27 julio, 2016

2 Postales callejeras

Supongo que por temor a la ira divina, los cacos ni se animan a ingresar.

Un día de aquellos, tomaba el micro como de costumbre para dirigirme al centro de la ciudad. Una vez en el asiento, me ponía los auriculares del MP3 para aislarme de su insufrible música tropical. Rodábamos tranquilamente sobre el asfalto hasta que llegamos a la intersección de una avenida principal que fue cuando el vehículo se nos apagó. El conductor le estuvo dando a la llave del encendido durante varios minutos y sólo recibía un quejumbroso chirrido de la máquina. Cinco minutos después, no le quedó otra que devolvernos el pasaje a medida que íbamos bajando en fila india. Yo estaba sentado asientos atrás y al llegar al alargado espejo interior, junto a la entrada, donde generalmente pegan frases o figuritas pude observar que con orgullo decía: "Aquí todo es chévere: el carro, la música y el chofer".

Ayer por la mañana caminaba por la céntrica avenida Heroínas, a toda prisa y sorteando a varios transeúntes. Cuando de pronto, el muchacho que iba delante de mí se agachó hacia un costado junto al pretil de acera y pude ver que levantó un billete anaranjado. Le envidiaba su suerte, pues en mi vida jamás encontré más que algunas monedas de cinco pesos, las de mayor valor en metálico. Justo en el momento que lo adelantaba pude reparar con el rabillo del ojo que se estaba persignando por semejante golpe de fortuna. No sé si el joven se pasó de supersticioso, ya que a los pocos segundos vino corriendo un adolescente que le dijo que esos 20 bolivianos eran de él, según pude claramente oír. Como pillado en un acto ilícito, vi que entregaba el dinero sin decir nada.

Uno que camina a diario se puede topar con situaciones insólitas, chuscas o por lo menos llamativas, como las descritas líneas arriba. Aparte está el mundillo de los carteles y letreros que adornan o estropean la ciudad, según se mire. Los hay algunos que se pasan de creativos, como abundan los que patean el castellano además de estorbar la circulación a cada paso. No se salva ni la publicidad profesional tamaño fachada de edificio que provoca la hilaridad por no decir vergüenza ajena. Entre toda esta maraña de obstáculos visuales o agresión a la vista, no se puede negar que algunos anuncios, en toda su candidez o cutrerío, poseen cierto encanto que por lo menos arrancan una sonrisa.  O tal vez tenga yo un retorcido sentido del humor producto de mi ociosidad. ¿Cómo es eso de  “innovando flotas de última generación”?, si alguien puede echarme un cable, se lo agradecería. Ahí se los dejo.


¡Qué ejemplo de patriotismo! ¿a que sí?

Como para indignar a los animalistas


¿Mu-chanchos del ahorro?...una marranada de anuncio

Parece que se le ha trancado una letra al diseñador

Lo de "pollo a la rana" me tiene intrigado

¿Habrá alguna diferencia entre sus carnes?
Parece que éste es el "sandwich de chola cochala"...¿y el paceño?

Este es mi favorito, un anuncio que provoca apetito al tiro


2 comentarios :

  1. Apreciado José: le comparto esta, que estuvo fijada durante por lo menos diez años en la fachada de un antiguo teatro de mi ciudad, convertido en iglesia:
    " Pare de sufrir: Oración fuerte al Espíritu Santo".

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    Respuestas
    1. Ah, los Pare de Sufrir y sus insufribles letreros tambien pululan en estas tierras, aunque no recuerdo alguno tan largo como el que menciona. Eso sí, las otras sectas evangélicas tambien aportan nombres raros como aquel de "Iglesia Sobrenatural", si mal no recuerdo.

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