30 octubre, 2015

4 Pandilla en Nueva York




Iba a titular esta entrada “Profeta en Nueva York”, pero sería de mal gusto evocar a cierto poeta granadino. Más bien, el asunto pinta para un guión scorsesiano en versión comedia surrealista de barrio. He aquí los esbozos o lineamientos generales de una trama peliculera que cualquier estudiante metido a cineasta sabría plasmar mucho mejor. Así que se me perdonará el impertinente intrusismo. A garabatear, entonces.

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La historia arranca con una toma del emperador de las 36 naciones (luciendo chamarra con imagen del Che, imprescindible) contemplando desde la ventanilla de su aeronave modelo príncipe saudita (ya se sabe, con sillones de cuero reclinables, pantallas de televisión, teléfono, cojines y revistas con la imagen de S. E en la tapa) la inmensidad de la ciudad de la Gran Manzana, mientras el FAB-001 da unas vueltas a la espera de la autorización para aterrizar. No olvidar instantáneas de la estatua de la Libertad, del Empire State y de algún puente colgante sobre el Hudson, que todo eso siempre suscita el interés de la audiencia palomitera, nuestro público meta. 

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Ya en el aeropuerto, en un sector apartado a vuelos privados, el emperador procede a bajar la escalinata y agita la manito automáticamente, como acostumbra saludar a sus fans revolucionarios en sus recorridos por el mundo. Luego la cámara salta mostrando a su comité de bienvenida con rostros serios (no hay alfombra roja, ojo, como es rito obligado en suelo plurinacional): la delegación diplomática asentada en la ciudad, el par de ministros que viajó antes como avanzadilla, y la limosina negra que aguarda a pocos metros, o tal vez sustituirla por un puñado de vagonetas con vidrios polarizados tipo FBI. Detrás de S. E. bajan en estricto orden jerárquico la ministra de Comunicación, el viceministro de Turismo y un par más de asuntos varios (es importante que los vices sean imberbes para dar la impresión de juventud y lozanía); luego cierran el cortejo un edecán con charreteras que hace de portamaletines, amén de infaltables miembros de seguridad (muy bien entrenados para pelotear y amarrar calzados) y quizá alguna funcionaria de protocolo.
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Llegada al lujoso hotel tipo Four Seasons, de fachada impecable, con portero negro en la puerta y taxis amarillos pululando por esa avenida céntrica de Manhattan. En este mismo hotel se ha reservado con mucha antelación un salón para la conferencia magistral que dará S.E. a empresarios gringos que han oído hablar de la nueva Bolivia pero se afirma que mueren por tener información de primera mano. Hacer notar que todo el séquito se alojará en el mismo sitio para dar la impresión de responsabilidad y que se ahorra dinero a las arcas del Estado.
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Siguiente escena, una parte de la delegación se alista para dar un paseo por Wall Street y aledaños, el resto se queda a descansar por la largura del viaje. El soberano es el primero en ponerse las pilas y se cambia de atuendo, luciendo su traje exclusivo de fina alpaca y un impecable brillo que resalta su rebelde cabellera negra. El grupo sale a tomar las calles, teniendo mucho cuidado de no imitar la estampa frívola y desenfadada de la presentación de esas alegres comadres de la serie “Sex and the City”. Se recomienda, al contrario,  impregnar a la escena de un aire artístico, inspirándose en la célebre caminata del cuarteto de Liverpool por Abbey Road. (ver fotograma provisional, en el encabezado).
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Basándonos en ese fotograma tentativo podemos hacer una breve caracterización de los principales personajes, de izquierda a derecha más o menos estarían pintados de la siguiente manera:
  • Marianela Paco, ministra de Comunicación, icono de la moda sombreril en la corte plurinacional. Por alguna extraña razón siempre luce sombreros varoniles, unas veces de estilo texano y otras de clara herencia española; lo que confiere cierta personalidad enigmática y ambivalente a su personaje. Dueña de un agrio carácter, no tiene mayor problema en tratar descortésmente a sus colegas de la prensa y mostrarse soberbia en todo plató de televisión. Una mujer de modales tan rudos que, a su lado, la anterior ministra del ramo era toda una dama.
  • Jessica Jordan, consulesa en Nueva York, típico ejemplo de que con un par de piernas torneadas se puede llegar bien alto.  Ex miss Bolivia, que en un arranque de genialidad descubrió que era más rentable saltar de las pasarelas de belleza a las arenas movedizas de la política. Gracias a su encanto postuló dos veces a la gobernación de un departamento oriental, ni los mecánicos que tenían sus calendarios votaron por ella. Sin mayor mérito que su tropicalizado acento inglés por su origen anglo-beniano-boliviano, o sea plurinacional; desde hace algún tiempo pasea su boticheliana figura en la meca del capitalismo a costilla nuestra. (Ay, un dolor adánico me recorre el espinazo).
  • Evo Morales, no hace falta presentarlo, basta con resumir que es el alma del grupo. Es impresionante el parecido con la melena de John Lennon y, salvo la barba, el perfil aguileño es calcado entre ambos (ver caricatura adjunta). Para su caracterización se puede tantear a Sacha Baron Cohen (recomendable por su actuación histriónica en “Borat”), aunque no tiene la nariz de loro y le costaría mucho subir unos buenos kilos y además está el inconveniente de que tal vez no sepa patear un balón. Suena ideal Sean Penn, por haber estudiado al personaje en varias jornadas futboleras que compartieron (ver fotograma adjunto), aunque se sospecha que ya no es tan amigo de S. E., así que podía ponerse un tanto reticente y, además, que se sepa no tiene dotes para la comedia. De todas maneras, S.E. es tan único e irrepetible que hallar un intérprete a su altura sería una odisea.
    El parecido es innegable, salvo por los ojos (con lentes de contacto se arregla)
  • Sacha Llorenti, el personaje más gris, insípido y ridículo como él solo. Su trayectoria pasa por haber sido el ultradefensor de Derechos Humanos en tiempos neoliberales y que, paradójicamente, fue el primero en pisotear la humanidad de indígenas amazónicos, al comandar en su condición de ministro de Gobierno la brutal paliza de la policía por oponerse a la construcción de una carretera en medio del parque Tipnis. A raíz de aquello, fue premiado con el exilio dorado, siendo nombrado embajador ante la ONU, donde a menudo lleva propuestas de temática indígena y ecologista, para mayor desfachatez. Aprovecha su condición de burócrata para forjar supuestas amistades, como la de ser amigo de Shakira y de su novio futbolista. Para la encarnación de su personaje, se recomienda algo parecido a una estatua. 
Completan el casting (personajes secundarios): un gordo de lentes y sonrisita burlona que funge de ministro de Economía (es menester que tenga cara de satisfecho siempre); un petiso con aire arrogante haciendo de ministro de la Presidencia; los viceministros referidos con pinta de yuppies criollos; un mustio empleado de prensa de palacio con su cámara obligatoria; un locutor deportivo profesional (expresamente llevado  para que narre con épica uruguaya los goles que meta el amado líder al equipo de residentes bolivianos en N.Y.); un joven oficial con chaqueta y gorra de gala que vaya siempre detrás de S.E. para que los transeúntes neoyorquinos sepan quién es la estrella; por supuesto, la media docena de seguratas con audífonos en los oídos (son tan puntillosos en su trabajo que se camuflan de futbolistas para seguir protegiendo a S.E.); y quizá un par de extras que hagan de auxiliares de cancillería o protocolo, da igual, con el cometido de que sea nutrida la delegación. 
Reconocimiento por su contribución al futbol mundial
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Para el tramo final, iba a rellenar el filme con escenas donde se ve a S. E. brindando su conferencia de prensa ante un montón de empresarios e banqueros yanquis -la supuesta crema y nata de Wall Street-, que habían oído hablar del milagro económico boliviano y de sus resonancias e influencias a escala planetaria, para admiración de las más lúcidas mentes de la Economía. Desafortunadamente me da pereza seguir fabulando sobre las promesas de paraíso que S.E. ofreció a los inversionistas del odiado imperio y no quisiera que la historia se alargara demasiado de tal manera que aburriera hasta las butacas. El público de hoy quiere explosiones, batallas campales o goles de otra galaxia (recomendable que haya secuencias del Messi de Orinoca dejando rivales como pinos de boliche). Además, otros guionistas de medios tan prestigiosos como la BBC y el Financial Times ya se me adelantaron con el resto del periplo de S. E. en territorio enemigo. Para finalizar, este retorcido libreto es puro cuento nomás, cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.
                   
                                                                                          
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P.S: ¡Ah, carajo!, se me estaba olvidando el soundtrack de la película. Otra vez pido clemencia por el mal gusto de sugerir esta banda, hubiese soñado con una versión cumbia, pero no existe todavía. Como alternativa, quizás sea buena idea convocar a la orquesta de las mil zampoñas de La Paz para que saque su versión, que de una vez sirva para algo más que romper récords.

26 octubre, 2015

6 El puente más ‘colgado’ del mundo

Así quedó el viaducto "antisismo", destinado a soportar camiones de "45 toneladas".

Este viernes, los adormilados cochabambinos amanecimos con otra vibrante noticia de las que, naturalmente, solo ocurren en el macarrónico y macanudo Estado Plurinacional de Bolivia, propiedad de Su Excelencia, emperador de las 36 naciones y guía moral de la humanidad. Ocurre que había nacido de sopetón un nuevo atractivo turístico para la ciudad de las mil cocinas, que de alguna manera contribuirá a que oleadas de viajeros hambrientos –léase, movimientos sociales internacionales- tengan un motivo adicional para visitar la capital gastronómica del país.

El Cristo de la Concordia, el cerro pelado San Pedro y su triste teleférico, el Rocha (la serpiente negra que atraviesa la ciudad), hace tiempo que ya no impresionan a nadie. Ni las recientemente inauguradas fuentes de las aguas multicolores y danzantes que parece que hicieron danzar los bolsillos de algunos miles de incautos locales y nada más.  No llegan hasta ahora los anunciados paquetes turísticos que prometieron las autoridades para conocer y admirar el parque ciberacuático más moderno de Sudamérica. Pero la cosa puede cambiar, con este repentino golpe de fortuna, o más bien consecuencia de la incomprendida administración del exalcalde Cholango, que solamente había hecho historia por organizar serenatas cada 14 de septiembre. Hoy, gracias a su gigantesca y millonaria chapucería, Cochabamba goza de un nuevo hito arquitectónico, que el tiempo como mejor juez podría poner en su sitio.

Contemplando el puente más curvilíneo del mundo.

En vez de ello, las actuales autoridades, encabezadas por alcalde José María Leyes, andan empeñadas en convocar a especialistas nacionales e internacionales (la cooperación técnica suiza ya ofreció la tecnología de su navaja, se dice) para conformar una comisión de alto nivel con la misión complejísima de desentrañar las causas por las que un puente inaugurado hace diez meses se curvó como si un objeto supermasivo del cosmos hubiese pasado por él. Un auténtico rompecabezas se ha vuelto el asunto mientras cuelgan los cables que ya no sujetan la plataforma que milagrosamente se sostiene a pocos metros del suelo, a pesar de sus larguísimos cincuenta metros de luz.

El enigma que tiene atareados a todos los profesionales técnicos del municipio y, al parecer, a la sociedad de ingenieros, pasa por decidir si se debe demoler parcial o totalmente la estructura, con la consiguiente pérdida de dinero para las disminuidas arcas municipales. En vez de embrollarse en procedimientos burocráticos y esperar la autorización de un fiscal para la ceremonia de demolición, este opinador sugiere que los responsables deberían instruir al “ente deliberador” conocido como Concejo para que se declare como monumento o cosa parecida al puente verdaderamente colgante.

Un guia turístico (alcalde Leyes) explicando a los turistas boquiabiertos.

Con un puñado de dólares más, destinados a la promoción y “socialización” del curvilíneo “paso a desnivel” como reclamo turístico de vanguardia, Chicharron Valley y el país entero podrán por fin estar en los ojos del mundo. Y quién sabe, pelear codo a codo por la popularidad con la torre inclinada de Pisa, la casa con los cimientos al revés, el chalet empotrado en el acantilado,  entre otras celebridades insólitas de la arquitectura.

Mientras tanto que se jodan los vecinos de la zona, que se jodan los transportistas y que se jodan los comercios aledaños. Qué siempre son dos milloncitos de verdes dolarachos que costó la estructura comparados con el negocio floreciente que podría significar la visita a la zona, como que ya multitud de curiosos fueron a peregrinar estos días. Con razón, el inefable exalcalde Cholango apareció por fin una de estas tardes y dijo que se sentía con la conciencia tranquila, que no se acordaba por qué había dado sin licitación la obra estrella de su gestión, que ofrecía sus buenos oficios al nuevo alcalde por el “percance” que había sufrido el puente; estrenado a toda prisa en diciembre pasado entre bailes folclóricos  y fuegos artificiales. Deberían darle una condecoración al hombre por esta nueva ruina que acaba de añadir a la colección de obras elefantiásicas y desastrosas que el régimen masista ha desperdigado por todo el país.
 
Puente gemelo de la avenida paralela, cerrado por precaución.

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Bonus: el infaltable spot propagandístico con que el Cholango inauguró su puente de “última tecnología” en diciembre de 2014, para supuesto orgullo de los cochabambinos. Atención a su premonitoria frase final: “no permitamos nunca más que los suathapas (rateros) regresen a la alcaldía”. ¿Se refería a los neoliberales o a ellos mismos?


22 octubre, 2015

4 El hombre de los récords




Este miércoles 21 de octubre a tiempo que abría los ojos encendí el televisor. Resulta que Su Excelencia había hecho madrugar a todos sus ministros, chambelanes de palacio, edecanes amarraguatos, y demás personal a su servicio. Hasta el cocinero de turno tuvo que estar a la orden para preparar algún mate o tecito que se le antojara a S. E. Había que estar preparados para trasladarse hasta Tiwanaku, el centro ceremonial más importante del planeta que, a su lado el emplazamiento de Stonehenge es un montón de piedras donde van turistas frikis. En Tiwanaku ha sido investido el nuevo Pachakuti (“el que mueve el mundo”, ya ven) no una sino varias veces con ceremonias como fotocopias para que el público se lo grabe bien en la memoria. 

Así estaba yo, todavía somnoliento queriendo adivinar desde mi cálido lecho qué diantres se estaba celebrando en el salón de eventos Tiwanaku: si una nueva boda, un solsticio o el cumpleaños de S.E. En verdad, sentía algo de pena por todos esos funcionarios que habían sido obligados a madrugarle al sol, un tremendo sacrificio a más de cuatro mil metros de altura donde soplan a menudo vientos de los mil demonios y el aire helado de la puna que se deja sentir todo el año, más aun a esas horas. Seguía todavía mi confusión ante otro acto de despilfarro público, y eso que S.E. había pedido hace poco que había que amarrarse el cinturón para los malos tiempos que se avecinaban, pero parece que su aura sigue blindada contra todas esas preocupaciones de poca monta. 

Entretanto, los sahumerios de los yatiris llegaban hasta mi televisor de tal manera que recuerdos pavlovianos me asaltaban como todos los viernes primeros de cada mes en los cuales me ando sofocando por las insufribles humaredas con olor a incienso que pululan en el vecindario. Pueblo de supersticiosos, amantes de modas pueriles que hasta oficinas de profesionales hacen humear sus despachos para atraer la buena suerte y, cómo no, el vil dinero. Que ya me perdí entre humos imaginarios y me desvié del asunto. El titular a pie de pantalla, en letras muy pequeñas anunciaba otro día histórico para la plurinación. Con la venia de los Apus y otros espíritus tutelares, S. E. tomaba aire y procedía a leer el discurso de las bienaventuranzas que le sucedieron al país desde que asumió el mando.  El monolito detrás de él agradecía tener los oídos sellados para la eternidad. No así los diez millones de súbditos que eran testigos de otro hito personal de S. E., quizá el más insólito en la era de la información: los micrófonos daban fe que en nueve años, ocho meses y 27 días el promocionado paladín de la dignidad todavía no había aprendido a leer con soltura un texto sencillo, motivo por el cual no podrá añadir a su frondoso currículo ningún certificado de lectura veloz y cosa parecida que conceden algunos concursos de la lengua española. Eso sí, por alguna mágica razón, ya atesora más doctorados honoris que Vargas Llosa y García Márquez juntos. 

Y hablando de certificados, S. E. concedió unos muy valiosos a cinco de sus ministros por el tiempo de permanencia junto a él, por sus noches y amanecidas en maratónicas reuniones de gabinete y por los interminables viajes acompañando al jefe. El ministro de Educación (en el mismo acto) nos pasaba el dato de que era el único presidente que había visitado todos los municipios del país, a diferencia de los anteriores mandatarios que por descuidados y perezosos habían cuidado la economía nacional. Como sabemos, a S.E. no le han faltado un avión exclusivo, helicópteros y caravanas de vagonetas todoterreno para recorrer sus dominios. Menos mal que en su imperio se pone el sol, que si no le faltaría el tiempo para alegrar las tardes de sus gobernados jugando al fulbito. 

Así pues, el presidente más longeavo de la historia (reportera dixit) batía la marca del mariscal Andrés de Santa Cruz que había gobernado el país de manera continua entre 1829 y 1839, que entre otras cosas, había reorganizado el ejército para temor de los vecinos y creado la Confederación Perú-Boliviana para hacer frente al armamentismo chileno durante la época que precedió a la Guerra del Pacífico. A diferencia del que se supone uno de los mejores gobernantes que ha tenido el país; Evo Morales Ayma, Gran Guerrero del Arcoíris y Capitán General de las Fuerzas Armadas Revolucionarias Antiimperialistas ha potenciado tanto con su liderazgo a las fuerzas castrenses que hoy son temidas por el imperio, según él mismo asegura.  Y en apenas diez años ha puesto al país en el escenario mundial, cantan sus rapsodas y escribanos de toda pluma. Y según sus deseos todavía planea quedarse otros diez años o “según el pueblo decida”. La mar de transformaciones que nos aguarda: centro energético del continente, potencia espacial, industrial y  nuclear, a la vuelta de la esquina. Los dioses nos contemplan azorados. Un hombre de recórds para un país de recórds.

13 octubre, 2015

5 La cumbre de los payasos climáticos




“Bolivia en los ojos del mundo” repetía otra vez el titular de televisión el lunes por la tarde, en ocasión de la clausura de la II Cumbre Mundial sobre Cambio Climático efectuada con todo colorido este fin de semana en la localidad de Tiquipaya, bucólica Capital de las Flores a pocos kilómetros del centro cochabambino. Más tarde, por la noche busqué repercusiones en algunos medios digitales internacionales con cierta fama de imparciales y no había ni un solo titular que hiciera mención a tan importante reunión de guerreros ecologistas, ni siquiera en la sección de “Latinoamérica”. Así de relevante había sido esta segunda convocatoria de ecosocialistas, expertos en calentones planetarios y ramas anexas. 

En el año 2010 se inauguró a todo trapo (ponchos, banderas, aguayos y alfombra roja) el mismo concilio extravagante de indignados por la Madre Tierra y ¿de qué ha servido?, ¿sus conclusiones tuvieron algún efecto en la comunidad mundial?, ¿por qué Bolivia otra vez como anfitriona? Es que el prestigio es tal, argumentan algunos pájaros bobos, que nuestro país se ha convertido en el epicentro de “acontecimientos que están cambiando el mundo”, acompañado de una vibrante fama de lujosos anfitriones, dispuestos a satisfacer cualquier capricho de los visitantes y a colmarlos de suvenires indigenistas que la diplomacia plurinacional encarga con fondos públicos. Millones le ha costado al erario nacional esta nueva exposición de trajes típicos, bailes costumbristas y guirnaldas floridas en nombre del cambio climático. Grandes llamamientos a ahorrar energía mientras se montan enormes parafernalias para recibir a los selectos invitados. Tampoco es barato movilizar al numeroso rebaño de delegados locales y extranjeros; sedientos, sudorosos y hambrientos cada jornada. Ni sale gratis acarrear a los miles de policías, reclutas militares y demás personal de apoyo. 

Una solemne payasada que se inauguró con la llegada del capo surcoreano de la ONU, que a tiempo de recibir los honores del regimiento de la Escolta Presidencial, gritó el mantra que había ensayado durante el vuelo: “Patria o muerte”, con voz chillona que pareció despertar de su soponcio a los molles del aeropuerto. Azotado el valle estas últimas semanas por un calor infernal, el ilustre tonto útil de Naciones Unidas habrá tenido que recurrir al aire acondicionado para pernoctar en su suite presidencial; al día siguiente fue llevado al campo para ayudar a cortar la cinta inaugural de otra obra del Evo Cumple; luego desapareció de escena porque el mundo real y en guerra requería que abriera grandemente los ojos.

La sede de la cumbre parecía una inmensa colmena. Mesas de trabajo aquí y allá con arreglos florales y credenciales variopintas; se discutía el destino del planeta, mientras en el norte desarrollado la vida normal seguía su curso. Tres días de infatigable conversatorio en todas las lenguas de esta mini Babel de ponchos, sombreros tipo colonial, melenas hippies y barbas a lo vagabundo; al final de tanta palabrería sólo dejaron en claro una luminosa propuesta. Desde el centro del continente nacerían las bases para conformar un tribunal ecológico para castigar a todos aquellos países contaminadores y depredadores de la santa naturaleza. Oficialmente se ponía la primera piedra para crear la Corte Internacional de Justicia de la Madre Tierra. Al Gore y su fundación ya podían preocuparse por el brote repentino de competidores.

Para cerrar el jolgorio con broche de oro, arribaron a última hora los otros dos payasos mayores que faltaban para conformar la trilogía verdolaga antiimperialista. Rafael Correa, recordando sus tiempos de escolar, nos ilustró que cierto pingüino que es el único que visita las islas Galápagos estaba en riesgo de desaparecer; por poco no dijo que el volcán que azota a su país era una venganza de la Pachamama; pero también se encargó de matizar que si en Europa un presidente era reelecto por tres o cuatro periodos era considerado un líder, un buen gobernante, y si sucedía lo mismo en Latinoamérica se lo tildaba de autoritario o déspota. Ah, incomprensible miseria moral de los poderosos que no comprendían la humilde vocación de servicio y entrega de sus pares al otro lado del charco. Nicolás Maduro llegó para adornar la testera con su corpacho de hombros decaídos y apenas abrió la boca para atizar contra el imperialismo y demás enemigos de su revolución. En segunda fila -casi como convidados de piedra-, un rostro desconocido en estos lares que anunciaron como el alcalde de Bogotá, y un arrugado Pérez Esquivel que parece que estaba chocheando al rebatir en su parca intervención la teoría del canciller esotérico que había afirmado que las “reservas forestales eran inventos de los gringos”. 

Mientras se colaban los últimos rayos de sol en el coliseo más grande del país, bautizado expresamente como Evo Morales; al ritmo de un grupo folclórico, los 4 fantásticos (Evo, García Linera, Correa y Maduro) pusieron a prueba la resistencia de la tarima zapateando un tinku como sus orejas mejor les aconsejaban. El eje de la Tierra tembló.

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Ya en serio. En diciembre próximo, la ONU discutirá prácticamente sobre lo mismo en la romántica ciudad de París, para actualizar el Protocolo de Kioto, se asegura. Hasta entonces, este esplendoroso decálogo han metido subrepticiamente en la maleta del canciller francés para que los anfitriones se vayan inspirando.

Decálogo para salvar a la Madre Tierra

1.- Adopción de un nuevo modelo civilizatorio en el mundo sin consumismo, sin guerra y sin mercantilismo, un mundo sin capitalismo, construyendo y consolidando un orden mundial para vivir bien.
2.- Construcción de un sistema climático basado en la responsabilidad con la Madre Tierra y la cultura de la vida para la realización plena de la humanidad en su desarrollo integral.
3.- Protección de los derechos de la Madre Tierra de forma articulada y complementaria con los derechos de los pueblos a su desarrollo integral.
4.- Defensa de los bienes comunes universales, como son los mares, océanos, el agua, el espacio atmosférico y el monopolio tecnológico, promoviendo el acceso de los pueblos al patrimonio común.
5.- Eliminación de las patentes de las tecnologías y reconocimiento del derecho humano a la ciencia y a la tecnología de la vida.
6.- Implementación efectiva por parte de los gobiernos en el mundo para que el agua sea un derecho humano.
7.- La constitución de un tribunal internacional de justicia climática para que facilite que los países cumplan con sus compromisos internacionales con el cambio climático en un contexto de respeto de los derechos de los pueblos y de la Madre Tierra.
8.- Destinar los recursos de la maquinaria militar de las potencias imperiales y promotores de la guerra para financiar las acciones de los pueblos contra el cambio climático.
9.- Erradicación de la mercantilización de la naturaleza y los mercados de carbono que promueven millonarios negocios climáticos y no resuelven problemas de la crisis climática.
10.- Descolonizar los recursos naturales, de visiones coloniales ambientales sesgadas, que ven a los pueblos del Sur como guardabosques de los países del Norte y a las comunidades como enemigo de la naturaleza.

 
Aeropuerto tuneado con textiles andinos para la ocasión

07 octubre, 2015

6 El patriota que se hizo antipatriota en un pestañeo


Mesa, explicando la cuadratura del círculo (Meme de internet)

Según voy leyendo, en Palacio Quemado están que arden ante la popularidad efervescente del expresidente Carlos Mesa, vocero de la causa marítima que, emulando la gesta del mártir Eduardo Abaroa, se batió solo contra los legendariamente pérfidos chilenos en un plató de televisión. Como el buen hombre salió airoso de la encerrona -hay quienes sugieren que parecía el niño Jesús asombrando con su sabiduría a los doctores del Templo- a la que le sometieron periodistas bien entrenados de la televisión oficial de Chile, por su brillante y dignísima actuación se cree que ha provocado un auténtico terremoto mediático en territorio enemigo por las lecciones de historia y moral que propinó en horario estelar a millones de chilenos que, al parecer, recién empiezan a abrir los ojos luego de un siglo de ser convenientemente engañados por su gobierno.

Según las crónicas de este lado de los Andes, en el país vecino cunde el pesimismo y se rasgan las vestiduras por la segunda goleada -luego de sufrir la primera en la corte de La Haya- que el nuevo héroe del mar les machacó en la cara, al extremo de pedir explicaciones a sus autoridades por semejante chambonada en vivo. Su secular prepotencia, no les permitió reconocer a primera vista que estaban ante un selecto historiador de talla 1,85 muy bien curtido en décadas de ejercicio periodístico y debate televisivo, y no ante un enano intelectual al que pretendían comérselo como marisco crudo. La exhibición del “Swedenborg altiplánico”, como lo llamó irónicamente años atrás un columnista por su impronta de solemne todólogo, provocó extensos lagrimones de cine palomitero en las redes sociales de nuestro reverberado país, que en pocas horas se llenaron de mensajes y memes de orgullo patrio que no se recordaba desde los lejanos tiempos del Mundial del 94.

Al día siguiente de esa noche apoteósica, llovieron los elogios y homenajes de toda la intelectualidad, desde los apoltronados en casa hasta allende los mares, y seguro que más de uno descorchó el vino guardado en la alacena por generaciones. No era para menos otro día histórico de los incontables que atesoramos como los yanquis guardan sus barriles de petróleo bajo tierra. Había que dejar constancia y afinar el plumero. Corrieron ríos de tinta, -qué  digo, ¡mares!- en los diversos diarios nacionales sobre la hazaña de nuestro enviado todoterreno, y que por el tufillo no se diferenciaban mucho de la fanaticada de Facebook. ¡Ay!, el triunfalismo se había contagiado hasta los periodistas más serios y refunfuñones. Todo el mundo cabalgaba sobre la cresta de la ola, como ilusionados surfistas de un mar fantasmagórico.

Los sacrificados trabajos de Hércules quedaron chicos en comparación con la epopeya de nuestro portavoz marítimo, pues sus “dotes de bonhomía” y “acendrado patriotismo” en la referida entrevista reforzaron aun más la “autoestima y orgullo” de los bolivianos que se habían “acrecentado” como la espuma tras conocer el fallo de la corte holandesa.  Llamadme hereje o tal, pero a mí -parafraseando a Javier Marías-, el éxito de otros no me toca ni me infla la vena en lo mas mínimo, ni aunque digan que es por el bien del país. ¿Desde cuándo, aparentes logros colectivos deberían automáticamente elevar o influir en mi autoestima, cuando ésta es más bien cuestión de cada uno? Que venga un psicólogo u otro bicho neurótico a explicármelo. Así pues, de lisonja en lisonja iban nuestros acrisolados atletas de la pluma, a cada cual más orgullosos del “pentatlonista” Mesa, como lo definió un exatleta olímpico y siempre mesurado cronista, a quien la marea exitista parece haberle salpicado como para despacharse singulares analogías deportivas que supuestamente el cerebral Mesa supo “combinar hasta el paroxismo”, para tapar la boca a sus interlocutores y sus venenosas preguntas.

Donde no hubo celebración mayúscula, ni mucho menos destaparon un JW etiqueta azul para brindar a la salud del emisario, fue en palacio de Gobierno: tanto Evo Morales como el vicepresidente se mantuvieron callados contra todo pronóstico, luego de festejar días antes a todo bombo y coloridos desfiles por el veredicto inicial de La Haya. El silencio casi sepulcral que reinaba en los salones y alrededores daba cuenta de que su estrategia de casar la demanda marítima al liderazgo del caudillo se había desinflado ante el protagonismo del equipo jurídico y diplomático, pero sobre todo después de la “excelsa, soberbia y rotunda” intervención de Carlos Mesa en Chile que lo catapultó al estrellato. Y eso en los aposentos plurinacionales no gustó para nada, con toda seguridad.

El pensador más chic de la nación ya se perfilaba como firme candidato para el Cóndor de los Andes, suposición bastante lógica para premiar sus invaluables contribuciones y sesudas disquisiciones. Si el Papa y el presidente austriaco habían sido condecorados por solamente pasear sus figuras, Mesa se lo merecería urgentemente por su paliza dialéctica a los chilenos. Pero hete aquí que nuestro luminoso personaje cometió el peor de los pecados posibles: en un rapto de dignidad, vocación democrática, o qué sé yo, declaró a la prensa que no era partidario de la reelección indefinida del presidente Morales. A las pocas horas le cayó la sentencia condenatoria a través de la ministra de Comunicación, quien en conferencia de prensa desde palacio le dejó claro el recado de que los que se oponían a la reelección eran “los antipatriotas, los privatizadores, los neoliberales”, y en la otra ribera estaban ellos “los patriotas, los que trabajaban por el bien común”. Así le pagaban al mandarín intelectual por haber alquilado sus servicios –a título de patriotismo e interés nacional- al régimen más corrupto y despilfarrador de la historia. Ahora mismo peligra su puesto de asesor de lujo, según dio a entender el presidente del Senado que, para mayor paradoja, fue empleado suyo en su antiguo canal de televisión y actualmente, desde su pedestal, con toda arrogancia le recordó ante los micrófonos: “él ya sabe qué hacer”. El tiempo dirá.

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