28 junio, 2012

4 Entre canes, gansos y medianoche


Alguna vez leí que una bandada de gansos había salvado a la antigua Roma, alertando a los vigías de un ataque nocturno de los galos. Desde entonces se dice que, por gratitud, los romanos llegaron a considerarlos sagrados, consagrándolos al culto de la diosa Juno. Al día de hoy, se sabe que en cierto asentamiento del estado moderno de Israel, utilizan este método singular de vigilancia para combatir el “terrorismo” de los palestinos. La sabiduría popular no ha hecho más que reforzar la eficacia de estas aves como guardianes: en algunos barrios abandonados a la suerte de Dios de cualquier ciudad latinoamericana crían estos palmípedos para prevenir robos, cuyos potentes graznidos y agresividad territorial espantan a cualquier extraño.

Doy fe de la agresividad natural de estos pajarracos, me sucedió hace poco. Pasaba yo por una calle empedrada cerca de un taller mecánico. Sin mediar provocación, fui abordado por un par de estos plumíferos que intentaron perseguirme. En mis numerosos encontronazos con perros, nunca he sido tan amedrentado a pesar de que alguno me mordió el talón, y otro quiso pasarse de listo creyendo que iba a huir a toda pierna. Dicen los encantadores de perros que estos perciben si sentimos temor. De algo tenía que servirme esto de mi afición a la cinología, aunque seguramente el número de razas ya pasó de las 330 que era el último dato que recordaba. Seguro estoy que no existe especie animal sobre la faz de la Tierra con tantas variantes en cuanto a tamaño, color y forma. De un chihuahua de bolsillo a un gigantesco perro lobero irlandés. De un basset azul de Gascuña a un retriever de pelo rizado Chesapeake (créanme, existen los perros azules, y también los rojos, no solamente en un cuadro de Gauguin). De un adorable Westie  a un horrible Xoloitzcuintle mexicano, a ver quién no puede aficionarse. Por supuesto, por solidaridad perruna odio a los gatos.

Perdonen que me haya desviado, me avergüenza confesar que huí casi despavorido del encontronazo con los gansos: no se crean, no fue por temor a sus aletazos y sus picos amenazantes. Simplemente no se puede soportar sus terribles graznidos. Conozco a gente que salta espantada o entra en pánico cuando ve a cualquier araña mediana. Yo acabo de descubrir que les tengo aversión a los gansos. Cualquier chillido agudo me pone los nervios de punta, incluyendo el grito histérico de algunos niños. Desesperante, como para tomarse de los cabellos. No hay mesura que valga en estas situaciones. 

Por mí,  que destinen a estos pajarracos del demonio a cualquier horno respetable; aderezados al vino, a la naranja, o a cualquier caldo que se le ocurra al chef. Para ser sinceros,  no los soporto ni en paté o foie gras, aunque digan los franceses que es una delicatesen, como que se comen a los babosos caracoles los muy crudos. Scargots a la Perignon, o como se dirá gastronómicamente chic una vulgar receta de “patas de puerco en salsa de arándanos”, pregúntenle a Hitchcock, que él sabía muy bien cómo “ensalzar” la alta cocina francesa. Para los galos contemporáneos, cualquier bicho atizado al fuego no es ningún moco de pavo. No, definitivamente no. 

Muy chic el título del post, ¿no?, disculpen la gratuidad y el mal gusto de evocar la belleza y tranquilidad de la medianoche. No es ninguna excusa poética. Sencillamente es la coincidencia del momento en que me quejo de estos emplumados. Tan simple como eso. ¿O será la traición de mi cerebro colonizado por algún título de cine que suene tan cool como “Midnight in Paris? Pues bien, ahora mismo voy a escribir al Viceministerio de Descolonización, no vaya a ser que se me acuse de discriminación a los hermanos mayores de los patos. La cosa es seria, aunque no crean, en nuestro imperio plurinacional,  en primer lugar, están las mariposas, las hormigas, están las estrellas, nuestros cerros y en último lugar está el hombre”, y cuando lo dice el Canciller del Estado, hay que tener cuidado de dónde se está pisando. Aunque a la vuelta de la esquina, el compañero Evo insista en meterle tractor a la selva, por más que sea ilegal. ¿Parque nacional dijo?... que le metan nomás, ya legalizarán los abogados, que para eso han estudiado ¿o no?
  

4 comentarios :

  1. Estimado José, encuentro en internet una buena forma de resolver tu enemistad con los gansos. Creo que lo mejor es que te los comas. La receta dice así:
    “Limpiar el ganso. Poner las mollejas (higado, riñones, cuello) en una olla de agua - 3/4 litro - con una hoja de laurel, sal y unos granos de pimienta. Tapar y hervir a fuego moderado durante 2 horas.
    “Cortar las manzanas y cebolla, y quitar huesos de las ciruelas pasas. Picar las avellanas, mezclar con las ciruelas, cebolla y manzanas y rellenar el hueco del ganso con esta mezcla. Meter también unos ramitos de tomillo y romero…”
    Y sigue y sigue en forma interminable, porque es dificil enmascarar el olor a salvaje que tienen estos bichos. Si quieres la puedes encontrar en Google. Por mi parte, te copio el vínculo con un clip en Youtube sobre un hombre atacado por un ganso que es muy cómico. Te tienes que tragar un aviso publicitario antes, pero vale la pena.
    http://www.youtube.com/watch?v=Ffh0LtnJvl8

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  2. Hola , apreciado José. Vuelvo después de una semana de pasar dificultades con la red. De hecho, no solo se extravió mi recién recuperado blog, sino que me fue imposible ingresar al suyo un comentario sobre las protestas de los policías bolivianos.
    A propósito de perros y gansos, los campesinos colombianos tienen una visión pragmática del asunto :Además de poner huevos y del carácter comestible- a pesar de la dureza- de su carne, la alimentación de los gansos (las ocas de las fábulas) resulta más barata. Y si además sirven para espantar los ladrones a punta de graznidos o dolorosos picotazos resulta claro que los perros, a pesar de su promocionada " fidelidad", salen mal librados.

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  3. Tu jugosa recomendación, caro Lalo, por alguna razón me hace recuerdo a alguna receta de la escritora mexicana Laura Esquivel, claro que ella se centra en las codornices con pétalos de rosas. Seguramente sabía muy bien que la carne de ganso, aparte de ser dura no debe ser muy apetitosa. Por cierto, solo he probado carne de pato, preparado al horno y comprobé que su consistencia es algo sosa, asi que no se me antoja probar ganso que debe saber parecido. Gracias por el video, realmente es impresionante la agresividad de estos bichos, hasta había olvidado que pueden volar y atacar por arriba donde resulta dificil defenderse.

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  4. Lamentablemente el problema de hacer ingresar su comentario a mi sitio web persiste, estimado Gustavo, se sigue destinando al buzon de spam, aclaro que yo no toqué nada en el editor de mi blog, en fin, espero que su blog se normalice y mejore la comunicación, le agradezco el esfuerzo por comentar a pesar de los inconvenientes.
    A propósito de perros y gansos, como usted apunta, los chuchos no solamente salen mal librados a la hora de defender a su dueño, sino que tambien en encontronazos con estas aves, que de amistosas solo las encontramos en los cuentos infantiles. He visto que nuestros perrunos amigos huyen incluso de algun gallo envalentonado. Otro apunte, acabo de leer que se acaba de inventar una cerveza sin alcohol para perros, con sabor a pollo y carne según dice la noticia. Tal es nuestra insensatez que pretendemos adaptar a todo bicho a nuestro estilo de vida.

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