en los ojos hundidos de ese changuito minero!
Causa estupor tanta alharaca sobre los
supuestos beneficios de la nacionalización de los recursos naturales y empresas
estatales. Por poco hasta del aire, ya que se ha nacionalizado la dignidad que
nos habían arrebatado los organismos y empresas internacionales. Es increíble
que en casi una década afortunada por la alta cotización de los precios
internacionales de las materias primas, el país no haya sabido aprovechar la coyuntura.
Oruro y Potosí, los departamentos más ricos en minerales siguen siendo los más
pobres de la nación. Hace unos meses volví a la ciudad de Oruro, después de
diez años y la encontré más deprimida, caótica, sucia y descuidada. Parecía que
el tiempo se hubiera detenido. El hotel de la terminal de buses, otrora el
edificio más emblemático de la ciudad, lucía descascarado y abandonado a su
suerte. ¿Dónde había quedado el boom de la minería?
Duele saber que seguimos regalando nuestras
riquezas, como en otras épocas. No me había enterado de que somos el segundo
productor mundial de indio, un metal escaso y estratégico que se cotiza mundialmente
a 700 dólares el kilogramo, empleado en la industria de alta tecnología y que
nosotros, por desconocimiento, lo regalamos literalmente ya que sale del país
dentro de concentrados de zinc, sin cobrar ni un centavo por ello. Según un
especialista perdemos alrededor de 140 millones de dólares anuales por la
salida irregular de este elemento. Situación parecida sucede con el bismuto,
niobio y tantalio. Cobramos 10 dólares por el kilo de antimonio cuando afuera
se cotiza a 100 $us, y siendo uno de los principales productores de este metal. No hay más estúpida ironía que un país minero
no conozca los pormenores de esta actividad extractiva y siga sufriendo el
saqueo en sus propias narices. ¿De qué sirve tener un ministerio y otras
reparticiones dedicadas a ello?
Hace un par de días, el gobierno volvió a
parir una nueva Ley de Minería y Metalurgia (tan metalúrgicos somos que la fundidora
de Oruro está prácticamente en la quiebra) entre los aplausos de los dirigentes
mineros reclutados para su causa. Entre las ovaciones, el vicepresidente sacaba
una de sus arengas demagógicas de manual, resaltando que era otra jornada
histórica ya que “nunca antes los trabajadores habían redactado su propia ley”.
Nos consta, este régimen es el campeón mundial en sacar nuevas leyes, como de
hornear galletas se tratase. Puro papel que va a engordar las estanterías de la
Vicepresidencia y otras oficinas públicas. Igualito nos dijeron con las leyes
proteccionistas para las mujeres, aunque en la realidad se las siga tratando
con la punta del zapato o con los dedos desvergonzados de un alcalde.
Es conmovedor lo que cuentas del niño minero y su estoicismo. Hace unos días, en el sepelio del hijo de una amiga, comentabamos que cuando muere un joven morimos todos un poco... O mucho. Supongo que la falta de aprovechamiento cabal de los recursos, que describes, es algo común entre los países mineros sin mucha sofisticación técnica, o con empresarios que son recompensados por su desidia. Tú me duras cual es el caso en Bolivia.
ResponderEliminarResulta dramática la situación de la minería actual, estimado Lalo. Un especialista decía que estamos peor que hace cien años con respecto a las condiciones de explotación de los yacimientos. Antes la empresa estatal Comibol era la encargada exclusiva de los trabajos y se tenía tecnología, maquinaria, ingenieros y técnicos. Los mineros tenían pulpería, seguridad social, hasta cines había en los centros mineros. Lamentablemente a mediados de los 80 la minería quebró por los bajos precios. Todo se desmantelo. Ahora gracias a este nuevo boom, en vez de reactivar esas condiciones, lo que se ha hecho es arrendar la mayoría de las minas a empresas llamadas cooperativas, que son grupos de mineros que entran a trabajar sin ninguna tecnología, en condiciones precarias, y prácticamente sin control. Lo cruel es que esos socios cooperativistas explotan a sus mismos compañeros, por salarios pobres y en condiciones peligrosas de trabajo. La explotación de los niños-a quienes se paga cuatro veces menos que a un adulto- es una faceta más de la perversidad del sistema.
EliminarApreciado Josè : una de las cosas que afinaron la postura polìtica de Karl Marz fue su visiòn de los niños esclavos en las minas de carbòn de Inglaterra. Estamos hablando de mediados del siglo XIX. Lo anterior quiere decir que nuestros paìses, tan proclives a autonombrarse como " en vìas de desarrollo", siguen viviendo en realidad en el culo del mundo, con todo y lo que esto ùltimo acarrea. Ustedes me entienden.
ResponderEliminarAy, si viera las condiciones en que trabajan nuestros niños, estimado Gustavo: los meten a túneles donde no caben adultos, para perforar alguna veta o poner dinamita, para sacar piedras o finalmente empujar las vagonetas pesadas con mineral, tragando polvo constantemente y con temperaturas que rondan los 45 grados en interior mina. Como en el mismo infierno. Pareciera cosa del pasado estas escenas pero estamos en pleno siglo 21 y las condiciones de trabajo no han cambiado desde hace cien años.
EliminarOtro triste ejemplo d los incontables q hay en el país y el mundo, José. Leía hace un ratito un buen texto (t adjunto el link) acerca d Bakunín evocando una soberbia frase d Kropotkin, padre y emblema del anarquismo ruso: “Mientras existan miserables, el lujo es un crimen”.
ResponderEliminarSi tan solo hubieran unos cientos d individuos con pensamientos medianamente cercanos a aquellos, quizá no tendríamos q escuchar estupideces como las del chorlito papalisa y su teoría del "vivir bien". Los tendríamos a ellos, rateros comunes, trabajando d veras; "divirtiéndose" y divirtiéndonos tb.
Miserables y para el colmo escandalosamente sumisos, somos como pueblo. Preferimos un trabajo d esclavo y vida miserables a la legítima rebelión. Aceptamos resignados, e incluso aplaudimos el lujoso festín d éstos profetas, rateros e ignorantes q dicen representarnos. Culpables nosotros mismos somos entonces d ese oprobio.
Hace unos días hubo un corte "masivo" d internet por los brillantes d Comteco. Una semana enterita sin servicio. Fuí a sus oficina, a cancelar mi suscripción. Ganas d indecibles putazos y ganas d ir a recolectar cabelleras.. Quise comenzar cn la recpcionista d reclamos técnicos pero se disolvieron mis demonios, finalmente ellas son tb solo esclavas, peones q dan la cara por la incompetencia d los intangibles "capos", como el gordo inmundo ese Ugarte q siendo arquitecto hace d alegre Gerente d una megaempresa d telecomunicaciones. Ahora, dicen q la Jenny Serrano, esa cómica para mongoloides, se hizo d un hace muchos año ansiado carguito y "contribuirá" con su capacidad y trabajo al crecimiento d la cooperativa!! (chistes contará seguramente a los usuarios emputados, para disolver las furias, pienso)
Todo anda mal porque así lo permitimos. Si como esclavos actuamos, trato d esclavos nos merecemos. Y eso, claro q a esos impunes maleantes les permite "vivir bien". Oremos.
LINKS:
http://www.soldepando.com/bakunin-garibaldi-y-juan-de-la-rosa/
http://sugieroleer.blogspot.com/2014/01/yan-shenkman-como-muchos-de-los.html?spref=fb
Qué más puedo decir, querido llajtmasi, bien dices culpables somos nosotros mismos de que estos farsantes se den un lujoso festín en nuestras narices. Como sugería Claudio Ferrufino, este es un país que siempre ha estado sometido por amos, por lo tanto no tiene porvenir. No hay razón para pensar lo contrario, seguiremos por la senda de la barbarie, el oscurantismo, la superstición, el folclore desbocado, y agarrados desde siempre a los mitos, no otra cosa expresa la aparición del cocalero como si fuera el Pachakuti encarnado. Bien traída esa frase de Kropotkin, es como un mazazo a la testa hueca del coleccionista de textos marxistas que dice ser el vicepresidente: idolatra a Marx pero se da vida de gran burgués, empezando por sus trajes y corbatas de seda italianos.
EliminarSobre el asunto Comteco, casualmente hace unos días se cortó el servicio en el cibercafé donde acudo frecuentemente, pensaba que se trataba de un problema aislado y por poco me cabreo con el encargado. Estaba mirando a nuestra musa contoneándose al ritmo de J'en Ai Marre HD, para quedar de una vez convencido y zas!, el puto corte que me amargó el momento, ni hablar de querer descargar el video, con lo lento que es el internet, da lo mismo que sea de cualquier operador, por eso no quiero instalarme banda ancha en casa, para que me cobren un dineral por un servicio de porquería. Me sentiría estafado. Prefiero dosificar mis navegadas día por medio, aunque tenga que soportar el ruido y otras molestias. Cuánta razón tienes, Comteco es otro botín más donde algunos oportunistas como los politiqueros y otros famosillos buscapegas se apuntan en cuanto pueden, es de chiste la irrupción de la insoportable Serrano y otros figurettis que nada tienen que ver con el manejo empresarial. Ya que los masistas no pudieron hincarle las uñas, siempre están los otros para repartirse las dietas y otros jugosos beneficios. Pobre país, repartido como una torta, de festín en festín. Y la ciudadanía aplaude feliz, pero muy feliz con las migajas que caen al suelo.
Ps. Gracias por los links y oremos por la lolita corsa, ese baile y esa mirada son la mejor receta para vivir bien, aunque sea unos minutos. La brevedad, a veces equivale a eternidad, a que sí.