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Foto: EFE |
Andaba yo hualaychando
por la tele, ayer por la tarde, cuando de pronto apareció en pantalla un viejo
conocido de la política española. ¡Coñooo!, que es el simpatiquísimo Zapatero,
me dije, amigo de todos y enemigo de nadie. Andaba el buen hombre un poco más
en mi patio, a una treintena de kilómetros para ser precisos. Ni durante los
dos años que padecí a diario sus zetas discursivas cuando él era inquilino del
Palacio de La Moncloa de Madriz, en
mi aventura por tierras españolas, lo había tenido tan cerca. Prácticamente cadáver
político en sus pagos, ¡zas cholita!, apareció como caído del cielo por estos
lares, convertido sobre el pucho en otro valluno de cepa, instaurándole el
chaleco y sombrero típicos de rigor, a diferencia del poncho que es más para
estrellas de la farándula tipo Messi o Jude Law.
Lo habían traído en plan gira de artista
venido a menos o él se quiso dar una vuelta latinoamericana para huir de su
melancolía, quizá aburrido de refugiarse en el palacete marroquí de su mentor
Felipe González. Porque a ZP no lo quieren cerca ni los guiris de un sitio guay
como Marina d’Or. Sorprende el sigilo con que llegó, habida cuenta de que al
régimen evista le gusta fanfarronear
cada vez que algún amigo internacional ha de llegar. Solo por traerse a Jude
Law, anunciando que “una estrella de Hollywood llegaría para promocionar el
Carnaval de Oruro”, programaron un ciclo con sus intragables películas (salvo
la del francotirador soviético) semanas antes de su arribo. Cuando el susodicho
llegó se lo vio como tahitiano en el Ártico, aguantando el talante al lado de
Evo Morales en el palco oficial, y no atinó ni a sacar el spray de la espuma
para celebrar el carnaval. Le habrán pagado una gruesa suma por el viajecito y
por probarse el poncho. Zapatero habrá venido gratis, más por cambiar de aires.
Como hicieron con el ocioso de Ban Ki-moon, a
ZP lo llevaron de invitado especial a la inauguración de un enésimo coliseo,
acompañado de su excanciller Moratinos. La tierra del durazno los recibió
cálidamente entre aplausos, guirnaldas y cholitas en flor que obsequiaban
canastillos de fruta madura lista para khachirla.
Como que probaron los melocotones más pintados y caros de Bolivia con cara de
sorprendidos, como si nunca hubieran estado en una huerta valenciana.
Entretanto tuvieron que soportar el discurso agotador del desaparecido
gobernador Novillo que para estas lides siempre saca a relucir su voz de
castrati tipo Correa, arrebatado por su amor y agradecimiento infinito al
jefazo. T’acllarina kachun,
compañeros y compañeras, rogó encarecidamente el gris funcionario y una salva
de aplausos recorrió la caverna de cemento. ZP y Moratinos parecían dos
personajes cervantinos descolocados en medio del jolgorio.
Todavía azorado y cariacontecido con tanto ruido propagandístico, ZP fue
invitado a la palestra. Años que no oía sus zaparrastrosas zetas me hicieron
aguzar los oídos. Visiblemente cansado abrevió el discurso dando una lección de
sobriedad y contención. En lo calmado de su intervención, sin embargo, le
traicionó su vena demagógica al afirmar que se había hecho muy amigo de Evo, en
el primer viaje de éste por suelo europeo, por “la mirada clara, limpia” que
irradiaba el nuevo apóstol de los pobres. A lo que Evo, le correspondió con
otra zalamera muestra de afecto contando que se había quedado prendado de ZP al
coincidir en un trote que ambos efectuaban en Central Park en ocasión de una
cumbre de la ONU. Desde entonces sellaron un pacto de amistad que ni hermanos
de sangre. La internacional socialista es así de fraternal. Y Zapatero su
presidente como premio consuelo.
Previamente, a las pocas horas de su arribo a
suelo boliviano, ZP fue condecorado con el Cóndor de los Andes en palacio de
gobierno, otrora el reconocimiento más insigne para invaluables servicios a la
nación. Hoy penosamente utilizado para homenajear a folclóricos de quinta
categoría dizque por representar a Bolivia, o a políticos ineptos como ZP
que hundieron a su país con políticas irresponsables y desatinadas. Gran mérito
declararse amigo de Bolivia y aporte mayúsculo el haber puesto la firma para “ayudar
a despenalizar el masticado de la coca” a nivel internacional. De veras que me agradaba el hombre, confieso.
Pero hay que ser muy zopenco para hacerse amigo de la estulticia.
Duraznero,
duraznero/ cargadito de durazno/ de duraznos encendidos…, canten conmigo con acento ZP (si alguien conoce otra canción con más
zetas, nomás avíseme).