28 julio, 2012

5 Una forma olímpica de despilfarrarse la plata


los "atletas" olímpicos
Bienvenidos a las olimpiadas a la boliviana. Una competencia singular donde los dirigentes de las asociaciones deportivas compiten para acompañar al presidente del Comité Olímpico Boliviano en su viaje a la cita olímpica internacional. No hay sitio para todos. Es menester hacer los suficientes méritos para ganarse el pasaje: compadrerío, amiguismo, nepotismo, tráfico de votos. Cada cuatro años la misma hermenéutica.
El penúltimo presidente del COB se eternizó durante 20 años, menos mal que no llegó a los 25 años de servicio sacrificado, de lo contrario hubiera exigido jubilación. Eso sí, nadie le quita lo viajado, miles de millas acumuladas, hoteles a todo lujo y jugosos viáticos. Y decía que lo suyo era honorario, porque el COI no paga sueldos, ni el estado boliviano porque no tiene tuición. Y sin embargo, es impresionante el interés por hacerse con algunos cargos cada vez que se efectúan pantomimas de elecciones.
Cada año, el COI desembolsa cientos de miles de dólares para el comité boliviano. Este año, asignó un presupuesto de más de 800.000 $us, según confesión de la tesorera del COB. La jugosa “limosna” se pierde en los manejos discrecionales de los directivos. Apenas llegan migajas a los verdaderos destinatarios. No hay entidad independiente que fiscalice los gastos, el COI está demasiado lejos o demasiado ocupado con otros escándalos.  Es elocuente el cúmulo de quejas cotidianas de los atletas por las trabas burocráticas a los que los someten cuando solicitan fondos para sus actividades de entrenamiento. Los viáticos no llegan a tiempo, no hay uniformes, ni equipamiento adecuado, ni salarios decentes para los entrenadores. Y estamos hablando de deportistas de élite. Ser atleta en Bolivia es una actividad quijotesca, una pérdida de tiempo, algo cercano a la boludez. Ni las empresas privadas quieren patrocinar o lo hacen escasamente porque el atletismo no vende como el fútbol. Los niños no admiran a un frugal maratonista, prefieren a un futbolista juerguista. Con estos antecedentes, el dinero donado por el COI es vital o debería ser.
Con el paso de los años, los países chicos o sin trayectoria olímpica, paulatinamente van superando sus marcas propias y en consecuencia incrementan el número de atletas participantes. En Bolivia sucede lo contrario: rebajan los atletas pero nunca disminuyen las delegaciones, rellenadas con dirigentes y sus allegados. Es indignante que nuestro país, para la cita de Londres, apenas haya llevado a 5 deportistas, tan pocos que hasta me he aprendido sus nombres.  Son famosos por su rareza, da igual el deporte que practiquen. Estados insignificantes como Andorra, Malta o las islas del Caribe han llevado más atletas.
“Son 1.235.496 dólares los que se han gastado el año pasado en Comité Olímpico en 26 ítems, que contemplaba, entre otros, becas para los deportistas para los Juegos Olímpicos (Londres)con una suma total de 140.000 dólares”, declaración de Ernesto Murillo, destacado periodista especializado en olimpismo. El dato revelador lleva a preguntarse dónde se ha esfumado el dinero, ya que no parece haberse invertido en la preparación de los suficientes atletas, tal como lo demuestra la minúscula representación. Aún más, como muestra de la pobreza espartana de nuestros deportistas, se observó las zapatillas envejecidas con las que entrenaba la única representante de la disciplina de marcha. La misma tesorera del COB, reveló que la indumentaria deportiva fue donada por una entidad bancaria y por el logotipo comercial no podrá ser utilizado en Londres, así que la delegación se verá obligada a portar otro uniforme, ajeno al tradicional verde. A ese extremo llega el grado de improvisación.
Imagen: PáginaSiete.bo
Todo este escándalo no se hubiese destapado de no ser las propias rencillas entre el presidente y la tesorera del COB. A esto se sumaron las denuncias de otros actores. Todos estos días hemos visto a través de la televisión una suerte de guerra de trapos sucios entre los principales dirigentes. Entre acusaciones de ida y vuelta, nos hemos enterado de cómo se manejan estos asuntos turbios: para empezar, según la tesorera, Silvia Crespo (nada que ver con este servidor), al presidente del COB, Edgar Claure “se le entregó 6.830 dólares por concepto de viáticos y otros 9.000 dólares para el pago de una suite matrimonial en un hotel de cinco estrellas en Londres. Mientras que otros tres dirigentes percibirán entre 1.500 y 3.000 dólares”.
En contrapartida, -aquí viene lo absurdo y vergonzoso- a los verdaderos representantes, los atletas, sus entrenadores y un médico, se les asignó la miserable suma de 300 dólares por cabeza para toda la estadía, con la excusa de que ya tienen todo pagado por alojarse en la villa olímpica. Mientras los dirigentes tienen todo el dinero para pasearse a gusto por todo Londres, los atletas no podrán salir ni a tomarse un helado o comprarse algo de ropa en una de las metrópolis más caras del mundo. Esta es la manera de premiar a deportistas que se sacrifican y entrenan a pura voluntad.
Al paso que vamos, no creo que viva lo suficiente para ver que algún atleta nacional gane la primera medalla para el país. Ya no conservo el dato de cuándo empezaron los modernos juegos olímpicos. Hace mucho que vamos de bulto, se hace eternidad. Eso sí, los únicos medallistas son las sanguijuelas que fungen de dirigentes, siempre optimistas, siempre diligentes para alistar la maleta de viaje. La palabra “olímpico” es sinónimo de asco, por lo menos en Bolivia.

24 julio, 2012

5 Borges, las habas y un vicio mío


Ají o Pejtu de habas
Es pasado el mediodía, esperando que la tarde muera. Adoro las mañanas. Lo mío es levantarse temprano y desayunar como se debe, bien peinado y sobre una mesa. Llevar unos huevos fritos o jamón a la cama me parece de lo más asqueroso, ni en mi luna de miel, oiga. ¡Puto Hollywood! que ha introducido el mal gusto no solo a la cocina sino hasta la alcoba. Después del desayuno puedo hacer cualquier cosa titánica, incluso acompañar a una persona lenta. Me saca de quicio la gente –menos la anciana-que parece arrastrar las patas. Deploro las tardes, principalmente por el calor. Si retorno a casa ya no tengo energía para volver al centro de la ciudad y a sus calles abarrotadas. Ni por un helado de canela. Borges decía alguna vez; “prefiero los atardeceres, las mañanas me derrotan”. Suena razonable, él estaba en el crepúsculo de su vida. Yo no estoy ni a la mitad de la mía, sin embargo, en las tardes me siento más viejo y agotado que el maestro argentino, no hay quien me levante de mi cama o sofá, ni con grúa.

Ahora mismo estoy apoltronado sobre el sofá con el cuenco humeante de habas cocidas en su cáscara, no en vaina, la diferencia es elemental, ya sabrán de lo que digo. Ah, miro The Office, una de mis comedias surrealistas para pasar el rato, si algún detallista se pregunta, es la versión americana. La inglesa no la conozco todavía, el humor british no goza de popularidad por estos lados, ni por toda la brillante desfachatez de Ricky Gervais. No importa que pierda algún diálogo de lo que estoy viendo, es más importante el rito de saborear mis habas. Con Tarkovski o Terrence Malick, más vale tener un termo de café a mano.

Es de vital importancia saber diferenciar la manera de cocerlas como fundamental distinguir qué pantuflas llevará el Papa en cada audiencia. Con las habas sucede algo parecido a la discusión organoléptica entre la cerveza de botella y la de barril, ya saben: “lo mismo, nomás que diferente”.  Prueben a cocerlas enteras en legumbres, y por otro lado solo con la cáscara interna. En ambos casos con una pizca de sal. Me juego a todo que tienen distinto sabor. Y eso que vale para hervirlas cuando las vainas están frescas o recién recogidas. Las habas secas o maduras, por supuesto que saben totalmente distintas una vez cocidas por el mismo método. 

Las habas más dulces, más frescas, más grandes, las he probado en las alturas de Tiraque, camino antiguo a Santa Cruz, en mi época de estudiante universitario. Cuando aun conservábamos el entusiasmo de la secundaria, cuando ninguno no había sido todavía uncido al yugo marital o lo que se le pareciera. En esos años dorados, solíamos ir de pesca al sitio más lluvioso de Bolivia, el parque nacional Carrasco, un enorme bosque frio y umbroso donde mora el esquivo jukumari u oso de anteojos (en mi vida no he sentido tanta inquietud y escalofríos descendiendo al monte, a pie, mientras anochecía). 

A medio camino, hay un sitio donde mujeres campesinas montan unos puestos de comida. Papas cocidas, huevos duros, habas y quesillos, un solo platillo aguarda a todo viajero. En los alrededores verdean los sembradíos oscuros de los habales, combinados con los papales que florecen en hermoso tono violeta, un singular espectáculo en la monotonía de la puna. Imagínense con el frio que hace en la carretera, tomar un descanso para estirar los pies adormecidos y a continuación ser tentado por alguna vendedora que ofrece su fuente de habas cocidas, a cada cual más humeante, de la chacra directo a la boca apenas intermediado por un fogón a leña. Ahí está la clave, es la leña o el agua mineralizada de altura. O el aire puro y bravío. O qué sé yo. 

Naturalmente, yo solía aprovisionarme casi exclusivamente de habas. Llegando al desvío, bajábamos del taxi exprés o microbús. Cargados de pesadas mochilas emprendíamos el descenso de unos 15 kilómetros para llegar al bosque y armar nuestras carpas. En el trayecto nos zampábamos las habas antes de que se enfriasen por completo,  tirando las cáscaras  como los personajes de los hermanos Grimm. Y éramos felices, aunque nos costaba una inmensidad pescar una sola trucha en el impetuoso rio, aunque la lluvia arruinaba nuestras fogatas a menudo. 

Como ven, hay mil formas de preparar habas: frescas o secas, cocidas o tostadas, o asadas al vapor, bajo tierra a la manera hawaiana. Eso sí, siempre con cáscara. Peladas totalmente solo sirven para la sopa o para un pejtu de habas. En los pueblos, solemos acompañar el almuerzo con granos cocidos, especialmente maíz y habas, como en otros lados se acostumbra hacer uso del plátano o de la yuca. De chico, a la hora del recreo,  en vez de golosinas compraba bolsitas de habas secas retostadas en aceite: con cáscara y sin cáscara, siempre era un placer crocante. Verdadero vicio, aunque luego mi boca se resentía por el exceso de sal. En los supermercados españoles, me sentía un perro pavloviano cuando divisaba bolsas mezcladas de granos tostados: habas, arvejas, maíz y porotos. Los españoles adoran las pipas de girasol, a mí me daba pereza tener que lidiar con semillas tan pequeñas.

Hoy, la cosa no ha cambiado sustancialmente. Solo que mi ritual ha evolucionado, ya no estoy para esos trotes de ir masticando a toda mandíbula. Queda la calma de mi sala, corre video y tomar mi tazón humeante de habas. Otros se atiborran de palomitas de maíz, pero comen como autómatas. Yo disfruto cada grano, sin prisa, sin pausa.

Ya que viene al tema -para justificar la alusión abusiva a Borges- me hace recordar un poema insípido que muchos atribuyeron a su inspiración y por el cual corrieron ríos de tinta, incluso lo vi publicado en algunas antologías. Hablo de ese bodrio conocido como “Instantes”, y comienza más o menos así: Si pudiera vivir nuevamente mi vida/en la próxima trataría de cometer más errores (…..) Iría a más lugares a donde nunca he ido/ comería mas helados y menos habas /tendría más problemas reales y menos imaginarios…

Lo único que sé que, quienquiera haya cometido semejante atentado estético, es un solemne literato de rancia escuela. O un viejo flatulento de club social que atribuye a las habas las causas de sus dolencias. Rezo para que el muy calavera esté muy bien enterrado.

18 julio, 2012

4 No torturen a la presidenta con tanto baile


Cristina Fernández arribando a Cochabamba
Por un momento creí que estaba presenciando un festival de danzas folclóricas. Al estilo popurrí o enganchadito como le llamamos por aquí. Sin dar tiempo a que los comensales pudieran hundir la cuchara en los manjares. Tal era el dilema trascendental para la invitada: mirar o no mirar. Mientras la comida se enfriaba, yo me solidarizaba con la experiencia a lo Tántalo de doña Cristina. Atenta a las cámaras -que fisgonean hasta la última arruga de la gente importante- se olvidaba de su plato para no parecer antipática ante el despliegue multicolorido del ballet folclórico.
Cómo le ha envejecido el poder a doña Cristina: de una lozana y radiante primera dama, ha pasado en un pestañeo, a una agobiada y desgastada versión de sí misma. Las imágenes no mienten, que por dos horas se cebaron con su rostro para detectar cualquier mueca y sus abultadas bolsas en los ojos. A pesar de la compostura, el cansancio era evidente y su seriedad daba cuenta de su fastidio aunque se esforzaba por sonreír a su colega Evo Morales que no paraba de explicarle detalles de las danzas, quien, en contrapartida, sonreía de oreja a oreja, como en su salsa.
Por si los bailes no bastaran, en la siguiente hora, menudearon las canciones típicas y otras de aire patriótico. A cuenta, cómo no, de un senador oficialista que antes fungía de trovador y que ahora parece que vuelve a las serenatas y trasnochadas. Mientras saludaba a los presentes, como buen soldado, no olvidó de agradecer a Evo por la fabulosa oportunidad de ser legislador, y cuyo paso intrascendente por el parlamento me hace parafrasear uno de sus versos: “de qué sirve su buena voz, si es vacía su gestión (canción)".  Solo faltó que el actual alcalde cochabambino, que estaba en la cena, hubiera desempolvado la guitarra. Ganas no le habrán faltado, como a mí se me da cada vez que paso cerca de un campo impecable de fútbol. ¿Acaso no decimos que la cabra tira para el monte?
Recordarán la multitudinaria boda de Menem con Cecilia Bolocco en un vulgar coliseo, una fiesta opípara a base de locro, se dijo entonces. Observando la cena de anoche, tuve la misma impresión, con la gran diferencia de que se efectuó en un hotel de lujo y a pequeña escala. Una mesa rectangular hacía de testera donde estaban sentadas las principales personalidades, y a continuación, decenas de mesas circulares con cientos de invitados, burócratas y representantes de los movimientos sociales afines al partido gobernante. Personalidades cívicas, literarias, empresariales, ni por asomo. Cuánta exhibición de despilfarro de recursos; antaño, si un gobierno de “criollos” hubiera actuado de la misma forma, las críticas no tardarían en asomar: los insensibles que malgastan la plata del pueblo, habrían dicho los que actualmente están en el poder. Pero ahora, como el “pueblo” está en el Gobierno, a callar se dijo y aplaudir con la panza llena.
Tal es el estado de cosas en el imperio plurinacional, un estado plurifestivo, evanescente y multiusos, como dicen las malas lenguas. No hay cumbre ni reunión de magnitud donde no se convoque a bailarines y cantores para que amenicen tamaña solemnidad,  ni faltan brujos que ofrezcan sus sahumerios aunque incomoden a más de uno con sus humos de incienso y demás hierbas en nombre de la suerte y demás supersticiones. La vida sabe a jolgorio permanente, por lo menos para algunos. Aunque a pocos kilómetros, en las calles haya todavía indígenas estirando la mano por una moneda.
Pero, a qué vino la presidenta de Argentina, se preguntarán. A pasear no parece, sin embargo, hoy por la mañana la llevarán a la colina de San Sebastián a que presente su homenaje a las Heroínas de la Coronilla, según la agenda oficial. El Gobierno se empeña sistemáticamente en ocultarlo, pero todos los medios y expertos coinciden en que se renegociará el precio del gas que proveemos al país vecino. Ni más ni menos. Cristina pedirá rebaja al compañero Evo, no cabe duda. Vino a eso, expresamente. De lo contrario, su infinita paciencia de aguantar tanto discurso zalamero, guitarra y zapateo (hasta tuvo que acompañar a flor de labios una canción argentina) no habrá servido de mucho, aunque se haya llevado un poncho y un sombrero de palma como recuerdo. Y bien solita que estuvo, rodeada de hombres, como preguntándose qué diablos hago en este carnaval.

13 julio, 2012

6 Hablando de estereotipos: uno más para Bolivia

Ya no basta que los bolivianos seamos asociados inmisericordemente con rostros morenos y adustos, montañas elevadas, cóndores y llamas, ponchos y charangos. “No se puede jugar al fútbol en la altura”, dicen nuestros vecinos. El país altiplánico. El país minero. Ese exótico e inhóspito paraje en mitad del continente. Esa curiosa nación multiétnica al mando de un indígena, “ejemplo para los pueblos oprimidos del planeta”. Tópicos vienen, tópicos van. De nunca acabar.

Y ahora uno más, que se sabe ya desde hace mucho dentro de nosotros, y  que sospechaba la gente informada de otros países: república de la COCAÍNA. Ya se sabía de antes, claro, en forma extraoficial, en tono vox populi, porque nadie dentro de las fronteras se atrevía a publicar que el imperio de la droga estaba carcomiendo a la nación, introduciéndose en las más altas esferas de poder.

Pero ahora, millones de brasileños ya tienen un motivo más para señalarnos con el dedo y, en sus aeropuertos, sus agentes preparados para atosigarnos con revisiones exhaustivas. Puede ser terrible el poder de influencia de una publicación, mucho peor si es la revista más leída de todo Brasil y una de las más grandes del continente.  No es poca cosa lo que publicó la revista Veja, aunque esté equivocada, aunque tenga una imagen sensacionalista. Su tiraje de más de un millón de ejemplares semanales, es prueba del gran tirón mediático que tiene. Se atrevieron con desprestigiar a Lula, ¿cómo no iban a hacerlo con Evo Morales?

A días de que el presidente Morales era elegido por enésima vez como máximo dirigente de los cocaleros -y en cuyo discurso de posesión prometió legalizar la hoja de coca en los próximos meses para regocijo de sus bases-, la sociedad boliviana era sacudida por el escándalo de los presuntos nexos del Gobierno con un narcotraficante  brasileño que el magazine Veja había publicado recientemente. Señalando al todopoderoso ministro Juan Ramón Quintana y a una ex Miss Bolivia de haber tenido encuentros con el traficante. Si reparan en la infografía, figuran hacia el lado derecho: el ex Zar antidrogas Gral. René Sanabria, ahora preso en EEUU; más abajo el guía espiritual andino que entronizó a Morales, además de las hermanas de una influyente dirigente del partido gubernamental, todos ellos, casos confirmados por tráfico de cocaína. Solo faltan en el esquema, funcionarios de menor rango como algunos alcaldes de provincia.

Fuente: Veja
Casi a nadie sorprende que el señor Quintana sea sindicado por la publicación, que si es culpable o inocente debería determinarlo una investigación. Pero todo el mundo en Bolivia,  se pregunta por qué el presidente se empeña en defenderlo tanto, considerando que es un personaje muy cuestionado y resistido por amplios sectores de la sociedad, sobre todo por haber sido involucrado en un caso célebre de 33 camiones con mercadería de contrabando. El gobernante, en ese entonces, no hizo caso a las denuncias y se limitó a alejar a su colaborador cercano, creándole un organismo estatal a su medida en la región amazónica limítrofe con el Brasil. (La extensa frontera es una coladera de droga, de ahí viene la acusación de Veja, citando una fuente anónima de inteligencia de la policía). Pasado un tiempo y una vez calmadas las aguas, Morales volvió a traer a Quintana a su gabinete y funge como ministro de la Presidencia hasta el día de hoy.

Como era de esperar, todo el Gobierno cerró filas en torno a Quintana, y se acusó a la publicación de todos los adjetivos posibles. Ciertamente, leyendo el artículo, peca de algunas imprecisiones como el manejo de fechas y la dudosa confiabilidad de las fuentes. Lo demás no está alejado de la realidad y refleja lo que en Bolivia ya sabíamos: el aumento exponencial de los cocales desde que Morales llegó al poder y la llegada de mafias extranjeras relacionadas con la droga. La expulsión de la DEA no hizo más que alimentar las sospechas. Algunas publicaciones afirman que el gobierno de Lula, ya había perdido la paciencia con Evo por su incapacidad de frenar el tráfico hacia territorio brasileño. El presidente boliviano, nombró recientemente un nuevo embajador ante Brasil con la misión expresa de emprender acciones judiciales contra la editorial. Pero de ordenar una investigación propia, nada de nada, ni aunque lo requiera la gravedad del asunto, ni aunque la posición del Gobierno se vea seriamente dañada.

Independientemente de los personajes en el ojo de la tormenta, que al final, son aves de paso y pronto quedarán en el olvido, la gran preocupación estriba en la imagen vapuleada de todo el país. Así la revista brasileña se vea obligada a rectificar, el daño ya está hecho: el mensaje corrió como reguero de pólvora por todas las redes sociales. No solo pierde Evo, sino toda Bolivia. Después de todo esto, ¿será que la comunidad internacional siga creyendo en Evo Morales y su discurso místico de la hoja de coca? ¿Quién cree en la palabra de un mandatario que dice luchar enérgicamente contra esta lacra, cuando al mismo tiempo defiende a ultranza el cultivo de la materia prima?

Aquí el artículo original de Veja (en portugués).


09 julio, 2012

4 ¿Quién gobierna en este país?

Foto: La Razón
Cada vez que veo al primer ciudadano del país, bien sentado encima de una tarima en medio de sus compadres o dirigentes (da lo mismo)de cualquier municipio, engalanado con guirnaldas de flores y mixtura en la cabeza, sonriendo y cuchicheando, mientras abajo, pobladores hacen de bufones bailando para el “hermano” presidente, mientras al mismo tiempo, en La Paz, los indígenas de tierras bajas son gasificados y atacados con fiereza por el camión lanza aguas de la policía, y simultáneamente, en las alturas de Potosí otro grupo de indígenas quechuas secuestra gente y  hace de las suyas porque la policía los mira impotente desde la distancia, entretanto el supremo caudillo coge un helicóptero o el avión presidencial y se larga de su palacio para inaugurar cualquier obra secundaria como si se riera en los problemas más importantes.

La dureza con unos

O no será importante que los indígenas del Tipnis estén ya una semana en la urbe paceña, acampando en las calles adyacentes al palacio de gobierno, en medio del frio invernal, que no es poca cosa a 3.600 metros de altura para esa gente venida de tan lejos, de sus cálidos llanos, y encima acompañados de sus niños.

Una semana lejos de sus pagos, tiritando de frio en sus ligeras carpas de poliéster y ¿acaso el “hermano” presidente tuvo la hidalguía de invitarlos a dialogar frente a frente? Nada de eso.  Al contrario, sus ministros echan lodo a sus dirigentes en toda conferencia de prensa y por si no bastara nos bombardean en todos los canales con spots de televisión mellando la dignidad de esos cabecillas.

Centenares de niños y mujeres, aquejados con enfermedades respiratorias  a pesar de haberlos llevado a un coliseo deportivo, con todo el cansancio reflejado en sus ojos por la larga espera. Con infinitos problemas digestivos por la dieta extraña: “extraño el pescado”, dicen quejumbrosos a una reportera.

Los marchistas indignados por la indiferencia gubernamental, reforzados por ambientalistas y otros activistas pretenden ingresar a la plaza Murillo. Es tarea imposible atravesar la barrera policial, que muy bien pertrechada responde con furia a los palos de los manifestantes. La lluvia de gases dispersa a la gente y la tromba de agua del carro Neptuno se lleva por delante a varias carpas, empampando a sus ocasionales ocupantes, entre ellos gente mayor que descansaba, pero a quién le importa la salud de algunos viejos.

Cuando los periodistas interrogan al ministro de Gobierno sobre la violencia indiscriminada de los agentes policiales, éste muy tranquilo responde que la cuestión debería trasladarse a los dirigentes de la marcha, y preguntarles qué hacían tantos “infiltrados” de la derecha y ecologistas en medio de la manifestación. 

Ni así, ni aunque murieran varios indígenas, días antes durante la marcha al embarrancarse una camioneta de apoyo, en la carretera de Los Yungas (una vez más); el Gobierno no se digna a atender sus demandas, al contrario nos muestra videos grabados donde firma convenios con supuestos caciques, ninguneando a los dirigentes de la IX Marcha y acusándolos de que estos han perdido legitimidad porque tienen fines políticos y buscan tumbar al gobierno “democrático” de Evo Morales. 

La espera sigue, en el ambiente queda la sensación de que el gran cacique de tierras altas se mofa de los “hermanos” caciques de tierras bajas. Cansarlos, cansarlos, hasta que se vayan de La Paz, mientras tanto acusarlos de golpistas viene bien. 

La benevolencia con otros

Casi paralelamente a lo que sucede en La Paz, en una comunidad rural de Potosí, un  grupo de pobladores quechuas tomó por asalto las instalaciones de una empresa minera canadiense que hacía prospecciones en la zona. Aparte de destrozar material valioso, secuestraron a 5 empleados que no tuvieron tiempo de huir. Bloquearon todos los caminos de acceso y se parapetaron en los cerros como si estuvieran en guerra, armados de dinamita, hondas y piedras. Durante días, ningún personero del Gobierno le dio importancia al asunto, a pesar de la preocupación del gobernador potosino. 

Ni el pedido clamoroso de los familiares de los secuestrados pareció conmover al presidente, a quien le bastaría hacer un llamado a sus “hermanos” indígenas para que depongan actitudes.  Como era de esperar, no intervino para nada,  delegando el problema a sus ministros. Tras días de tensa espera y ante la pasividad de las autoridades aumenta la belicosidad de los comunarios que amenazan de muerte a todo reportero que se asoma al sitio. 

Se manda un contingente policial, insuficiente en número y mal equipado (es curioso el contraste con los policías acorazados y armados hasta los dientes en La Paz para reprimir a los indígenas orientales), al contrario, esos efectivos llevados caóticamente al sitio minero no tienen ni siquiera ropa de abrigo. La policía toma posiciones en la zona y al poco tiempo es emboscada por los comunarios (el mismo ministro de Gobierno lo afirmó), en el enfrentamiento muere un indígena y quedan muchos heridos, incluyendo un policía desaparecido.

Ante la escalada de violencia, se teme por la vida de los secuestrados. Temor plenamente justificado por los antecedentes de un hecho anterior en una región cercana, donde toda una comunidad de campesinos que protegía a contrabandistas, secuestró y posteriormente linchó salvajemente a cuatro policías que investigaban en la zona. Los familiares tuvieron que suplicar por los cuerpos a condición de que no se enjuicie a los comunarios. Al día de hoy, nadie está detenido por estos crímenes atroces, que se amparan en la mal llamada justicia comunitaria.

La situación se torna confusa, ni las mismas autoridades tienen información clara. Las imágenes de televisión testimonian claramente la falta de presencia estatal en la zona, convertida en tierra de nadie. Al fin sucede una noticia tranquilizadora: tres rehenes logran fugarse de sus captores y llegar hasta posiciones de la policía, como era de esperar el Gobierno se aprovecha de la circunstancia para mostrar repentinamente que se preocupa de la salud de los secuestrados.

Entretanto, una comisión de ministros y representantes de Derechos Humanos se trasladan al lugar y emprenden negociaciones. Finalmente, ayer domingo se logró un convenio, donde el Gobierno se comprometió a revertir la concesión minera además de no emprender ninguna acción judicial a los dirigentes de la comunidad. Los tres rehenes que quedaban fueron liberados, incluido el policía que se daba por desaparecido. 

Pero aquí viene una consecuencia surrealista del asunto: los dos ingenieros apresados, a quienes se maltrató física y psicológicamente durante una semana,  fueron conminados a entregar 1.000 adobes a la comunidad, en un plazo de treinta días, según el fallo de los justicieros comunitarios por el supuesto delito de espionaje. Al policía retenido lo torturaron una y otra vez, tanto que no se podía tener de pie cuando lo subían a un coche para trasladarlo a un hospital. Dónde se habrá visto que los victimarios exijan compensación de sus víctimas, que alguien me explique por favor.

En el aire queda la interrogante de qué sucederá si los secuestrados no cumplen con la sanción de los jueces comunitarios. ¿Mandarán a sus policías sindicales para hacer cumplir su ley o el Gobierno enviará a un fiscal de materia?...¿en qué época vivimos?... ¿quién gobierna en este país?

04 julio, 2012

6 Senador o carnicero, ¿cuál es la diferencia?

Senado boliviano-ABI
El reciente protagonismo político de la remota y tranquila república de Paraguay me dio un motivo para salir de mi ignorancia: no es justificación alguna, pero tenemos tan pocas relaciones culturales y comerciales con nuestro vecino del sureste que hace que apenas sepamos que existe. Como aficionado a la geografía, confieso avergonzado, que es el país que más desconozco de Sudamérica. De Paraguay sólo he vivido de leyendas e historias de la Guerra del Chaco, a pesar de que mi abuelo y sus hermanos han participado en la más absurda de las guerras. Ni nos odiábamos, a tal punto, que he leído en los libros de historia, que apenas convenido el cese de hostilidades, tanto soldados bolivianos como paraguayos se dieron de abrazos espontáneamente, como si hubieran olvidado que hace poco se estaban matando mutuamente. Hasta hace algunos años celebrábamos ambas naciones, esa tregua definitiva mediante un torneo de fútbol, la Copa Paz del Chaco.

Todo lo que sabía sobre Paraguay tenía que ver con la guerra, con su destino marcado a dolor y sangre, con su suicidio heroico encabezado por el presidente Solano López en la Guerra de la Triple Alianza. Con su triste karma de ser gobernado por personajes siniestros como Rodríguez de Francia y Stroessner. Con su hermosa música al son del arpa. Con los relatos angustiosos de Roa Bastos. Y pare de contar.

Ahora descubro apesadumbrado que tenemos idénticos destinos, idénticas realidades; más hermanados de lo que parece: Poblaciones similares en número, economías casi paralelas, los dos únicos países alejados del mar. Y la misma politiquería, a nuestro pesar. 

Por qué será que las naciones más pobres, ensimismadas y golpeadas por la historia,  tienen sistemas políticos de lo más rancio, estrafalario y oneroso para el tesoro público. Una nación de apenas 6 millones de habitantes posee el vergonzoso lastre económico de sostener a 45 senadores, aparte de lo que significa costear a la otra casta de privilegiados representados por los diputados. Suena increíble que el país más pobre del cono sur, tenga casi la mitad del senado del país más rico y poderoso del mundo (EE.UU. posee 100 senadores). No es consuelo tonto, los bolivianos tenemos la misma estúpida realidad.

Desgraciadamente no estamos lejos de nuestros vecinos. Durante los gobiernos republicanos, el sistema parlamentario contemplaba un senado con 27 representantes: tres por cada departamento, dos por simple mayoría y uno al segundo partido más votado. Era un sistema más o menos razonable, porque implicaba el necesario equilibrio de fuerzas, dándole al Senado el poder de veto en decisiones controversiales. Ahora la Cámara Alta es un apéndice más del Poder Ejecutivo. Conscientes de los obstáculos para sus planes totalitarios, Evo Morales y sus congresistas, modificaron la Carta Magna a su antojo, con la complicidad de algunos parlamentarios de la oposición: el “cambio” significó el aumento abusivo del senado, a un total de 36 representantes, similar a la situación paraguaya. Pero lo peor de todo fue que modificaron el mecanismo de elección, dando al partido oficialista toda la ventaja, a tal punto que en algunos departamentos se quedó con los 4 senadores respectivos y ninguno para la oposición. Entonces  no es de extrañar que tenga mayoría absoluta, aunque las votaciones reales no reflejen tal cosa.

Menos mal que el territorio tiene apenas 9 departamentos, qué distinto sería si tuviéramos una veintena. Aunque no es descabellado que en un futuro próximo,  las 36 naciones artificialmente creadas por el Estado Plurinacional exijan también su cuota de senadores, es fácil cambiar la Constitución como papel de cocina.

Sin ser apologista de los gobiernos neoliberales, en aquel entonces, el Senado era una institución respetable con todos sus defectos. Siempre había algún intelectual reconocido, juristas experimentados, ciudadanos de larga trayectoria, etc., que le daban la suficiente autoridad moral y contrapeso a los excesos del Poder Ejecutivo. Ahora cualquier pelafustán se hace llamar “honorable” senador.

Basta con destacarse en las “luchas sociales", como políticamente le llaman ahora a la trayectoria de esta nueva casta de políticos que se han encaramado en el poder a base de huelgas, bloqueos de caminos, marchas de toda índole, sabotajes políticos, y un sinfín de actividades “revolucionarias”, en las cuales Evo Morales es el mejor graduado con creces.

A tal punto se ha devaluado el Senado que,  ahora mismo, apenas conozco las actividades de dos senadores de mi departamento, los otros dos restantes seguramente entran en esa categoría insigne de levantamanos oficiales. O tienen tan poco que decir que no asoman la cabeza para no quedar en evidencia.  Como reza el tango, la vida se ha vuelto cambalache. Ahora resulta que un degollador de perros, un escandaloso borrachín, y otros,  sindicados en todo tipo de tráfico de influencias miran con altanería desde sus altos estrados y se hacen llamar padres de la patria. Qué le vamos a hacer, los detalles folclóricos del Proceso de Cambio, diría alguno. Y un asco de gente diría yo.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
 

El Perro Rojo Copyright © 2011 - |- Template created by O Pregador - |- Powered by Blogger Templates