Marchistas y personal de apoyo, en pleno altiplano (Página Siete) |
Ayer, bien temprano veía que nuestro bien amado caudillo se subía
a su invencible aeronave El Falcon
Millonario para llevar ayuda humanitaria a los damnificados por el
terremoto de Ecuador, según titulaba la pantalla del canal oficial. No sé qué géneros
habrá podido meter entre los asientos lujosos de la cabina, quizás papel higiénico
que hace mucho bulto y no pesa, ni tampoco raya la fina pintura del fuselaje. Que
sepamos no llevó más que al ministro de Defensa, a su periodista de cabecera y a
algunos edecanes y guardaespaldas. Así que con algo tuvo que rellenar el
espacio sobrante del avión que, como sabemos, tiene la capacidad de llevar un
equipo de fútbol completo. Menos mal que al emperador de las 36 naciones no le
gusta leer que si no se haría transportar los periódicos con canillita y todo,
como acostumbraba su amiga Cristina Kirchner.
No hace mucho leía en un artículo que el presidente Morales ya
batió el récord de las diez mil horas de vuelo, que en millas o kilómetros equivaldría
tranquilamente a haber efectuado varias vueltas a la circunferencia de la
Tierra. Afirmaba la misma publicación que el costo total de operación del avión
presidencial alcanzaba a diez mil dólares por hora de vuelo. Diez mil por diez
mil hacen cien millones. ¡100.000.000 de dólares! , con todos sus ceros para que
nos hagamos una idea del bochornoso despilfarro en un país tan pobre como
Bolivia. Viajes que en su gran mayoría sólo fueron para promocionar la imagen
del caudillo en el exterior y para hacer campaña permanente fronteras adentro. Y
pensar que hay demasiadas escuelas que no tienen instalaciones básicas o
suficientes pupitres.
Únicamente nuestro inconfundible caudillo sabe llegar con
estilo a cualquier lugar, incluyendo a sitios de desastre. Parece que los ecuatorianos
requerían urgentemente de su presencia personal para levantarse de las ruinas
antes que el indispensable apoyo material. Para glorificarse llevó un carguero
de la Fuerza Aérea con toneladas de vituallas y medicinas. El trayecto La
Paz-Quito supone alrededor de tres horas de viaje. Entre ida y vuelta el FAB-001
se tragó al menos cincuenta mil dólares de las arcas del Estado. Ese dinero
hubiera servido para enviar otro avión con vitales suministros como agua embotellada,
leche en polvo, frazadas, etc. Pero qué diablos, importaba más que el
presidente fuera a darle un abrazo a su colega Rafael Correa y sacarse la foto juntos
en el aeropuerto, entre alfombras y honores militares.
Coincidentemente, el mismo día, la Marcha de Personas con
Discapacidad arribaba finalmente al centro paceño luego de un tortuoso
recorrido de cuatrocientos kilómetros entre Cochabamba y la sede de Gobierno. Durante
semanas este colectivo tuvo que soportar las inclemencias del tiempo, y más aun
la indiferencia y escarnio de ministros y otras autoridades que hicieron oídos sordos
a sus demandas, a las cuales tildan de irreales y de querer poner en peligro
toda la economía del Estado. Si el régimen se desvive en construir sedes
sociales a sus sindicatos afines e incluso en obsequiarles vehículos, computadoras
y otros privilegios, con mayor razón debería atender a los sectores más
vulnerables de la sociedad. Maldita ocurrencia de los discapacitados, casi todos
sin empleo, la de exigir un bono mensual de 500 Bs (unos 70 dólares), para
sobrevivir con algo de dignidad, aducen ellos. No hay plata, sentencia con
pasmosa facilidad el gordo ministro de Economía y Finanzas, con la misma
ligereza que abre la hucha para los viáticos del mandatario.
Eso sí, por algún don de la Pachamama,
el dinero fluirá como vertiente para los setenta millones que se estima costará
la nueve sede para la Asamblea Plurinacional, un suntuoso edificio de veinte
pisos de hormigón y cristalería que permitirá a todos los denodados diputados contar
con oficinas personales y salones de reuniones con toda confortabilidad en el agreste
clima de La Paz. Así como estará también muy feliz la Madre Tierra de que en su
seno levanten los rusos una central nuclear –vaya a saber de cuántas centenas
de millones de dólares- para dar un salto cualitativo de al menos tres décadas y
no perder pisada a los países más adelantados.
Cuatro semanas tuvieron que
aguantar los marchistas (los ciegos, los cojos, los de sillas de ruedas) todo
tipo de penalidades (cansancio, hambre, frio intenso en las alturas) para que
llegando a plaza Murillo los reciban con mallas metálicas a prueba de vándalos;
y como insistían en ingresar a la nueva Ciudad Prohibida, a los esforzados policías
no les quedó otra que rociarlos con gas pimienta para calmar su beligerancia,
pues habían convertido sus muletas y sillas rodantes en armas contundentes que ponían
en peligro la humanidad de los pobres agentes.
Discapacitada gasificada por revoltosa (foto Erbol) |
Apreciado José: no sea injusto : cómo va a privar al caudillo de sus viajes internacionales para darle ese dinero a los pobres. Al fin y al cabo, cien millones de dólares son poca cosa comparados con los beneficios que esa obsesión voladora puede traerles a los bolivianos. Piénselo y sea un poco más magnánimo.
ResponderEliminarAhora bien: eso es solo en Bolivia. Cuando imagino los miles de millones que se gastan nuestros gobernantes latinoamericanos en viajes sin sentido, experimento una suerte de vértigo tercermundista.
¡Ja,qué vaina!, ya está usted razonando como los acólitos del caudillo: Evo le ha devuelto la dignidad al pais y eso no tiene precio, ademas como Bolivia es una referencia mundial por sus hermosas reformas, en todas partes requieren su gallarda presencia para que su liderazgo se les impregne a los gobernantes de otras naciones. Asimismo, gracias a él los bolivianos gozamos de respeto fuera del pais, aseguran desde palacio, asi que la proxima vez que vea un boliviano por su tierra hágale una venia ipso facto, le puede traer suerte. Y mire que me olvidé mencionar el reciente segundo viaje del caudillo al Vaticano, seguramente para que Francisquito colme de bendiciones a nuestra amada republiqueta.
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