Con la bonanza económica perdiéndose en el horizonte, asoman
los negros nubarrones del déficit. La caída generalizada de los precios del petróleo
y de los minerales empieza a cobrar factura en la frágil economía boliviana,
desde siempre dependiente de las exportaciones de materias primas. La minería tambalea,
los centros mineros empiezan a trabajar con números rojos y ya se anuncian “reestructuraciones”
(despidos o jubilaciones forzosas). La tan cacareada industrialización del país
nunca ha pasado de un lanzamiento de cohete, efectuada desde la muralla china
antes que de los terraplenes pétreos de Tiwanacu. Y es cierto, se está construyendo,
por una millonada cercana al millardo, una gigante factoría de úrea en mitad de
la jungla, lejísimos de los pozos de petróleo y más lejos todavía de los
mercados inexistentes. Brasil y otros destinos potenciales ya tienen fábricas
similares. Cuando la ch’allada maquinaria
empiece a escupir los primeros sacos de fertilizante, los cocaleros serán los
primeros en darse cuenta de que la úrea no se come. Porque aunque abonaran una
y otra vez todos sus huertos de coca ilegal no sabrían qué hacer con el resto. Así
se tira la plata, como en la “internacionalización” del aeropuerto de Chimoré,
que ya se utiliza –según varias denuncias- para exportar la droga recién
refinada hacia Venezuela antes que unas miserables cajas de banano o latas de
palmito.
Las pocas industrias creadas por el Estado no son rentables,
sirven más para efectos propagandísticos (Papelbol, Cartonbol, y demás ...bol que
se les ocurra). Encima, las que nacionaliza las echa a perder, como Enatex, otrora
la más grande textilera del país, hoy prácticamente en quiebra por falta de
mercados y por las deudas del “hermano” Maduro que no quiere pagar ni por sus
calzoncillos de algodón. Las laptops
ensambladas en El Alto se las compra el mismo gobierno para repartirlas por los
colegios y poco más, no se las ha visto circulando en el ámbito doméstico,
mucho menos volando allende las fronteras para competir con las asiáticas. Pero
hablan de dignidad tecnológica. Para el litio instalaron un laboratorio perdido
en el salar de Uyuni tal si fuera una estación de la Antártida y quisieron
hacer creer que arrancó la industrialización del “metal del futuro”. Hablaron del
hierro industrializado que no pasó de unas remociones de tierra roja y vibrantes
anuncios de futuros negocios. Negociados, querrían decir. En suma, el “salto tecnológico”
no pasa de ser una vulgar y lujosa alharaca. Pareciera más bien que hemos retornado
a la Edad de Piedra, sobre todo institucionalmente.
Es un ejercicio loco y agotador pensar en todo el dinero que
se esfumó en toda esta década afortunada. Sin apenas dejar rastro, el régimen encabezado
por Evo Morales, se farreó la inmensa renta gasífera que el país cosechó luego
de décadas de vacas flacas. Ni siquiera tuvo que esforzarse por encontrar los
pozos, simplemente le bastó abrir el grifo que otros gobiernos instalaron. ¿A dónde
fueron a parar los más de 120.000 millones de dólares que el país obtuvo? Ni
los aviones y coches blindados, cumbres, satélite de comunicaciones, Dakares, olimpiadas
plurinacionales, verbenas folclóricas y otros montajes del circo justifican tal
despilfarro. Que repartieron bonos a los más pobres y a los estudiantes de
primaria. Que cooptaron a los sindicatos obsequiándoles vagonetas flamantes y
sedes sindicales. Que regaron el país de coliseos cerrados que sirven más para
bodas y farras multitudinarias. Que alfombraron las canchitas barriales para
ponerles cerco y candado. Que muestran carreteras de ensueño en la tele, por
unos pocos kilómetros recién inaugurados; viajar por Bolivia sigue siendo una
odisea. Que se construyen palacetes para la Unasur, para el museo personal de
Su Excelencia, para la nueva Casa del Pueblo. Habrase destinado el dinero a tan
delirantes proyectos megalómanos que supuestamente nos ponen en la senda de los
países industrializados pero no hacen más que retratarnos como uno absurdamente
infantil, acomplejado y paranoico.
Hace un mes que contamos con gas domiciliario en nuestro
barrio. A mí no me beneficia directamente porque vivo de inquilino pero me
alegra por los familiares y los vecinos. Es increíble que luego de casi medio
siglo de exportarlo al norte argentino, recién lo tengamos para nosotros
mismos. Toda mi vida solo he conocido las garrafas y las consiguientes épocas de
escasez donde uno tenía que hacer filas muchas veces. Tanto hablan los adláteres
y demás voceros del régimen de los increíbles beneficios que nos ha traído el
feliz reinado de S.E. y demás dones de su rara generosidad con dinero que no es
suyo. Entre tanta insensatez que caracteriza a los gobernantes, por fin hallo
algo real, útil y palpable. Habrían empezado por ahí al principio y tal vez no sería
tan crítico con ellos. Pero comparado con el gas que se hizo gas; esto (los pocos
miles de afortunados que tienen gas domiciliario) es apenas una molécula, una migaja.
Y de yapa, parece que hay que agradecérselo, cuando en un país normal es obligación
de todo gobernante. Y allí no presumen de estadistas.
Nadie como nuestros gobernantes para conjugar el verbo dilapidar, apreciado José. Déle un repaso a la historia y encontrará bonanzas por todas partes : del guano, del café, de la soja, del estaño, del cobre, del petróleo. Todas esas riquezas se han arrojado a partes iguales por el agujero negro de la corrupción y la inoperancia.
ResponderEliminarMientras tanto, seguimos tan campantes convirtiendo la riqueza en pobreza, como si estuviéramos atados a la rueda de la fatalidad por los siglos de los siglos.
Eso es, ‘dilapidar’ es el término que retrata mejor la irresponsabilidad de los gobernantes con las arcas del Estado, cuanta más abundancia mayor la ambición de saqueo. Pareciera que tener tantos recursos naturales solo trae males y desventuras. Ya desde la colonia la plata potosina fue codiciada por los reyes y corsarios, luego fue el guano y salitre de las costas del Pacifico que condujo a la guerra con Chile. Posteriormente experimentamos un boom del estaño a mediados del siglo 20 que solo enriqueció a unas cuantas familias y especuladores internacionales. Ahora esto, la década dorada del gas que se está acabando. Y al final no queda nada para Bolivia. La misma situación de atraso y postración que no parece tener fin. A lo mejor, si este espacio geográfico hubiera sido un erial quizás tendría un destino mejor.
EliminarSuelos benditos con materias primas y combustibles fósiles.. pero malditos por su gente: una clase d muy asquerosos orcos q arrasan cn todo. Imbéciles y poderosos. Maligna mezcla d "virtudes" q sí, sí hacen creer en la existencia d un dios muy retorcido e hijo d puta..
ResponderEliminarHace ya dos semanas q vengo yo (y mi familia) enfrascado en litigios con comunarios d la zona cercana a Molle Molle. De la noche a la mañana un puñado d esos ignaros orcos hdp comunarios me destrozaron el alambrado y canal de riego d mis propiedades. Se llevaron tb incontables molles y otros arbolitos bajo el pretexto d "ampliación d calles". Habiendo grandes latifundistas allí, todo esto apesta a angurria d orcos loteadores. Lo mismo hicieron en marquina, en bella vista y en cercanías d la angostura.. Repartí putazos y amenazas d procesos, les enrostré la ley cntra el avasallamiento d tierras q su propio cocalero sacó, les recordé q el molle es especie protegida por ley, q matar árboles es el peor d los delitos, les dije q destrozar un canal d riego es como autodegollarse.., les pregunté pa q carajos quieren caminos anchos en zona agrícola y nada. Esos imbéciles (q son fractal del casi total del "campesino boliviano") no respetan a la naturaleza, no razonan, o si lo hacen es solo para hacer cuentas azuzados por loteadores. La "ley" se queda en los papeles. Lo q impera es la angurria y la naturaleza asnal y destructora de estos orcos. Y eso mismo pasa cn este hato d angurrientas ratas gobernantes q se han enriquecido con el gas.
q hacer? Mi garrote y mis escalpelos me sonrien brillosos, sedientos. Resisto hasta donde puedo, mirando cn ojos d muerte a toda esa basura bípeda q no se merece la vida. Y entonces comprendo a cabalidad la maldición d esta tierra; la burla d un altísimo q se regocijó infinitamente tras poblar d aparecidas cucarachas un hermoso paraíso. Oremus, José. Disparatado mi comentario, pero lo salvo así: el gas debió (debiera) quedarse donde estaba. Así no contaminabamos mas nuestros suelos, ni faclilitábamos el ascenso d un burro y sus choros ni sufríamos tanto deterioro y suciedad en las calles d todas las ciudades ahora estropeadas. Definitivamente la humanidad no pertenece a este mundo. Somos el problema.
Abrazos.
Se entiende tu indignación, estimado llajtamasi. Esta tierra inocente y hermosa…, como reza la segunda parte del himno nacional, ha sido definitivamente castigada por un hado nada propicio. Una suerte de retorcido destino manifiesto que nos toca padecer. El pueblo elegido, para los bailes y la farra masificada. “Mientras Bolivia danza, Chile avanza”, he escuchado el dicho por ahí. Y no faltará un chovinista folclórico que nos acusará de antipatriotismo. Y cuando no estamos danzando, estamos codiciando el trabajo y progreso ajenos. La gente esta tan malacostumbrada, maleada sería más justo decir, que quiere gratis todo, amparándose en la ley del mínimo esfuerzo. No hace mucho me enteré que en la hacienda de Collana –reconocida por sus quesos- en La Paz, los supuestos originarios y “dueños ancestrales” invadieron las lecherías y sembradíos y a las vacas holandesas las carnearon como viles muertos de hambre. En el oriente sucede algo parecido con invasiones periódicas a propiedades. Siempre se avasalla predios productivos a título de “pobrecitos sin tierra”. A un conocido que metió todo su dinero para reflotar una mina familiar, le robaban herramientas o saboteaban las operaciones los propios comunarios hasta que finalmente se apropiaron del yacimiento y el pobre inversionista ya no tiene ni pisada bajo amenaza de muerte. Como bien dices, invocar la ley es un saludo a la bandera. Qué se puede hacer, sin en el poder está el más avasallador que le “mete nomás” sin asco ni pudor a todo lo que se le antoje. Cunde el ejemplo como verdadera peste.
EliminarPS. Un favor, quizás conozcas algún especialista cardiovascular medianamente idóneo porque resulta que hemos acudido a un par y hemos tenido malas experiencias: negligentes e insensibles (valerios) pero rápidos para cobrar nos ha tocado. (es para mi madre, que ha tenido hace unos meses una trombosis venosa profunda y andamos buscándole un buen tratamiento). Encima, un pariente médico nos dijo que no hay muchos especialistas del ramo, será por eso que se creen dioses, supongo. Si estimas que es confidencial puedes responderme al e-mail, en la pestaña “Contacto” del encabezado. Gracias de antemano. Abrazos.
ok José. Respondo por inbox..
EliminarCuando vivía en Argentina teníamos gas propio pero que no alcanzaba, y entonces importábamos de Bolivia. Ahora vivo en Inglaterra, donde también tenemos gas propio (de los yacimientos del Mar del Norte, cuyo rendimiento está disminuyendo) pero dependemos en buena medida de los caprichos de la Rusia de Putin. Ya ves, siempre pendientes de una potencia extranjera presidida por un megalómano. Eso sí, Rusia no tiene tantos tanques y aviones como Bolivia.
ResponderEliminarYo tengo el caso curioso de la hermana de mi padre que echó sus raíces desde muy joven en Salta y ella sí tenía acceso al gas boliviano que ustedes lo importaban, estoy hablando de fines de los setenta aproximadamente. Aún más paradójico todavía, en ciertos años de esta década teníamos que importar en camiones cisternas el GLP de Perú y la misma Argentina para nuestras garrafas de uso doméstico, porque a pesar de estar inundados de gas natural no tenemos suficiente petróleo. Ja, he leído que Putin ha mandado a volar antiguos bombarderos ruidosos en el canal de La Mancha, cerca de las costas británicas, rememorando los tiempos de la Guerra Fría, acaso queriendo meter miedo. Parece la continuación disparatada de Dr Strangelove de Kubrick.
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