31 agosto, 2013

15 Con las barbas en remojo


Perfil "soñador", obvio
Hace tres años que daba inicio a este muro de lamentos particular. Entonces estaba a punto de cumplir los treinta y tres y pensaba en lo paradigmático que tiene esta edad para todo hombre, a saber: 

A los 33, Alejandro Magno había atravesado con su ejército el inhóspito Hindu Kush para llegar hasta las puertas de la India y, a la orilla de un rio, morir en la plenitud de su gloria. A los 33, Jesús el nazareno había aparecido sorpresivamente en Jerusalén para cimentar lo que sería después la religión más poderosa de la historia. A los 33, el mariscal Sucre había derrotado al ejército español en la batalla de Ayacucho, sellando de esa manera la independencia de Bolivia y, al poco tiempo, fue designado segundo presidente de la naciente república, en apenas dos años de gestión hizo tanto por este país que ahora la capital lleva su nombre con todo merecimiento (y sí, todavía me causa pena que periodistas extranjeros digan o escriban que La Paz es la capital boliviana, ¿acaso alguno osa decir que La Haya es capital holandesa solo porque allí funciona la sede de gobierno?). A los 33, Martin Luther King ya era un líder indiscutible de los derechos civiles y estaba a un año nada más de pronunciar su célebre discurso en Washington, que dicho sea de paso, hace unos días se recordó el cincuenta aniversario de esa memorable jornada; que en un país racista se dé un feriado con su nombre, reconociendo su legado, no es poca cosa. 

Y así, podría citar otros casos, seguro de que muchos no se han quedado simplemente a mirarse el ombligo, pero dejémoslo en lo que mi memoria todavía guarda con nitidez, eso espero. Aunque esto tenga cierto tufillo a jeremiada, no se equivoquen, no va por ahí la cosa. Simplemente quería remarcar que formo parte de una generación indolente, cínica y perezosa, que no pocas veces, le gusta ahogarse en un vaso de agua o hacer de cualquier barullo una tormenta. Yo mismo, como conspicuo representante de una época mediocre no he dado la talla suficiente para lo que se espera de nosotros. Increíble, no recuerdo nada sustancial desde que ingresé a la mayoría de edad, coincidiendo con los estudios universitarios. Paulatinamente, la universidad se ha convertido en una fábrica de conformistas y sigue vomitando más desempleados. ¿O será que el estamento universitario es un fiel reflejo de la sociedad en que vivimos? 

Desde los 21 a los 33 me he perdido peor que Jesucristo, en una espiral de indecisión que no tiene explicación. O quizá la negra noche me envolvió en su manto, como cantaban los vates griegos. Esa década pasó volando, sin que haya dejado huella en mi vida. No fui capaz de enfrentar mi destino, ni de aportar nada al mundo, aunque fuera garabatear una sola línea. ¿En qué carajos estaba pensando? 

A estas alturas de la vida, siento que he reaccionado tarde. Aunque ya tengo edad para ser presidente, Evo el Austero puede dormir tranquilo, no formo parte de esa manada de envidiosos que ansían su puesto. Preferiría sacarme los ojos antes que engañar a tanta gente y vivir a sus expensas a cuerpo de rey. Ya, pero el poder enceguece, dicen algunos y no les faltará razón. 

Para recordar el tercer aniversario del blog, he decidido hacerme crecer la barba, un suceso histórico para mis registros ya que todo es histórico en este país mamarracho, aunque extrañamente no obra en mí ninguna inspiración como se sospecha que influyó en Sócrates, Marx, Trotsky, Tolstói y otros grandes cultivadores del pensamiento. Un semblante barbudo, siempre tiene un pelín de soñador, me han comentado algunas lenguas. Eso sí, soy enemigo acérrimo del bigote, siempre lo he asociado a grandes tiranos y personajes sanguinarios, y si no, pregúntenle a Hitler, Stalin, Pinochet, Videla, etc.

Lo que no puedo negar es que la barba tiene sus pros y sus contras: por un lado es satisfactorio descubrir que en todos lados te dan más importancia; “¿qué desea señor?” o “pase por acá señor” con un tono de respeto que da gusto. Sin barba, todo era “espere joven” o “¿qué quiere usted joven?” a secas, agriado. El lado malo es que las féminas veinteañeras te consideran material de descarte, porque ya pareces un tipo cuarentón. Ah, la vida y sus aristas.

Ya que estamos en una época blanda y de corrección política, en la que celebramos cualquier ocurrencia por anodina que parezca, ahí va la mía: propongo que cada 31 de agosto se recuerde el Día Internacional de la Barba, y para promocionarla predico con el ejemplo, ni más ni menos. Que también sea el día de mi cumpleaños es pura coincidencia. Ya está, pueden reírse en mis barbas, si quieren. “To beard, or not to beard”: that is the cuestion.

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P.S.: Agenda del día
  • Saludo al alba con 36 cañonazos, en este caso con igual número de petardazos para tomar revancha por todos los fines de semana que algunos vecinos pelotudos me han jodido la noche con sus ruidos (¿no les decía acaso que este es un país de acomplejados?).
  • Desayuno ejecutivo a cargo de mí mismo (la gran desventaja de no estar casado).
  • Almuerzo protocolar con sopa de maní y rellenos de papa con forma de pera, incluyendo su ramita de perejil en el plato (que es importante la presentación, oiga).
  • A media tarde, luego de la obligatoria siesta, repaso de una película de Bergman (quizá descubra, por fin, la trascendencia de la vida).
  • Por la noche, socialización de mi proyecto de ley ante mis amigos y conocer a una tal Norma (después de un par de tequilas, veremos qué es lo que pasa).

27 agosto, 2013

4 El otro jamón español


Los gemelos Callejón (encuentre las 7 diferencias)

Hace exactamente veinte años que llegaba a tierras bolivianas un técnico español desconocido, el vasco Xabier Azkargorta, con un cartón de médico bajo el brazo antes que de entrenador. Nadie apostaba un duro por él, excepto el entonces presidente de la FBF. Silenciosamente empezó a moldear la mente de los jugadores locales, más dura que los monolitos de andesita de Tiwanacu. Lo suyo fue una compleja labor como descifrar un código quipus. Se dice que los aspectos técnicos del juego los manejaban sus ayudantes. Él se encargaba de inculcar autoestima y espíritu de sacrificio en los seleccionados, bregando además contra un complejo de inferioridad innato, tan característico de nuestra sociedad. Porque materia prima de excelsa calidad sí que la había. Lo demás es historia conocida, la selección nacional pudo por fin clasificarse por mérito propio al Mundial de USA`94, teniendo una decorosa participación en el certamen. 

El éxito del entrañable vasco motivó la llegada de colegas de su país a nuestro balompié, con distinta suerte. A su vez, el Mundial catapultó a algunos seleccionados a fichar en distintos clubes de Europa. Uno de ellos, Juan Manuel Peña, se afirmó como defensa titular de aquel recordado Villarreal de Pellegrini, que logró jugar semifinales de la Liga de Campeones. Fue lo más alto que llegó alguna vez un jugador nacional en torneos de élite. Extrañamente, el mago Azkargorta volvió dos décadas después, dispuesto a repetir la fórmula. Sin embargo, los resultados distan mucho de aquel periodo: vamos penúltimos en la tabla de eliminatorias para Brasil 2014. Dos teorías se barajan para explicar el rotundo fracaso: o ya no queda piedra en la cantera o su mostacho encanecido ya no motiva como antes. Quién sabe, Bigotón querido.

Aquellos años, el fútbol español (aún la segunda división) era la aspiración natural de todo muchacho sudamericano. Era impensable que futbolistas ibéricos vinieran a probar suerte y fortuna a las Américas,  como sus antepasados trotamundos, quinientos años atrás.  Pero hoy, la mala situación que atraviesa la economía española se ha dejado sentir también en el ámbito futbolístico, afectando sobremanera  a sus clubes, obligados a exportar jugadores a medio mundo, aquejados por las deudas y la dificultad de seguir pagando sueldos elevados, exceptuando los dos más grandes que son un caso aparte. Ya sabemos acerca de jugadores excepcionales que han sentado sus reales en los siempre difíciles campos ingleses. El áspero fútbol teutón empieza también a sentir el suave toque español. Según un importante diario peninsular, son más de 300 los futbolistas que han abandonado territorio español para jugar en sitios tan exóticos como Tailandia, Hungría, China, Emiratos, Kazajistán, etc. Todos motivados por la promesa de mejores días. Es que los tiempos no están para hacerse los remolones. La crisis origina que vengan compatriotas a “precio de gallina muerta”, afirma un entrenador radicado en Bolivia.

Alfredo Relaño, cuenta que en los años sesenta, el Atlético de Madrid efectuó una gira por Sudamérica, incluyendo La Paz. Posteriormente, en la década de los noventa llegó otra camada de jugadores españoles cuando el Real Madrid trajo a su división menores a disputar un torneo internacional en Santa Cruz, en cuyas filas se hallaba un tal Iker Casillas. Fue lo más cercano que estuvimos de fichar a futbolistas de la madre patria.  Desde entonces el tiempo sólo nos dio de hostias, hasta hoy.

Casillas en Bolivia en 1996, a su lado, Gerardo Berodia
En enero de este año llegó el primer adelantado castellano, un jugador treintañero llamado Gerardo García Berodia, que casualmente fue compañero del mismo Casillas en las juveniles del conjunto merengue. Una lesión gravísima, según contó, estuvo punto de arruinar su carrera. Malviviendo en equipos de Segunda y planteándose la posibilidad de abandonar la práctica activa, alguien lo contactó para que viniera a nuestro país, llegando para Wilstermann de Cochabamba, siendo una incógnita para la hinchada. En un par de asistencias bien dadas al vacío se ganó a todos los seguidores del conjunto rojo. Ahora es figura de referencia y con un contrato por varios años, incursionando incluso en el mundo de la publicidad para empresas locales. La ventaja de tener una buena fachada diría alguien, ¡qué españolisto! Meses después, tras su estela llegaron otros dos connacionales dispuestos a jugársela en el mismo equipo.

Asimismo, el arribo del profesor Miguel Ángel Portugal, otrora técnico del Racing de Santander, para dirigir al club más laureado, el Bolívar de La Paz -al cual sacó campeón del último torneo de la liga boliviana- trajo aparejado el interés por reforzar la plantilla con jugadores peninsulares, motivado además por la salida al exterior de jugadores nacionales. Para el nuevo campeonato que arrancó a principios de agosto, Bolívar, por las gestiones de Portugal contrató a tres futbolistas, entre ellos, al hermano gemelo de Callejón, el que hasta hace poco prestaba sus servicios en el Madrid de Mourinho. Muchos aficionados de la Academia paceña aseguran que el gemelo suyo es más talentoso que su hermano que ahora milita en el Nápoli, que éste es puro marketing, afirman bastante convencidos. El tiempo dirá, una vez más.

Otros dos equipos ya tienen a un jugador hispano respectivamente, sumando un total de ocho en toda la liga. Aunque todos provienen de equipos modestos y son en su mayoría veteranos, no obstante, la calidad técnica y disciplina táctica que han adquirido les da el bagaje necesario para sobresalir en nuestro medio, más bien venido a menos. Lo más seguro es que sigan arribando en mayor número. Ocurre el mismo fenómeno en otras ligas sudamericanas, como el caso curioso del exseleccionado de la Roja, Dani Güiza, quien fichó para Cerro Porteño de Paraguay en el ocaso de su carrera. A este paso, pronto Uruguay y Argentina, tradicionales exportadores de piernas con balón, se verán desplazados por la marca “España” que, sin aspavientos empieza a copar el mercado internacional, no solo con vino y jamón auténtico. Mientras no contagien el ridículo cántico de “¡a por ellos, oeee!” en nuestras tribunas, bienvenidos sean.


24 agosto, 2013

4 Pobre país, de tragedia en tragedia


Foto: Los Tiempos
Soy un convencido de que el verdadero progreso de un país –aunque parezca simple o insuficiente-se mide por el estado de sus escuelas y hospitales públicos…y también por su cara oscura, la de sus cárceles. 

El otro día le oí decir al pluriacadémico vicepresidente (que un día nos habla de teoremas matemáticos y al otro de esoterismo andino), galante cultor de trajes italianos que jamás en su vida se ha arremangado la camisa para plantar un árbol, que la Bolivia de hoy es la mejor que hemos tenido en cien años. Y para convencernos del todo nos bombardean sistemáticamente con propaganda de que la macroeconomía va viento en popa. Que si Bolivia tiene más reservas internacionales que nunca. Que hemos dejado de mendigar y que ahora formamos parte de un país digno y soberano. Que ahora somos el espejo en el que otras naciones se miran por nuestros profundos cambios sociales. Que se ha instalado una planta transformadora de hidrocarburos aunque el GLP haya desaparecido de las calles. Que tenemos las mejores carreteras que hemos podido desear. Podría seguir, hasta el aburrimiento, anonadado de que estén industrializando el país a ritmo de videoclips. 

Lo que es totalmente cierto es que el régimen tiene la gran fortuna de recibir ingresos cinco veces mayor que los gobiernos anteriores. El Estado obtiene ingentes cantidades de divisas por la venta de gas y minerales. Sin embargo, seguimos inmersos en una triste y eterna economía extractivista. Nuestra bonanza es solo coyuntural. Aún así, según la lógica oficial, todo es mérito de la administración de Morales, hasta sugerir que las altas cotizaciones de las materias primas no se deben a la demanda ininterrumpida de potencias industriales emergentes.

Así pues, para Evo Morales, el desarrollo pasa por distribuir bonos, construir canchas y coliseos y comprar aviones ejecutivos. “Antes teníamos que viajar en aviones de presidentes amigos y prestarnos helicópteros”, recuerdo haberle escuchado decir a Su Excelencia, como justificación para sus infinitas ganas de volar. Progreso es comprarse un millonario satélite con la excusa de librarnos de la dependencia tecnológica. Ustedes saben, ahora somos un país que pretende alimentarse de dignidad antes que erradicar la miseria y desnutrición que tanto azotan las áreas rurales.

Ahora, tal parece que hasta la sucia realidad se ha dado a la tarea de complotar contra el generoso e inmaculado régimen. Un día atrás, aún no se podía controlar el gigantesco incendio forestal que arrasó más de veinte mil hectáreas de bosque de matorral que, según especialistas, tardará unos cuarenta años en recuperarse, con esfuerzos denodados de voluntarios que armados de palas y rastrillos, combatían mejor el fuego que un insignificante y solitario helicóptero con bolsa de agua que, para mayor desazón, tuvo que parar rápidamente por falta de combustible. Ah, y todavía tenemos la bellaquería de anunciar la compra de misiles rusos (90.000 dólares por unidad) para salvaguardar la patria de enemigos invisibles. En los cuarteles empiezan a relamerse como niños con juguete nuevo. La dignificación ha llegado también a las FF.AA., empezando por declararse socialistas, en franca contradicción de su doctrina que les prohíbe la deliberación.

La tragedia de las cárceles

"Ratoneras" en la cárcel San Sebastián de Cochabamba
Paradójico resulta que en estos tiempos de esplendor económico, los hospitales colapsen todo el tiempo por falta de instalaciones adecuadas, personal médico, ambulancias, combustible, medicamentos, y otros equipamientos necesarios. El drama se extiende a las escuelas con sus carencias específicas. Pero lo que sucede con las cárceles ya sobrepasa lo inhumano. Que se llamen centros de rehabilitación es un insulto al sentido común. El abandono en que se halla todo el sistema penitenciario, tarde o temprano iba a acarrear funestas consecuencias. La tragedia se cocinaba a fuego lento en medio de la desidia e indiferencia de las autoridades responsables. Extraño que no se haya producido antes como en otros países.

Hoy, viernes 23 de agosto de 2013, se produjo el peor desastre carcelario en lo que concierne a Bolivia: 30 muertos (entre ellos un niño menor de dos años) y casi un centenar de heridos, según cifras oficiales hasta el momento.  En medio de la confusión, se habla de más víctimas y algunos desaparecidos. 

Todo comenzó desde aproximadamente las seis de la mañana en el penal de Palmasola (Santa Cruz), el más grande del país, construido para mil quinientos internos que, según estimaciones de la prensa, albergaba a más de cinco mil, produciéndose un enfrentamiento entre dos bandas rivales. Primera aberración, el hacinamiento infrahumano es típico de todo el sistema (En algunas cárceles, hay gente que duerme en cualquier recoveco, mientras pocos privilegiados llegan a construirse hasta minidepartamentos con servicio de televisión por cable). 

Reclusos de un pabellón invadieron a otro por pugnas de poder, a punta de pistola, machetes rudimentarios, cuchillos y palos. Usaron incluso garrafas de gas a modo de lanzallamas, lo que desencadenó el incendio en varias celdas donde muchos todavía dormían en colchones de paja, siendo perfecto combustible para las llamas. El humo intenso podía divisarse desde lejos, las primeras cámaras llegadas al lugar registraron escenas dramáticas como la de un hombre subido al techo junto a su joven hijo aterrorizado. Abajo se intuía que el infierno estaba desatado.

En medio de la tragedia empezó a llover lo que dificultó seriamente la llegada de las brigadas de rescate. Mientras tanto, la policía concentraba sus esfuerzos en tomar control del penal y someter a los presos rebelados. Por surrealista que parezca, los que verdaderamente gobiernan una cárcel son los propios presos. Las fuerzas de seguridad solo se limitan a vigilar el perímetro. Adentro impera la ley del más fuerte. Las mafias siguen dirigiendo sus negocios como si nada, desde el encierro. No hay una separación de celdas por sectores como vemos en cualquier película. En medio del desorden conviven reos de alta peligrosidad y detenidos preventivos por cualquier bagatela, y entre estos, muchos niños que viven junto  a sus padres. La niñez encarcelada es otra característica dolorosa de nuestra sociedad empobrecida. El gobierno tiene tantos recursos frescos que no es capaz de construir centros de acogida, prefiere soslayar la mirada con la excusa de que es una estructura heredada de gobiernos anteriores. Aquellos por lo menos podían aducir motivos de falta de presupuesto. Evo Morales lleva ya casi ocho años en el poder y la problemática se ha agravado, más aún considerando que su régimen ha empezado a encarcelar opositores con cualquier acusación.

Las imágenes que transmitía la televisión parecían las estampas de un estado de guerra: decenas de heridos tirados, muchos con la piel hecha jirones por las quemaduras, en medio del patio, sin ninguna asistencia médica y entre expresiones dantescas de dolor. Corrían las horas y las ambulancias llegaban como cuentagotas. Afuera en la puerta principal los familiares se agolpaban entre muestras de impotencia y rabia por la falta de atención a sus necesidades de información. Nadie quería dar la cara. Nadie que proporcione algún dato sobre la suerte de los internos. Así, la mayoría tuvo que corretear entre clínicas, hospitales y la morgue en medio del caos y del aguacero. La red pública de hospitales fue desbordada por la llegada de los heridos. Es inverosímil que una ciudad de un millón y medio de habitantes –y la más próspera de la nación-no tenga capacidad para atender a un centenar de pacientes a causa de una emergencia. No quiero imaginar lo que ocurriría en caso de un terremoto o algo parecido.

Al caer la noche, las autoridades por fin aparecieron en escena, con el ministro de Gobierno y el comandante general de la policía ofreciendo una conferencia de prensa. Por un momento creí que habían dado otro gran golpe a la delincuencia organizada al mostrar un montón de armas blancas (algunas del tamaño de espadas), casquetes de balas y hasta algunos cilindros de gas como pruebas de los delitos. Como corolario presentaron a cinco supuestos cabecillas del motín. Daba la impresión de que los burócratas esperaban el aplauso unánime. Como si no estuviéramos hablando de arsenal hallado en una prisión y de presos apresados, valga la contradicción. Orgullo de mostrar las pruebas de la ineptitud y corrupción policial, qué cosa más revolucionaria.

¿Y el caudillo?, como siempre, dijo “sentirse muy consternado” por la tragedia, tanto que no se dio tiempo para llegar al sitio aprovechando que tiene su avión para viajar en cualquier momento cuando alguno de sus colegas bolivarianos sufre una jaqueca. Tan “consternado” estaba que la televisión estatal transmitía en vivo por la tarde, participando de un desfile por el aniversario de una institución militar en Cochabamba, que igual es importante celebrar una fecha que se recuerda cada año. En fin, que es cuestión de prioridades.





19 agosto, 2013

6 El imperio contraataca: hongos asesinos



La revolución empieza por el vestuario
La saga con tintes de western crepuscular continúa en los confines del universo conocido. La guerra moral y sicodélica -por sus guerreros arcoíris que producen confusión en el enemigo- que Evo Skywalker ha emprendido contra el imperio del norte,  se cree que ha causado una importante derrota espiritual a la maquinaria propagandística de Obama. En las incesantes batallas, léase Cumbres, el caudillo de los desventurados terrícolas, desenvainando su discurso láser y rabiosamente lisérgico, ha propinado sendas palizas a la tiranía del capitalismo y sus afanes de acabar con la impoluta y sana vida comunitaria. Todos hablan de Bolivia (según voceros plurinacionales), todos hablan de nuestro guerrero, más aún después del intento solapado de atentar contra su vida en los infames cielos europeos, de donde afortunadamente su nave infatigable, el Falcon Millonario, supo sacarlo sin un rasguño y traerlo de vuelta a sus amadas tierras tropicales.

Tanta notoriedad ha cobrado nuestro héroe, cuya cabellera nido de águila y su exquisito gusto por parchar chaquetas maoístas con tiritas de aguayos andinos, son objeto de estudio de todas las casas de moda que no comulgan con las pasarelas oficiales. Hay quienes buscan infructuosamente al modisto que revolucionariamente ha cosido la efigie del Che a las chamarras alpaca de S. E., secreto mejor guardado que la fórmula de la odiada Coca Cola. Se dice que los trajes que deja de usar, pasan automáticamente a engrosar el museo de los trajes históricos, para que en cinco mil años, los arqueólogos del futuro se rompan la cabeza tratando de desentrañar su origen.

Desde el advenimiento de esta nueva era, de atmósfera armoniosa con la madre Tierra y alineación perfecta de otros planetas, con Evo Morales cabalgando su caballito del cambio, se cuenta que en los pasillos de la Casa Blanca andan sumamente preocupados,  porque ven con irritación y temblor en los pies que Bolivia se está convirtiendo paulatinamente en la base antiimperialista por antonomasia. De sus cuarteles (hoteles de lujo) donde todos los rebeldes se reúnen, están saliendo apóstoles muy bien pertrechados de doctrina socialista, con avanzados conocimientos de esoterismo andino, que los sofisticados instrumentos tecnológicos imperiales no podrían descifrar. Es inminente la derrota del imperio decadente, braman a su turno sus principales comandantes, sabiendo que los sahumerios son más poderosos que los fusiles para proseguir con la lucha.

Así las cosas, ante la rocambolesca situación, las fuerzas imperiales de Obama apenas pueden salir de la estupefacción. Ante la imposibilidad de librar combates contra los rebeldes con armas y métodos convencionales, tuvieron que recurrir a asesores expertos en lecturas del tarot, hojas de coca y ramas afines. Estos sugirieron que había que atacar a Evo, allá donde más le doliera, al corazón de su revolución verdolaga. Esto es, darle en la madre a sus temibles cocaleros, los guerreros escogidos de S. E., quienes constituyen la avanzada de su movilización contracultural, con tácticas de hormigas marabuntas, siempre dispuestos a acabar con los jardines cochabambinos en sus paseos multitudinarios.

Mientras Evo y sus discípulos libraban su guerra farandulera a los cuatro vientos, el imperio del norte se movía entre las sombras, movilizando a sus  guerreros invisibles, unas terribles armas biológicas que fueron soltadas al espacio exterior, con la misión expresa de atacar a los cultivos sagrados de los cocaleros del Chapare. Poco a poco, hectáreas enteras de cocales se fueron secando desde raíz, sembrando la incertidumbre entre sus cultivadores, entre los cuales, muchos creían que era un castigo divino, una venganza de la Pachamama por herirla a machete limpio para despejar zonas boscosas y seguir sembrando su arbusto depredador (sabido es que la coca empobrece el suelo rápidamente). Entretanto algunos agrónomos establecían que probablemente se trataba de la acción de hongos u otros parásitos, varios cocaleros reconocieron abiertamente que fumigan sus cultivos con pesticidas de industria norteamericana, dando a entender que esos productos eran culpables de la contaminación, idea que pronto fue reforzada por un visionario senador oficialista, el cual afirmó: “no es casual, estamos convencidos. Si ustedes recuerdan el Imperio ha planteado acabar la hoja de coca no sólo en Bolivia, sino en toda Latinoamérica fumigando con herbicidas, con insecticidas. Y está casi comprobado, este hongo aparece en un herbicida, pero de dónde vendría, estoy convencido viene del imperio, viene de Estados Unidos.”.

Estas batallas fungiformes han abierto una grandísima brecha en el discurso romanticoide y con ribetes agroecológicos del régimen de Morales. Ustedes han visto las imágenes de su trajinar en todo foro mundial donde pretende demostrar, hoja en mano, las virtudes inagotables de la planta. Por el momento, los hongos no han causado gran daño, quizá solo sea una excusa para mudarse de sitio, trasladando los cultivos a zonas más propicias, como el vecino parque indígena del Tipnis. Lo que sí es un hecho comprobado, es que la industria del narcotráfico florece más que nunca. Coincidiendo con la asunción de Morales, el país se ha inundado de fábricas de cocaína, prácticamente en todo el territorio, incluyendo el desértico altiplano, cuando antes estaban muy delimitadas las regiones productoras. Y en su infinita candidez, todavía se jactan de que incautan más droga que la DEA y sus agentes especializados. ¿El mundo exterior será tan ingenuo para creer que los cocaleros, y sobre todo los jerarcas de poncho y corbata en sus reuniones, mastican esa misma coca fumigada? No sé si habrá gente idiota que esté dispuesta a envenenarse lentamente.  Lo que es seguro, es que todavía hay mucha gente dispuesta a tragarse el discurso, con teorías disparatadas o sin ellas.





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