31 mayo, 2013

9 Un hecho histórico en Sucre: muertos son notificados para desalojo

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Mausoleo del presidente Gregorio Pacheco

Uno: En el cementerio histórico de la ciudad más histórica, personajes históricos –o lo que queda de ellos- fueron conminados a regularizar su situación. Esto es, demostrar el derecho propietario de los mausoleos y el pago de impuestos por el acceso al descanso horizontal, ya no eterno, que suponíamos.


Dos: Tenía que ser precisamente en la ciudad con el psiquiátrico más famoso de la república (a tal punto que los sucrenses son conocidos cariñosamente como “loquitos” a falta de otro mote), sitio al que aluden algunas mamás cuando algún retoño se sale de control: compórtate bien o te voy a mandar al loquero de Sucre. Santo remedio, el coco de los cuentos ya no asusta.


Tres: Tal parece que la resaca de las autoridades continúa luego de que el 25 de mayo se haya celebrado un año más de la Revolución de 1809. Sendos desfiles celebraron la gesta libertaria, capitaneados por las casacas amarillas del Regimiento Amarillos, rival en significancia histórica del Regimiento Colorados, quienes custodian el Palacio de Gobierno a modo de guardia pretoriana. Luego de la solemnidad oficial, la verbena popular marca la agenda como de costumbre, donde no sabemos qué pasó para que los concejales de la ciudad se hayan deschavetado.


Cuatro: Se debe tener cuidado cuando se pasea por las calles de Sucre, hay que fijarse qué baldosa se pisa, pues por ellas entraron triunfantes Simón Bolívar y Antonio José de Sucre a caballo y muchos otros héroes que la memoria colectiva olvida.  Se dice que la campana de la catedral repicó tanto en aquellos convulsos días que se rajó. Por su sacrificio, fue declarada monumento histórico bajo el título épico de Campana de la Libertad.


Cinco: Fue una de las ciudades pioneras en proclamar la insurrección contra la corona española, incluso algunos historiadores sostienen que fue la primera. De su antigua universidad San Francisco Xavier de Chuquisaca, salieron algunos de los más preclaros personajes que llevaron el germen independentista a otras ciudades del continente. Paradójicamente, Bolivia fue una de las últimas en obtener la ansiada independencia en la región.


Plaza principal de Sucre, detalle de la torre de la catedral
Seis: Vieja ciudad, tanto que lleva el apelativo de Ciudad de los Cuatro Nombres a tono con sus etapas históricas: Charcas, La Plata, Chuquisaca y Sucre.  Es la urbe más española de Bolivia, orgullosa de su arquitectura colonial que ha sabido conservar casi intacta, de muros blancos, tejados rojizos y balcones estilo andaluz. Nació a raíz de que Potosí, legendaria por sus minas de plata, --tanto que Cervantes acuñó la frase “vale un Potosí”—ofrecía un clima hostil para las recién llegadas familias españolas que encontraron en un valle cercano las condiciones ideales para asentarse. Desde entonces, en el imaginario popular, circula socarronamente la supuesta sangre azul de los sucrenses.


Siete: Es la Filadelfia nacional, en la Casa de la Libertad se reunieron los primeros constituyentes dando origen a la incipiente nación, denominada República de Bolívar, que luego un diputado ingenioso propuso el cambio por Bolivia, a la manera de Rómulo, Roma, según narran las crónicas de la época. Capital querida de la república, aunque dado que el evanescente Estado Plurinacional ha declarado, vía decretazo, la muerte de la república, no se sabe si la nueva capital estará en las entrañas de la madre tierra o flotando en las nubes.


Ocho: Así pues, en Sucre se respira pura historia. Desde sus conventos, innumerables templos y casas señoriales. Desde sus dos cerros icónicos, el Sicasica y el Churuquella. Si París es famosa por su cementerio de literatos y artistas, Sucre es conocida también por el suyo donde reposan muchos presidentes y otras figuras históricas como doña Juana Azurduy de Padilla. Al ser una ciudad pequeña y poco agitada, es de obligada visita turística su camposanto, el más bello y mejor cuidado del país, se dice.


Nueve: Todo iba bien, lo vivos tranquilos y los muertos más tranquilos todavía. Hasta que la ilustre y honorable Alcaldía Municipal mandó a colocar notificaciones en las rejas de los mausoleos. No se salvaron ni presidentes tan notables como Aniceto Arce y Gregorio Pacheco, a quienes los libros de historia reconocen como grandes estadistas. Considerando que, varios difuntos ya no tienen parientes que velen por ellos, más les vale darse por enterados ellos mismos. Que si no, irán los obreros municipales a derribar sus tumbas por morosos y por yacer en suelo ajeno. ¿No que los difuntos notables o sus restos eran patrimonio histórico y, como tal, las autoridades estaban en la obligación de cuidar y conservar?


Diez: ¿A dónde irán los niños que se ganan la vida recitando, casi cantando, la biografía de esos personajes que reposan en el cementerio de Sucre? …Tal parece que en el susodicho psiquiátrico no están las personas que deberían estar. Sigamos, sigamos haciendo historia, que el mundo nos contempla anonadado, caray.


27 mayo, 2013

9 El virrey y las damas del folclore


Foto: El Dia
No sabía que Álvaro el Gris, virrey del Imperio Plurinacional, tuviese dotes para el baile. Considerando que se ha pasado la vida leyendo y desempolvando los veinte mil libros de su humilde biblioteca personal, es probable que no haya tenido ni un minuto libre para aprender algún paso o coreografía. En su tupida cabellera gris abuelita está la mejor prueba de su encanecimiento prematuro por falta de sol,  dándole esa estampa de paliducho profesor universitario que hace de las delicias de jovencitas atolondradas.

Pero amnésico y aturullado, yo había olvidado que no hace falta aprender a bailar, así que no debería sorprenderme por las ganas del Vice de sacudir el esqueleto en pleno palacio de Gobierno.Todos los bolivianos llevamos en el código genético la memoria del cuerpo desatado. El folclore lo llevamos en la sangre, en la piel, en la cara y en todo lo que se conoce como alma, bien pertrechada con cascabeles y matracas. “Este es el único país del mundo donde se detendría una revolución para ejercitar pasos de moreno, rugidos de diablo, o azote de calzones multicolores de las otrora chinas supay, hoy barbies, que dan el toque sensual y carnal a este matrimonio del cielo y el infierno” afirma, con pluma de estilete el escritor Claudio Ferrufino.

Añadiendo mi toque al bombo, juro por mis reales que he visto a chiquilines que, apenas aprenden a caminar ya se mueven con buen oído al son de un ritmo nacional y, andando el tiempo, dirán que su mayor sueño en la vida es bailar tres veces en honor de la Virgen de cualquier denominación que hasta el calendario ya no da abasto. En otros países como Uruguay o Argentina, los niños ya nacen con la pata desarrollada para pegarle al balón. Nada que objetar, el fútbol, por lo menos ayuda a formar el carácter (como alguna vez reconoció Albert Camus) y ofrece la gran posibilidad de salir de la miseria a muchos jóvenes y, si aprovechan el talento, hasta pueden llegar a ser millonarios. Curiosamente, no conozco a ningún bailarín millonario, ni al más eximio intérprete de ballet.   
                                                                        
Este traje le queda mejor, dicen
Ay, cosa seria es la Revolución Democrática Cultural. Coqueto apelativo que sonaría a cháchara si no recordase a épocas siniestras de algunos regímenes totalitarios. Pero no perdamos la cabeza por ignorar la historia, una vez más. Volquemos la página y todos contentos. Aquí es sinónimo de jolgorio con solemnidad oficial. Una de cuyas manifestaciones más notorias es observar a los gobernantes bailando del brazo de reinas locales en cuanta obra pulgosa haya que inaugurar. Otra, es la contratación de músicos criollos para amenizar las cenas multitudinarias de los jerarcas (sería ilógico pensar que cenasen a la luz de unas velas y escuchando a Richard Clayderman, a que sí). Pero en este ambiente de Jauja permanente, se lleva la flor, la declaración con aire cándido del Vice, confesando que es otro amante de la fiesta grande. Ya está, ahora el folclore pasa a ser asunto de Estado, como si no bastara que cada fin de semana en alguna parte del país, una tropa de bailarines interrumpiera el libre tránsito de los que no comulgan con estas costumbres.

Al tiempo que recibía a una delegación de la “Asociación de Conjuntos Folklóricos del Gran Poder”, el Vice se despachó una bailada de campeonato junto a simpáticas damas de las fraternidades. Fue tanta su emoción que comprometió la construcción de una sede para la citada asociación. Son así de pobres las fraternidades de Jesús del Gran Poder, que no tienen dificultad para desembolsar entre cinco y diez mil dólares por un solo traje femenino con joyas y accesorios. Es más, en un medio de comunicación televisivo he oído que toda la fiesta significa un gasto global de 56 millones de dólares, de los cuales, más del 40% se invierte en la compra de bebidas alcohólicas. Con razón, no era gratuito el eslogan de “Fiesta Mayor de los Andes” que se oye hasta la saciedad. Cifras mareantes para un país que no tiene el dinero suficiente para equipar dignamente a sus instituciones más básicas. Y de pronto, nuestro Vice compromete alegremente dinero público para las actividades lúdicas de privados. ¿Desde cuándo, bailar y farrear colectivamente es un servicio a la comunidad, como para que se lo financie?, ¿sabrá el Excmo. Virrey que el Hospital del Niño de Cochabamba está abandonado en fase de obra gruesa desde hace seis años y que además es responsabilidad de las autoridades que responden a su misma tienda política?

"Antes de morir, uno de mis sueños es estar en una banda tocando de platillero, algún día tengo que cumplir ese sueño, por hoy no voy a poder hacerlo tengo un problema de desgarramiento en el codo, pero yo creo que en unos seis (meses) recuperándome me anoto para estar en estas poderosas bandas”, dijo el vicepresidente el viernes pasado, cuando recibía jubiloso a la delegación que lo invitó a participar de la “fastuosa entrada” del populoso barrio paceño. Ni corto ni perezoso, al día siguiente se le curó el codo malherido porque fue visto golpeando los platillos con la sonrisa de oreja a oreja junto a una banda. Un misterio insondable, que diría Paulo Coelho, o un milagro del santo de la festividad, que en un tris se le cumpliera el sueño. Al contrario, hay quienes perseguimos sueños toda la vida. Y nada de nada.


21 mayo, 2013

8 Con el culo al aire


Es una postal surrealista ver a los venezolanos hacer fila para adquirir papel higiénico. A contrapelo, en Bolivia todavía da vergüenza ir a comprarlo, en cuanto se pueda se lo oculta bajo otros productos en el carrito del supermercado o se lo mete en una bolsa opaca a salvo de las miradas.  Fue peor que una reprimenda que una vez me ordenaran ir a cambiar dólares para una empresa en la que comenzaba a trabajar: a la administradora no se le ocurrió mejor idea que encargar un megapaquete de esos para uso de la oficina. Para mi mayor desdicha me tropecé con una compañera de universidad en pleno pasillo del mercado con mi compra exclusiva al hombro, cual si llevara una chaqueta sobre él. Con la cara rojo tomate, rajé de allí como pude, luego de decirme “mierda” mentalmente.  Minutos más tarde, de regreso en el microbús procuraba no mirar a nadie. En qué otra cosa podría pensar la gente al verme con mi bolsa gigante y transparente. Fue uno de los momentos más embarazosos que sufrí en mi, entonces, joven e inexperta vida. A los novatos siempre se les encarga las tareas más crudas o pesadas. Aquel día comprendí sin asepsia lo que significaba el derecho de piso.

Hoy, con los años encima y algún pelín de barba que asoma canosa, me cago de risa –perdonen la expresión, aunque no sea licencia poética- cuando recuerdo este chusco episodio de mi, más bien, aburrida existencia. Pero viendo a los ciudadanos venezolanos todo serios con sus rollos en los brazos, no hay ganas ni de esbozar una sonrisa. Cuando las necesidades de evacuación aprietan, no hay vergüenza que valga. Todo lo contrario para un gobierno que se dio de culo con la realidad, vergüenza debería darle que escasee lo más básico. Distará de ser motivo de orgullo para la revolución bolivariana ponerse a importar a la desesperada 50 millones de rollos, que, considerando el número de habitantes, apenas alcanza a dos por cabeza, por posadera habría que decir, para ser más exactos. Provisión que no suple ni un par de semanas, dando la impresión de que los estrategas del comercio exterior tienen la cabeza llena de pajaritos o de otra cosa. Hilarante y, a la vez, humillante tarea para el ministro del área. Hay que tener estómago para ir al puerto a recoger los contenedores con papel W.C.

Yo me pregunto, dónde está el gobierno de Evo Morales para poner el hombro a su hermano de lucha, ya que, por “razones humanitarias”, nos dejó a los bolivianos sin arroz para donarlo al régimen cubano (para paliar el desequilibrio tuvo que ordenar la importación del grano, así de fácil, al tiempo que regala algunos tractores a los campesinos con toda fanfarria). Si hasta tuvo la suficiente solidaridad –que está bien--con el estado enemigo de Chile para llevarle agua embotellada y leche en polvo aquella vez del terremoto de Concepción y alrededores. No me digan que la situación venezolana no tiene visos de una catástrofe humanitaria. 

Ese es el legado del difunto Chávez, una nación con el culo al aire: Desabastecida, improductiva, hambrienta, caótica y violenta. Un país que nada en petróleo y gas y, sin embargo, a menudo paralizado por cortes de energía.  Un hermoso país de llanuras interminables, verdes y fértiles donde escasean la leche, los cereales, el pollo, el maíz de las arepas, el café, el azúcar… ¡en una tierra tropical!  Vaya absurdo de república bananera. Eso pasa cuando los gobernantes ideologizan hasta lo que hay que llevarse a la boca y no entienden ni papa de economía (por resumir), que por cierto, los venezolanos no están solos, los acompañamos en el esperpento. De pronto, podemos pasar, en cuestión de meses, de exportadores de azúcar a llorar de amargura cuando escasea en los mercados locales. Y así con productos varios, por los que no pocas veces la población se ve obligada a formar cola disciplinadamente. Los jefes del poder les echan la culpa a los empresarios, a los comerciantes mayoristas, a las inundaciones y sequias, repitiendo como loros su manual revolucionario. Que nadie se salva, ni los gusanos y plagas.

Pero lo del papel sanitario recuerda tanto a los tiempos de la Unión Soviética, donde era considerado un pequeño lujo burgués, al alcance de los burócratas con influencia o de quien podía conseguir en el mercado negro junto a otros productos raros como los chocolates y cítricos. (He leído de rusos que vieron naranjas por primera vez por accidente, al descarrilarse un tren sobre la nieve). Tal parece que los venezolanos tendrán que acostumbrarse a colgar papel periódico de un gancho como los cubanos lo vienen haciendo hace medio siglo. Por lo menos podrán mejorar su nivel de lectura mientras la madre natura hace lo suyo. Ya ven, no es tan malo después de todo. 


15 mayo, 2013

9 Una reunión de cancilleres sin cancilleres



Dijeron que iban a llegar 23 cancilleres de los 34 estados miembros de la OEA a la tranquila y terapéutica ciudad de Cochabamba. Elegir un valle de clima atemperado donde se mecen los sauces al son de la brisa no es casualidad. Las plantas todavía florecen a medida que llega el invierno y los pájaros revolotean en los jardines de los hoteles… ¡qué bonito!

Llegaron apenas tres cancilleres, los de Ecuador, Brasil y Argentina, más el nuestro que se vino volando desde La Paz a coordinar todo y ejercer de anfitrión. De no ser por estos tres países hermanos, de vecindario y de lucha revolucionaria, esto se habría convertido en un paseo. Así fue, como diría Juan Gabriel.

Buenos anfitriones somos. “¡Valerosos cochabambinos, ante vuestras macanas los visitantes tiemblan (de emoción)!” dicen que no dijo don Esteban Arze, patriota de los ayeres independentistas. Como ya no es temporada de choclo y quesillo, qué pena, tuvimos que recurrir al ingenio criollo para recibir a los viajeros de lejanas tierras. Alfombra roja, cholitas vallunas con guirnaldas de flores y arcos de platería dieron la bienvenida en la terminal aérea, mientras se oía de fondo una banda militar que interpretaba cuecas tradicionales. No se ha visto a ningún visitante besar el suelo como lo hizo Juan Pablo II cuando aterrizó en suelo cochabambino. Aquello era tener estilo, lo demás son macanas.

Finalmente, sólo arribaron 18 delegaciones de las 23 previstas para participar en la Segunda Conferencia de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. La “oportunidad histórica de reformar algunos aspectos de la OEA” se convirtió en una singular exposición de turismo y productos exóticos. Por lo menos, eso fue lo que más resaltó en el salón de convenciones, adornado con una presentación muy primorosa de arreglos florales, penachos de quinua, tejidos andinos y adobes como perímetro de contención. Bellos fractales con aire rústico que se robaron las miradas de los asistentes. 

Para discutir un asunto de vital importancia se reunieron los burócratas de las cancillerías respectivas: el urgente traslado de la sede de la CIDH. Jode de sobremanera que los yanquis tengan las oficinas centrales en Washington,  y que se pongan a pontificar sobre cómo deben manejar los estados miembros el asunto de los Derechos Humanos. Así pues, la CIDH es acusada de atribuirse competencias por encima de los estados. Precisamente, los países del ALBA son los más críticos con las resoluciones de la CIDH a quien acusan de parcializarse contra ellos. Evo Morales, amenazó en reiteradas ocasiones con retirar a Bolivia de este organismo, aduciendo que respondía a intereses del imperialismo. 

Lo más florido y chusco es que, gobiernos como Venezuela, Ecuador y Bolivia, exijan una urgente reforma de la CIDH por no adaptarse a sus bondades revolucionarias: La constante represión y persecución judicial a los opositores. La toma sistemática de todas las instituciones y poderes del Estado. El afán de perpetuarse en el poder con trampas jurídicas. El constante acoso a la prensa pretendiendo silenciarla. La permanente vulneración de los derechos y garantías constitucionales. El atropello a minorías indígenas mientras se habla de indigenismo. Todo, todo en nombre de valores democráticos mientras se apalea a todo aquel que osa enfrentarse a sus delirios totalitarios. 

Y todavía se hacen a los indignados. Con Evo a la cabeza, que no quiere a nadie husmeando dentro del sindicato en que ha convertido a su amada Bolivia, por quien derrama sudor y lágrimas, según cuentan sus cercanos colaboradores. Al contrario, las víctimas que han derramado sangre en distintas masacres y conflictos de su administración son solo estadísticas que no valen como pruebas. Ni con fotos que portan sus madres. ¿A quién quejarse entonces? ¿A la justicia divina?


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