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El "referente mundial" arañando protagonismo |
No hay quien pueda cortarle las alas a Su
Excelencia, el presidente volador por antonomasia de todos los inquilinos que
han morado en el Palacio Quemado, del cual se rumorea que las chapas y candados
comienzan a ensarrarse por falta de uso. Nuestro aterciopelado (por las mantas
de dormir y eso) monarca ha observado tantos amaneceres fucsias y crepúsculos
naranjas sobre las nubes que, los que tenemos los pies en la tierra nos morimos
de la envidia. A resultas, ha acumulado tantas millas de viajero frecuente que
sus funcionarios encargados de viajes al infinito y más allá, se han dado
cuenta de que no vale la pena seguir con el conteo, pues como el viajero
celeste no usa aerolíneas comerciales, no hay a quién reclamarle para obtener
una plumafuente fina de regalo o un destino turístico a elegir que normalmente
se acostumbra para estos casos.
Se dice que Evo el Austero es el gobernante
más ahorrador de la región. Como casi siempre está en el aire, aprovecha la
ocasión para comprar sus chucherías a precio Duty free. Hecho que lo convierte en el boliviano más afortunado
porque puede llevarse todo el sueldo neto a casa. Ni las tasas de aeropuerto
tiene que pagar con su bolsillo. Ni tampoco existen retenes de peaje en el
cielo, que sepamos. Así las cosas, sus ministras se disputan casi de los pelos
para encargarle uno que otro perfume que tan económicamente se ofrece en el
espacio aéreo internacional. Se habrán dado cuenta de que la nave presidencial
no tiene muchos asientos, y hay mucho campo sobrante entre ellos, circunstancia
que bien da para traerse mercadería de oferta. Quizá algunas cortinas y sábanas
para la residencia presidencial. Quizá incienso de primera calidad traído de algún
país árabe para que los brujos de S. E. puedan efectuar sus ceremonias
ancestrales sin intermediarios. Ah, si yo fuera su amigo, le encargaría sales rosadas
del Himalaya, un pote para sorber mate autografiado por Cristina, o una lata de
caviar de sus amistades iraníes.
En las últimas semanas, de sobremanera se soltó
el trotamundos. Ya nos tiene acostumbrados a sus giras relámpago por el
interior del país, así que, bien nos puede convencer el discurso de que quiere
conocer cada rincón de su amado reino. Quizá nos emocione que inaugure una
cancha de pasto artificial en la punta de un cerro pelado. O quizá nos
enternezca que corte la cinta de inauguración de una acequia comunal. Quién
sabe. Sin embargo, no había ni terminado de desempacar los presentes que Putin
le había obsequiado en Rusia, cuando velozmente se fue para el Ecuador a
visitar a su compadre Correa, a quien seguramente llevó el afamado quinsacharaña, un chicote de cuero crudo
de vaca que sus feroces guerreros de poncho rojo, esgrimen cada vez que visitan
la urbe paceña para defender “democráticamente” al hermano presidente. No sabemos si el caporal ecuatoriano le habrá
contado el método para cultivar rosas en la altura y el secreto para que duren
un año sin marchitarse. Como de todas sus reuniones, únicamente salen “acuerdos
de cooperación estratégica”, en verdad, sólo atinamos a lanzar floridas teorías
acerca de la utilidad de esos encuentros fraternos.
Siguiente escala, la paradisiaca isla de ron,
tumbona y palmera inclinada que ofrece el Caribe, afortunada para los vejetes que
la gobiernan, claro está. Evo, en franca competencia con Maduro para ver quién
cae más simpático a Fidel, se apresuró para llegar a tiempo para la celebración
del 60 aniversario del asalto al cuartel Moncada, fiesta que los revolucionarios cubanos
organizan con más confeti y solemnidad que la toma de la Bastilla. No sabemos qué regalos habrá llevado Evo para
sus maestros ideológicos, pero sí que se cansó de alabar el tremendo aporte a
la lucha de los pueblos que significó la pipa de Fidel y sus fumadas poderosas,
de mayor poder esotérico que las fumadas de los chamanes andinos. Tomando el turno,asimismo, para declamar
acerca de la cuna de la rebelión contra el imperialismo y su brazo operador, el
capitalismo; que todo alumno de socialismo tropical se sabe de memoria. Lo de
siempre, vamos.
Todavía hubo tiempo para ir hasta Brasil, en
un dos por tres, porque la nave de Evo es más veloz que cualquier avión
convencional. Sagrada misión para el presidente fue ir a oír misa dominical de
los labios del Papa a nombre de todos los bolivianos. Nos consta que muchos
jóvenes ahorraron todo el año para trasladarse en bus, atravesando el extenso territorio
brasileño para encontrarse con otros jóvenes del resto del planeta. La Jornada
Mundial de la Juventud como denominan a este encuentro entusiasta con el sumo
pontífice, quien parece tener energía interminable para repartir besos a cuanto
nene le pongan al alcance. Eso sí, Evo tiene un espíritu más joven, no tanto
como el de Cristina, pero ahí estuvieron a las espaldas de Francisco I, como
fieles monaguillos junto a Dilma Rousseff.
Quién diría que S. E. se ha olvidado de la
guerra verbal que tiene con los obispos nacionales, a quienes acusa
permanentemente de meterse en política y, no pocas veces, les recuerda el papel
cómplice que tuvo la Iglesia en el pasado colonial. De pronto, contra todo pronóstico,
se convierte en un fiel seguidor de la fe católica, tanto, que tuvo que hacer
el peregrinaje hasta Rio de Janeiro para transformarse en un humilde admirador
de la sotana blanca. Con dinero de las arcas públicas, por supuesto. Ya hemos
perdido hasta la cuenta de estos interminables viajes internacionales que hace
a los amigos del vecindario. Son varios millones que alcanzarían para construir
hospitales. Pero ya saben, se está “poniendo en alto el nombre de Bolivia”. Y
eso no tiene precio.