11 noviembre, 2014

4 El alcalde Cochabamba


La pregunta del millón: ¿Cochabamba es un personaje o un lugar?

Anoche se conocía el dato de que la ejecución presupuestaria del municipio apenas bordeaba el 43 %,  prácticamente a un mes de finalizar la actual gestión. Decía el especialista entrevistado en un programa de opinión que, si se le restaba las partidas asignadas a sueldos y salarios -que son muy cuantiosas y su pago muy eficiente, por cierto-, la ejecución física y real de lo presupuestado apenas sobrepasaría el 20 %. Lo lamentable del asunto era que había mucha plata disponible para gastarla y gastarla bien. Sin embargo, en estos cinco años de gestión de la actual administración, los recursos se revirtieron al TGN por falta de uso: por lo menos 350 millones de dólares que hubieran servido para construir 10 hospitales Viedma (el más grande y de referencia en la ciudad), o para 100 escuelas totalmente equipadas, o para cambiar todo el sistema de alcantarillado de la urbe que tiene una antigüedad de más cuarenta años, en fin para un cúmulo de obras de verdadero calado social. 

No, el alcalde no se llama Rojas Mejía

Entretanto, la ciudad yace a su suerte con evidente descuido y abandono, con la basura adornando el paisaje cotidianamente. Hace una semana, visitaba a una familiar internada en una clínica céntrica y veía con azoro cómo a media cuadra rebosaban los contenedores con desperdicios acumulados de varios días, en plena vereda de una plazoleta con los plásticos y otros restos desperdigados por doquier que hacían imposible siquiera sentarse en los bancos, y con el hedor pululando en el ambiente que invitaba a la náusea permanente. Y qué dirían los franceses de la Alianza Francesa que tenían su sede ahí mismo, enfrente. Qué lejanos parecen ya aquellos tiempos cuando Cochabamba era considerada un modelo para el resto del país en lo que a políticas municipales se refiere. Hoy no somos ni la quinta rueda del carro. De la desastrosa y esquelética administración del alcalde “Chaly” hemos derivado a la rolliza y festivalera gestión del alcalde “Cholango”. Los parques y plazas convertidos en comederos masivos, a toda mandíbula, cada fin de semana. Con la chicha y chicharrón encabezando la procesión.

Si empezara por Cumplir con la refacción decorosa de una fachada municipal (detalle del techo)

Nunca habíamos tenido un alcalde con el folclore en las venas, cuya fama de guitarrista zurdo de Los Kjarkas le había permitido saltar de las tablas del espectáculo a las de la política, creyéndose que con organizar conciertos con artistas septuagenarios como Dyango le estaba haciendo un enorme favor a la ciudadanía. Ya de por sí fácilmente reconocible por cualquier transeúnte, no escamita esfuerzos ni recursos para seguir desbordando su inmensa figura en cualquier cartel o pancarta que lleve el sello de la alcaldía. Pierde más tiempo en acicalarse para la foto que en preocuparse sobre las necesidades de los llajtamasis. He visto cómo su estación policial “Mega EPI del Norte” ya tenía goteras a dos semanas de la inauguración y ni siquiera había llovido gran cosa. Ahora mismo esas instalaciones están “mega-vacías” por falta de equipamiento. En fin, que da pereza seguir hablando sobre nuestro alcalde, prefiero abandonarme a las imágenes (las que he visto en mis caminatas por el centro de la ciudad) donde parece que sólo él y su saludable figura encarnan lo más granado de estos valles. Por si fuera poco y si alguien no se convence, hasta se permite publicar su semblanza oficial, cuyos inspirados plumazos lo retratan fielmente. Ah, eso de “haber crecido entretejido al paisaje urbano y a la campiña de cielo..." no se le hubiera ocurrido ni a Walt Whitman.

Si alguien es capaz de leer la letra chica del "programa de actividades", me avisa


4 comentarios :

  1. Ay, apreciado José: esta América nuestra no tiene remedio. Mientras en muchos lugares pasan necesidades por falta de recursos, en otros la inoperancia y falta de gestión de los gobernantes hace que esos recursos no lleguen a quienes los precisan. De acuerdo a lo que usted plantea , el caso de este alcalde condena a sus ciudadanos a revivir el suplicio de Tántalo : padecer sed rodeados de agua por todas partes.

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    1. Más que oportuna la cita sobre el infortunio de Tántalo, estimado Gustavo. Esa es la sensación que tenemos muchos cochabambinos: tenemos recursos como nunca pero no sabemos cómo gastarlos ni para atender las necesidades más apremiantes de la ciudad. Eso pasa por confiarle el puesto de alcalde a un músico folclorero, con nulo conocimiento de la cosa pública. Ya ve, así de folclórico es este país, basta que alguien se haga conocido para que inmediatamente sea postulado como candidato. Las aptitudes son lo de menos.

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  2. Por lo que veo, el alcalde de Cochabamba, o mejor dicho sus "asesores de imagen", ha(n) logrado uno de los objetivos más difíciles de los publicitarios en el plano político: que no sea necesario mencionar el nombre del personaje en los mensajes a los votantes. Al principio esto me desconcertó, porque hay un dirigente indígena de apellido Cholango, pero veo que el hombre es ecuatoriano. De modo que es un apodo; mejor que mejor para el alcalde, que te conozcan por el apodo, siempre que este no sea injurioso, es de rechupete. Y encima el alcalde quiere aparecer en estos carteles publicitarios como la imagen de su ciudad. "Miren, este hombre de aspecto tan saludable, con cara de no haber pasado miseria nunca en su vida, gracias a su inteligencia y trabajo seguramente, es la imagen viva de Cochabamba". Cochabamba y el gordito Cholango son la misma cosa. Si hasta dan ganas de aplaudir a estos redactores de anuncios.

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    1. El dichoso apodo fue producto de la inmensa sabiduría de Su Excelencia que a modo de chanza le puso al entonces candidato en alguna reunión cuando hacían campaña por la alcaldía. Supongo que es una derivación de “cholo” y “chango”( muchacho, en el lenguaje popular), bien mirado hasta suena a paternalismo del caudillo cocalero. El susodicho se lo creyó y desde entonces lo usa como estrategia de imagen, con clara intención de caer simpático o parecer cercano a la gente. Ahora sobre el pretendido posicionamiento de su imagen, la verdad que cae pesado de tanto ver su figura inmensa en cualquier cartelillo como siguiendo el estilo del Jefazo y sus célebres gigantografias. Si por lo menos lo justificara con una buena gestión hasta se podría tomar con un toque de humor sus ansias de figuretti, pero no, el funcionario es malísimo de campeonato, que hasta en filas oficialistas empiezan a oponerse a que vaya a la reelección en marzo próximo.

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