31 enero, 2013

7 Invadir Chile para ser condecorado


No puede ser, otra vez soldados que se extravían en su “patriótica” lucha contra el contrabando. En esta época de artilugios tecnológicos al alcance de todo bolsillo, es inadmisible que no se dote a las patrullas militares de un pinche localizador GPS, más grave aún cuando éstas tienen que operar en la difusa y conflictiva frontera con Chile. Se sabe que los contrabandistas van equipados con la última tecnología para evadir los controles aduaneros. Entonces, ¿de qué lucha frontal y efectiva contra las mafias internadoras de autos ilegales nos habla Evo Morales? ¿Qué hacían tres soldados, varios kilómetros dentro de territorio chileno, sin un sargento u oficial que los comandara?¿es creíble la historia de que tomaron la iniciativa de seguir el rastro de posibles contrabandistas, siendo apenas unos reclutas?¿en qué escuela militar o cuartel se enseña que soldados armados pueden atravesar fronteras despreocupadamente?¿y si de verdad se extraviaron, por qué el comando envía a gente sin experiencia a patrullar en una zona tan sensible?

Y no es la primera vez. Ya no hay excusas. De poco sirvió el vergonzoso antecedente de junio de 2011. En aquella ocasión un contingente de 14 militares fue detenido por Carabineros de Chile, luego de haber traspasado ilegalmente la frontera con el mismo pretexto: perseguían valiente y denodadamente a contrabandistas y no se dieron cuenta de su error. Los policías chilenos actuaron de oficio, y la lógica les respalda, pues resulta que los efectivos bolivianos se estaban movilizando en dos vehículos que habían decomisado a ciudadanos chilenos a punta de fusil, un día antes, dentro de territorio mapochino.

Otra cosa es que la justicia del vecino país, los haya tratado como a delincuentes o terroristas, haciéndoles desfilar ante la prensa con grilletes en los pies, a semejanza de los reos peligrosísimos de uniforme naranja que vemos en cualquier película norteamericana. A nadie en el país le quedó duda de que era un trato humillante-enmanillados y encapuchados- a ciudadanos bolivianos bajo uniforme. Evo Morales, declaró entonces con genuina indignación: "En Chile saben que estamos movilizados en la lucha contra el contrabando, y no puedo entender que algunas autoridades sean defensoras del contrabando en Chile. La agresión no es ninguna solución y no puedo entender de que algunas autoridades (de Chile) por más que sean subalternas reconozcan la violación a los derechos humanos. Dejar incomunicados a nuestros soldados, encapuchados, enmanillados, es una flagrante violación a los derechos humanos". Tres meses después, el régimen que preside ordenó dar una paliza brutal a indígenas del Tipnis. Pero ellos no tienen un presidente o un extraterrestre que reclame por sus derechos humanos. 

Aquel incidente fronterizo se zanjó con la expulsión de los militares luego de unos días de detención en cárceles chilenas. Eso sí, siempre sosteniendo la acusación de que estaban delinquiendo en su país. Al contrario, el gobierno boliviano sostuvo que estaban en misión oficial. Y tal parece que nuestras tropas no aprendieron la lección. Hace pocos días se volvió a repetir el hecho, con la diferencia de que la policía chilena brindó un trato más benevolente a los tres soldados capturados. Pero que otra vez, gendarmes chilenos conduzcan del brazo a militares bolivianos, sigue siendo vergonzante para nuestras Fuerzas Armadas. Lo increíble es que ningún jefe del alto mando se pronuncie. No nos extraña, pues tiempo ya que abrazaron la causa “revolucionaria”. 

Mientras las autoridades chilenas prosiguen con sus investigaciones y preparan el juicio correspondiente, en Bolivia ya se habla de condecoraciones, tal como Evo declaró a un medio televisivo de aquel país, volviendo a despotricar contra  sus agentes, afirmando que “soldados que cumplen una misión contra el contrabando y narcotráfico son detenidos por los Carabineros, levanta muchas sospechas”. Lo paradójico es que nuestro mandatario sugiera que son las autoridades chilenas quienes obstaculizan y fomentan estas actividades ilegales, considerando que estamos ante un Gobierno caracterizado por su permisividad y negligencia ante los contrabandistas y narcotraficantes que operan en todas las fronteras. Y más aún, cuando se los premió con una amnistía hace un año atrás, que permitió legalizar en tiempo record  casi cien mil autos, muchos de ellos robados en países vecinos. En varios medios chilenos, se han publicado emails de cómo grupos locales dedicados al robo de autos, ofrecen marcas y modelos a pedido de clientes bolivianos. Al día de hoy, el tráfico ilegal de motorizados continúa de manera sostenida, porque en el ambiente persiste la creencia de que ocurrirá otro perdonazo. La presión social de estas mafias es sumamente poderosa, tanto que se vale de poblaciones enteras para conseguir sus fines. 

Irónicamente, antes se condecoraba a los soldados por el valor en batalla. En estos tiempos revolucionarios la cosa ha cambiado. Basta extraviarse como atolondrados en territorio enemigo (quiero ser inocente para creer que estaban persiguiendo al crimen organizado). En contra de lo que dicta el sentido común, aquella vez, los militares fueron recibidos como héroes y, al poco tiempo, ascendidos de grado y condecorados por el mismo presidente (foto). Ni una sola investigación, ni nada de nada. Hoy, los tres soldaditos imberbes, seguramente ya se frotan las manos mientras duermen en celdas chilenas. En Chile, existe la impresión generalizada de que en nuestro país se premia a los delincuentes. Aquí, aplaudimos la valentía del hermano presidente por denunciar a los malvados chilenos. No sé qué es más esperpéntico: que los yanquis otorguen medallas a sus pilotos por apretar un botón o que Evo condecore la ineptitud de nuestros militares. Así nos va. Otra muestra más de la salsa plurinacional en la que nos revolcamos. Y además picante, con Chile nada menos.

26 enero, 2013

6 Nuestras tristes carreteras


Foto: www.correodelsur.com
Semana fatídica. En menos de siete días hemos sido sacudidos por cuatro terribles accidentes de tráfico. No son accidentes comunes, o individuales, que suelen ocurrir todos los días en cualquier carretera del mundo.  Viajar por nuestra cuenta es siempre una lotería que el destino nos tiene reservada. Suponemos que confiar nuestras vidas a profesionales del volante disminuye los riesgos. Lamentablemente, los últimos hechos acaecidos parecen revertir esa creencia. No puede ser simple coincidencia. 

En Bolivia, dado que no tenemos ni una sola autovía- de cuatro carriles se entiende-que nos comunique entre las ciudades principales, viajar en coche pequeño es muy peligroso, porque el parque automotor ha crecido casi exponencialmente en la última década, con las oleadas de contrabando que han internado miles de los llamados “transformes”, vehículos japoneses dados de baja y con el volante a la derecha. Este es el único país donde se permite la transformación: trasladar el volante hacia la izquierda, a veces en talleres clandestinos, y conservando a menudo el tablero de los controles en su sitio original. En estos casos un simple choque puede ser fatal para el acompañante, corriendo el riesgo de estrellar la cabeza contra el borde filoso que queda tras el volante. A nadie parece preocuparle la seguridad. No se extrañen que ya hayan ocurrido desgracias por culpa de una dirección trabada. 

La llegada desordenada y masiva de los transformes ha colapsado la capacidad de las carreteras. Antes era relativamente sencillo adelantar a un vehículo lento y pesado. Actualmente, en ciertos sitios se dan verdaderos cuellos de botella, con largas colas, donde todos aguardan su turno para adelantar a un camión recargado. Sortear uno de estos largos vehículos suele ser el mayor riesgo, especialmente para automóviles, que si no calculan bien la distancia puede ser el último viaje. Hace menos de un año, acompañé a uno de mis primos, en su jeep rumbo a Oruro. Con cinturón de seguridad y todo, experimenté temor en ciertos tramos, especialmente en las rectas, donde cruzarse con los enormes buses, por la velocidad que imprimen, suele ocasionar turbulencia. En estas condiciones, aún a 40 kilómetros por hora, impactar contra un bus o camión puede ser fatal. Aunque les parezca increíble, pocos usan el cinturón de seguridad, con la excusa de que incomoda y existe la impresión de que únicamente la gente tonta lo hace. Solo hay que ver la sonrisa burlona, principalmente de los camioneros. ¿Acaso no dije, que este país es de razonamientos absurdos y enrevesados?

Volviendo al principio, es terriblemente preocupante y desolador  que en menos de una semana, cinco autobuses, con capacidad de más de cincuenta plazas, hayan sufrido horrorosos accidentes: dos choques frontales, un vuelco de costado y un embarrancamiento (sí, una vez más en la tristemente célebre Carretera de la Muerte). Sería irrespetuoso entrar en detalles. Bastará con resumir que, entre todos se han cobrado la vida de más de 65 personas (hay algunos desaparecidos que se los llevó un rio impetuoso) y ocasionado más de un centenar de heridos. Lo llamativo de estos casos reunidos es que todos poseen un factor común: ocurrieron a altas horas de la noche. 

Podríamos barajar diversas causas; de ellas, el estado mecánico de los vehículos es la menos probable. Todo apunta a errores humanos, según testimonio de los sobrevivientes: que el chofer se durmió por cansancio, exceso de velocidad, sobrecarga de pasajeros, conducción temeraria y, lo más grave, conductores alcoholizados. Como ejemplo de esto último, un pasajero argentino que resultó con magulladuras, se quejó amargamente que, minutos después del accidente, “el chofer gritaba como loco y tenía aliento alcohólico”. A continuación, relataba cómo buscaba con desesperación una salida de emergencia. “Si el bus hubiera tenido cinturones de seguridad, muchos se hubieran salvado, añadió”. A este inocente visitante habría que contestarle, no sin sonrojo, “bienvenido al tercer mundo, hermano querido”. 

Si algún viajero aventurero viene a visitarnos, le recomiendo que procure no viajar de noche. Ni yo mismo lo hago, las pocas veces que me he visto obligado a hacerlo, iba totalmente alerta. Sé de lo que hablo. Los floteros, como aquí se les denomina, son unos malnacidos, por decir menos.  La mayoría de los incidentes que ocasionan se debe a que consumen alcohol cuando viajan de noche con la excusa de que los mantiene despiertos. A pesar de los controles en la partida, a medio camino se las ingenian para beber en una de esas posadas de mala muerte. Luego ocurre lo inevitable, no hace falta estar borracho para conducir al borde del desastre. 

Casi todos los pasajeros se desentienden del riesgo, echándose a dormir. Así, no es raro que el chofer y su ayudante conviertan el habitáculo de la cabina en una improvisada cantina (con música incluida), mientras el conductor de relevo duerme en uno de los buzones del bus. Luego hacen gala de prácticas peligrosísimas, como el de “torearse” mutuamente con floteros de empresas rivales, jugando a quién es más macho adelantándose. Lo hacen hasta en curvas cerradas. Lo he visto un par de veces viajando en camión, cuando acompañaba a un familiar dedicado al transporte. Estos infames al volante no aprecian ni sus propias vidas, considerando que los buses actuales tienen un diseño con parabrisas panorámico, donde el asiento del chofer esta casi al nivel del suelo, tanto que hasta el choque con una moto puede matarlos. 

Como era de esperar, y con toda la atención mediática encima, las autoridades parecen despertar de su apatía. Hablan de instalar monitores con GPS en todas las flotas (hace más de un año que lo vienen anunciando). La policía despliega operativos mostrándose estricta con los requisitos en las puertas de la terminal. Los choferes soplan en los alcoholímetros mientras las cámaras los enfocan. Siempre sucede lo mismo después de que hay accidentes graves. Luego vuelta a la normalidad. Es decir, el relajamiento de los controles es la regla. Entretanto, todos se echan la culpa de los accidentes. El sindicato de transportistas se queja del mal estado de las carreteras (los huecos en el asfalto que obligan a invadir carril contrario), los usuarios acometen contra la policía caminera por no monitorear en el trayecto. Ésta, a su vez, se queja de la falta de recursos y vehículos para efectuar el control. Todos tienen razón y también responsabilidad, incluidos nosotros los usuarios, que impacientes a veces nos molestamos que el bus vaya lento, exigiendo al conductor que acelere, y cuando los agentes se ponen a revisar en tramos intermedios, no faltan pasajeros que se irritan por el posible retraso, y sobre todo, es muy frecuente que a medio camino, suban viajeros para instalarse en los pasillos y nadie se queja. Todo el tiempo el mismo círculo vicioso. Como apuntó un periodista, “morimos como animalitos” y a nadie parece importarle.



22 enero, 2013

11 Recordando a Jorge Cafrune


El primer día de febrero de 1978, cuando yo no tenía ni seis meses de empezar a respirar el aire del mundo, cuentan que murió Cafrune, en una madrugada aciaga cuando se dirigía a caballo a Yapeyú a participar de un homenaje al general José de San Martin. A medio camino, en mitad de la nada fue atropellado por una camioneta, sin llegar a esclarecerse del todo. Sus allegados siempre sospecharon de que fue un asesinato político: “Es sabido que López Rega dijo que Cafrune era más peligroso con una guitarra que un ejército con armas. Es sabido que sus discos estaban prohibidos: En Radio Nacional de Córdoba guardan un disco que tiene los temas que no podían pasarse tachados con birome en la tapa y rayados con un clavo adentro. Entre ellos estaba Zamba de mi esperanza. ¿Sabés cuál era la palabra prohibida...? Era la palabra esperanza”. (Yamila, hija mayor de Cafrune, en una entrevista a Página/ 12).

Este nombre me ha acompañado toda la vida. Lo quiera o no, pegado como una lapa a mi memoria.  Me lo dijeron una vez, cuando pregunté a mis mayores quién cantaba esas piezas tan sentidas, nunca más lo olvidé.  Por mi cabeza han pasado muchos nombres del folclore argentino, pocos se han quedado, a decir verdad. Desde pequeño he sido permeable a la música del norte argentino, como si fuera algo natural. Tampoco es que sea gran cosa; los bolivianos, sobre todo los fronterizos y los que vivimos en la parte andina somos muy querendones de las zambas y chacareras, éstas últimas compartidas entre ambas fronteras, en toda la región chaqueña. 

Pero la zamba se lleva la flor, no falta una reunión entre amigos, una celebración familiar o una excursión al campo, para que en una noche de fogata alguien saque la guitarra y con estrellas en el firmamento o no, arranque con su característico “¡adentro!”. Este grito introductorio (no siempre presente) y otros compases (esos dos tiempos repetidos), se parecen mucho al de nuestra cueca con la diferencia de que la zamba es más melancólica y de ritmo más lento. Además, la cueca es siempre bailable, aún cuando versa sobre penas y desgracias, y dependiendo de las regiones, es más o menos pausada o sumamente rápida. Tal vez ahí radica la debilidad nuestra por la zamba, porque son tantas las coincidencias que resulta fácil imaginar que ambos géneros tienen un origen común, llegado de ultramar. Al oír al “turco” Cafrune, interpretando La Añera, en todo momento creo estar escuchando una de nuestras cuecas tradicionales.

A raíz de la última navidad, he desempolvado algunas canciones de Cafrune. Tanto tiempo sin oírlo, casi una década, quizás. Aunque, como dije antes, en cualquier serenata cantamos esas canciones que él popularizó. Este hombre tenía una manera tan personal de interpretación que, por mucho tiempo, creí que las canciones eran todas suyas. No soy ningún letrado en el folclore argentino, así que, saber que cantaba piezas de Atahuallpa Yupanqui, Horacio Guaraní, Facundo Cabral y otros compositores, fue una gran sorpresa para mí, porque el “último payador perseguido” parecía sentir tanto las letras como si él las hubiese parido, con sufrimiento y dolor. Como escribe un articulista,  “Cafrune no interpretó grandes éxitos. Él los hizo grandes, con la voz y la guitarra como único capital”.

Cuando lo oigo a dúo con Marito -un fenómeno que podríamos asumir como nuestro Joselito del sur-juntando esas voces tan antagónicas en canciones como “Virgen india”, “la viajerita”, “el niño y el canario”, etc., uno no puede hacer otra cosa que sobrecogerse de la emoción. Callarse hasta el absoluto y paladear ese prodigio de voces, ¡por Dios!, a pesar de ser un agnóstico convencido, me desarma espiritualmente, esa canción fervorosa en homenaje a la “Virgen india”. Qué me importa su letra y su mensaje religioso. El sentimiento en las voces es incuestionable. Eso sí, yo me quedo con la forma, no con el fondo.  Es una pena que Marito haya brillado como una estrella fugaz; ese destino implacable que lo castiga todo,  como castigó al Canario español. Luego de la aventura con Cafrune, se dice que Marito cayó en picada, sin recuperarse jamás. Ahora vive y trabaja de personal normal.

Esta añoranza, este resurgir de esta querencia,  se lo debo a mi tío, que en plena Nochebuena se puso a cantar sus canciones, aprovechando que sobraba vino después del brindis y la cena acostumbrada. Viendo que todavía era temprano, pidió a uno de sus vástagos que desenfundara la guitarra… ¿qué se creían? ¿que íbamos a pasarnos la noche oyendo villancicos? Es increíble que desde sus épocas de estudiante, mi tío no haya olvidado los acordes de sus zambas queridas, las de Cafrune, por supuesto. Cuando él empuña la guitarra, parece retornar a tiempos felices, inconfesables, la emoción lo traiciona. Y sin practicar, para que quede claro. Si hasta arrastraba las palabras en algunos estribillos como hacía el gran folclorista jujeño, vecino nuestro, razón para que lo queramos más. Y tal parece que él se sentía muy a gusto en nuestra tierra. A tal punto, que nos regaló su particular versión del segundo himno de Cochabamba. Definitivamente fueron otros tiempos cuando vinieron a pasear su música, allá en los lejanos años setenta, folcloristas internacionales como Cafrune, Horacio Guaraní, Los Chalchaleros, Los Cuatro de Córdoba, etc. Ahora nos ofrecen actuaciones de Los Nocheros o La Sole, como lo más granado. ¡Ni pagados!

P.S. Aquí algunas otras grandes canciones de su amplio repertorio:

17 enero, 2013

7 La revolución de los pájaros locos


Hemiciclo donde ocurrió el hecho delictivo
Nos gobierna el sentido de las cosas al revés. El país de las reglas retorcidas. Primero le metemos nomás, luego arreglamos entre abogados. Las víctimas son enjuiciadas y los verdugos son premiados. País de razonamientos absurdos: ahora resulta que la coca es a la cocaína lo que la uva al vino. Me pregunto si alguien se ha vuelto adicto al vino, degenerado su sistema nervioso o ha muerto por su consumo. País de boludos este donde una panda de vivillos  viene con el cuento de tiempos de cambio, mientras se forra a manos llenas con contratos millonarios donde la coima es moneda común. País entregado a las mafias del narcotráfico, contrabando y redes de extorsión.  Que sus tentáculos se hayan extendido a instancias superiores del mismo gobierno lo avalan. Y los jerarcas se hacen a los suecos, no se enteran de nada. Son unos santos, nada les salpica. Cosas de infiltrados, dicen, o maquinaciones del imperio, de la CIA, de las transnacionales, de la derecha reaccionaria o de cuanto enemigo invisible se pueda invocar.  

Vivimos en un estado de ánimo de juerga permanente, donde, naturalmente, la inmensa mayoría no estamos convidados. Cada cierto tiempo, obnubilados por fiestas multitudinarias donde se cantan las proezas de la revolución. Puño izquierdo en alto, banderas al viento y adulación. En América Latina hasta los pájaros son revolucionarios, cantaba Jorge Cafrune, con sana intención. En el corazón de América, todos los seres son sagrados cantan los profetas de la nueva religión. Lindo verso para vender al resto del mundo mientras ya se alista la maquinaria para someter la selva a la destrucción. Este país es una fiesta. Nunca paran las inauguraciones, ni los banquetes ni los bailes para amenizar la ocasión. La filosofía del Vivir Bien en franca ebullición. 

Así las cosas, no les extrañe que periódicamente funcionarios de toda índole -ministros, alcaldes, consejeros, ayudantes- sean pillados con talante beodo hasta el copetón. Disfrutan de las mieles del poder. Van de “marcha” luego de las consabidas reuniones políticas y que por gajes del oficio-no saben decir que no a los vecinos que les invitan a beber- terminan estrellando vehículos oficiales en altas horas de la madrugada. Como resulta casi pan de cada día, nos hemos acostumbrado tanto que ya resulta superfluo enumerarlos.  Y todavía tienen agallas para indignarse y amenazar después del resacón. 

¡Ay paisito!, ¿quiénes te gobiernan?...no bastan las decisiones grotescas, ni las actitudes maceradas en alcohol. En todas las familias siempre hay una oveja negra dicen aquellos que intentan justificarlo todo. Pero resulta que las ovejas negras ya son demasiadas y siguen llegando. A la legión de borrachines, sumémosle los tres alcaldes, el general de policía asesor del ministerio de Gobierno, el amauta que posesionó a Evo y las hermanas de una alta dirigente del partido oficialista sorprendidos en pleno tráfico de cocaína. Y los numerosos funcionarios envueltos en escándalos de corrupción, empezando por el otrora presidente del senado, hoy preso.  Tal parece que hay carta blanca para cometer todo tipo de fechorías. La realidad indica tal cosa, ¿qué ha sido del asambleísta departamental de La Paz que pese a tener sentencia judicial por asesinato, continuaba libre y probablemente todavía cobrando sueldo? Y hace poco, no se hacía nada desde el parlamento contra un diputado suplente acusado de haber violado a su propia hija menor de edad, tanto fue el soslayo de la Comisión de Ética que durante meses se negó a tratar el caso. Al contrario, a los opositores que osan denunciar los abusos y delitos o “insultar” al presidente, les llueven los procesos judiciales.

Todos somos testigos de cómo se despilfarran los bienes del Estado en toda suerte de acontecimientos destinados a construir los nuevos mitos. Y de la flagrante utilización de funcionarios públicos y personal de seguridad para actividades mundanas como bodas. No se respetan ni las ruinas de culturas milenarias ni mucho menos las instalaciones públicas, a pesar de los reglamentos. Creíamos que lo habíamos visto todo. Que habíamos tocado fondo. El país como la selección, perdiendo por goleada.

Hace apenas unas horas acaba de hacerse público un video, filtrado a la prensa. Todo ocurrió el 20 de diciembre del año pasado en la ciudad de Sucre, la cuna donde nació la república. Ciudad de símbolos, donde tañeron las primeras campanas de la libertad, cuyos ecos llegaron a otros rincones de América. Allí nació la revolución según los historiadores. Allí se juntaron como compadres en jolgorio los revolucionarios de nuevo cuño. Celebraban, sabe Dios el motivo, que todo es celebración y libación. Todo parece indicar que la fiesta comenzó desde horas de la tarde en oficinas de la Asamblea Departamental (el equivalente de un parlamento regional). A las ocho de la noche, las cámaras de seguridad registran a dos asambleístas acosando a dos empleadas de limpieza. Uno de ellos forcejea y abraza insistentemente a una de las mujeres que se resiste a sus manoseos y que además hace el intento por llevarse a su compañera, notoriamente embriagada y que ni siquiera puede sostenerse en pie. El segundo asambleísta hace todo lo posible por conducir a la mujer borracha a una habitación mientras su cómplice distrae con sus maniobras a la otra mujer. Ésta aparentemente deja de luchar y  desaparece de escena. Entretanto, una segunda cámara nos muestra cómo la mujer inconsciente es introducida en pleno salón de sesiones, casi a rastras por el primer individuo mientras otro funcionario le abre la puerta y a continuación cerrándola por fuera como queriendo decir “buen provecho”.  Las imágenes así lo testimonian.

A continuación, el asambleísta, aparentemente incomodado por las luces del salón, deja tirada en el suelo a la mujer y va en busca de ayuda. Entran dos empleados a facilitarle la tarea, entre ellos una mujer. Baja la intensidad de la iluminación y los cómplices salen. Inmediatamente, a solas, el individuo da rienda suelta a sus bajos instintos. Abusa sexualmente de la mujer embriagada que claramente no es consciente de la situación. No sabemos cuánto tiempo pasa, pero al final del video, se nota que el sujeto se ajusta los pantalones. 

Eso pasó hace un mes, y naturalmente la víctima no denunció el hecho, y todo seguiría normal si no se hubiese filtrado la grabación. Y adivinen qué, las dos mujeres fueron despedidas de su trabajo, además del funcionario encargado de controlar el circuito de televisión. Como era de esperar, salieron algunos correligionarios a defender a su colega, incluso el gobernador de ese departamento ha salido con la teoría de que el escándalo fue tramado por la oposición. El ministerio público brilla por su ausencia alegando que nadie sentó denuncia. Estarán esperando que la víctima vuelva a ser humillada apareciendo en público. Al supuesto violador se lo tragó la tierra. Tratándose de un delito, el sentido común dicta que se debiera proceder de oficio. Pero eso es lo de menos. Al final, antes de todo esto, nunca me había quedado claro el concepto ese de “uso indebido de bienes públicos”. Ahora se me va aclarando la cosa. Como dijo anoche, el periodista que mostró las imágenes, un poco más y convierten el hemiciclo en un motel.  El horror, el horror…el horror.


Mas información: Como los hechos son tan graves se hace necesario respaldar la noticia.

-Aquí la publicación del periódico más prestigioso del país, con información personal del acusado. A mí me da asco hasta escribir su nombre.

-Video del escándalo, lamentablemente está resumido. Yo he visto las imágenes completas con las circunstancias preliminares que he descrito. No hay detalles escabrosos, pero sí proporciona una idea cabal de lo que sucede. (duración 2 minutos y medio).

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