25 febrero, 2014

6 El rally de la droga


El  cargamento incautado en Francia (Agencia AFP)

“El vehículo llegó a un puerto de Francia desde Chile con droga producida presuntamente en Bolivia” subtitula un diario nacional la reciente noticia de que la policía francesa incautó un cargamento de 1.400 kilos de cocaína escondida en las ruedas de un camión de asistencia de un equipo español que participó en el último Dakar. La droga había sido embarcada en el puerto de Valparaíso.  Según otras publicaciones internacionales, el operativo puso en alerta a cuatro países por las implicancias y conexiones de los traficantes: Chile, Francia, Bulgaria y España. En Bolivia no le quita el sueño a nadie, mucho menos al gobierno cocalero.

No me causa sorpresa que prácticamente todas las cadenas importantes de televisión hayan soslayado la noticia a pesar de la gravedad. Por un lado, no les conviene a los grandes propietarios airear el asunto y motivar el enojo gubernamental. Muchos millones destina el régimen por concepto de “publicidad” a través del ministerio de Comunicación, más que cualquier empresa privada del país. Además, la mayoría de los medios comulga con la retórica oficial. Por otro lado hay un acuerdo tácito para no arruinar la imagen idílica del país y un patriótico temor de comprometer el turismo, sobre todo el de aventura.

Apenas algunos medios impresos y digitales se hicieron eco de la noticia, pero nunca en primera plana. Yo mismo me enteré a través de webs españolas. Como aquí casi nadie lee y el internet es el medio más minoritario, todo se resume a poco menos que silencio. El gobierno podría hasta lanzar la teoría de que es una conspiración imperialista y el pueblo enceguecido creería sin rechistar. Por lo que suponemos, en Francia habrá provocado un tremendo revuelo ya que constituye la mayor cantidad de cocaína decomisada en ese país. En Bolivia, como la sociedad está totalmente adormecida y acostumbrada a los tejemanejes de los narcotraficantes, ya nada sorprende. Lo mismo da que sean unos kilos o una tonelada. Ver a la fuerza antinarcóticos presentando sus paquetes incautados ya aburre por lo familiar que resultan. Es hasta aceptable que las pequeñas factorías y laboratorios abandonados sean parte del paisaje rural.

Decir “presuntamente” es puro formalismo. Todo el mundo sabe que la droga boliviana sale mayormente por puertos chilenos, por menor costo y distancia. Los traficantes se aprovechan del intenso flujo comercial que existe a través de la extensa frontera. Los narcos son unos verdaderos aventureros, buscan todos los métodos posibles para llevar su mercadería hasta la costa. Desde camiones con los chasis o tanques transformados, pasando por la exportación de madera, frutos secos y otras materias primas entre las cuales esconden la droga,  y terminando con el transporte hormiga mediante los “tragones” que arriesgan sus vidas por un millar de dólares. Los datos son esclarecedores: el 95% de los presos bolivianos en Chile, están por delitos de sustancias controladas y no son pocos. Como se sabe, Iquique y Arica son playas apetecidas por turistas bolivianos que, a modo de conocer el mar, llevan entre sus tripas las preciadas bolsitas o el par de kilos escondidos en la maleta. La necesidad tiene cara de hereje, dicen.

El rally de la droga, a diferencia del deportivo, no tiene tregua ni pausa. No duerme ni descansa, compite todo el año y pone a prueba a todos los agentes chilenos y argentinos. En la última década, todo el norte argentino se ha visto invadido por el negocio ilícito, con ramificaciones locales y el periódico viaje de avionetas desde Bolivia. Hace poco la Gendarmería del vecino país decomisó 600 kilogramos de cocaína en estado líquido que era transportada en un camión boliviano con dirección a Salta. El juez de la pequeña población de Orán (Salta) ya acumula siete mil expedientes sólo por narcotráfico, de acuerdo a una publicación de Clarín. En ocho años, se ha decomisado 18 toneladas de cocaína en esa provincia, señalaba el mismo juez. Por si fuera poco, ya es un hecho comprobado que en los últimos tiempos se ha empezado a fabricar cocaína en suelo argentino. Adivinen de dónde proviene la materia prima. Y el silencio del régimen kirchnerista le pone un gigantesco manto al asunto.

Volviendo al caso en cuestión, tal es la cantidad y tan millonario el negocio (unos 270 millones de euros que alcanzaría en el mercado europeo) que, a todas luces, señala que es un trabajo de equipo muy bien coordinado, empezando por el acopio de la droga desde tierras bolivianas, pasando por los controles en frontera y el embarque final, donde al parecer, la banda internacional se las ingenió para esquivar a escáneres y perros antidrogas, aparte de la sustancias que habrían utilizado los narcos para impedir la detección de la mercadería.  Una operación de este calibre demanda gente muy profesional y con muchos contactos, que seguramente la investigación internacional sacará a relucir pronto.  Como era de esperar, las autoridades bolivianas deslindaron responsabilidades aduciendo que los coches y camiones de competencia no pasaron por territorio boliviano. Como si la droga hubiese sido elaborada en Marte.

Entretanto, podemos seguir apostando para que al año siguiente, por fin pasen los autos y camiones del rally, para que de una vez algún intrépido correcaminos, como los españoles del caso, aproveche toda la épica para extraviar o estropear el camión en la ruta y de ese modo ser aprovisionado sin intermediarios bajo el cielo puro del altiplano. Ah, bienvenidos todos aquellos que vienen a buscar el nuevo Dorado. Pues está claro que a algunos seduce el mágico polvillo blanco como en otros siglos el oro deslumbraba a los exploradores. Ni falta que hace seguir gastando tanto dinero en promocionar la imagen edénica del país, muy patente está que en el imaginario internacional este es un sitio idóneo para gente ávida de “experiencias fuertes”, por lo menos ya saben dónde apuntar las narices.  Al final, el Dakar resulta ser esa “bella aventura humana”, ¿a que sí?





20 febrero, 2014

8 La parábola de las vaquitas y otras cositas


Foto: APG

Todavía están muy frescas las divinas palabras del enviado de la Pachamama prometiendo el cielo y la tierra después de que pase el diluvio. Galante repartidor de dones,  anunciaba como si nada que se iba a reponer el ganado perdido, la chacrita, la casita y demás posesiones materiales de sus inconsolables gobernados, de ser posible se iba reponer hasta la estampa del niño Jesús y el retrato del tata Evo que el barro se había tragado inmisericordemente. Eso sí, no dijo de dónde iba a sacar el dinero para reponer las 85.000 cabezas de ganado vacuno que sólo en el departamento de Beni las aguas ya se habrían cobrado y siguen aumentando. Y ni qué decir de la montonera de patos, gallinas, conejos y chanchos que en el resto del país las riadas han matado.

Ayer nomás, veía al vicepresidente declarando en televisión que el gobierno había decidido comprar unas chatas (pontones) para trasladar las vaquitas (sic) a lugares más altos. Ah, muy didáctico es nuestro delicado marxista de pasarela que se la pasa explicando a los reporteros como si estuviera en un jardín de niños. Todos embobados o temerosos de contrariar a su gris eminencia, ninguno se atrevió a preguntarle cómo iban a arreglárselas con las quinientas mil vaquitas que, según la federación de ganaderos, estaban en peligro de morir y, además, desperdigadas en un territorio más grande que el de las islas británicas. Si cada barcaza tendría una capacidad de transportar entre cien a doscientas reses, imaginemos el número de arcas de Noé que se requerirían para la tarea titánica o la cantidad de viajes. Uf, con lo pacientes que serán las vaquitas para esperar el rescate. Tres días atrás, veíamos cómo a bordo de una de estas precarias embarcaciones llegaba una veintena de reses casi moribundas y, apenas tocada la orilla, un grupo de hambrientos lugareños procedía a rematarlas y desollarlas ahí mismo, entre las tablas, ante la mirada impotente y resignada del dueño de las “vaquitas”. El hombre, moralmente agotado, no tenía ni fuerzas para protestar. 

Y el académico vice que jamás se ha arremangado la camisa (tampoco le vamos a pedir que sepa lacear un ternero) no había entrado en la cuenta de que hace más de un mes las lluvias e inundaciones están azotando el país. Y los pocos pontones que existen en algunas ciudades benianas están en pleno uso y además a centenares de kilómetros. Para cuando llegasen a las zonas inundadas habrá pasado una semana o quizá dos, considerando lo extenso y peligroso que es surcar los ríos en tiempos de turbión que dificultan la navegación. Para entonces, quizás las lluvias habrán terminado y las aguas empezasen a bajar de nivel. 

En el colmo de la insensibilidad o el cálculo político,  el gobierno de Morales se niega rotundamente a declarar el departamento del Beni como “zona de desastre”, para evitar que el gobernador de la región tenga un régimen de excepción que le permita disponer de los recursos y atender con mayor celeridad a los damnificados. Es más, desde un primer momento le pusieron todo tipo de trabas, comenzando por haberle retenido por unas horas en un aeropuerto cuando llevaba unos treinta mil dólares en efectivo para comprar víveres y vituallas en una ciudad norteña, argumentando que él no tenía helicópteros u otros medios para llevar la ayuda desde la capital, Trinidad. El gran pecado del gobernador es haber vencido hace menos de un año a la candidata oficialista a pesar de todos los pronósticos, regalos, promesas y prebendas, amén de la campaña millonaria que el oficialismo desplegó a favor de su protegida. 

Como no pudieron doblegar la firme voluntad de los benianos, hay quienes dicen que Evo Morales se está tomando la revancha, en una suerte de castigo aleccionador, a pesar de que todo el departamento está prácticamente inundado, a consecuencia de estar surcado por los ríos más caudalosos del país y su geografía es mayormente llana. Ya en el año 2007 hubo otra anegación extensa que incluso afectó a la capital beniana y el gobierno no tuvo mayor reparo ni demora en declarar el desastre, quizá porque el prefecto (gobernador) de entonces era oficialista. Hoy, extrañamente se escudan en que nombrar zona de desastre equivale a admitir la incapacidad estatal para atender los daños. Aquello, en palabras del ministro de la Presidencia significaría la llegada de la cooperación internacional, con sus oenegés y otros organismos que, más que ayudar, van a venir a gobernar un departamento. Eso no lo vamos a permitir, remató tajantemente.

Que la población civil; instituciones sociales, medios audiovisuales, grupos culturales, religiosos, deportivos y hasta conciertos gratuitos destinados a recaudar alimentos y otros menesteres, hayan tomado iniciativa por llevar la ayuda -incluyendo vuelos solidarios-, desnudan la incapacidad y negligencia estatal.  Mientras el auxilio tarda en llegar a las poblaciones aisladas, el gobierno está más preocupado en opacar los esfuerzos del gobernador opositor que brindarle todo el apoyo necesario. Aún más, acusan a la oposición de que está haciendo de la tragedia su caballito de batalla. Todo con fines electorales, argumentan. No se ha visto a la gobernación del Beni inundar la televisión nacional con su propaganda. Al contrario, el caudillo y sus ayudantes aparecen en todo momento en los bien elaborados spots propagandísticos en los  que se muestran atendiendo personalmente a los damnificados. El propio vice aparece, esta vez con la camisa arremangada y los pies en el agua, cargando sobre sus recios hombros dos bolsas de fideos, codo a codo con unos soldados, demostrándonos lo machote que había sido cuando aflora el sufrimiento en la cara de la gente. Si su demostración de fuerza y sacrificio lo hubiera hecho solamente ante los bichos de la selva, sería otro cantar. Pero no, estaban las benditas cámaras para documentar su gesta heroica. ¡Que vivan los héroes salvadores!

Imagen: Página Siete




15 febrero, 2014

8 El extraño caso del gato montés que mataba ovejas


Foto: Los Tiempos

En tantos años que viví en el pueblo de mis abuelos, jamás vi, ni alejándose siquiera al más escurridizo de los felinos. Sabía que los montes aledaños eran sus dominios. Como el pueblo estaba rodeado de mucha vegetación, se creía que incursionaba en las noches a los patios de las casas más alejadas. De vez en cuando aparecía alguna gallina muerta o quizás un conejo con una fina herida en el cuello. Cuando las gallinas de pronto se ponían a chillar de pánico, creíamos que el “mulo” andaba cerca. Sin embargo, era también probable que incursionase el casi desaparecido zorro, algún hurón o también una comadreja. Pero siempre el mulo era el principal sospechoso de matar a las aves u otros bichos de corral. No obstante, eran casos aislados, nunca hubo una mortandad grande. Nunca me enteré de que algún poblador haya descubierto o atrapado al sigiloso gato, a pesar de las trampas con gallinas como cebo que se dejaban por la noche.

Estas últimas semanas hubo una singular y extraña oleada de ataques a ovejas en comunidades muy cercanas a la ciudad. En algunos barrios norteños, colindantes con el parque Tunari, de los municipios de Sacaba y Tiquipaya, los vecinos han entrado en una histeria tal que temen salir de noche. Las más diversas leyendas han empezado a circular en el ambiente. De pronto ha reflotado el mito del Chupacabras, a raíz de que algunos animales fueron encontrados con una mordida en la garganta y prácticamente intactos. Según recuentos del organismo ambiental de la Gobernación, son ya casi un centenar de ovejas muertas, amén de una decena de aves como patos, gallinas y gansos. 

Se han encontrado diversas huellas, nunca concluyentes y hasta restos de pelaje en las alambradas. Se especulaba que era un puma, probablemente hembra, con un par de cachorros por las pisadas más pequeñas. La forma como fueron halladas varias ovejas ha impulsado a algunos biólogos a especular que posiblemente se trate de una iniciación o aprendizaje de caza. En cualquier caso son demasiadas muertes como para achacarlas a los felinos. Varias ovejas fueron encontradas moribundas con graves heridas en los costados y las patas. Un solitario puma con sus crías no pudo haber causado tantas víctimas. Además está el hecho de que los ataques se han producido en zonas muy alejadas entre sí. La policía baraja la posibilidad de que perros vagabundos sean los causantes de una parte de las agresiones. El mal tiempo hace su parte borrando las huellas y otros indicios. Además, no tenemos ningún Ace Ventura entre la detectivesca local, capaz de seguir el rastro.

Ciertamente, no se puede soslayar las importantes pérdidas que han sufrido algunos granjeros. Que los ataques se hayan producido en sitios tan poblados tiene una explicación bastante lógica: la deforestación que ocasiona el ser humano está acabando con los hábitats de muchas especies. Qué culpa tienen los animales salvajes de que nosotros estemos invadiendo paulatinamente sus dominios. Es evidente que cada año que pasa, la gente sigue traspasando los límites del parque forestal Tunari para levantar construcciones ilegales ante la desidia o corrupción de las autoridades. Luego sucede lo inevitable; los animales se ven obligados a aventurarse a granjas y corrales en busca de comida. La terrible temporada de lluvias tiene también su efecto, ya que está desplazando o acabando con las presas naturales de estos carnívoros. 

Como no han dado con el supuesto puma asesino sediento de sangre, los pobladores, rabiosos se han entregado a la tarea de perseguir cuanto bicho extraño asome las narices. Hay que ver que su indignación está dispuesta a cometer cualquier salvajada. Luego dicen que respetan a todas las criaturas. En el colmo de la estupidez, producto de las redadas, un lugareño capturó un inofensivo gato silvestre para luego matarlo a palos, como si fuera una alimaña inmunda y el monstruo que había acabado con los corderos. Ignorancia, superstición, paranoia y brutalidad impulsaron a una mano criminal para atentar contra una especie protegida, en franco peligro de extinción. He visto pumas, jaguares, tigrillos; imponentes, poderosos, gráciles todo ellos, en el zoológico de Santa Cruz, pero nunca he tenido el privilegio de contemplar un gato montés andino, mucho menos vivito y coleando. 

Según las últimas pesquisas de los veterinarios, este hermoso ejemplar había pasado días o una semana sin haber comido nada. Por pura mala suerte tuvo que toparse con la peor de todas las plagas de la naturaleza. Dicen que han identificado plenamente al salvaje que lo mató. Que la Secretaría de la Madre Tierra le va a emprender proceso judicial y demás sanciones, a ver si de una vez hace honor a su pintoresco nombre. Mucho me temo que antes va a caer nieve sobre Cochabamba que ver a un criminal ecológico entre rejas.
 
Homenaje en Facebook


11 febrero, 2014

8 La gente sufriendo y ellos festejando



Alcalde y gobernador de Cochabamba mostrando sus carnets de socios de la cofradía masista (Opinión)

El país hace aguas. Se cae el cielo. Se cae la tierra aplastando casas. Se cae Defensa Civil, incapaz de atender a tanta gente afectada. Más de cien municipios han declarado el desastre, sobre todo en el ámbito rural. No hay ciudad que no haya tenido algún barrio anegado o desborde de un canal. Son ya cerca de 47.000 familias damnificadas y la cifra sigue aumentando. Al menos medio centenar de muertos. Ha llovido más que en otros años, no hace falta tener estadísticas a la mano para darse cuenta. El diluvio continuará hasta fines de febrero, según los pronósticos meteorológicos. 

Sin embargo, me pregunto si algo de los 120. 000 millones de dólares que el Estado ha ingresado en estos ochos años ha sido invertido en labores de prevención de desastres. Prácticamente nada. No hay camiones suficientes ni equipos para los bomberos. No hay aviones cisternas contra incendios forestales. Ni helicópteros de transporte. Ni las brigadas de rescate tienen equipación, personal y presupuesto decente. Si no podemos ni enfrentar desastres prevenibles como el fuego o las inundaciones, imaginen una calamidad mayor como un terremoto. Somos un país en harapos, prácticamente desnudo, a pesar de los lindos indicadores macroeconómicos y las felicitaciones del FMI.

En esas condiciones nos batimos. No hay una verdadera estructura ni programas de contingencias. No tenemos gente especializada que sepa actuar con celeridad y eficacia. Los burócratas se estorban entre sí, como toda gente improvisada. Los vetustos aviones de carga de la Fuerza Aérea llegan hasta donde pueden. Y allí donde no hay pistas o están inoperables por las aguas, las poblaciones están abandonadas a su suerte. En varios pueblos del norte amazónico se agotan el combustible y los víveres. Han muerto miles de cabezas de ganado. Poblados enteros deben ser abandonados. Aumentan las enfermedades como el dengue. Y la ayuda tarda en llegar. Es loable el esfuerzo de muchos voluntarios que emprenden campañas para recaudar fondos, vituallas y medicinas en las ciudades grandes. Con eso ponen en evidencia al gobierno con más presupuesto de toda la historia: despilfarrador en asuntos superfluos, y negligente en temas vitales. 

Me causa gracia que los personeros de la Secretaría de la Madre Tierra, una dependencia de la Gobernación local se dediquen solo a efectuar un recuento de las pérdidas y víctimas y que nos cuenten lo que ya nos enteramos por los medios. Porque hablar de programas y proyectos no parece lo suyo. Simples censores de desastres con chalecos azules y credenciales (un tiempo atrás se pusieron a contar unos pajaritos envenenados y nada más). O sea, funcionarios inoperantes de un desastre de organismo. 

Entretanto, nos siguen bombardeando con anuncios propagandísticos que muestran a Evo y sus tropas salvadoras acudiendo raudos y solícitos al rescate. Soldados corajudos cargando bolsas de arroz y fideo, con bonitas tomas aéreas de selvas, ríos, llanuras anegadas, etc; como una estampa de Vietnam sin armas. Y el mesías discurseando de fondo: “si se han perdido cosechas, vamos a reponer…si se ha perdido ganado vamos a reponer…si se han perdido casas, vamos a reconstruir, queridos hermanos y hermanas”. Solo le faltó rematar la función con “si han perdido a sus seres queridos, los vamos a resucitar”. Amén por el gobierno trabajador y preocupado por su gente. 

Como estarán de preocupados que el domingo reciente, armaron otra de sus manifestaciones públicas simultáneamente en siete capitales de departamento. Alegría a raudales en medio de la tragedia nacional. Miles de militantes y nuevos simpatizantes fueron convocados a cada plaza principal a inscribirse y reinscribirse al partido. Todos los funcionarios públicos están obligados a hacerlo o peligran sus puestos. Un jefe regional declaró con toda naturalidad que, gracias al presidente Evo y su revolución tenían trabajo, así que querían personas muy comprometidas con la causa. Podían haberlo pospuesto por un mes hasta que pasen las lluvias. Podían haberlo hecho de forma ordenada en sus oficinas y sin tanto aspaviento. Sin embargo, la alharaca fue tal, con transmisión televisa incluida, que parecía el cierre de campaña en las vísperas de una contienda electoral. 

Faltan ocho meses para las elecciones presidenciales y el MAS muestra toda su prepotencia y poder de manejo discrecional de recursos. El Órgano Electoral prohíbe a los otros partidos cualquier señal de campaña, por discreta que sea. Sin embargo, cínicamente se hace de la vista gorda ante el abuso oficialista. Agitar banderas del partido, con el cacique y demás jefes engalanados con guirnaldas en lo alto de una tarima no había sido ni ensayo de actividad política. Que en Santa Cruz, con todos los altavoces fueran presentados ex futbolistas y ex reinas de la chancaca o de cualquier comparsa, no había sido campaña tampoco, con una vuelta olímpica a la plaza principal encabezada por un ministro como colofón. Es una decepción que casi todos los seleccionados mundialistas del 94 se hayan convertido en bufones del caudillo que los lleva a jugar a su lado en numerosas ocasiones, como un niño que presenta a sus amigos famosos.  Ahora confiesan sin rubor que se han sumado al Proceso de Cambio. Hasta un guardameta argentino que por puro interés se naturalizó boliviano -para jugar en la selección, obvio- es actualmente un declarado activista. Si a usted nadie le tira pelota en su país, agarre sus pilchas y véngase pronto: dentro de poco tiempo podrá dictar cátedra desde algún medio oficialista como ya ocurre con periodistas y “analistas” argentinos y españoles. 

Tan seguros están de haber sometido a todo el país que, con todo orgullo, proclaman que ya son millones los inscritos y simpatizantes. Sólo en el departamento de Cochabamba se han planteado la meta de inscribir a por lo menos un millón. Considerando que la población total bordea los dos millones y que, además, según datos estadísticos, en Bolivia la mitad de la población es menor de 18 años, resulta asombroso que prácticamente todos los cochabambinos adultos seamos masistas. Únicamente faltan que los patos y gallinas se sumen al redil, porque los borregos se han visto todos entusiastas y haciendo fila el domingo para anotar su nombre en mitad de la plaza central. 

Mientras el presidente y sus fieles escuderos-alcalde y gobernador- sonreían satisfechos mostrando sus nuevas credenciales, a unos 60 kilómetros en el municipio de Morochata toda una comunidad lloraba por una nueva desgracia. Cerrando la tarde del sábado, un cerro entero se vino abajo sepultando a una veintena de casas, dejando cuatro muertos y diez desaparecidos. Al menos siete niños se contabilizaron entre las víctimas.  Fue frustrante ver a algunos lugareños, bomberos y otros miembros rescatistas queriendo remover el lodo a duras penas. Imposible trasladar maquinaria pesada por el derrumbe de otros tramos. ¿Qué hizo el gobernador Novillo ante la situación?, ¿acaso hizo algún esfuerzo por acudir al lugar y encabezar el auxilio de los sobrevivientes que lo han perdido todo? …en vez de ello, se la pasó todo el domingo ejerciendo de anfitrión del presidente y contemplando, sentado junto a él, la inscripción de los militantes. Ni arremangarse ni embarrarse los zapatos estaban en su mente. Que vayan los subalternos a contar los muertos. 

Recién el lunes montaron el helicóptero del presidente para llegar al sitio de la tragedia. Es otra tragedia que el presidente haga también de alcalde o gobernador, mientras el tiempo corre y cunde la desesperación.

 
Morochata: lugareños buscan a las víctimas (Los Tiempos)






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