17 diciembre, 2011

3 El país de los bonos

No sé a quién se le habrá ocurrido combatir la pobreza repartiendo bonos como si de panes se tratara. Ya algún gobierno anterior se vanagloriaba del famoso “Bonosol”, destinado a las personas mayores de 65 años y que se obtenía supuestamente del rendimiento de los fondos de capitalización de las empresas estatales. Pasaron otras administraciones y el citado bono fue cambiando de denominación al calor de la imaginación de los burócratas y de la necesidad de generar rédito político. Llegó Evo Morales, un poco de maquillaje como hicieron los anteriores y ya tenemos la “Renta Dignidad”. 

Dentro de esas “profundas” reformas que el Proceso de Cambio se propuso llevar adelante, la administración de Morales empezó a repartir bonos a diestra y siniestra, con la urgente premisa de generar simpatía y lealtad de la gente, sobre todo de los sectores más populares, que al poco tiempo se acostumbraron al asistencialismo tan generoso del Gobierno. Al día de hoy, Morales se jacta de que la pobreza se redujo en un millón de personas. Contrariamente, la gente se pregunta dónde están esos afortunados recién salidos de la pobreza.

No hay mejor propaganda que bautizar las medidas coyunturales con nombres de héroes populares, ahí tenemos el bono “Juancito Pinto” que todos los niños conocen de sobra. Dicha medida pretende incrementar el interés por acudir a clases y reducir el absentismo escolar, pero los responsables jamás se preguntan por el estado calamitoso de las escuelas públicas.

Para calmar a los siempre combativos maestros, se les ha dotado de un “Bono pro-libros”, pero el regalo no viene sin trampa. Ellos están obligados a acudir a cursillos de actualización y otras medidas educativas como el socorrido proceso de descolonizaje cultural. Considerando lo mal pagados que están los profesores, nadie es tan tonto como destinar el dinero para comprar libros.

Para las madres se ha creado el bono “Juana Azurduy de Padilla” -una heroína de la Guerra de la Independencia-, que busca reducir los índices de mortalidad materno infantil, pero uno se pregunta si no sería más adecuado mejorar las atenciones de salud a las mujeres gestantes.

Todos aparentemente felices en el País de las Maravillas. Sin embargo se olvidaron del sector de los discapacitados, para ser puntuales aquellos que usan sillas de ruedas o carecen de algún miembro. Los ciegos tienen su bono específico. Pero los cojos e imposibilitados de andar,  a ojos del Gobierno no son un sector desfavorecido, tal como declaró una senadora oficialista (que es persona invidente, por cierto), “dotarles de un bono sería ir contra su dignidad” y que se buscarían medidas a largo plazo para paliar su desventajosa situación.  Tan lúcidos somos que, damos bonos a la gente joven y que puede desplazarse normalmente y los que no caminan no son dignos de consideración. 

A pesar de las penosas y lastimeras medidas de protesta de los discapacitados como el arrastrarse por las calles, o el iniciar una “marcha” en sus sillas de ruedas, el Gobierno no cede ante la presión creciente y entre tanto,  el tiempo transcurre entre discusiones bizantinas acerca del grado de discapacidad de los afectados. Como todos los sectores desfavorecidos, la mayoría de éstos no tienen empleo y sobreviven a duras penas. Para añadir más leña al fuego y suscitar la ira de los discapacitados, el Ejecutivo aprobó simultáneamente un bono para los edecanes y personal de seguridad de Palacio de Gobierno. Es que sólo la palabra “bono” ya genera malestar de los otros sectores sociales. 

Tan acostumbrados estamos a estas prácticas, especialmente en instituciones públicas, que el sólo anuncio de quitar el “bono de té” (en especie) como medida de ahorro, genera intenso debate y la consiguiente resistencia.

Cómo son las cosas, que la administración de Morales se queja de que no hay suficiente dinero para atender a estos sectores, pero sin embargo no hace mucho, antes de las Elecciones Judiciales, concedió un bono a los empleados públicos y hace pocos días aprobó en el nuevo Presupuesto General del Estado, la autorización para que se cubra el costo de los pasajes y viáticos de los representantes de las organizaciones sociales (todo el mundo sabe que son simpatizantes del partido oficialista) cuando realicen viajes al exterior. Claro, como si el resto de los bolivianos los hubiera elegido para representarnos.

3 comentarios :

  1. Sucede, estimado José, que reemplazar el desarrollo social por el asistencialismo es una rentable herramienta de control político. De un lado, asegura votos y respaldo para los gobernantes y legisladores que fungen como benefactores. Por el otro, crea individuos- ya que no ciudadanos- dependientes y conformes con esos auxilios que les garantizan- es un decir- la precaria existencia de cada día. No importa si en ese tránsito son despojados de la condición inalienable que nos hace humanos : la autonomía y la distancia crítica.

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  2. Leyendo eso de que “se olvidaron del sector de los discapacitados”, mi mirada resbaló por un instante al pie de la imagen, donde acababa de ver una foto de Evo abrazando a Maradona, y pensé “bueno, al menos los abrazan”… es un chiste, no lo pude evitar, con cierta picardía ante Maradona pero ningún malicia hacia los discapacitados. Es cierto, José, que el asistencialismo, que dice Martiniano, es una forma de clientelismo, y es sabido que en estas cuestiones la ayuda que cuenta para los gobernantes es la que se da a sectores que tienen votos, y tambien que mientras más jodido estás, más difícil es que votes. Es la trampa eterna: necesitas ayuda más que nunca, pero eres muy débil para recibirla, porque no te haces valer.

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  3. Estimados Gustavo y Lalo, olvidé mencionar que la "casualidad" dicta que muchos de esos bonos son entregados en visperas de una elección o cuando se viene un problema serio para el Gobierno. Tan acostumbrada está la gente al asistencialismo y como bien ustedes suponen, esta dependencia se ha vuelto una forma precaria de subsistencia. Ahora bien, no hace falta ser un politologo para darse cuenta de que el Gobierno juega con los sectores en funcion del tamaño de votos: Los discapacitados no son tantos como para ser tomados en serio, eso desbanca de por sí el argumento de que no hay suficiente dinero para atenderlos. Hasta el momento que escribo esto sigue el problema sin ser atendido, de hecho hace un par de horas me topé con un bloqueo de una avenida por una veintena de estos discapacitados y nadie parece coonmoverse en lo absoluto.

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