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Este debe de ser un país de idiotas. No digo de niños porque
sería un insulto hasta para ellos. O somos imbéciles para tragarnos la píldora
dorada sin rechistar o los gobernantes juegan a ser listos. Primero, bautizan
de “consulta previa” a la farsa orquestada desde palacio de gobierno con la
finalidad de obtener el permiso de los pobladores del TIPNIS para la
construcción de la polémica carretera. Ha pasado más de un año de la paliza que
propinó la policía a los indígenas de tierras bajas, ordenada por el régimen. ¿Habrá
algún tonto de remate que crea en la lógica del primero te doy garrote luego te
consulto si estás de acuerdo?
Segundo, imbuido de un espíritu democrático recién salido de
fábrica o nuevo de paquete, el Gobierno organiza brigadas que, semejante a los
primeros exploradores europeos se internan en lo más profundo de la selva, atravesando
a ritmo de lancha los turbios y caudalosos ríos, dominios del misterioso pez
gato y de los delfines rosados. Los nuevos adelantados, en traje boy scout,
aparte de linternas, gafas de sol y pomadas antimosquitos llevan una buena dotación
de medicamentos, alimentos secos, ropa y juguetes para los hermanos “indígenas
originarios amazónicos”, por no decir selváticos. Cosa de intrépidos, en menos
de dos meses obtienen lo que fueron a buscar, más valioso que el tesoro de El Dorado:
según el Gobierno, el 80 % de las comunidades dijeron que sí a la construcción
de la vía. Resultados por lo menos curiosos, considerando las heridas todavía
sin sanar de los pisoteados (literalmente). O los indígenas no tienen memoria,
o los engañaron, o los compraron con prebendas.
Tercero, lo que todo el mundo sospecha es que los
consultados no fueron los verdaderos interesados, sino comunidades aledañas
integradas por cocaleros y pobladores favorables al régimen, se denunció
incluso que habían hecho figurar en los formularios, poblaciones o comunidades recién
inventadas. No obstante el bombardeo incesante de la propaganda gubernamental,
se pronunciaron algunas instituciones como el Defensor del Pueblo, quien dijo que
“la consulta fue autoritaria,
colonialista y unilateral”, además de que Derechos Humanos y la Iglesia Católica
salieron a respaldar esta versión. La respuesta del oficialismo, como siempre,
de manual: opiniones políticas malintencionadas y nada más.
Cuarto, el tramo polémico se construirá sí o sí, como fue
desde el principio, expreso deseo del supremo caudillo. Para celebrar la fiesta,
nos trajeron una piñata de regalo: la
carretera será ecológica porque no tocará el corazón del Tipnis, según
propias palabras de sus impulsores. Deseos románticos y empalagosos dignos de
un guión de una película de dibujos animados, tal como apuntó el sacerdote jesuita y antropólogo Xavier
Albó, destacado investigador y declarado evista desde siempre. Creyéndonos
obnubilados por la magia revolucionaria, pretenden hacernos creer que para no
afectar el centro del parque se construiría un túnel de 17 kilómetros, o en su
defecto, se levantará un viaducto aéreo sobre los árboles, para envidia y admiración
de todos los pueblos de la Tierra, o mejor dicho, para que los turistas saquen
fotografías face to face a las
mariposas y a cuanto bicho campee en el toldo forestal.
Fuente: Administradora Boliviana de Carreteras |
Quinto, para reír y reír. Con
los peces yendo de vacaciones atravesando acueductos de hormigón (no es chiste,
dicen que se diseñarán pasos subterráneos para peces) y los monos columpiándose entre
los cables colgantes. Y seguir riendo. No sé si de la noticia o de la seriedad
de nuestras autoridades. Pareciera que
no se han enterado de las dificultades técnicas del proyecto. Según la Sociedad
de ingenieros eméritos de Cochabamba, el trayecto en cuestión (túnel o puente)
costaría más de 300 millones de dólares, basado en la experiencia de otras
construcciones viales. Además, argumentan, construir un túnel “falso” es sumamente
difícil y caro, por las características geológicas de la región, desprovista de
rocas. Tampoco hace falta ser un ingeniero o arquitecto para darse cuenta de la
complejidad técnica que implicaría construir una vía elevada sobre terreno
deleznable atravesado por ríos y pantanos. El solo hecho de erigir pilotes o
columnas significaría arrasar tramos de selva. Y claro, la hierba volvería a
crecer bajo el puente como si nada. Dejémonos de tonterías, no existe ninguna
carretera ecológica, ni aunque los autos viajaran por el aire y fueran
silenciosos.
Final, viendo que el Gobierno
se mofa de los dirigentes vencidos por su consulta tramposa, y que además, insiste
tozudamente en la construcción de la ruta, pese a los exorbitantes costos y el sentimiento
atropellado de los moradores, la única certeza que queda es que el gran jefe de
los cocaleros se halla impaciente por cumplir las promesas a sus bases
cocaleras, hambrientas de nuevas parcelas. Con lo sencillo que resultaría, en
comparación, dar un rodeo al territorio en disputa. Mientras tanto, los
aventureros de todo el mundo ya pueden efectuar reserva anticipada que esto
pinta para ser uno de los mayores sucesos del nuevo siglo. De película, ¿o no?
Creo que , por una vez, se le pasó por alto la perversa lógica del asunto, apreciado José. En realidad la premisa es: primero te doy una paliza , para que nos resulte más fácil ponernos de acuerdo. Me devolvió usted a los tiempos de mi bachillerato, cuando un viejo profesor con ínfulas falangistas se paraba frente a toda la clase y sentenciaba levantando su dedo índice: "¡Alcen la mano quienes están de acuerdo conmigo. Los que no lo estén tienen cero !"
ResponderEliminarGracias por la corrección o jalón de orejas, estimado Gustavo. Lamento que no me haya expresado bien. Casualmente en la época de mis últimos años de secundaria tuve la mala suerte de coincidir con un profesor similar al suyo, era uno de geografía quien se creía el ombligo del papa y que por no ser simpatizantes de su equipo de futbol favorito nos trataba con desprecio a muchos de nosotros. Igualmente nos gastaba la broma pesada de decirnos que estábamos aplazados con las notas de su materia.
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