06 octubre, 2012

6 Cuando criticar se ha vuelto delito: el caso de la diputada Adriana Gil


Foto: APG
En qué tiempos viviremos, que llamar “mentiroso y desleal” al primer mandatario por “haber traicionado a los indígenas del TIPNIS”, le ha significado constante acoso político a una diputada de oposición. Todo el aparato oficialista buscando suspenderla de su curul.  Yo no tengo recuerdos de la última dictadura militar, era apenas un crio. He crecido durante treinta años ininterrumpidos de democracia. En ese lapso no recuerdo que alguien haya sido perseguido o encarcelado por sus ideas, por disparatadas o irrespetuosas que sean. 

Ahora resulta que fiscalizar a las altas autoridades puede ser peligroso. Cualquier ciudadano que se atreva a acusar a los poderosos de turno, puede ser enjuiciado por el delito de desacato, curiosamente una figura legal aprobada durante las dictaduras y que ahora cobra mayor vigencia en el gobierno de Evo Morales. Son innumerables los casos de autoridades y políticos contrarios que han sufrido la acción de la justicia, siempre ágil a requerimiento del gobierno. Y claro, luego nos hablan de democracia, de derechos civiles y de igualdad de género.

El gobierno se ha llenado de funcionarios acomplejados y resentidos que han tomado el papel de la Inquisición a la inversa. Comenzando su labor purificadora por señalar a ciertos libros de racistas. Si fuera por ellos, gran parte de la literatura nacional pasaría por la hoguera por el simple hecho de que no fue producida por indígenas. Para eso aprobaron la reciente Ley contra el Racismo y Discriminación, que lejos de perseguir su cometido, busca silenciar a las voces críticas. La diputada Adriana Gil es el caso más notorio: ella tiene la audacia y la energía juvenil para denunciar los constantes atropellos a los derechos humanos por parte del régimen masista y reprochar la conducta autoritaria, procaz y torpe del presidente: en una entrevista televisiva lo tildó de amoral y de que no reunía las condiciones para asumir la presidencia. Si no fuera porque es una congresista ya estaría en la cárcel. 

En una muestra de servilismo aberrante, el viceministro de Descolonización, impulsó un proceso en la Cámara de Diputados en contra de la legisladora por sus declaraciones “racistas y discriminadoras” contra el presidente Morales. Meses de inútil discusión ideológica en un país que tiene otras urgentes prioridades. ¿En qué diccionario dice que llamar corruptos, ineptos, incapaces, mentirosos, inmorales, etc., a las autoridades, constituye racismo? En contrapartida, ¿quién habló de enjuiciar al presidente cuando en sus discursos califica a la oposición de delincuentes políticos, vendepatrias, ladrones, lacayos del imperio y otros epítetos aprendidos de memoria? Él, desde su pedestal no tolera ninguna voz contestaria, y cada vez que suelta la lengua más de la cuenta, sus ministros y cortesanos tienen que correr apresurados a explicar los entuertos del jefazo. O peor aún, convertirse en los mensajeros de la ira del presidente ante cualquier publicación que no es de su agrado. Dos diarios y una agencia de noticias de mucha tradición, aguardan proceso judicial por publicar lo que supuestamente no dijo el mandatario. Acusaciones sin fundamento que se pierden en simples meollos lingüísticos. Pero cualquier recurso vale para meter miedo y empujar a los medios a practicar la autocensura, como viene ocurriendo con varias publicaciones digitales.

Volviendo al asunto, parecía que el rodillo oficialista se iba a imponer y, según cuenta la diputada, ya tenía hasta las maletas preparadas ante su inminente expulsión del Congreso.  Parece que el discurso final de la afectada sacudió las conciencias de los parlamentarios, minutos antes de la votación. Fiel a su estilo combativo,  les recordó a los acusadores: “esta mujer puso el pecho para que los indígenas entren a la plaza de Santa Cruz y a mí me vienen a hablar de discriminación”. Y a continuación les refrescó la memoria sosteniendo que ella y su familia habían apoyado económicamente a la campaña de Evo Morales, además de ganarse muchos enemigos por defenderlo antes de que sea presidente. Y más aún, explicó que Evo, el vicepresidente y otras autoridades habían estado como invitados a su casa en una ocasión. La descomposición ideológica es tal en el partido gubernamental que ahora se ensaña con antiguos aliados suyos. La lealtad no paga en política.

La Comisión de Ética de la Cámara efectuó su veredicto hallándola culpable y sometió a la votación final como manda el reglamento. La presidenta ya se frotaba las manos y sonreía segura porque pensaba que el expreso deseo del jefazo se iba a cumplir como siempre. Pero hete aquí, contabilizando los votos, no se logró los dos tercios requeridos y a continuación los diputados opositores prorrumpieron en vítores y aplausos. La diputada Gil no cabía de gozo y orgullo. El  oficialismo había sido derrotado por primera vez en su cancha. La cara desencajada de la presidenta habló por sí sola mientras soltaba el martillazo final, como a un goleador que se le escapa el balón en la línea de gol. Lo inaudito. Según se relató después, dos ovejas negras del rebaño oficialista no habían cumplido la consigna y otras estaban ausentes, amén de que todos los opositores presentes, sin importar sus colores, habían votado en contra.  El abuso de poder había sido frenado aunque sea por un tiempo.

Ahora en el partido de gobierno se habla de indisciplina y de posibles sanciones. Llegarán, eso es seguro. Ojalá hubiese más indisciplinados que simples levantamanos.  


6 comentarios :

  1. Está visto que la política "funciona" igual en todas partes, josé; el poder corrompe; da lo mismo si son de un signo o de otro y a quien lo denuncia se le persigue; lo que ocurre, es que es más triste cuando no lo esperamos. En cuanto a la democracia, quien hace la ley hace la trampa; así que siempre se encuentra la forma de reprimir los derechos, amparándose en ella.
    Te felicito por la entrada!
    A propósito...me puse las pilas.
    Hasta pronto. Un abrazo

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  2. El gran problema de nuestras viejas " Banana republics" reside en que la democracia se reduce a la simple mecánica electoral. Avalados por el voto ciudadano, los caudillos con ínfulas mesiánicas no tardan en cometer todo tipo de tropelías, empezando por la de silenciar a los disidentes. Los casos de Chavéz en Venezuela, Correa en Ecuador, Uribe en Colombia y Morales en Bolivia resultan bastante ilustrativos de esa tendencia.

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  3. Hola de nuevo, amiga Selegna. Eso de que el poder corrompe es tan común, tan antiguo, tan cotidiano, que ya nos hemos acostumbrado y hasta muchas veces ya ni nos mosqueamos, como si fuera una parte inherente de los políticos y por lo tanto tolerable hasta cierto punto. Todavía recuerdo, cuando estaba en tu país, una frase famosa de un político del PP, Zaplana creo que se llama, cuando decía: yo estoy en política para forrarme. Y el pícaro luego se paseaba como si nada, con una sonrisa que me causaba repugnancia. Cuánta razón tienes, en nombre de la democracia se producen los peores y más cínicos atropellos, especialmente a la libertad de expresión.

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  4. Así es, estimado Gustavo, esto del mesianismo está llevando al descalabro institucional de nuestros “pobres” países, en manos de gobiernos absurdos como los llama un académico peruano. Será casualidad o no, que justamente todos estos regímenes son discípulos de la dictadura cubana, un régimen especialista y curtido en años en aquello de perseguir y silenciar disidentes. Y cuando oigo que a Bolivia llegan asesores castristas, disimulados como especialistas en educación o medicina, inmediatamente sospecho de sus propósitos. Por lo visto ayer en Venezuela, parece que el baile populista continuará por mucho tiempo, y lamentablemente seguirán llegando los cheques venezolanos para que Evo Morales siga repartiendo entre sus incondicionales, y seguir construyendo canchas de césped sintético, aun en los lugares más inverosímiles.

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  5. Si tomamos como ejemplos casos similares en otros países de nuestra región, el poder castigara a los rebeldes y esperara la oportunidad de volver a la carga. Lo que espanta es que invierte una enorme energía política en un asunto que no debería importarle, pero la susceptibilidad es una característica innata de los regímenes personalistas. !Que lástima!

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  6. Cuánta razón tienes, estimado Lalo, es increíble la cantidad de recursos, especialmente humanos,(viceministros, fiscales) que mueve el gobierno de Evo para silenciar a los criticos con su régimen, hasta por minucias. Y últimamente se están estrellando contra el periodismo y los medios, acusándolos de que tergiversan las palabras del presidente, y por lo tanto mienten.Pero no es que hay que interpretar nada, si el mismo Evo se pone en evidencia cada vez que se explaya en sus discursos. Malos tiempos para el periodismo, ahora ya no queda ni un solo programa de opinion en Tv. de alcance nacional, es tanta la presión que se han visto obligados a cerrar.

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