Esta jornada desperté con la noticia de que había sido Día
de la Mujer a nivel nacional. Sin previo aviso, de la noche a la mañana, el
Ministerio de Trabajo declaró asueto para todas las féminas de este país para
que se “festejen”, tengan un “día bonito”, “la pasen muy bien” y no sé qué
otros floridos deseos que las autoridades acostumbran desparramar con si fueran
confetis. Suena a burla que el improvisado feriado sólo alcance a las empleadas
del sector público y de las pocas empresas privadas. ¿Y qué hacer con ese 80 %
de la economía que sobrevive de la informalidad? ¿Dónde está el beneficio para
esos miles de negocios unipersonales (la mayoría dirigidos por mujeres) que viven
del día a día? ¿Ellas podrán dejar tirado el negocio, así sin más, y marcharse
a casa como las “hermanas” ministras, diputadas y concejalas para gozar de un día
de descanso?
¿Y nuestras ocurrentes autoridades sancionarán, por ejemplo,
a los directores de los canales de televisión por dejar que las presentadoras
de noticias sigan efectuando su trabajo como todos los días? ¿Y qué sucede con
los kínderes y primeros grados de primaria, cuyos planteles están conformados
mayoritariamente por mujeres? ¿Y qué con los hospitales y clínicas, las doctoras
y enfermeras dejarán de atender a sus pacientes? ¿Y quién paga el desajuste que el decretazo
provoca en las empresas privadas, envueltas en el dilema de enviar a sus
trabajadoras a casa o verse en la situación de tener que remunerar como si
fueran horas extras? ¿Así se pretende igualar las oportunidades laborales entre
ambos sexos? Salta a la vista que el día de mañana, los empresarios se la
pensarán mucho antes de contratar a más mujeres.
Así vamos de absurdo en absurdo, con un gobierno empeñado en
mostrar su cara supuestamente progresista y despatriarcalizadora, con acciones
que lejos de combatir la lacra del machismo de manera efectiva, al contrario,
la camufla bajo el paraguas de la corrección política. ¿Qué tendrá de especial
el ser mujer, o varón, o adolescente, o niño, o niña, ya que estamos en tiempos
de lenguaje redundante? Más bien, en estas iniciativas traídas de los pelos subyace
cierta condescendencia y hasta superioridad moral hacia la mujer (te doy el día
libre sólo por ello). Aun más, al agasajarlas (mimarlas y colmarlas de regalos)
en una jornada especial es como si pretendiéramos pedirles perdón por la violencia
ejercida contra ellas (ningún sector de la sociedad se salva, pues las estadísticas
revelan que 8 de cada 10 mujeres bolivianas han sufrido agresiones alguna vez).
Estos vergonzosos datos nos ponen a la cabeza de toda Latinoamérica, y los gobernantes
lejos de ejercer autocrítica más bien hablan de festejar antes que emprender programas
y políticas de auténtico calado.
Promulgando leyes exclusivas (como la Ley 348, que establece el delito del feminicidio) no vamos a cambiar una sociedad inmersa en profundas
convicciones machistas. Ni creando unidades especiales contra la violencia de género
y relacionados. ¡Qué bonito suena lo de “Ley Integral para Garantizar a las
Mujeres una Vida Libre de Violencia”! cuando no se garantiza mínimamente un presupuesto
digno para la Fuerza Especial de Lucha contra la Violencia (FELCV), cuando ni
siquiera se dota con ambientes adecuados y herramientas suficientes a las defensorías
y otras instituciones encargadas. Ni hablar de las fiscalías (que según algunas fuentes no tienen ni papel de oficina para formalizar las denuncias), jueces y
funcionarios que no cuentan con la formación idónea para atender estos casos. La
burocracia, muchas veces, lejos de prestar ayuda oportuna a las víctimas
contribuye a estigmatizarlas, de tal manera que en la mayoría de los casos las
denuncias no llegan a buen puerto. Con estos antecedentes, muchas optan por
guardar silencio y proteger a sus agresores, conscientes del penoso calvario que
les aguarda en la vía judicial.
Se habla mucho de soluciones integrales y han corrido
demasiados ríos de tinta acerca del tema. Todos quieren sanciones severas para
los violentos y feminicidas, con llenar las cárceles creemos que vamos a frenar
la tragedia (en lo que va del año, 18 mujeres han sido asesinadas, sólo en
Cochabamba). Nadie parece detenerse a reflexionar y poner énfasis en la prevención.
Habría que empezar por cambiar la educación, comenzar desde cero, machacar con valores
y principios actualizados a las nuevas generaciones (con la gente adulta y
retrógrada no hay remedio) si es que pretendemos como país volver a la senda de
la civilización.
Apreciado José . No sé si se habrá fijado en la proliferación de eventos enfocados a las llamadas "Minorías"( de hecho, allí subyace una forma velada de discriminación).
ResponderEliminarPor ejemplo, los concursos de literatura femenina. ¿A cuento de qué? ¿no resulta más respetuoso dejar que sus obras participen en cuanta convocatoria se abre y que la valoración la defina la calidad y no el género?
Igual sucede con el tal "lenguaje incluyente". Toda esa manía farragosa y cacofónica de ellos y ellas, los ingenieros y las ingenieras, los bolivianos y las bolivianas no es más que un disfraz para velar lo que en realidad importa : las grandes injusticias y los profundos abismos existentes en nuestras sociedades.
Concuerdo plenamente con sus apreciaciones, estimado Gustavo, las políticas de género están de moda y muchas veces las actividades o certámenes organizados por sus promotores desafían la sensatez o el sentido común. Hablando de lenguaje incluyente, en alguna parte he leído que un periodista o gramático emprendió la tediosa tarea de revisar las casi 300 páginas del documento del acuerdo de paz en Colombia, que al parecer estaba plagado de vocablos redundantes, tanto que al suprimirlos finalmente había logrado ahorrar unas 90 páginas, si mal no recuerdo. Ay, si viera nuestra reformada Carta Magna, se aburriría al rato como el resto de ciudadanos y ciudadanas bolivianos y bolivianas. Uf, menudo galimatías me ha salido.
Eliminar"merecía morir", dice a menudo el zafio Hyde cada vez q llegan a sus inclementes oidos esos pintorescos casos d pirujas asesinadas. D hecho, justamente hoy, escuche del caso d una pirujita quinceañera q por ir a pasarla bomba libando licores y divertirse con su chango y otros idiotas, acabó bien muerta y tirada en una alcantarilla d totora. Alucinante.. Triste?? No. Para nada. Mas bien comprensible, dice el zafio.
ResponderEliminarY cosa alucinante es tb la forma, ese raro orgullito q se percibe en esas burras pirujas defensoras d causas pelotudas "pro-mujer" cuando hablan d "mujeres en situacion de violencia" o d "feminicidios" a ritmo d epidemia. Como si estuvieran descubriendo idioma o dignificando al lenguaje.. Para la estaca un sinfin d pirujas. Tanto esas como las q se dejan matar. Lo burro definitivamente reina en este mundo.
Y alguito más: ojalá pues -como bien sentencias tú- el total d pirujas "víctimas d violencia" se preocuparan más en educarse o en "auto-cuidarse" en lugar d andar chupando o consiguiéndose imbéciles a los q perpetúan tras fornicar entre alcoholes y perréo..!! Pero no. Prefieren pasarla bomba y atestar boliches o acosar vergonzosamente giles como el del caso kushner d la paz (la piruja esa por rastrilla, pues acabó tb merecidamente tiesa). Entonces, siendo tan mensas en ocuparse d huevadas y/o perseguir a bestias, merecen nomás pues morirse. Así lo dijo el zafio. Yo solo transcribo sus lúcidas palabras.
Abrazos mi amigo.
Es risible el neolenguaje que acostumbran usar los paladines de la corrección política. Ni los perros callejeros se salvan de ser humanizados a la fuerza, habrás oído alguna vez a los animalistas referirse a ellos como “animales en situación de calle” , siguiendo la estela de los que llaman “personas en situación de calle” a los vagabundos. Y así hasta el infinito andan inventándose nuevos términos para dorar la píldora. Es terrible lo que ocurre en nuestro país con respecto a la violencia de género, ni el endurecimiento de las penas logra disminuir la epidemia (mientras en la ciudad marchaban grupos exhibiendo su orgullo femenino, no muy lejos enterraban a la joven asesinada por su pareja en Sipe Sipe). Los casos que citas, son una muestra clara de que la problemática es a todos los niveles, algo falla con la educación y formación de principios y valores para convivir en sociedad. Son las taras del subdesarrollo en el que estamos inmersos. Lo único que hacemos es rasgarnos las vestiduras cada tanto y organizar marchas de condena. Parte del problema, como bien remarcas, está en las mismas familias que no vigilan y aleccionan adecuadamente a sus hijas. Pero claro, resaltar esto suena a machismo para los feministas. Un abrazo.
Eliminar