Los Yungas es quizás la región más bella de Bolivia. Un ecosistema muy peculiar que se caracteriza por montañas cubiertas de selva, cascadas numerosas y profundos cañones por donde discurren ríos de aguas cristalinas. Ubicada al noreste de la ciudad de La Paz, como lugar de transición entre las cumbres del altiplano y los llanos de la región amazónica. Tan espectacular es su singularidad que en pocas horas se desciende de los 4.700 metros de altitud a poco más de los 1.000. Del yermo poblado de paja brava y nieve a los barrancos de jardines colgantes y helechos arborescentes. De los dominios del cóndor al edén de mariposas, cigarras y pájaros multicolores.
Es la tierra del mejor café, de todas las frutas tropicales imaginables, de la coca prehispánica que se cultiva sacrificadamente en terrazas. Sus pueblos encaramados caprichosamente sobre los cerros, a menudo parecen tocar el cielo cuando los envuelve la bruma, dándoles la estampa de sitios encantados. Es a su vez, encrucijada de etnias y culturas tan dispares como la aymara y la afroboliviana. Los huayños melancólicos del Ande y los alegres ritmos de la saya afro conviven aquí gustosamente. En sus calles, no es raro encontrar a mujeres de ambas etnias luciendo el mismo atuendo: pollera y sombrero de chola paceña. Esos raros caprichos de la historia como el que permite concentrar a casi todos los afrodescendientes (unos 25.000) en esta parte de la geografía boliviana.
Como era de esperar, el paisaje inigualable y la relativa cercanía a la urbe principal del país, han transformado a la región en el destino turístico más importante. Dicen que en el pueblo más visitado, Coroico, el inglés es la lengua predominante y los billetes verdes moneda común.
Sin embargo, basta teclear en el Google las palabras temidas: “carretera más peligrosa del mundo” o su equivalente en cualquier idioma. El resultado no podía ser más siniestro o atrayente según se vea. Y la fama no es inmerecida. El goteo incesante de accidentes da fe de aquello. Porque a pesar de haberse construido un moderno tramo asfaltado de 50 kilómetros que reemplaza la parte antigua y más peligrosa de la carretera, solo llega hasta Coroico (a 100 Km. de La Paz), pero el resto del trayecto continua descuidado, mucho peor los distintos ramales que se desprenden a diversos poblados. Y no es cualquier camino, es la única vía que comunica con el norte del país por el lado occidental.
Desde que prisioneros paraguayos de la Guerra del Chaco (1932-1935) comenzaron los trabajos de construcción, poco se ha hecho por modernizarla; a resultas se sigue usando la misma vía estrecha y sinuosa que se abrió sobre caminos de herradura décadas antes, acorde al tamaño de los camiones de la época. Hoy incluso transitan autobuses de 50 pasajeros y camiones pesados de tres ejes. ¡Y a qué riesgo! Si algo caracteriza a esta ruta es la abundancia de precipicios, algunos hasta de 500 metros o más. Uno de estos, conocido como el Balcón de Chuspipata, se hizo tristemente célebre porque allí se ejecutaba a prisioneros políticos durante las dictaduras.
Es casi seguro que cada semana se produzca un embarrancamiento. Cuando se trata de vehículos particulares es frecuente que nadie se entere hasta una semana después, a denuncia de los familiares, en estos casos las brigadas de búsqueda se guían por los vuelos en círculo de los buitres, porque la espesa vegetación dificulta el rescate. Los medios de comunicación y la población están tan acostumbrados que ya no se hacen eco, salvo cuando un autobús, cada cierto tiempo, añade su dolorosa cuota de fallecidos, y de acuerdo a estadísticas, se sabe de antemano que serán mínimamente diez las víctimas fatales cada vez. El último caso grave se produjo hace apenas una semana, cuando un bus se despeñó matando a 18 personas, la mayoría de las víctimas eran estudiantes de secundaria.
De acuerdo a una publicación, en los Yungas, no hay una sola familia que no haya perdido un ser querido en un accidente. Se sabe de casos donde muchos niños han quedado huérfanos de golpe por una de estas tragedias. A veces familias enteras perecen. Y la danza inmisericorde de la Parca continúa, por distintos factores:
- Esta es la única carretera del país donde se conduce a la manera inglesa (por la izquierda). El código de tránsito aquí no sirve. Manda el sentido común y códigos de los transportistas más o menos respetados: así, los que van de bajada deben ceder el paso. El que se asoma al borde debe hacerlo por el lado del chofer para maniobrar más seguro. Aún así, varios de los accidentes se producen al dar marcha atrás para dar paso a otro vehículo que viene en sentido contrario.
- Pero ante la causa anterior, es inevitable que alguien se haya cuestionado que por qué no se establecen horarios para que la vía se use en un solo sentido. Las autoridades camineras lo han intentado, pero según dicen, en su descargo, que los mismos transportistas y algunos lugareños se opusieron a la medida porque perjudicaba a sus intereses económicos. El gobierno no es firme, pero tampoco los pobladores colaboran.
- Dadas las características topográficas, es frecuente que se produzcan lluvias, ocasionales derrumbes, caídas de piedras sueltas y sumándole la niebla, constituyen las peores condiciones para el viaje. A esto hay que añadirle el pésimo mantenimiento de la carretera, pueden pasar días sin que llegue el auxilio de la maquinaria pesada. Hace unos tres meses, un autobús cayó al barranco por evadir uno de estos derrumbes, cediendo la plataforma al paso del motorizado. Como consuelo estúpido cabe decir que menos mal que todos los pasajeros se bajaron antes, no así el infortunado chofer que falleció. Y este espectáculo dantesco fue filmado por un pasajero con celular.
- Otras causas adicionales vienen explicadas por factores intrínsecos como conductores alcoholizados o que se duermen al volante durante viajes nocturnos, a menudo los vehículos circulan sobrecargados, o lo peor de todo, el mantenimiento mecánico insuficiente con la excusa de ahorrar dinero: ha habido casos de vehículos siniestrados que sujetaban sus muelles con lazos de goma. Y para cerrar el círculo vicioso, no hay control estricto en los retenes de tránsito, mucho menos en carretera. Así se juega con la muerte. Así se desprecia la vida.
Mientras tanto, como que no pasa nada, varias agencias de turismo no dudan en utilizar la etiqueta resaltada arriba como reclamo publicitario. Como era de suponer, muchos extranjeros ávidos de “emociones fuertes” llegan al país para efectuar el descenso a toda marcha en bicicleta, para tentar a la muerte se dice. Muchos lo logran, en alguna curva cerrada se pasan de largo rumbo al vacío, alguno ha sobrevivido milagrosamente aferrado a la vegetación. Pese a todo el peligro, los visitantes siguen llegando, atraídos por el embrujo del paisaje y el morbo de las innumerables cruces regadas por todo el trayecto.
Tanta repercusión mundial tiene este fenómeno que hace poco, se efectuó una especie de reality show del conocido History Channel, el cual trajo una cuadrilla de –supuestamente- los mejores camioneros de Estados Unidos. Al cabo de pocas horas, casi todos se rindieron acobardados por la experiencia, peor aún cuando tuvieron que conducir los viejos Volvos F-12 locales. Acostumbrados a sus vehículos nuevos y carreteras amplias, su arrogancia les duró un suspiro, marchándose entre improperios y maldiciones.
Puede que la experiencia sea muy adrenalínica y salvaje para los viajeros ocasionales y turistas aventureros, no así para los lugareños y comerciantes que se juegan la vida en cada viaje, encomendándose a Dios o a los espíritus ancestrales. Pero al final de todo, cabe preguntarse cómo es que un país pobre como este puede presumir de comprar un satélite de comunicaciones cuando no es capaz ni de ofrecer una carretera segura a sus habitantes: no se exige que sea asfaltada, simplemente ensancharla, dotarla del necesario peralte y los guardarraíles de rigor. Con la plata del satélite (300 millones de $us) y el presupuesto de su caro funcionamiento bastaría, me permito suponer.
Inevitablemente se opondrá mucha gente, comenzando por los grupos ecologistas. Dirán muy sueltos de cuerpo que la carretera perderá su “encanto”. Entretanto, quién calma la zozobra de aquellos que suben a los féretros rodantes, una y otra vez porque no tienen de otra. Quién traerá consuelo a las familias enlutadas, mientras corre el tiempo a la espera de nuevas víctimas… mientras el destino sabe a abismo permanente.
Apreciado José.Hace poco leí en la revista digital El Puerco espín un reportaje sobre la carretera mencionada en su artículo. A pesar de que mi país está surcado de rutas abiertas en laderas de montaña que dan a precipicios, creo que por el nivel de altura, la boliviana las supera con creces. Tanto que, si uno se atiene a las descripciones, los viajes mas parecen deportes extremos que jornadas de trabajo o placer. Cada vez que transito rutas de ese tipo, no puedo menos que elevar un tributo a la memoria de los ingenieros que trazaron esas carreteras y de los obreros que las abrieron.
ResponderEliminarYo también leí el mencionado artículo, amigo Gustavo, pero me pareció bastante impreciso con algunos datos de referencia. "El puercoespín" es una revista excepcional especialmente cuando publica reportajes de Jon Lee Anderson, pero deploro cuando rellena sus publicaciones con textos íntegros de la Wikipedia, como en el caso de la carretera de los Yungas. Además los recientes accidentes que se produjeron, y ante la permanente indiferencia de las autoridades me motivó para efectuar una actualización de los acontecimientos. Sin ánimo de ser morboso, hace un par de días vi un reportaje de la televisión local sobre el impacto psicológico en las familias y amigos a consecuencia del último accidente donde fallecieron varios estudiantes y un par de maestros del mismo colegio. Lo terrible es convencer a todos los estudiantes de que vuelvan a clase, con el recuerdo fresco y teniendo a varios de los compañeros heridos en el hospital. En resumen, todo ese pequeño pueblo de Chicaloma está golpeado por la tragedia.
ResponderEliminarEscalofriante lo que cuentas, y las fotos le dan un empujón definitivo. Había visto fotos semejantes, supongo que del mismo camino, y me había preguntado, de pasada, por qué se manejaba por la izquierda. Ahora que lo explicas lo entiendo… para que el conductor sepa si está a punto de despeñarse. Yo he perdido el hábito de conducir en caminos de montaña, pero hace unos meses tuve un recordatorio bastante agudo. Fue en Gran Canaria, yendo desde las playas del sur hacia Agaete, en la costa del noroeste. Allí la costa es pura piedra a pique, y aunque el camino ha sido mejorado hace poco, todavía te pone los pelos de punta en algunos lugares. Recuerdo que cayó la noche y de repente casi todos los vehículos que llegaban de frente (desde Agaete) y a velocidad eran camiones. Después me explicaron que muchos camioneros preferían viajar de noche para estar alertados del tránsito por las luces… y para que los demás supieran de ellos. Un pequeño error y al precipicio. Pero esa ruta es un juego de niños al lado de esta boliviana.
ResponderEliminarAsí es, estimado Lalo, las fotos eran necesarias para reforzar la idea del peligro de esta carretera. De hecho hay imágenes mucho más terribles y videos de un accidente espeluznante en vivo en Youtube. Incluso ya en 2006 se hacían eco tanto en El Pais como en la misma BBC (te dejo abajo los vínculos). Sin embargo, a pesar del tiempo transcurrido poco se ha hecho por disminuir su peligro, incluso da la sensacion de que sentimos orgullo por tener la "carretera mas peligrosa del mundo" y asi lo hacemos saber como anzuelo para el turismo. Lo que tú me cuentas sobre ese camino de Canarias no deja de ser un caminito de montaña que seguramente se usa poco, al contrario esta carretera es la unica via de comunicación para miles de personas que lo utilizan cada dia. Yo me pongo en el lugar de toda esa humilde gente que tiene que viajar a menudo sobre los camiones de carga o buses atestados y que tiene que jugarse la vida en cada curva. Y ante la indiferencia del gobierno y de la sociedad, los accidentes continuan sucediendo, de ahi mi interés por llamar la atencion del resto del mundo, porque parece que en mi pais sólo interesa a las familias de las víctimas.
ResponderEliminarhttp://internacional.elpais.com/internacional/2006/12/28/actualidad/1167260403_850215.html
http://news.bbc.co.uk/2/hi/programmes/from_our_own_correspondent/6136268.stm