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En un arranque de lucidez y firmeza de
carácter sin precedentes, Evo el Austero decidió expulsar a USAID para
“nacionalizar la dignidad”, haciendo realidad el sueño de muchos abnegados
guerreros antiimperialistas cansados de la intromisión norteamericana,
sospechosa hasta de provocar terremotos, sequias, inundaciones o de inocular
males incurables, como se denunció en un país caribeño.
El mandatario plurinacional ya estaba cansado
de que los yanquis sigan financiando programas para desestabilizar al gobierno más
democrático de la región, ejemplo de respeto a los derechos humanos y paladín de
las reformas sociales y culturales. Como centro irradiador de conocimientos
ancestrales y nuevos valores de conducta había que dar el ejemplo, que el mundo
estaba expectante de las acciones de nuestro valeroso y delicioso país.
Décadas antes, el Che y sus guerrilleros habían
aterrizado en nuestros bosques para iniciar la lucha revolucionaria y que se
expandiría por todo el continente. El guerrillero argentino tuvo que pagar con
sus huesos tamaña ambición, pues era demasiado mortal. Pero el destino nos tenía
preparada una sorpresa. La Pachamama sería la cuna de la revolución genuina.
Estaba por llegar el libertador que sacudiría el yugo de las naciones
sometidas, nacido bajo el manto del arcoíris y refulgente de energía cósmica
como rayo de sol. Nos hacía falta el Elegido para devolvernos nuestra dignidad
secuestrada.
Apenas sentado en su trono con las dos varas
de poder que le conferían la autoridad suprema, cual Wiracocha encarnado, el
primer emperador del Estado Plurinacional empezó a lanzar decretos a diestra y
siniestra. Lo primero, darle un pellizco al gobierno norteamericano a través de
la expulsión de su embajador en La Paz. Paralelamente se decretaría la salida
de la DEA, para “dignificar” la lucha contra el narcotráfico. Así lo habían ordenado
los sindicatos cocaleros del Chapare, cansados de que el organismo antidrogas husmeara
en sus cultivos excedentarios. (Se sabe que más del 90% de la coca chapareña no
va al masticado inocente). De pronto, los ratones se comprometieron a cuidar el
queso, mientras el gobierno nacionalizaba la política antinarcóticos.
Nacionalizar hasta el aire que respiramos
parece ser la misión trascendental del gobierno. Amén de las empresas petroleras,
mineras, eléctricas y telecomunicaciones, que se han convertido varias de ellas
en nidos de corrupción y deficitarias, Evo el Austero tuvo hasta la idea
cojonuda de “nacionalizar” la Empresa de Luz y Fuerza de Cochabamba, ELFEC, que
había sido capitalizada por inversionistas locales. Se puso de moda, que cada
año, con motivo del día internacional del trabajador, el mandatario nos
amanecía con una nueva nacionalización como regalo al pueblo boliviano. Era
toda una fiesta la toma de las instalaciones de esas empresas con soldados y
banderas como si fueran un botín de guerra. Y después, en sus numerosos viajes,
el presidente anima ingenuamente a empresarios extranjeros a invertir en
Bolivia.
“Hoy día sólo
vamos a nacionalizar y profundizar nacionalizando la dignidad del pueblo
boliviano", declaró Evo, en ocasión del anuncio de la
expulsión de Usaid de suelo boliviano. Lo paradójico del asunto es que, la
región del Chapare es la mayor beneficiada con los proyectos de esa agencia
estadounidense. A lo largo de más de dos décadas, había invertido millones de
dólares en proyectos de desarrollo alternativo, caminos vecinales, agua
potable, electrificación y programas de
salud. Y que ahora se la acuse de intromisión en la política interna suena a
excusa y política demagógica. Si de verdad tiene algún poder de manipulación
debe de ser muy sutil, en un país tan chiquito como este, donde hasta el vuelo
de una mosca es tema noticiable. Si Evo y sus cocaleros se sienten tan dignos harían
bien en devolver esos dineros tan sucios y manchados del imperio que han construido
esos caminos empedrados por los que ahora circulan en sus coches ilegales.
Y suena más irónico aún que, el portavoz de esa supuesta
dignidad sea el ministro de la Presidencia, conocido por sus declaraciones
rabiosas contra el gobierno norteamericano, mordiendo la mano de quien le dio
de comer en otros tiempos. Para nadie es desconocido que este personaje, ex
militar de profesión, fue formado en la tristemente célebre Escuela de las Américas,
institución responsable de haber entrenado a los elementos más funestos de las
dictaduras latinoamericanas. Cuando fue consultado al respecto, el ilustrísimo
ministro quiso hacernos creer que fue becado por sus excelentes calificaciones
y que, como buen subalterno, no podía negarse a viajar para efectuar esos
cursos. En resumen, otro que lo hizo por obligación, sin querer queriendo.
Ahora se dice que otros pueblos sojuzgados del planeta están
tomando nota de nuestro heroísmo. Embanderados de las exportaciones no tradicionales,
nuestro principal know how o producto
estrella había sido la marcha unida al bloqueo, solo nosotros sabemos hacer
mejor que nadie el bloqueo de las mil esquinas. Ya nos imitan en los países
vecinos para orgullo nuestro. Hace poco exportamos también “justicia a la boliviana”,
como fue deseo expreso del caudillo. Ahora sale lo nuevo de las fábricas: dignidad
para exportación. Y gratis, además.
¿Será que mañana, con el
nuevo amanecer, nacionalizaremos el mar, que hace más de un siglo está en
manos de una monstruosa organización transandina?
que hayan nacionalizado lo nacional con el caso de Elfec suena a chacota. Saludos de un llajtamasi.
ResponderEliminarDemagogia barata fue lo que hicieron con Elfec, estimado cochala. gracias por la visita.
EliminarAnte todo, apreciado José, quiero agradecerle que a lo largo de estos tres años me haya mantenido informado sobre la realidad boliviana- parecida en tantos sentidos a la de mi país- a través de su juicioso espíritu crítico, esencial para mantener unos mínimos de dignidad.
ResponderEliminarA propósito de esta última, los conceptos de nacionalismo y nacionalidad siempre han estado cargados de una peligrosa ambiguedad política: Al tiempo que son utlilizados para salvaguardar la indispensable independencia, son invocados con bastante frecuencia por los caudillos para desviar la atención sobre asuntos realmente importantes.
Caramba, amigo Gustavo, no habia reparado que ya son tres años de este intercambio de opiniones, gracias por tomarse el tiempo y por sus jugosas reflexiones. Sobre lo segundo, efectivamente ha dado en el clavo una vez más: el régimen de Morales es especialista en echar cortinas de humo cada vez que hay escándalos de su gestión o cuando acucian problemas con la economia, como en este caso hay un conflicto con la Central Obrera a raiz de una nueva Ley de Pensiones que pretende bajar las rentas como los trabajadores temen. Además se vienen tiempos electorales y ya están preparando el terreno con medidas demagógicas.
ResponderEliminarTodos quieren ser como el Gran Gatsby, que nuevamente está de moda. Y dado que no todos pueden ser jóvenes y hermosos, así pues que se esmeran en llenar el tercer requisito, que es el de ser rico. Y a veces se les va la mano. Es imposible, sin embargo, eludir otra condición del personaje de Scott Fitzgerald, el fraude. Eso, que hasta para Gatsby era muy difícil de ocultar, sus émulos modernos lo llevan tatuado en la frente. Fraude, fraude… si se repite mucho pierde su significado en castellano y hasta parece una palabra alemana cualquiera…
ResponderEliminarCierto, muy cierto, amigo Lalo. Todos los nuevos arribistas, especialmente en política quieren ser los nuevos Gatsbys. Pero al menos el personaje de la novela era un tipo con aires de aristócrata o se las daba. En cambio, los nuevos émulos son torpes e inescrupulosos al extremo, tienen tanto cinismo que las garras se les nota en cuanto abren la boca. Lo más chistoso es que van de dignos cuando ni con todos los recursos mediáticos a su favor pueden tapar su oscuro pasado. El olor de la mierda les precede, como sugería alguna vez nuestro amigo Gustavo.
Eliminar@ LALO
Eliminarbella analisi di gatsby (dubito del film però) e dei nuovi ricchi
Fiore