22 junio, 2011

1 De dietas mediterráneas, siestas y otras alegrías perdidas


Hay tantas palabras para un sentimiento único pero ninguna tan exacta, tantas aproximaciones ninguna cercana: nostalgia, añoranza, morriña, melancolía,etc. Todas suenan tan agradables como el olor de tierra mojada, pero ninguna alberga un consuelo suficiente, mas bien un lamento de haber dejado algo valioso e incontenible como el agua que huye de la mano. Aquello que no apreciabas cuando lo tenías al alcance de la mano  y has dejado atrás irremediablemente. Hoy lejos, sólo queda la sensación de haberlo vivido, la inembargable emoción que alimenta el espíritu el recordarlo y el indescriptible mal sabor de boca de haber dejado todo aquello atrás. Sería interminable describir todos estos recuerdos, así que vayamos resumiendo como dice el gran Joaquín Sabina.
Me jode no poder ir a trotar al amanecer junto a la playa cuando asoma el verano y el aire limpio de la costa mallorquina que invita a la contemplación. ¡Era la leche!,  ver salir el sol coloreando el mar.
Me jode no poder atiborrarme de aceitunas rellenas y frutos secos, y en el desayuno hincarle el diente a un pedazo de queso maduro de cabra o degustar chorizo curado de Pamplona. Acá no conocemos eso que se llama charcutería, salchichería alemana si acaso.
Me jode no poder elegir los  mil y un sabores de yogur que me gustaba contemplar en las estanterías españolas: bebibles, afrutados, cremosos, alemanes, griegos, españoles, franceses. Después  no me digan que la Unión Europea no sirve para nada.
Me jode no poder encontrar el clima ideal para echarme una siesta como acostumbraba en la costa mediterránea, aquí en mi tierra no me sale a cuenta, lo he intentado pero el enrarecido clima invernal, el smog   y el puto ruido urbano me lo impiden.
Me jode no poder disfrutar de domingos de fútbol con los amigos sobre el gramado que parecía una alfombra en pleno verano y tener la playa al alcance de la mano. Impagable placer para el cuerpo agotado.
Me jode no poder agarrar la bicicleta para recorrer el par de kilómetros al Super y comprar una bolsa de 2 kg de manzanas francesas, verdes y crujientes. Acá sólo tengo manzanas chilenas harinosas, una mierda que sabe a corcho.
Me jode no poder enterrar mis latas de cerveza en la húmeda arena de la playa para luego degustarlas, panza al aire después de un chapuzón. Mi patria tiene montañas, no mar, decía un poeta local.
Me jode no poder oír en la radio a algún locutor esos neologismos antológicos como espiderman o wifi u oír nombres tan gastronómicos de cantaores de flamenco como Manzanita, Camarón de la Isla, Tomatito o El Cigala. Acá estoy hasta los cojones de cumbia y reggaetón. Hasta en los gimnasios, oiga.
Me jode no poder ligar sencillamente sin pasar vergüenza.  Acá todo es tan burocrático y siempre el varón hace todo el trámite, el día que una chica me invite a salir  va a llover café en el campo.
Me jode que acá me pregunten quiénes son los Héroes del Silencio, Manolo García o los Celtas Cortos, y de paso me miran como bicho raro cuando digo que no me gustan la Oreja de Van Gogh o Alejandro Sanz.
Después de todo esto, ¿qué queda?, un universo amargo, sólo el silencio o casi nada si no fuera el consuelo de oír "Rock and Roll"de Gary Glitter para coger fuerza o  a Creedence Clearwater Revival  para alimentar estoicamente la tristeza … ¿has visto siempre llover?, por lo menos aquí sólo en verano, hasta que se caiga el cielo.

1 comentarios :

  1. Sí que te veo jodido en este artículo, amigo José :). Muy simpático.
    Un saludo.

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