12 octubre, 2011

4 Nuestro fútbol y el triste descenso a los infiernos


La Paz: Estadio Hernando Siles
Ojalá hubiera tenido que tragarme mis palabras cuando afirmaba en un artículo anterior que nuestra selección no estaba para grandes cosas, que se venía otra eliminación prematura en este proceso eliminatorio,  rumbo a Brasil 2014,  valga la redundancia. Todavía quedaba algo de esperanza en muchos corazones. La ingenuidad que todo lo edulcora. “La Paz, es nuestra plaza fuerte, ellos vienen traumados con la altura” decíamos con la seguridad de la victoria entre manos.  Antaño, la comidilla antes de los partidos giraba en torno de por cuántos goles de diferencia íbamos a ganar, lo demás no se discutía. Acostumbrados a perder de visitantes (históricamente hemos conseguido muy pocos puntos fuera de casa), siempre quedaba el consuelo de la victoria en casa. Hoy, hasta Colombia hizo historia, nunca nos había ganado en La Paz.
Esta selección “cafetalera”,  no está ni por asomo, cerca de aquella poderosa escuadra de Maturana (Valderrama, Rincón, Asprilla, Leonel Álvarez) que para el encuentro de Francia 98 apenas pudo arrancarnos un empate que les supo a gloria. Hoy,  el mismo  Álvarez que funge como su técnico,  supo plantear sobriamente el partido: con mucho orden, marcando desde tres cuartos de cancha, sin arremolinarse atrás, controlando el balón criteriosamente y sin imprimir mucha velocidad en el contragolpe nos dio las estocadas necesarias para llevarse la victoria. Nada de juego vistoso, nada de grandes zancadas a lo Asprilla, simple juego de obreros más bien. Casi nadie sobresalió, salvo el talento de un chaval como James Rodríguez, que con algunas jugadas de veterano dio muestras de su clase. Todos esperábamos la temible eficacia de Falcao; apenas jugó diez minutos, los suficientes para demostrarnos su contundencia en dos balones que tocó: un cabezazo apenas desviado y el otro,  un pase colocado a la red.
No hace falta relamerse en las heridas, ahora la opinión de la hinchada es casi unánime. Todos desean la cabeza del técnico y la renuncia del presidente de la FBF y su camarilla. Inútiles manotazos de ahogado en el barro putrefacto. Ni aunque trajéramos a Guadiola, al “Zorro” Ferguson o al polémico Baldivieso (como lo pide mucha gente), saldríamos adelante cuando es evidente que la estructura del balompié nacional se hunde como un barco que se va pique. ¿Pedir la renuncia de la dirigencia?, primero veremos un cerdo volando por encima del Hernando Siles.
El DT. Gustavo Quinteros aún tiene oxígeno para dos jornadas más, las que nos esperan en noviembre, en los choques contra Argentina y Venezuela, ambos de visitante. Pero visto lo visto en las primeras jornadas y las que se vienen, ya tiene firmada su sentencia, aunque se empeñe en dar pecho al asunto, sólo está prolongando su agonía al frente de la selección. Ya nos hemos cansado de explicar la paupérrima realidad del deporte boliviano. ¡Hace dos años que no ganamos,  ni un mísero partido amistoso!
En el fútbol se habla de ciclos, ciertamente Colombia da muestras de recuperarse después del bajón desde Francia 98.  Perú, no regresa a un mundial desde 1986  y ahora la sensación es distinta con el gran elenco que muestra hoy por hoy. Venezuela,  ni se diga, cada vez mejor. Solamente Paraguay da muestras de un desgaste, casi inevitable después de jugar consecutivamente cuatro mundiales, tremenda hazaña para ellos, digna de imitación. Bolivia sigue en caída libre, en un agujero  negro sin fondo.
Ya no nos queda ni el consuelo de tontos. Ante el admirable papel de la selección venezolana en la reciente Copa América, ellos reclamaban que ya estaban hartos de que se les considerase como la “Cenicienta” de Sudamérica y que ya era hora de que se les mirase con respeto. Tienen razón,  amigos venezolanos, ya pueden dormir tranquilos;  está claro quién es el nuevo patito feo del fútbol. Ante la imposibilidad de descender a categorías inferiores cuando de selecciones se trata, sólo nos queda el descenso a los infiernos, a ver cuándo hallaremos el fondo.
Lejanos ya,  quedan esos tiempos en que les metimos 14 goles a los “llaneros” en sólo dos partidos. Todo queda en eso, sólo lindos recuerdos que empiezan a diluirse como lágrimas en la lluvia.

4 comentarios :

  1. Hombre, José. ¡Cómo nos acercan las derrotas a la lucidez absoluta! Y no me refiero solo a las futbolísticas, que después de todo-dicen- admiten revancha. Leyendo su texto ratifica uno porqué a veces el fútbol se convierte en una metáfora de la vida toda. Perfectamente se podría parafrasear a Borges cuando, en uno de sus viajes a Bogotá, sentenció que " ser colombiano es un acto de fe". Si quiere cambie colombiano por boliviano y las cosas no variarán en lo esencial.

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  2. Afortunadamente yo no soy ningun patriotero, ni mucho menos en el futbol. Siempre aprecio el buen espectaculo provenga de donde provenga. Colombia jugó bien, sin prodigarse mucho y pudo haber goleado si se lo hubiese propuesto. Si Borges dijo aquello de los colombianos, pues yo tengo la sensacion de que ser boliviano es una cuestion de mala suerte y doble: Nacer en el tercer mundo y peor aun en el pais mas atrasado y quizá mas bello y diverso de Sudamerica. Triste ironia nacer en este lugar apartado de Dios, aunque algunos extranjeros comparen con el Eden.

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  3. El contraste entre la esperanza y la realidad suele ser doloroso, amigo José, pero te recuerdo que esa realidad, tan rocosa como parece, se puede moldear, admite transformaciones. Allí está la espléndida realidad actual del seleccionado español, del que se burlaban tantos españoles hasta hace poco tiempo. Allí están el final de la imbatibilidad de Argentina ante Venezuela y el final de la travesía del desierto de los uruguayos, también la recuperación del orgullo de los chilenos… En el caso de Bolivia, si las cosas están tan mal, pues es un signo claro de que el futuro es de la esperanza.

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  4. Como bien apuntas, estimado Lalo, casi todos los paises que nos rodean están dando señales de recuperacion no solo de sus economias y sociedades, sino tambien deportivas. Tan cierto como que el futbol es un reflejo de la vida, acá viene ocurriendo lo contrario. Lejos de mirar hacia adelante, aqui estamos inmersos en hurgar el pasado para buscar a los culpables de nuestro atraso. Permiteme disentir de que "al final queda la esperanza", pues con las señales que a diario dan los caciques del futbol, ya no queda sitio ni para soñar. Seguimos tropezando con la misma piedra, de repetir los errores. Desde 1994, siempre se habla de renovar la seleccion, de alimentarla con juveniles (como hicieron los venezolanos), pero resulta que al final, se siguen convocando a jugadores "viejos", a apadrinados, a parientes de los dirigentes, que ven en la seleccion una vitrina para beneficiarse (algunos dirigentes son dueños de pases de los futbolistas). Así nunca vamos a avanzar y mucho menos cuando hay gente que encoge los hombros resignadamente y de paso llama a apoyar incondicionalmente a la Verde, sin importar que eso solo conduce a una espiral de mediocridad.

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