27 abril, 2015

4 ¿Pato al vino o vino al pato?



Pato a la naranja, con gajos de naranja, por si acaso

El último sábado fue otro día histórico para mis registros: como un muerto de hambre maté uno de mis prejuicios. Juraba y rejuraba que no me gustaba el pato. Sólo una vez  me hicieron probarlo, asado a la brasa y me supo más desabrido y esponjoso que corcho artificial. Habrá sido de “zorro” como se le suele decir en estos pagos–nunca he conocido el motivo- al macho viejo del corral, de carnes duras como de cualquier otro animalejo entrado en años. Aquella ocasión fue suficiente para negarme a probar bocado hasta hoy, han pasado más de veinte años, la cantidad de palmípedos que se habrán salvado por no pillarle el gusto. Después dicen que no hay suficientes ecologistas.

No hace mucho pasé por la puerta de un restaurante bastante conocido y me intrigó el menú del día: escrito con tiza y bien remarcado se ofrecía “pato a la braza”. ¿Sería un pato extenuado, obligado a nadar un buen rato antes de ajustarle el pescuezo? ¿Su carne alcanzaría alguna tonalidad, sabor o textura peculiar, como se afirma que la carne de toro pasado por el ruedo tiene un toque especial? …Muchos años atrás, mi primo que era aficionado a la pelea de gallos, tuvo que sacrificar uno suyo, prácticamente moribundo. En eso, un curioso se lo arrebató de las manos para destinarlo a la cazuela y no era precisamente ningún muerto de hambre. Aquella imagen del pobre gallo sanguinolento y del extraño sibarita relamiéndose de gusto, me puso la piel de gallina. No debería de extrañarme, con las rarezas que come la gente. Pero esa es otra historia.

Volviendo a lo nuestro, me dejé caer en el comedor de unos primos, a la una de la tarde como manda la tradición en caso de almuerzos fuera de lo común; no suelo preguntar por anticipado cuál será el menú, un poco de educación, señores, si me invitan ya me siento privilegiado desde el umbral. Contemplar la mesa vacía pero llena de vasos y copas bien distribuidos en el centro me hizo despertar las notas de vino que tenía dormidas. Aquello parecía una mesa a la española, con la variedad de artefactos de cristal que allí suelen prodigarse cuando hay banquete. Solo faltaban los vasos para el agua tipo Evian pero aquí no se estila procederes tan finos. Me anunciaron que almorzaríamos pato al horno y unas costillitas de vaca como alternativa. ¿Servirían el famoso pato al vino?, pronto iba a salir de dudas.

Un tío había encargado dos patos jóvenes en una granja porque se había antojado sin mediar razón. Se los vendieron en pie y en ciudad es difícil encontrar a alguien que haga el faenado. No se puede ir al matadero con tu par de patos bajo el brazo, creyendo que se va a una tintorería y listo. Entre anécdotas, recordaban los mayores que degustar patos criollos, esos de estanque o laguna, siempre saben a lodo desagradable, aunque se los disfrace con mil caldos y diversas hierbas aromáticas. De todas maneras, nosotros no íbamos a pasar por el mismo trance y desde el horno de cocina ya llegaban los aromas auspiciosos de unas carnes sazonadas. Pato a la naranja había sido el manjar y yo imaginando otra cosa. A la mesa, entonces.

No me hice de rogar para ocupar mi puesto y tampoco los demás, que se veía que le tenían muchas ganas al yantar. Ah, patito,  qué rico es el patito, decía alguno para animar la charla. Por el tamaño de las piezas parecía algún guisado de pollo. Fiel a mi estilo descreído hice los honores: no sabía nada mal, es más, tenía mejor sazón que un picante de gallina, aunque soy un lego en carnes de aves, no podría precisar a qué se parecía. Suave, jugoso y tierno, suculento de cualquier modo. Eso sí, ni rastros de la naranja hasta que trajeron el caldo en el que había sido maridado.  El truco está en la manera de prepararlo, dijeron los anfitriones, y en las horas que debe “dormir” el bicho antes del horneado. Harán lo mismo cuando lo marean al vino para que vaya cogiendo sabor. En fin, secretos de cocina que no se airean cual chismes.

Para rematar el banquete abrimos sendas botellas de vino tinto, aunque en estos casos los gourmets recomiendan vino blanco. ¡Qué más da! Había reserva de las pasadas navidades y de otras ocasiones, según confesó el anfitrión, y la variedad de marcas disponibles dan fe de aquello. Si alguien me ofrece vino, nunca me hago de rogar. Lejos estoy de ser un catador pero por lo menos me defiendo por la mínima, eso creo. Lo primero que hice en España fue probar todo vino que me ofrecían, asumiendo que como eran vecinos de los franceses el suyo no debería ser malo. Nunca he tenido la oportunidad de degustar marca francesa porque aunque haya en algún supermercado la ofrecen a precio de lujo. Y cuando llevan etiquetas afrancesadas nunca faltan los timos como el sonado fraude de un vino que había alcanzado cotas de estrellato sólo porque un afamado crítico le había dado nota alta. Al rato, encargaron una legión de esnobs su respectiva botella. Andando el tiempo, se descubrió que el vino era común y las etiquetas habían sido envejecidas artificialmente para darle apariencia de añejo. Se dice que ese crítico nunca más levantó cabeza.

Yo sí que calenté la cabeza medianamente con las constantes libaciones. Éramos contados los que rendíamos tributo al más preciado licor de la humanidad. Miren, que he probado vinos argentinos, chilenos, brasileños, hasta alguno alemán, y los nuestros que son de altura (cepas cultivadas a más de dos mil metros) no tienen nada que envidiar. Nacionalismo con cierto tufillo a cocina, diría alguien, pero bueno; al pan, pan y al vino, vino. Algún día iré a la asombrosa Andalucía boliviana para perderme en los brazos de una chura chapaca, y que me haga pasear por las nubes, como en la película. Y observen que no ha quedado ni una gota que escanciar, de tanto brindar por Tarija, en su mes aniversario. Si supieran lo emocionada que se puso mi tía tarijeña, que al rato ya tarareaba algunas tonadas antiguas de su tierra lejana, con un dejo de risueña nostalgia. Los chapacos son así, alegres a morir y de su acento cantado ni les cuento.

 
Las 3 marcas más representativas de Bolivia (como verán, no quedó ni gota)

21 abril, 2015

4 El surrealismo al poder



Seguir las noticias en la insufrible y penosa televisión nacional tenía su faceta jocosa y descacharrante, eso era lo rescatable después de todo. No hablo de los detalles graciosos, lapsus u otros resbalones técnicos que normalmente se dan en la televisión de cualquier sitio, sino de la realidad tragicómica que inevitablemente saltaba a las pantallas. Como nada de relevante parece acontecer en nuestro insignificante paisito, paulatinamente las distintas cadenas han entrado en una suerte de frenesí sensacionalista. Ningún informativo se salva de deslices burdos e irrelevantes, a pesar de su pretendida seriedad. Todos quieren distinguirse a fuerza de ofrecer detalles supuestamente únicos para cautivar a la audiencia. Desgraciadamente hemos sido engullidos por la sociedad del espectáculo, importa más un desfile de lencería que el brote de una epidemia en una provincia alejada.  


Pero en nuestro país, hasta la banalidad hecha noticia muestra signos de agotamiento. Es tanta la bazofia que circula en las pantallas que el consiguiente hastío se hace patente. Para salir del atolladero, los medios se han dado a la tarea de buscar ávidamente noticias que rayan en lo anecdótico, en lo absurdo y lo inverosímil. Francamente, no había sido difícil la tarea: por todos lados este confín apartado del mundo supura surrealismo. No había sido casualidad el destino geográfico que nos tiene apartado de las costas y de la luz esclarecedora. Todavía late a plenitud el corazón de las tinieblas. No en las selvas inhóspitas ni en montañas infranqueables, sino en las profundidades del alma nacional. Abismos insondables nos separan de sociedades civilizadas. Nos gobierna la ignorancia y con todo orgullo, además. Uno se puede reír de estas cosas, que al primer vistazo parecen ingenuidades y sin mayor consecuencia. Pero no, viendo en perspectiva, su normalización e influencia nunca serán inocuas. 


He aquí un popurrí de la palpitante e increíble realidad en la que estamos inmersos. La última muestra de actualidad absurda que recogió mi televisor antes de hacerse el harakiri eléctrico. A partir de hoy, sólo tendrá la noble tarea de trabajar a dúo con el reproductor de DVD, si lo mando a reparar desde luego.  Lo malo es que, aunque quisiera alejarme de las pantallas televisivas, la realidad tirana siempre estará acechando a cada paso, enrostrándome su aberrante –otros dirían, mágico- encanto, atractivo, o qué sé yo. Como en este caso, mientras paseaba a escasas cuadras de mi casa: si uno tiene ganas de morirse puede encargar a la funeraria el cajón y las papas para el almuerzo del funeral. Que tal vez hacen un buen combo de aquellos. 
Uno podría ser enterrado con alimentos, para el más allá, al modo de los faraones

Hace una semana, nuestra siempre original Liga de fútbol ofreció otro de sus anecdóticos espectáculos: resulta que por mezquindades entre clubes, el Universitario de Sucre, actualmente en plena competencia de Copa Libertadores, atendiendo prioridades, se declaró falto de efectivos y tuvo que mandar una delegación reducida de juveniles para enfrentar al líder Bolívar en La Paz. Entre cartas y demás papeleos para reprogramar la fecha el tiempo no iba a esperar por ellos. Así las cosas, el conjunto sucrense metió a 7 muchachos para salvar el W.O., a los pocos minutos uno de sus jugadores se hizo al lesionado y se acabó la función. Menos mal que al día siguiente, los directivos bolivaristas actuaron con sentido común, pues anunciaron que iban a devolver el dinero a los pocos hinchas que acudieron al estadio.


Mientras escribo estas líneas, sigue la huelga de los estudiantes de la universidad pública de Cochabamba. Dos semanas que los universitarios salen a bloquear, justo a mediodía, el centro de la ciudad. Normalmente no simpatizo con el sindicato estudiantil por obvias razones pero esta vez tienen razón en sus demandas, aunque deberían perseguir al rector, decanos y demás directivos antes que perjudicar al ciudadano común con sus movilizaciones. Muy listas pretenden ser las autoridades académicas que quieren “titularizar” de facto a docentes interinos o invitados sin previo examen de competencia como manda el reglamento interno. Y ojalá realmente fueran extraordinarios estos docentes, pero en su gran mayoría son arribistas que por puro compadreo, nepotismo, o nexos políticos han conseguido una plaza. Luego, vía decretazo pretenden obtener la cátedra de titular para gozar de la inamovilidad funcionaria y otros pingües beneficios. ¿Qué tal si los estudiantes se graduaran por antigüedad y sin rendir exámenes? 

Por un momento crei que se trataba de notables docentes


Unas semanas atrás, desde un pueblo de los Yungas paceños, que por características naturales podría encajar en el universo narrativo de García Márquez; nos llegó la infartante noticia de la supuesta violación de un perro a un niño. Según los pormenores del asunto, el abuelo del niño y algún familiar tuvieron la ocurrencia de señalar a un pobre chucho como el culpable, creyendo que las autoridades se iban a tragar el cuento, buscando proteger a otro familiar que sería el probable autor del delito. Un fiscal de la región con toda seriedad hizo las pesquisas del caso y, contra todo pronóstico, encausó a un inocente animal, por poco no lo condujo a celdas de un juzgado. Así está la Justicia, en manos de idiotas, ignorantes e incapaces, además de mafias de abogados que rondan el negocio como aves carroñeras. ¿Y quién los nombra, cabría preguntarse? Ha de ser el diablo.



No estábamos tan lejos ni exagerados cuando tildábamos a las elecciones subnacionales de jarana o algo parecido. Las iniquidades y desórdenes de la contienda y sucesos posteriores han corroborado nuestras apreciaciones. Hemos sido testigos de actuaciones aberrantes por no decir delincuenciales del Tribunal Supremo Electoral, que siempre se decía actuar en función de la norma, efectuando interpretaciones antojadizas o al gusto del partido de gobierno. Contradicciones terribles como la de anular candidaturas en el Beni y considerar su cuota de votación por “error” sin más valor que el estadístico, para luego días después en el departamento de Chuquisaca, borrar de un plumazo el porcentaje de votación de un frente cuyo candidato había renunciado días antes, a pesar de que en la página oficial del recuento figuraba como voto válido para ese frente político. El fin era beneficiar al partido oficialista para no ir a segunda vuelta, y lo consiguieron tramposamente en mesa, ante la incredulidad general.  Pero el sumun del absurdo se dio estos días, cuando el tribunal departamental de Santa Cruz decidió someter a un juego de azar para dirimir una concejalía que se disputaba voto a voto en el municipio de Cabezas. Dice la norma que para estos casos se respeta la simple mayoría así sea por un voto. Pero los sapientísimos vocales con el argumento de que había “empate técnico” decidieron zanjar la cuestión al tuntún. ¿Y si la hubieran sometido a la ruleta rusa?...menos mal que hubo justicia divina, aseguró aliviado el candidato opositor que tuvo buena suerte en el lance del dado, ya que había ganado previamente en las urnas por margen muy apretado. Que si no ardía el pueblo ese.
Obteniendo una concejalía mediante una partida de "cacho".


14 abril, 2015

6 Evo y su entrevista del siglo



Le juro que ganamos, Susanita (entrevistadora), sólo que por modestia no celebramos


El domingo por la noche, quince horas antes de que mi televisor colapsara, me sorprendí una vez más de la desbordante energía que atesora Su Excelencia. Como caído del cielo apareció fulgurante en el plató de televisión,  el pelo le brillaba sedoso digno de anuncio y el traje se veía impecable como de altivo torero. Había toreado toda la tarde a sus ocasionales rivales en un partido de inauguración de un coliseo en Candelaria, municipio cochabambino, santuario de la mejor papa, dicen. 


Apenas había descansado el guerrero del arcoíris, como todos los guerreros, pues esa misma mañana de domingo llegaba en su nave invencible luego de haber participado en la Cumbre de las Américas de Panamá, icónica por unos pajaritos a modo de logo oficial y sobre todo por el histórico apretón de manos entre Obama y Raúl Castro. Según se creía, todos los compadres del ALBA iban a abogar por la causa de Maduro -fingiendo indignación porque por debajo siguen con el business vendiéndole frutas y rosas al imperio- y Evo Morales era uno de los llamados a arremeter contra las “inhumanas sanciones al pueblo digno de Venezuela y a su gobierno soberano, democráticamente elegido” y demás consignas trasnochadas que gustan esgrimir los gobiernos más autoritarios de la región. La causa del brutal Maduro fue opacada de inmediato por la llegada de Obama y el cuasi abrazo emocionado con el comandante Raulito. Como sea, el triunfo fue de Obama, que de toda su opaca administración solo se le recordará por haber hecho las paces con la dictadura cubana. Al contrario, S.E. está muy convencido, apelando a su lenguaje, de que ellos le doblaron el brazo al pérfido imperio. Cuestión de negocios, decía mi difunta abuelita. Lo saben los carcamales cubanos que ya sueñan con inversiones inmobiliarias en sus costas.


Destilando terribles verdades
De lo demás no se recuerda nada, salvo por el detalle que S. E. -según confesó visiblemente molesto- se sorprendió de que no se firmara ninguna declaración o documento oficial de la reunión, como se estila en estas juntuchas de presupuestos indecentes. Sírvase anotar, por ejemplo, que S.E. llevó una delegación oficial de un centenar de “representantes de los movimientos sociales” para que participaran de una cumbre paralela, cita acostumbrada de todos los antiimperialistas y nostálgicos del viejo comunismo que arreados de todo el continente gozan con los festivales en nombre de los desposeídos. 


A dos semanas de las Elecciones Subnacionales que, como todos sabemos,  el oficialismo sufrió una clara derrota y sobre todo el caudillo de la revolución que había apostado personalmente por sus ahijados, ya que según él es su obligación acompañar a sus pupilos durante las campañas; por fin S.E. se dignó en dar la cara de manera oficial para ofrecer una explicación de los acontecimientos. Haciendo gala de una extraña clarividencia, nos regaló una vez más sus gestualidades de insigne estadista: por si no se habían enterado los malos bolivianos y los medios opositores que están ahí metiéndole caña para derribarlo, su partido (MAS) había ganado nuevamente a las claras. Apeló a las estadísticas, efectuando comparaciones con elecciones anteriores, señalando dónde había perdido terreno y dónde había avanzado sustancialmente. La gran mayoría de los municipios seguía teñida de azul. Hasta los correligionarios que cambiaron de camiseta para pugnar de manera independiente o en alianzas seguían siendo suyos. En suma, por poco no dio capote como nos dio a entender. De ahí que sorprenda que haya tardado tanto en aparecer. ¿Seguía festejando, acaso? ¿a qué se debía ese largo silencio?, interrogantes que desgraciadamente no se le ocurrió a la solemne entrevistadora, quizá muy sujeta a los hilos que desde la Vicepresidencia dirigen el programa. ¿Cómo qué Esta casa no es hotel ?…si hasta le tendieron la cama al amado líder para que tuviera una plácida entrevista.
 
Nosotros los del Gobierno somos austeros, le faltó decir

Bastante aburrido por la previsibilidad del asunto, y luego de una hora de paciente atención apagué el aparato para reanudar la lectura que me había tenido atrapado toda esa tarde. Hay cosas mejores en esta vida. Aunque sean cosas del pasado. Hay vivencias que siguen estremeciendo como las de los supervivientes de Hiroshima. Y John Hersey hizo que valiera la pena desvelarse más de lo acostumbrado. Al dia siguiente apreté el telemando para oir noticias, apareció una delgada línea luminosa y el televisor no dio más. La terrible maldición del Évola, supongo.


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