28 enero, 2014

8 El caudillo y sus nuevos caprichos rodantes



Al día siguiente de que Su Excelencia había celebrado a toda fanfarria los cuatro añitos de su feliz reinado al frente del Estado Plurinacional, sus solícitos cortesanos disfrazados de ministros le hicieron llegar muy temprano a las puertas de Palacio Quemado los encargos que éste había efectuado al Ekeko, -el gordinflón dios andino de la abundancia - por las noches antes de dormir, como en otras partes del mundo los niños le ruegan al ratoncito Pérez. Y abundante fue el regalo: cinco cochecitos, que por obra y magia del Ekeko se convirtieron en flamantes y relucientes carrazos, dos para su uso personal y otros tres para su numeroso y bien entrenado cuerpo de seguridad, encargado de protegerle de borrachos, perros callejeros y huecos en la calzada.

Así pues, Evo el Austero, no se cambia por nadie, aquel día de la presentación de sus nuevos juguetes (o herramientas de trabajo como gustan llamar oficialmente) se relamía de gusto y agitaba su mano regordeta saludando al montón de curiosos que se acercaron a ovacionarle. No faltaron niños que escudriñaban el lujoso interior del auto presidencial al mismo tiempo que rozaban con sus deditos sus sinuosas formas como si contemplaran el coche de uno de sus héroes del comic. Tal era su fascinación por ese bólido negro de fino acabado que parecían inmensamente felices por palparlo un ratito.

Según información de la prensa, la flotilla vehicular está conformada por el coche presidencial Lexus y una vagoneta Toyota (ambos blindados), destinados para uso oficial del mandatario, además de tres vagonetas (no blindadas) de la misma marca para uso de la escolta presidencial. Cuando se le preguntó al ministro de la Presidencia sobre el motivo de la compra, éste se justificó diciendo que “las caravanas en las que el presidente (Morales) se movía eran caravanas donadas por la cooperación internacional y no nos parecía digno que el presidente Evo tenga que movilizarse en vehículos donados”.
 
El "evomóvil", la nueva herramienta de trabajo
Así que ya saben, es cuestión de dignidad nacional gastar la plata que sea para satisfacer las crecientes e insaciables necesidades de Su Excelencia, en este caso casi un millón de dólares, como lo haría cualquier jeque petrolero o un ejecutivo de alto vuelo. A título de seguridad, los personeros de gobierno sueltan justificativos como si se tratara del primer mandatario del odiado imperio del norte. El mismo ministro afirmó “la vida del presidente está en riesgo cada segundo porque no todos comparten lo que se hace en Bolivia (…) algunos desearían que este proceso de transformaciones se frene en seco; ustedes son periodistas inteligentes para poder deducir quiénes son los interesados en que este proceso no avance y se detenga”.  A este ritmo, la próxima vez probablemente comprarán un par de aviones cazas para acompañar los viajes planetarios de S.E para que no corra el riesgo de ser raptado nuevamente por las fuerzas imperiales y sus puñeteros aliados.

Mientras tanto, el país sumido en la pobreza, con mendigos nortepotosinos  pululando en las calles y las carreteras troncales derrumbándose a cada rato. En 32 años de democracia- los justos que yo tengo de vida consciente- nunca había visto tanto lujo y fondos exclusivamente dedicados a la figura de un presidente. Este es el gobernante pobre, espartano, frugal, sencillo, humilde, austero, etcétera, que tantos pregoneros se encargan de propagar por el mundo y otros tantos admiradores idiotas no cesan de aplaudir a pesar de las constantes evidencias. 

Si Morales es austero, Mujica es mendigo
Extraño y retorcido es este país de la peor pesadilla. El presidente sí puede obtener mediante compra directa el vehículo o aeronave que se le antoje, a pesar de que una ley estatal establece la licitación obligatoria.  Y los demás gobernantes opositores pueden ir a la cárcel por hacer lo mismo. Al alcalde de Potosí, el gobierno lo mandó destituir por haber comprado sin licitación volquetas usadas y otras verdaderas herramientas de trabajo, trámite totalmente justificado al ser uno de los municipios más pobres de las ciudades capitales. Asimismo, al anterior gobernador de Cochabamba, le provocaron un golpe de estado y le persiguen hasta hoy numerosos procesos judiciales, entre otros, por haber comprado vagonetas nuevas, tildadas como “lujosas”, pero en cualquier caso mucho menos lujosas que las del presidente. Después hablan de valores democráticos e igualdad ante la ley.

Entretanto, medio país anegado por las aguas de las lluvias incesantes, con miles de familias desesperadas por haber perdido sus cultivos y otras pertenencias. Sin embargo, “el presidente de los más pobres y necesitados” se sube a su millonario avión y se larga a la isla de los carcamales cubanos, en pos de otra intranscendente cumbre donde necesitan de su etéreo,  galáctico liderazgo, seguramente. 

23 enero, 2014

10 Las celebraciones del emperador



Plaza Murillo-foto AFKA
Ayer fue un día muy raro, empezando por el tiempo, oscilando entre un tibio nublado y un  timorato sol. Un día aletargado, soso y algo brumoso, como de efecto invernadero. La Pachamama no lució sus mejores galas ni por muchos sahumerios que los brujos hayan efectuado. Se le habrá olvidado también a la diosa tutelar que el 22 de enero había sido la madre de todas las fechas históricas. Acostumbrados a tantos hechos históricos que brotan como las papas,  no habíamos reparado que había sido “feriado nacional” decretado por el pasado de revoluciones, que no revolucionario, Estado Plurinacional.


Para conmemorar el cuarto aniversario del feliz reinado de Su Majestad, Evo el Austero, paralizaron todas las actividades y todas las máquinas, por poco al estilo de Ultimátum a la Tierra un clásico de la ciencia ficción. El 67% de los bolivianos, que tiene un empleo informal ya sea como pequeño comerciante o trabajador autónomo, se vio nuevamente perjudicado en su magra economía, al soportar otra jornada sin trabajo y para más inri, a media semana. Por el contrario, a la pequeña minoría que tiene los ingresos seguros de un burócrata o asalariado, siempre le viene bien que le sigan pagando, y aun por días no trabajados. Patético es este país que la mitad del tiempo  está paralizado por marchas y bloqueos y la otra mitad por fiestas y agasajos generalizados. Con razón vamos a la zaga del continente, aunque los jerarcas de hoy proclamen todo lo contrario.


Como se sabe, el régimen de Morales ya gobierna el país desde hace ocho años. Sin embargo, los primeros cuatro años prácticamente no cuentan porque fueron bajo las reglas de la vieja república que, según ellos, era el monstruo que cobijaba todos los males posibles: capitalismo, patriarcalismo, racismo, colonialismo, materialismo, y otros ismos más o menos floridos. Para eso se creó el evanescente “estado plurinacional”, para comenzar una nueva era (con amor a las plantas, armonía con la madre Tierra y otras lindezas que se ven en un filme azulado de James Cameron)  según cantan sus profetas.  No había habido asunto más histórico y trascendental que un supuesto indígena gobierne por primera vez un país americano, aunque la Historia dice que el mexicano Benito Juárez era tan o más indio que Evo Morales y, además, casi un siglo antes. La diferencia quizá radique en que uno supo estar a la altura de su alta responsabilidad y el otro sigue a la altura de su ego, insaciable. 


Ayer se vio con creces otra muestra de esa insaciabilidad: miles de cocaleros y campesinos de todos los departamentos fueron llevados hasta Plaza Murillo (La Paz) para presentar sus saludos al caudillo que desde el balcón de su palacete agitaba la mano cada cierto tiempo, a medida que iban pasando las escuadras de ponchos rojos, ponchos verdes, mujeres bartolinas de mantas azules y demás guerreros del arcoíris, amén de las escuadras militares, comandos de elite con las caras pintadas y guerreros selectos luciendo camuflaje de campaña. No faltaron los jeeps y tanquetas que se acostumbra pasear en las jornadas patrióticas. Aparte de la solemnidad, no podía faltar el matiz folclórico con comparsas de bailarines que se esforzaron al máximo para agradar al caudillo, a ritmo de flautas y tambores autóctonos. Para eso sirven los indígenas, para bailar ante el cacique que los mira satisfecho desde sus alturas, muy bien coronado con un halo de divinidad y luciendo en el cuello el medallón centenario de los presidentes (si él, en verdad detesta todo lo que venga de la república, ¿por qué no guarda esa medalla en un museo, ese resabio de una práctica europea y colonialista?).


Hasta "Bigfoot" (izq.) es convocado a desfilar
Toda esa parafernalia que se repite cada año de tropas muy marciales, campesinos emponchados, cuernos de vaca y caracolas marinas resoplando, banderas y estandartes multicolores, viejos acorazados y demás cachivaches rodantes me hizo recordar a los antiquísimos desfiles romanos en honor del emperador de turno: cambiemos elefantes por acorazados y a fieros guerreros con pieles de leopardo por los nuevos guerreros multiusos. La historia se repite, aunque de manera grotesca.


Según los voceros oficiales, los movimientos sociales viajaron por iniciativa propia a disfrutar de primera mano el informe anual del “hermano presidente”. Hice el intento para escuchar el enésimo discurso del país de las maravillas. Aguanté veinte minutos. Es una vergüenza nacional que el primer mandatario no pueda leer unos textos con fluidez. Ha tenido ocho largos años para pulir mínimamente su dicción y parece que no le da la gana, si ha manifestado públicamente su desprecio por los libros. Lo paradójico es que acepta con orgullo que lo llenen de títulos honoris causa. Y, a mí no me vale la excusa de su deficiente educación, pobreza y falta de oportunidades para ingresar a la universidad. Lech Walesa y Lula Da Silva, tuvieron orígenes humildes y tampoco fueron universitarios; no obstante, se las ingeniaron para cultivarse a su manera. Además, Morales tiene una trayectoria sindical de más de 20 años y tuvo todo el tiempo del mundo para ilustrarse un poco, con mayor obligación siendo un dirigente. Y así dirige todo un país.  


Según algunos comentaristas, el discurso fue el más tedioso, largo y confuso que haya efectuado un gobernante. Por los noticieros me enteré de que había durado casi cinco horas, tan monótono y plagado de cifras que hasta agotó a sus incondicionales seguidores que empezaron a silbar en plena plaza Murillo como protesta. Y para mayor abuso, todas las redes de televisión fueron obligadas por decreto a conectarse a la señal de la televisora oficial (luego el caudillo se autocalifica como “el presidente más democrático en la historia de Bolivia”, como alguna vez respondió molesto a una entrevista de CNN, donde se le cuestionaba su autoritarismo). 


En fin, que todo este país va sobre ruedas, mejor dicho, a velocidad de cohete. Nunca habíamos sido tan dignos y soberanos y nunca tantos países nos habían admirado tanto que, ahora hacen cola para copiar nuestro modelo, dicen. Nos codeamos con el primer mundo porque ahora ya hemos iniciado el ansiado despegue industrial, aunque sea comprando un artefacto chino como satélite. El liderazgo de Evo Morales es inconfundible, incontestable e irremplazable, he oído por ahí. Todos son logros titánicos: satélite, presidencia del G-77, caminos asfaltados, aeropuertos, hospitales, escuelas, canchas, “hasta las universidades están contentas porque nunca habían recibido tanta plata”, sentenció el caudillo. Y el colofón para sus dotes de estadista: dentro de poco, Bolivia tendrá un reactor nuclear con “fines pacíficos”, asesorado por los amigos iraníes. Y eso que no nos falta electricidad y tenemos gas barato para termoeléctricas… ¿Quién detiene el delirio?




18 enero, 2014

8 Rumiando de madrugada



Dicen que hay que escribir con sentimiento. Nunca he entendido demasiado eso pero por lo pronto escribo esto sintiendo un dolor de muelas hijo de la gran puta. Está tan aguda la cosa que me he levantado de la cama porque ya no aguanto las punzadas arteras. He probado a apretar diente contra diente para ejercer presión y siento algo de alivio pero cansa al rato. He apoyado el lado dolorido de la cara contra el colchón pero tampoco se puede aguantar mucho. Tengo la mejilla derecha inflamada y algo de adormecimiento local. Me miro en el espejo y parezco un Rocky apaleado aunque sin moretones. Un paisano diría que hasta me asemejo a un cocalero a punto de soltar un verde escupitajo. Son así de amables cuando vienen a abonar nuestra ciudad. 


Como habrán podido figurarse soy de esos tipos a la antigua. Nunca voy al médico a menos que el dolor sea inaguantable y persista. Tengo un sano record: jamás he pisado un hospital en calidad de paciente. Será que tengo una salud de hierro o mucha suerte. Llevo una alimentación relativamente equilibrada y un tren de vida alejada de los excesos. Ni grandes farras ni grandes comilonas. La sobriedad es mi filosofía de vida. Eso no significa que me esté privando de deleitarme con los placeres de la vida. Soy omnívoro, incluyendo la lectura. Eso sí, no fumo ni por si acaso, no porque aseguren que es cancerígeno sino que nunca le he pillado la gracia al asunto. Además fumar es antideportivo: es penoso ver a un tipo jadeando a pocos minutos de correr tras un balón. 


Beber tiene su lado gustoso. Jugar a la chimenea no tiene chiste, eso de que tranquiliza o calienta el cuerpo será más bien psicológico. La psicología es uno de esos inventos modernos intrascendentes, o de escaso valor real, a mi parecer. Como si no bastara que el mundo esté cada vez más lleno de hipocondriacos, ahora es hasta saludable enfermarse del alma, valga la contradicción. Los estudiosos, a toda acción humana le hallan una motivación inconsciente o una explicación refleja. El neurótico de Freud ha hecho mucho daño más allá de sus aportes y descubrimientos. Todo el mundo piensa en falos al ver objetos puntiagudos y cualquier cerro cónico se asocia con tetas. Los criminales ya no actúan por maldad sino por pulsiones primarias, dicen. Hasta los berrinches de los niños tienen una connotación sexual. El mundo está demasiado acomplejado, coño.


Decía que no he pisado los gabinetes médicos, salvo el taller de los inefables dentistas. Me han taladrado tanto con sus brocas del demonio que de solo escuchar ese terrible chirrido castañean mis dientes. La naturaleza quiso que no tuviera una sonrisa de anuncio Colgate. He pasado demasiadas horas a merced de los ortodoncistas que me tenían en jaque con sus ligaduras para corregir la dentadura. Me han sacado algunos dientes porque estaban apiñados. Me han cubierto de resinas y demás materiales para combatir la caries. Y me han tenido demasiado con la boca abierta que a veces daban ganas de escupirles en la cara, ¿acaso no se enteran de que abrir la quijada cansa rápidamente? Me hice tratar sin anestesia para apresurar el tratamiento, claro, yo muy valiente. A veces profundizaban tanto que sentía como una aguja entrando en carne viva. He pasado demasiados días con los dientes adoloridos y sensibles por los periódicos ajustes que hacían a las clavijas, como si tensaran cuerdas de una guitarra. 


Olvidaba decir que he usado hasta placas para ampliar el ancho del techo de la mandíbula superior. Lo mío era cosa muy defectuosa, incluyendo una mordida desigual. Afortunadamente ahora las mandíbulas coinciden bastante bien. Me han tenido por lo menos tres años con el tratamiento que al final me he cansado. Algunos dientes no han terminado de alinearse pero me he resignado. He mandado a la mierda todo. Eso fue hace más de diez años. Nunca más he visitado un consultorio a pesar de los grandes avances en la materia. Lo único que hice fue ir de vez en cuando al sillón de algún dentista amigo para que me hiciera limpieza y profilaxis. 


Todo iba bien hasta estos días, que he empezado a sentir una ligera molestia en uno de los molares. La tapadura me la hicieron tan al borde que luego de varios años se ha desprendido una pequeña parte del diente. Tomé unos cuantos analgésicos y vino la calma. Luego en la madrugada desperté con la puñetera inflamación de la encía y parte de la cara. Escribo con dolor a modo de paliativo y distracción hasta que el Ibuprofeno haga su efecto. Me sale como escritura automática, sin ser delirante, sin querer emular a los surrealistas que estaban colgados hasta las trancas de alcohol y drogas. Aunque a veces pienso que todo ese movimiento fue una gran mamada. Por otro lado, he leído reseñas literarias diciendo que tal autor “escribe con el hígado”, o que alguno “escribe con las tripas”. Me antojaré afirmar que estoy “escribiendo con los dientes”, sin que parezca rabioso, corajudo, ni nada. Es el jodido dolor que me impulsa y, por tanto, espero que esto no parezca que haya sido escrito como con el culo. Como he visto a artistas conceptuales pintando con las nalgas, literalmente. Si esto ha salido una mamarrachada, es el dolor…el dolor…que me hace ver las tinieblas.

15 enero, 2014

8 El Dakar, sus números y sus héroes de hojalata


Evo y sus nuevos héroes


El Dakar no solo se “corrió por primera vez en el cielo” como machacaba el eslogan oficial, sino las cifras de movimiento económico que supuestamente generó se van por las nubes. Quién como el mago ministro de Economía que, al igual que los brujos de Palacio Quemado, seguramente posee el don de la clarividencia para anunciar resultados espectaculares y no precisamente de nuestros limitados pilotos. Visiblemente satisfecho, el ministro Arce soltaba alegremente que todo el acontecimiento había movido entre 500 y 600 millones de Bs (aprox. 72 millones de dólares, mínimamente), resultado por demás extraordinario considerando que sólo se habían gastado unos $us 6,5 millones en la organización. Negocio muy redondo, aparentemente. 

Como este es un país de ciegos y atolondrados, cualquier monto por muy exagerado que sea es aceptado sin rechistar. Para empezar, los cerca de 100 mil visitantes (según cifras del gobierno) fueron viajeros nacionales, en su gran mayoría jóvenes. Calculando a grosso modo, si dividimos esos 72 millones entre el número de visitantes, nos da un promedio de ¡720 dólares por persona!, un monto sumamente excesivo para nuestros estándares de vida. Es más, las ofertas de las agencias de viajes desde Cochabamba -que está muy lejos de Uyuni, epicentro del evento- oscilaban entre los 100 y 200 dólares por persona, vía carretera más estadía de dos noches. Sólo unos cuantos privilegiados se trasladaron en avión, especialmente los funcionarios estatales. 

Los pocos hoteles y alojamientos particulares que fueron acondicionados, se destinaron a los numerosos burócratas, dirigentes deportivos, periodistas y delegados extranjeros enviados por los organizadores del rally. La mayoría abrumadora fue alojada en escuelas, instalaciones militares, coliseos deportivos y campamentos al aire libre. Se vieron pocos viajeros llegados de Europa o Norteamérica. Así las cosas, es inverosímil que el turismo interno haya generado esas cifras monumentales que se acercan a las de Argentina y Chile, empezando por el hecho de que en Bolivia el poder adquisitivo es mucho menor con respecto a los países vecinos. Mucho peor si consideramos que por territorio nacional únicamente se disputaron dos etapas y solo en la modalidad de motos y cuadriciclos. Tanta es la autocomplacencia  de los organizadores locales que seguramente hasta los lugareños generaron muchos dólares aunque sea apostándose en el trayecto.

Los únicos que se beneficiaron en algo fueron los pobladores y comerciantes de Uyuni, desde los artesanos hasta los puestos callejeros de comida. Un miserable sándwich de pollo costaba casi el triple denunciaron algunos viajeros. Ya nos podemos imaginar el resto de los negocios. Por donde se lo vea, era una estampa calcada a una fiesta folclórica como la de Urkupiña: turismo en tromba, ruido de altavoces, farras masivas y al día siguiente las plazas y calles apestando a orines y otros desechos. Bien que conozco a mis paisanos como para pensar otra cosa. Lo de la “deportividad” y otros sacrificados valores de los motociclistas sólo fueron un colorido marco para la jarana. En el entredicho queda el beneficio para una ciudad, si por unos míseros billetes, entregan su ornato y tranquilidad a la horda de forasteros que nunca olvidan dejar su mierda, aunque sea por puro deporte. ¡No me vengan a decir que el boliviano es un ejemplo de urbanidad!

En contrapartida, suena risible que Evo el Austero haya ordenado gastar tan poca plata (los 6,5 millones) en tan magno evento. Sólo en costear la franquicia a la ASO (los dueños del circo) se destinaron más de 2 millones (es increíble que no sea al revés, cuando el rally viene a hollar nuestra geografía). A esto sumémosle la incesante propaganda -con lujosos y bien producidos spots – que desde por lo menos un mes antes se transmitió en toda la red de medios audiovisuales. El gasto en movilizar maquinaria y operarios para acondicionar los caminos. La instalación de servicios: electricidad, agua, combustible de primera para los motorizados, telecomunicaciones, etc. El constante traslado de varios ministros para “coordinar” las tareas de organización. Hasta se jactaron de llevar más de 800 médicos a toda la zona, seguramente para monitorear un mínimo resfrío. Asimismo, los miles de policías y militares que desplazaron para resguardar el jolgorio histórico. No alcanzo a imaginar ni el gasto en logística que supone llevar a tantos uniformados. Todo sea por satisfacer las exigencias de los franceses aventureros. Una vez más hicimos gala de la diplomacia del poncho, para recibir como héroes a los Mad Max de bazar, como los llamaba un cantante francés, al extremo de recibirlos con un coqueto juego (poncho, gorro y pantuflas de abuelita) de lana de camélidos para cada piloto que vino a dejar su huella.  

No podía faltar el colofón de ver al líder supremo de la revolución encaramado en su helicóptero que por varias horas hizo seguimiento a los competidores, especialmente al crédito local Chavo Salvatierra, quien se mostró muy orgulloso de sentirse tan apoyado e inspirado por su etérea presencia, como confesó posteriormente al borde de las lágrimas. A Cristina Fernández le importó un carajo un asunto de privados, como tiene que ser habiendo cosas más importantes que tratar en su país. Al contrario, Evo el Austero, fue el principal promotor desde el principio, uno de sus tantos sueños de poner a Bolivia ante los ojos del mundo, así sea a cualquier precio. Con el Dakar se confirmó que lamentablemente el país sigue inmerso en un bobalicón infantilismo, tal como muestra el unánime aplauso que todos sin excepción (no he oído ni una sola opinión contraria de ningún periodista u otro comentarista) brindaron al “estadista” plurinacional por poner en práctica sus aficiones infantiles, no otra cosa señala que fuera personalmente a esperar a los competidores, agradecerles zalameramente y sacarse innumerables fotos con ellos. Desde los tiempos del Mundial de 1994 no habíamos visto tantas banderas flameando ni había sonado tanto el himno Viva mi patria Bolivia. Como si todos nos montáramos en las máquinas, como si todos segregáramos adrenalina. Patrioterismo y euforia generalizados.


Huérfanos de héroes como estamos, ya que no destacamos en nada de nada, todos nos volcamos en la figura de Salvatierra, el único motociclista que queda en competencia, quien a pesar de estar lejos de la punta (oscilando entre el 15 y el 20) está cada vez más cerca de ser ungido al panteón de los inmortales. Lo curioso es que la única mujer que todavía compite, una española bien macha, le aventaja en la clasificación general y, por supuesto, a toda una tropa de varones. Y a ella nadie la ha tratado como heroína, ni siquiera los helicópteros y cámaras le han hecho un seguimiento especial, ni mucho menos homenajes relucientes a su arribo a Bolivia. Lo suyo, considerando las diferencias físicas y capacidad de resistencia en una competencia tan desgastante, sí que es remarcable pero a nadie parece importarle. Al contrario, a cualquier corredor que lleve la tricolor entre sus trapos se le da un tratamiento de atleta griego y, quién sabe, terminada la competencia le ceñirán la cabeza con laureles imaginarios y le colgarán del pecho un pedazo de hojalata con la figura de un cóndor… ¿quieren apostar?


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