29 julio, 2014

5 Qué paisito: una de cal y otra de arena


Gobernador (der.) de Cochabamba esperando la señal para iniciar el banquete

Me acabo de enterar de que a partir de ahora los sibaritas vallunos acostumbrados hasta chuparse los dedos podrán devorar palomas con todas las de la ley, pues acaba de salir del horno una reciente Ley Departamental que declara al Plato del Pichón como “Patrimonio Gastronómico y Cultural” de Cochabamba. El citado manjar de pocas carnes, cuyo preparado es un arte aseguran, es exclusividad del pueblo de Cliza, a unos 30 kilómetros de la ciudad, donde cada domingo, en locales cerca de su plaza humean los braseros con los bichos, pico y todo, retostándose a la espera de ágiles comensales que desde la ciudad la invaden por montones, como penitentes en romería. 

Como ahora el asunto tiene fuerza legal y señorial, la gobernación se ve en la obligación de promover y fomentar la implementación de granjas familiares para la crianza, y apadrinar de alguna manera la recientemente creada Asociación de Colombófilos, querrán decir colombófagos, pues sus intenciones no son precisamente la de entrenar palomitas mensajeras de la paz, sino hacinar a las aves en jaulas y cebarlas hasta que estén listas para el perol. Esperemos que nuestras ilustres autoridades sigan haciendo trabajar la sesera para elevar a rango de ley otras ferias como la del chicharrón de Sacaba, el lechón de Quillacollo, el rosquete de Punata, el chorizo de Tarata, el guarapo de Sipe Sipe, la trucha de Tiquipaya, y otras infinitas manifestaciones culturales de la nunca saciada capital gastronómica de Bolivia. Cuidado que los habitantes de esas comarcas se sientan discriminados porque su platito respectivo no figure en los decretos y otros registros oficiales. 

Mientras tanto, que la catedral cochabambina, cuya fachada se cae a pedazos, siga sumida en el olvido ya que no estimula el apetito de nadie, a pesar de que años ha fue declarada monumento histórico y, quién sabe, qué otros títulos polvorientos acumula. Ah, quién como el cochabambino que es capaz de hincarle el diente a un palo de escoba con tal de convencerse de que es sabroso.


Una conductora singular

Yo que pensé que nunca vería lo que en la ciudad de La Paz ya es bastante normal: alguna que otra orgullosa chola aymara conduciendo un taxi, un minibús o, recientemente, una señora al volante de un enorme autobús Puma-Katari del nuevo servicio de transporte municipal que la alcaldía paceña viene implementando para ordenar el caótico tráfico, más aun considerando que sus calles intrincadas y pendientes son un verdadero desafío para cualquier automovilista foráneo.

Ayer retornaba, como de costumbre del centro de mi ciudad, pasaba del mediodía y tenía prisa porque el estómago me rugía de hambre. Agité la mano a un minibús y me trepé al asiento acompañante del conductor, con bastante alivio porque detesto ir en los asientos apretujados del interior, semejando una lata de sardina. Al abrir la puerta, hete ahí mi sorpresa al comprobar que manejaba ya no una mujer, sino una cholita bastante joven y con pollera corta como acostumbran lucir las cholitas vallunas. En mis treinta años de vida consciente, nunca vi una cholita de origen quechua conduciendo un vehículo de transporte público, y eso que soy un usuario constante ya que no tengo coche particular. Me consta que hay cholitas de la nueva burguesía cocalera luciendo vagonetas y otros lujosos todoterrenos. 

Todavía cariacontecido por la circunstancia, mudo y obediente como un niño gocé del viaje por veinte minutos, eso sí con los ojos bien despiertos para evaluar el estilo de conducción. Quedé plenamente convencido de su impecable pericia: ni un solo bocinazo, ni frenazos bruscos, ni aceleradas torpes como es norma común de muchos varones, que se creen dueños de la calzada y van a su aire creyendo que transportan sacos de papas. La cholita conducía sin titubeos pero siempre precavida, haciendo uso constante de las luces intermitentes y parando siempre al borde de la acera para recoger pasajeros, cosa que no hacen la mayoría de agrios y sucios conductores que recogen y dejan pasajeros donde se les ocurre, aun en mitad de la vía. En resumen, quedé tan satisfecho con el excelente servicio que por primera vez no me dio la gana de reclamar mis diez centavos del cambio. Con un sincero “gracias” me despedí de mi conductora, yo que soy poco afecto a tener consideraciones con los ogros que creen que nos hacen un favor.

Pero ustedes se preguntarán qué tiene de llamativo el asunto, diría que mucho si hablamos de unos de los países más machistas de Latinoamérica, valga como ejemplo el reciente caso de un entrenador de fútbol que aconsejó a una colega que pretendía dirigir un equipo liguero irse a casa a fregar los platos. El autotransporte es quizá el gremio más cerrado a las mujeres, tanto que no he oído casos de féminas conduciendo camiones o buses interdepartamentales.  Y hablar de una mujer de pollera tiene connotancias muy simbólicas y no es poca cosa, teniendo en cuenta que los profetas del Vivir Bien y otras pachamamadas todavía justifican el sometimiento y docilidad de la mujer con el argumento de que en las comunidades campesinas e indígenas, las tareas y roles vienen predestinados y demás tonterías de su supuesta sabiduría milenaria.

Lo dicho, qué paisito, para bien o para mal, qué paisito. 

23 julio, 2014

4 De cristos y otras fanfarrias doctrinarias



Farsa es la vida que nos obliga cotidianamente a guardar las formas, a pesar de los palos recibidos. Farsa es la mueca demagógica de los políticos subidos a la tarima mientras les cuelgan guirnaldas. Farsa son las instituciones por darnos un barniz de civilizados. Farsa es el discurso de salvación de las mil religiones que asolan el planeta. Farsa la alegre procesión de caudillos y héroes de medio pelo dispuestos hasta lo insólito para conseguir sus fines. Bienvenidos al paraíso de las farsas.

Monumentales fiestas adormecen nuestras cuitas y el devenir histórico se ha convertido en una sucesión de espectáculos circenses donde se proclama el ascenso del nuevo amo. Sus logros infinitesimales son anunciados a los cuatro vientos  y su irrupción marca una nueva era de acuerdo a profecías infantilmente pergeñadas. Brotan de la tierra y de cualquier charco los guerreros multicolores y multiusos con la conveniente encomienda de combatir los males y pestes que asolan a la humanidad entera. Desde este rincón ignoto, no por casualidad ombligo del continente, iba a surgir un nuevo rayo de luz, para esperanza de los afligidos y otros infelices ignorados por la paleta de Dios.

Nuestro cristo había nacido en una aldea misérrima como la bíblica. Los evangelistas actuales cuentan que en sus primeros años se dedicó al pastoreo, sometido a innumerables pruebas de carácter en el desértico altiplano, alimentándose con cáscaras de frutas, remarcan. Durante décadas se le pierde el rastro hasta que aparece dicharachero en tierras cocaleras de Cochabamba, asombrando a los dirigentes veteranos con su discurso revolucionario y antiimperialista. Su retórica tropical pronto llegó al oído de los gobiernos neoliberales que intentaron doblegarlo por todos los medios. Resistió con la serenidad de un asceta, se dice, las trampas que el destino le puso, llevándose por delante los temporales y vaivenes que estorbaban su misión. Estaba predestinado a convertirse en el elegido, por la gracia de la Pachamama y con la venia del santo arcoíris. 

Llegó a palacio por aclamación de las masas y desde entonces no paran de homenajearlo en cuanta fecha patriótica haya que recordar. A diferencia del cristo del lienzo que se funde con la multitud cabalgando su borriquito, para el salvador plurinacional se alista un colorido y aguerrido montaje: encaramado en el lomo de su caballería mecanizada -como se suele llamar últimamente a la división acorazada del ejército, nostálgica de sus cabalgaduras y exquisitos aromas de establo- va agitando su mano corta y regordeta al lado de un gerifalte que hace de simbólico cochero. Detrás de él va un cronista de estos tiempos, armado de cámara para que todo quede bien registrado. Banderas, banderolas, estandartes, escarapelas, bandas de autoridad, medallas de latón, de falso oro, sables y cadenitas edulcoran la solemne procesión. Todo bien guarnecido por guardaespaldas hollywoodenses que acompañan el cortejo al son de himnos marciales. La muchedumbre aclama el ingreso triunfal del tata restaurador de la patria. 

Que a qué viene el cuento -querrán preguntarse-, y estos homenajes a brochazos de candente actualidad. Tal comparación quizá ofenda a la cristiandad y demás creyentes de santos de los últimos días. Todo cuadra desde que el vicepresidente García Linera, alias Kananchiri (el iluminado) después de repasar las veinte mil leguas de sus libros submarinos nos recordara a todos los bolivianos que parece que estamos ciegos como topos, que “tenemos un líder de aquellos que nacen cada cien años”, brotado al amparo de  “ese sol, esa agua, esos cerros” que desde ya son sagrados. Ni la imponente puya Raimondi que florece cada cien años había sido criatura tan extraordinaria sobre la faz de la tierra.

“Evo es como Cristo resucitado”, reveló el señorito confeso admirador de Robespierre,  queriéndonos pintar el panorama a modo de villancico la pasada navidad. Como si pretendiese que el cristo aimara de Cecilio Guzmán de Rojas cobrara aliento en la figura del mesías plurinacional. Ni Pachacutec ni Túpac Katari alcanzan dimensión divina, a pesar de la parafernalia y otras ceremonias ancestrales que los chamanes del régimen han preparado para ungir al caudillo. Tiene tinte más religioso ceñirse el título de salvador, cristo de los pobres que va concediendo regalos y favores, mientras se agitan las pancartas con el “gracias presidente Evo” a modo de avemarías. El ser especial concede milagros con sus obras y es menester que su efigie aparezca en cada spot y cada cartel, inspirando el trabajo de sus alcaldes como fórmula de buen augurio. Este país de felices ignaros que tiene que agradecer las migajas con dineros salidos de las arcas públicas. 

Quién iba a decir que el gran Ensor se nos iba a adelantar hace más de un siglo con sus paletadas premonitorias, narrando un suceso por demás tragicómico. El caso es que la realidad vence de forma aplastante.  ¡Viva la revolución democrática y cultural!  ¡para Vivir Bien…muertos de risa!
 
Cristo entrando en la ciudad de El Alto, unos años atrás

17 julio, 2014

4 El paraíso de los autos chutos


Ivirgarzama y su próspera feria del automóvil

Es increíble cómo, paulatinamente, el departamento de Cochabamba, se ha convertido en la segunda región con más vehículos indocumentados, “chutos” en el lenguaje popular.  Pero cómo ingresan miles de motorizados hasta el mismo corazón del país es la madre de las incógnitas. Bolivia es el país de las trancas, con innumerables retenes recaudadores para el supuesto mantenimiento de las carreteras que más parecen sitios bombardeados por los constantes huecos que se hallan en el asfalto. En esas trancas, al parecer la policía caminera no hace bien su trabajo o sus efectivos se hacen a los opas para dejar pasar estos autos chutos, que llegan desde la frontera chilena, no precisamente en camiones transportadores sino conducidos por avezados pilotos que conocen muy bien los caminos rurales para esquivar los controles.

Aun así, estas rutas del contrabando son de sobra conocidas por lo que es inexplicable cuando algún jefe policial sale con el cuento de que es complicadísimo interceptar estos vehículos. La excusa valdrá para la extensa frontera altiplánica de Oruro y Potosí donde prácticamente se hace camino al andar, como reza el poema. Pero Cochabamba es mayormente una región montañosa, que se hace menester circular por rutas serpenteantes antes de bajar a los valles. Yo mismo he visto, en ocasional viaje a provincia, cómo durante la noche pasan caravanas de diez o más coches en fila india por esos caminos poco transitados para llegar hasta la ciudad como si nada. Lo saben los lugareños. Lo saben las autoridades. Todo el mundo sabe.

Es más, mientras los agentes duermen, los chuteros aprovechan las altas horas de la madrugada para atravesar los retenes, según confesó uno de ellos ante un periodista camuflado de comprador con cámara escondida. Pero lo insólito, para cualquier ciudadano de un país civilizado, es que a plena luz del día en varios pueblos se efectúen ferias de autos chutos, como si de una feria común de productos agrícolas se tratase. Cada domingo, por ejemplo, a escasas cuadras de la oficina policial de Ivirgarzama, un pueblo de diez mil habitantes enclavado en la ruta entre Cochabamba y Santa Cruz, se ha vuelto normal desde hace algunos años la exposición de vehículos japoneses, muchos todoterrenos lujosos, casi todos indocumentados. Cientos de motorizados que posan todo el día a la vista de las autoridades, que son transados en efectivo sin apenas regateo. No hace falta adivinar el origen de ese dinero cuando estamos hablando del corazón del Chapare, feudo de los cocaleros, tierra sin ley, al estilo del viejo oeste.

Por si fuera poco, a pocos metros de la playa de autos confeccionan matrículas falsas de circulación a pedido por escasos cien dólares. Hasta rosetas de inspección son falsificadas para circular sin molestia por la región. A lo largo de más de doscientos kilómetros, la circulación es totalmente libre, incluso para transportistas que tienen minibuses y taxis ilegales operando en varios pueblos. La misma Aduana ha denunciado que algunos de esos municipios otorgan salvaconductos, una especie de legalización de facto, a título de recaudar impuestos a espaldas de la ley. Hace pocos días el jefe policial de la región fue destituido por denuncias de extorsión a los dueños de autos sin papeles. Toda la operación tenía hasta un nombre sugestivo, los vehículos eran “vacunados”, otorgándoles un número o seña para que en otros sitios no sean pasibles a una segunda extorsión. Pingüe negocio. El Chapare no solo es paraíso terrenal con selvas y ríos tropicales, sino también paraíso de narcotraficantes donde danzan los dólares, y los contrabandistas de autos han hallado el suculento nicho de mercado, además de refugio seguro para su mercancía. Hace algunas semanas, el COA (control operativo aduanero) quiso decomisar vehículos en la zona, al poco rato tuvo que retroceder ante la reacción violenta de los traficantes y demás pobladores

En 2011, el gobierno central aprobó un decreto de amnistía que legalizó de sopetón alrededor de cien mil vehículos, una gran parte de ellos robados en países vecinos. Las mafias internacionales roban incluso modelos de determinadas marcas, a pedido. En el exterior saben que nuestro país es el principal basurero de automotores, por lo que continúan llegando a puertos chilenos contenedores provenientes de Asia, especialmente Japón, donde sus vehículos son sacados de circulación por cuestiones ambientales. Que tengan el volante a la derecha es lo de menos, en cualquier taller de Arica o en la frontera boliviana son rápidamente reacondicionados. El país, en menos de una década se ha visto inundado de autos “transformes” que han colapsado las carreteras y ciudades. Tener un coche con volante original aumenta el precio y hasta da cierto prestigio a su poseedor. Lo demás suena a pirateado, a objeto trucho, por muy bonito que parezca por fuera.

Así, con los rumores de una nueva amnistía circulando en el ambiente, los contrabandistas han seguido internando mercancía a ritmo lento pero sostenido. El ejemplo de las ferias ha cundido por todo el territorio. Ya es normal que en varios municipios la gente compre con toda tranquilidad a pesar de saber que es ilegal, pues tiene la seguridad de que las autoridades van a volver a torcer el brazo. Estos días, nos sorprendimos con la llegada de dirigentes de una “Asociación de autos indocumentados de la zona andina de Cochabamba” que vinieron a exigir una inmediata legalización de sus “herramientas de trabajo” y amenazar tranquilamente que no iban a permitir el ingreso de agentes del COA a su feria dominical recientemente instalada a en plena carretera interdepartamental, a noventa kilómetros de la ciudad. 

Quién diría, que en la región más empobrecida de Cochabamba, lugar inhóspito de frio extremo, montañoso y poco favorable a la agricultura, floreciese un mercadillo de autos, que a pesar de su ilegalidad no son ciertamente baratos, pues se cotizan en dólares, de cinco mil para arriba. Y verlos en manos de esos campesinos pobres de toda la vida es un sacudón al sentido común, una estampa surrealista por poco. Uno los veía con cierta envidia, orgullosamente portando sus vestimentas típicas, al volante de un sedán Toyota, a la puerta de sus casuchas de paja y adobe. Cómo prosperaron de la noche a la mañana, se preguntaría cualquier citadino de clase media. Decía uno, a modo de justificativo ante la televisión: “por el cambio climático nuestros burros y llamitas se han muerto y no teníamos en qué sacar nuestros productos, por eso nos hemos comprado estos autitos, de buena fe”.  Y a continuación mostraba cómo cargaba su costal de papas en el casi lujoso interior de su coche de pasajeros. Aquella postal de los granjeros yanquis con su destartalada camioneta Ford es lo más cercano a la miseria, por lo visto.

12 julio, 2014

4 El sport boy President y el fichaje más fugaz de la historia




A sus 54 años, Evo Morales, caudillo de las 36 naciones hormigas de su Estado Plurinacional tenía todas las ganas de seguir haciendo historia. Sus perrunos hinchas, empezando por el alcalde de Warnes, aguardaban con ansias el día en que Su Excelencia iba a debutar en la Liga de Fútbol Profesional, el torneo más tortuga de Sudamérica y más sorpresivo que una pupa de mariposa, responsable, entre otras cosas, de craneadas rocambolescas como la de premiar con torneos internacionales a equipos recién descendidos, o la última de sus burradas originales que constituye el hecho de haber concedido-en un solo campeonato- plazas a la Libertadores y Sudamericana a los ocho primeros de la tabla de un total de doce equipos. Una singularidad que no tiene parangón en el mundo y que, sin embargo, nos llena de orgullo. País de campeones, por la cola, como hace tiempo vienen reflejando las eliminatorias mundialistas.

Con estos antecedentes y con canchas que parecen pampitas para pastar, y en algunos casos con estadios improvisados con tablas y a menudo con hinchas trepados a algún árbol como monos curiosos, nuestra Liga es una auténtica liga profesional de la chacota, donde generalmente impera el desorden, una colorida ley de la selva. Así, no es extraño que elefantes vengan a dar sus últimas patadas a la bola. Precisamente, uno de esos equipos cementerios es el Sports Boys de Warnes, un recién ascendido que gusta rellenar su plantilla con pasadas glorias nacionales donde asoma la panza, amén de traerse algún refuerzo de viejos lobos de la liga argentina, como el Bichi Fuertes, a quien atrajeron con el cebo de pagarle generosamente por cada gol que convirtiera. Meses después, el oxidado delantero se fue sin pena ni gloria. En años anteriores, otro equipo cruceño hizo lo mismo con el Pampa Biaggio, con idénticos resultados. 

Así las cosas, al joven dueño del Sport Boys, quien funge además como alcalde warneño, se le iluminó la sesera, recordando sus años de estudiante, asegurando que lo mejor que sabía hacer en la vida era ser político y saber vender su imagen como un buen marquetero. Era una auténtica bomba publicitaria vender la imagen del Jefazo. En menos que cante un gallo, anunció el fichaje galáctico de Evo Morales, una noticia que dio vuelta a todo el planeta, para orgullo de S. E. y principalmente para el dirigente, quien ya aseguraba que Morales iba a romper dos récords Guiness: el jugador debutante más viejo de la historia  y el primer gobernante en activo  que iba a jugar profesionalmente. Aquello iba a ser históricamente extraordinario y admirable, no las pachangas futboleras con ex figuras mundiales del sátrapa Kadirov de Chechenia, ni las jodas amateurs del pionero Carlos Menem, aunque vistiese la albiceleste.


Menem y Kadirov, otros genios de la pelota
Al instante, el Messi de Orinoca contrató los servicios de un preparador físico, quien según publicaciones, le inició un ciclo de entrenamiento que comenzaba a las cinco de la mañana para compaginar con su agenda extremadamente ocupada. Como todo el pueblo sabía, él era el presidente que trabajaba más de quince horas diarias, unos quince minutos corriendo como guanaco sobre el gramado era un pequeño sacrificio adicional, y no era nada comparado con el servicio al pueblo que se proponía realizar, además de llenar estadios para contribuir a la maltrecha economía del fútbol patrio, y eso que el sueldo era simbólico, apenas el equivalente a un salario mínimo nacional. 

Con este cuerpazo iba a revolucionar la Liga
El acondicionamiento de S.E. era el secreto mejor guardado, nadie conocía los pormenores de su preparación, ni siquiera las palomas de Palacio Quemado. Finalmente, transcurridos dos meses, estos días se conoció la fatídica noticia de que desistía de su fichaje y de su sueño de graduarse como futbolista profesional, a pesar de haber estado practicando maratónicamente mientras inauguraba canchas por todo el territorio. Anuncio que cayó como un balde de agua fría a toda la comparsa futbolera del país. Según confesó el mandatario, intentó intensificar su preparación pero al final se dio por vencido por razones físicas, y que sólo perjudicaría al equipo. Por primera vez en su vida no pudo hacer realidad aquella máxima suya de “meterle nomás”, ni con sus acostumbradas rutinas de abdominales a media noche, a lo CR7. 

La "barriguinha"
Siempre estaremos agradecidos a S.E. por sus innovaciones en el terreno de la farándula política. Es el primer presidente que incorpora el jugar al fútbol como una obligación patriótica de todo gran estadista. Quién como él que se sacrifica por alegrarnos algunas tardes para mostrarnos su sudor a flor de piel, esquivando rivales con la elegancia de un elefante en una cristalería. Siempre saliendo airoso ante rivales que semejan hipopótamos o ante arqueros que se duermen ante sus chutazos. En nuestras retinas, quedarán imágenes de jugadas grandilocuentes como “la rodilla de Dios”, un lance con efecto raro ya que consigue  que el árbitro expulse al agredido; o la  “barriguinha”, una elegante forma de controlar el balón sólo apto para vientres abultados. El mundo mundial no será testigo de su talento. Una lástima. Mientras tanto que siga capitaneando el equipo presidencial, un exclusivo cuerpo de seguridad cuyo requisito primordial es saber jugar al fútbol para acompañar a S.E. en sus giras espectaculares. O bien, capitaneando partidos contra la pobreza, por la paz en Siria o por la salvación de las ballenas. La Pachamama se lo agradecerá.


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