Mis ojos han visto lo que mi cámara no fue capaz de registrar |
Anteayer desde mi terraza presencié uno de los atardeceres
más bonitos que yo recuerde. En esta ciudad de cielos cenizos y espejismos
hirvientes a ras de asfalto, no es cosa de todos los días tropezarse con
ponientes sonrosados y nubes anaranjadas. Parecía que el sol explotaba tras
esas montañas como si fueran el confín del planeta. Más allá me figuraba el
vacío, la nada, la oscuridad, la agonía. Perdón por estas insinuaciones
poéticas y por robarle el título a algún romancero de bolsillo. Iba a seguir
con las mismas ensoñaciones, pero me sale humo.
Porque no hay cosa peor para un despertar que una mañana
sabiendo a cosa quemada, a hollín industrial, a chimenea atascada. Me levanté
como de costumbre, con ganas de comerme el mundo, condición indispensable para
degustar un generoso desayuno. Pero el ambiente sabía raro, justo como las
horas siguientes a una Noche de San Juan, en la que una humareda generalizada se
apodera de la ciudad de tanto atizar los chorizos parrilleros al unísono y,
sobre todo, de tanto reventar la cohetería china como sustituto de las
multitudinarias fogatas de antaño.
No sé si las autoridades se habrán enterado, pero esta mañana
el cielo amaneció a medias encapotado y no precisamente por las lluvias que se
han ido hace rato de este valle polvoriento otrora el granero de Bolivia. Me
duele hasta el alma ver siluetas espectrales de manzanos cubiertos de fino
polvo en huertas abandonadas de Vinto. Antes todo ello olía a brisa de maizal,
a vacas lecheras, a florecientes alfalfares. Hace dos días me quedé contemplando
unas fotografías que el tiempo estaba borrando lentamente: inverosímil que en
otra época el tranvía discurría entre sauces llorones, molles y eucaliptos. Imagino
a las gentes de esos tiempos saboreando el aire con ráfagas suaves de resinas
olorosas y todo aquello que retrotraen los bosques. Imagínense hoy malamente
sentados en microbuses malolientes y, para el colmo, ser periódicamente
azotados por el escape de algún vehículo diesel que nos antecede. ¡Cómo nos
hemos jodido la existencia entre siglo y siglo!
No, definitivamente las autoridades no se han enterado de que
esta mañana el aire sabía a mierdoso humo. Porque ahí los vi frescos en televisión
asegurando que “el aire contaminado no ingresó a la ciudad” luego del infernal
incendio que se desató en el botadero de K’ara K’ara donde centenares de llantas
fueron devoradas por las llamas. Todos los bomberos de la ciudad y otros
voluntarios estuvieron batallando por horas para enfrentar un escenario que parecía
el descalabro de un pozo petrolero. Densas columnas de humo negro daban cuenta
de que allí se cocinaba algo terriblemente tóxico que requería mascarillas. El alcalde,
como siempre dando la cara -desde gigantografías hasta voraces spots
televisivos-, apareció al pie del cañón, quiero decir al filo de la hoguera;
camuflado bajo una máscara de operario no obstante lo reconocí por los
mofletes. Cualquier camión que tenía pinta de cisterna fue trasladado al lugar
que hasta la PIL (planta industrializadora de leche) movió uno de los suyos,
falta saber qué líquido habrá llevado.
Dicen que nuestro cielito lindo no ha sido afectado de
ninguna manera. Que por los buenos dioses no ha soplado ni brisa ligera ni ha llegado
el negro manto de la humareda. Que las partículas suspendidas en el aire no han
de caer sobre nuestras cabezas. Que los índices de contaminación permanecen
estables, afirman los ingenieros medidores y sus extraños aparatos. Que no pasa
nada. Pero pasa que el cielo ardió como nunca a lo lejos, pero no tan lejos. Quiero
seguir escribiendo, pero me sale humo. Ay, si Vallejo supiera.
Algunos genios sugieren que esta densa humareda es inofensiva (Los Tiempos) La prueba de que las autoridades viven por encima de las nubes |
" Espejismos hirvientes a ras de asfalto", qué bella manera de iniciar un relato sobre el fin del mundo, apreciado José. Digo, porque para mi las llantas quemadas, su humareda densa y su olor a mierda de diablo siempre han sido algo así como una muestra gratis del apocalipsis.
ResponderEliminarDe manera que su constraste entre la belleza del atardecer y el incendio en cuestión constituye toda una intuición poética sobre lo que el escritor colombiano Álvaro Mutis llamaba " Los elementos del desastre".
Usted lo ha precisado bien: si sale algun aliento poético es por pura intuición o chiripazos de algun poso que ha quedado de lecturas antiguas. A Mutis he oído a través de otros artículos de colegas literatos pero nunca me he topado con un libro suyo. Cosa extraña, hasta me figuraba que era español tiempo atrás. Habrá que ponerse al dia.
EliminarSiempre hundiendo el dedo en la asquerosa llaga d nuestra actualidad! Y eso q me perdi un buen par d textos.
ResponderEliminarMucho se ha dicho d este atroz incendio. La infame jefa narcobarzolina esa creo q hasta sugirió un autoatentado.. Y claro, como era d esperar el mariposón q tiene d alcalde esta sufrida tierra hizo todo un negocio del desastre pirómano. Hasta casi le aplaudí tras verlo por los noticieros en primera linea, batallando la asesina humareda, con camisita d color claro y sin más protección q una miserable mascarilla antigripal y ordinarios guantes d albaco, alzando pesadas llantas, lagrimeando por los humos, dirigiendo con la voz quebradita.. Pero claro, este arribista hijoeputa tenía planificada toda una peliculanga d épicos alcances tras haber hecho del lugar un oportuno set d filmación. Otro soberbio as bajo la tanga.. Y a los dias vimos recien el impensado producto: no habian sido casuales la camisita clara ni los mocos pa q el ñato resalte bien entre todos los bomberos y otros voluntarios d ropajes muy grises. No habian sido casuales sus improvisados equipos d protección personal. No habian sido casuales sus acciones y premeditadas ubicaciones.. Pues ahí lo vemos ahora, como todo un denodado héroe en esa nuevecita propaganda q emula las exitosas como archicostosas mañas mediáticas del cocalero sin nadita d verguenza (es q claro, pa eso lo asesora el alex contreras). Viendo semejante bajeza, hasta le doy razón a la barzolina acusadora.
"Nos jodimos la existencia entre siglo y siglo", dices José.. Más jodimos al planeta pienso, pues nuestra existencia -como especie- es absoltamente inmerecida. Y solo pa muestra, lo q el mismo contreras dijo d los arbolitos q se mueren (asesinados) en la plaza principal: "han cumplido su ciclo..Y cuando las plantas cumplen su ciclo, se mueren.." Carajo q a ese asno una harto astillada estaca en el culo debiera informarle q tb ya él hace mucho cumplió su ciclo. Cosa increíble, como si las plantas se pusieran d acuerdo y dijeran "bueno hermanas, es hora d hacer k'er en tres, dos, uno.."
Ahi está lo "revitalizada q nos dejaron la plaza esta manga d arribistas y reciclada basura bípeda. Gruesos delitos ambientales d los q nadie en los noticieros se atreve a inculpar. Delincuentes somos todos, por acción y omisión.
Abrazos.
Antes de publicar el post, vi al ubicuo alcalde saliendo en camisa blanca, toda manchada, y casco verde en algunas imágenes de los medios de comunicación. Si por entonces ya parecía un denodado figurón luchando codo a codo con los bomberos, ver el posterior spot que sacaron me revolvió el estómago por lo repulsivo del asunto. Este ridículo personaje ya superó al mismo Linera y sus saquitos de fideo al hombro en medio de la inundación del Beni de un año atrás. Parece que se llevó todo un equipo de filmación, como bien sugieres, todo bien preparado para que él sea la estrella en medio del desastre. Detalles en primer plano tales como mover llantas con sus delicadas manos, indicando a un camión aguatero como si fuera un sacrificado ayuco y hasta abrazando paternalmente a un trabajador cansado son para reventar de risa por sus dotes actorales. Menos mal que no hubo muertos o heridos, sería capaz hasta de aparecer poniendo el hombro a un ataúd o curando heridas personalmente. Parece un alumno aventajado del cacique cocalero, más preocupado por seguir en campaña y llenarse de propaganda con su casco infaltable para que la gente vea que es un alcalde bien trabajador. No te extrañe que cuando la juez del caso del puente colapsado dé la orden de demolición el oportunista de Leyes aparezca empuñando un mazo a lo Thor en camisa remangada. Paisito del más retorcido surrealismo tenemos.¿Podremos salir algun dia del infantilismo perpetuo?. Como siempre, tus parrafadas no tienen desperdicio, estimado amigo. Abrazos.
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