31 diciembre, 2010

0 Palíndromos para fin de año




Amó tonic, a plazos Al Pacino toma.
Ane pasó Navidad a rapé, separada diva nos apena.
Adore red efebo, robe Federer oda.
A la leprosa sacra marcas, a sor, pélala.
 Allá fina lata, cava catalán y falla.
AS: “O para lacra, Marca la raposa”.
A ser prosa lacra, “Marca” ¿la sorpresa?
¡Ay! acalla él, abra Bartolomé bemol, otra barba leal, lacaya.
¡Ay! adulas a vaca, cava saluda ya.
Da diván Remo, cerdo podré comer: ¡Navidad!
Eso, ¡pero ya! taladre “nerd” a lata, yo repose.
Habla Mario “Nobel”, oíd, dióle bono, ¿irá mal? ¡bah!
No braco “carbón”.
¿Novel? Ese Mario… ¿Nobel?, oíd, dióle bono… ¿irá mes elevón?
O coparé, soñá Ed, ni fama, fin de año será poco.
O lo será Lía, bailaré solo.
¿O no ve?, un año cedí, ni de coña, ‘nuevo’ no.
Ora “Rojo”, corre “Perro” cojo, raro.
Ora, rotaré tildes, sed literato raro.
Sea tenis: alada nena gane Nadal, así neta es.
Sebas: “isla él”, óyelo. Véala, “Margen al Evo”, novela negra mala, Evo leyó. Leal, sí sabes.
(A Bartolomé Leal, escritor de novela negra)
Ser damo cabal Cicerón, no reciclaba comadres.
Ya ves, enano Conan ese va… ¿Y?



24 diciembre, 2010

0 Los elegantes del fútbol


El rey de la elegancia
¡Ah! futboleros cuánto nos maravillamos al revisionar nuestros archivos videográficos o los que han tenido la suerte de asistir a inolvidables tardes de espectáculo sobre el gramado, para ver ‘pasear’ el balón entre los botines de los ‘elegantes del fútbol’. No estamos hablando de ‘futbolistas elegantes’ o de los mejor vestidos,  que es otro tema, más de tabloides o revistas del corazón, así que, los que vais de ingenuos pasad de este post.
Todos los futbolistas tienen ciertas características comunes. Algunos tienen corte batallador o gladiador, ‘jugando a muerte’ cada partido (Puyol, Ramos, Rio Ferdinand). Otros no sobresalen pero tienen oficio (Gattuso, Busquets, Cambiasso). Algunos son muy técnicos (Xavi, Iniesta, Messi,Nasri). Muchos  tienen el tipo atlético y son rapidísimos en el campo (Etóo, Drogbá, Cristiano Ronaldo). Algunos, son más bien toscos aunque efectivos (el madridista Pepe, el holandés de Jong). Pero existe una rara especie, la de aquellos jugadores que tienen una manera única de desenvolverse en la cancha, que los distingue del resto, es aquella que eleva el juego a niveles artísticos o de belleza plástica.

La elegancia futbolística, podríamos decir que es el estilo con garbo, imprimiéndole  al juego un toque de glamour, de fineza, de exquisitez. Es una cualidad o virtud reservada a pocos. Los elegantes nacen, no se hacen ni con mucho entrenamiento o escuela. Estos privilegiados poseen ciertos rasgos especiales, a saber:

  • Los elegantes no se caracterizan por la rapidez, la explosividad o la agresividad de juego. Son más bien la pausa, la tranquilidad, el cambio de ritmo, el control del juego.
  • En contrapartida son mentalmente rápidos. Son los pensantes del fútbol, anticipan dónde van a poner el pase.
  • Son los domadores del balón, los que miman la esfera, los sutiles a la hora de golpearla.
  • Son en su mayoría jugadores de corte mediocampista, aunque pueden haber delanteros finos o de corte defensivo (Paolo Maldini fue un defensa elegante).
  • Son los rompedores de la monotonía o mecanización en que puede caer el juego.
  • Los elegantes no van de sobrados, que tanto irritan a los contrarios (presumir una jugada bonita o pretender humillar al rival no tiene nada de elegante, CR7 e Ibrahimovic bien que lo saben).
Jugadores elegantes
Según leí por ahí, don Alfredo Di Stéfano era un prodigio de elegancia, aunque no quedan muchas imágenes de su juego.
El gran Johann Cruyff, su extrema delgadez le permitía ser rápido (una excepción) pero controlaba el balón con tanta maestría y corría con gran distinción.
Romario fue quizá el delantero más elegante. Era capaz de fabricarse jugadas de corte fino, ‘rompiendo’ la cintura a los defensas rivales y era tan sutil a la hora de definir que su juego parecía de un minicampo o consola de videojuegos, por ahí a Valdano-que entiende de fútbol- se le ocurrió decir que parecía un ‘jugador de dibujos animados’.
El danés Michael Laudrup, cuando recaló en Barcelona  en aquel recordado ‘dream team’ de Cruyff, era especialista en el toque fino o sutil, sobre todo el pase correcto mirando a otro lado.
Fernando Redondo, tenía una zurda de gran zancada pero imponía una pausa con tanto garbo, maestría en el quite y también, dicen las malas lenguas que abusaba del juego con manos para proteger el balón.
El holandés Dennis Bergkamp, un jugador frio emocionalmente, pero técnicamente fino.  No obstante, esa frialdad  le permitía derrochar jugadas de gran belleza, todos recordarán aquel gol a la Argentina en el mundial de Francia 98.
Pero para mejor muestra (al menos la mía), llamemos al  ‘rey de la elegancia’, Zinedine Zidane, alias ‘el gran Zizou’, ‘el mago’, ‘Harry Potter’, ‘el Mariscal’ y otros motes que elogiaban su magia. Habiendo demostrado sus dotes extraordinarias por grandes equipos, era un prodigio en el centro de la cancha, aunque a veces lo traicionaba su temperamento, que influía en un desempeño irregular, ello no le impidió, sin embargo, brindar a los aficionados jugadas de gran manufactura: los recortes a los contrarios, los giros inesperados, las voleas imposibles y qué manera más elegante  de ‘matar’ (parar) el balón cuando venia alto o al ras de la línea lateral.


Podríamos añadir en este selecto club, al genial Zico, Bobby Charlton, Beckenbauer, Platiní, Enzo Francescoli (ídolo de Zidane), los delanteros Van Basten  Davor Suker.
Lamentablemente, cada vez es menos frecuente hallar jugadores de estas características, quizá porque el corte táctico o esquemático del fútbol actual lo impide. El último ejemplo, sea tal vez el ex madridista Guti,  quien desplegaba  a momentos un fútbol garboso pero sin alcanzar cotas de grandeza.
No quería ser injusto con un futbolista que tuve la dicha de ver en el deporte patrio, un centrocampista pausado y elegante llamado Milton ‘Maravilla’ Melgar, que paseó su fútbol entre otros, por River Plate y Boca Juniors.
¿Y a todo esto, qué fue de los más grandes del balompié?
Pelé no fue elegante, a pesar de habernos obsequiado jugadas espectaculares y  haber marcado más de mil goles en su prolífica carrera.
Maradona es la antítesis de la elegancia pese a su grandeza y pese a haber marcado el gol más bonito de todos los Mundiales.

20 diciembre, 2010

0 El concepto ‘Bolivia’ en el cine

Asalto en suelo boliviano ("Dos hombres un destino")
Todavía me causa risa, cuando recuerdo varias escenas de aquel hermoso western ‘Dos hombres un destino’ (Butch Cassidy and Sundance Kid), en las que Robert Redford y Paul Newman  chapurrean algunas frases en castellano, dando vida a sus personajes cometiendo asaltos  en cercanías de la localidad potosina de Tupiza. Aunque la historia real de los pistoleros legendarios aconteció en territorio boliviano,  extrañamente  las escenas correspondientes de la película se filmaron en el norte argentino. He aqui un breve diálogo, extraido de la pelicula:
Sundance: What's your idea this time?
Butch: Bolivia.
Sundance: What's Bolivia?
Butch: Bolivia. That's a country, stupid! In Central or South America, one or the other.

Si hablamos de tópicos en el cine, cuando los guionistas mencionan el nombre de Bolivia,  lo hacen desde un punto de vista circunstancial, anecdótico o en su defecto algo exótico. Pero para muestra, recurramos al tópico más socorrido, el de ‘paraíso o fuente de la cocaína’, como ha sido ilustrado en muchos films  sobre mafia, corrupción y drogas. No faltan diálogos  en algún libreto en los que se haga la consabida pregunta,  ¿colombiana o boliviana? El ejemplo más claro lo tenemos en la excesiva y brutal   ‘Scarface’ de Brian de Palma, donde el protagonista (Al Pacino) en algún momento  tiene negocios con un distinguido capo del narcotráfico boliviano.

Inexplicablemente, cuando se cita al país en algunas películas como un destino exótico para viajar, muchas veces se transmite la idea de que es un país perdido del Asia o África, tal cual Nepal o Mozambique.

‘Parece un mapa de Bolivia’, decía la protagonista principal de ‘El proyecto de la bruja de Blair’, señalando el torso peludo de su compañero.

En 'Quantum of Solace’, el superagente Bond(Daniel Craig) se ‘pasea’ por La Paz y otras locaciones del altiplano  y  para variar, la chica fatal (Olga Kurylenko), resulta ser la hija de un ex dictador nacional (más tópicos). Y una vez más, las escenas se filmaron fuera de Bolivia, en cierta ciudad del norte chileno.

Y por supuesto la historia del ‘mejor guerrero del mundo abatido por el peor ejército del mundo’ (Che Guevara) - en palabras de un escritor-, cada vez que es llevada al cine, es casi obligatoria su referencia al país donde halló su tumba.

Quizá, el único caso positivo (pero sólo circunstancial) fue ‘Con ganas de triunfar’, sobre la historia de Jaime Escalante, notable profesor de matemáticas boliviano que hizo historia en los EE.UU., como para ser llevado al cine por Hollywood.

Y aunque parezca fuera de lugar, cómo olvidar una escena de un capítulo de  ‘Los Simpsons’, donde se hace referencia burlona a una exótica lagartija arborícola boliviana, proveniente de una caja de donuts o roscas con la etiqueta  ‘producto de Bolivia’.

No obstante nuestro país tenga tantas posibilidades en cuanto a locaciones (uno de los territorios con mayor biodiversidad y escenarios naturales  en el mundo), paradójicamente no se explota esa perspectiva, ni aunque se aluda o la temática gire en torno a Bolivia. En la mayoría de los casos se filman en países vecinos, aunque resulten poco creíbles o verídicos. Razones las habrá: ¿dificultad geográfica?, ¿razones presupuestarias?, ¿inestabilidad política y social?, ¿imagen pobre o desconocimiento del país para el resto del mundo?

Y pensar que  aquí, las ‘estrellas de cine’, no sufrirían el acoso de la prensa o de los fans, a lo sumo de algunos insectos o la altura. Pero aun así, sabemos que se dieron una vuelta por estas tierras, notables como Harrison Ford, Leonardo di Caprio, Brad Pitt, Elton John y otros. Y casi nadie se ha enterado hasta mucho después.

13 diciembre, 2010

0 ‘Unforgiven’: ¿crepúsculo del western?


Hay  películas westerns  que permiten pasar una tarde de sábado para matar la modorra y divertirse con algo histriónico (‘Butch Cassidy y Sundance Kid’), hay otras que las ves porque no hay nada mejor en la televisión (una clásica de John Wayne), algunas para tener como fondo o excusa para atiborrarse de palomitas o porque el día se hace largo (con tiempo suficiente para despacharse ‘El bueno, el malo y el feo’) o si la ocasión lo merece para ponerse nostálgico junto a la pareja (‘The Big Country’, por ejemplo).
Y hay westerns para toda la vida.
‘Unforgiven’, de Clint Eastwood,  ‘Sin Perdón’(España) o ‘Los Imperdonables’ (Latinoamérica)- dejando a un lado la caprichosa traducción que se hace a uno y otro lado del Atlántico, que lejos de facilitar las cosas a los devotos cinéfilos los confunden-, es un retorno al cine en estado puro, a aquel que añoramos y veneramos los clásicos, pero dándole un toque de modernidad, de cierta frescura a la historia de siempre pero insuflándole de un lirismo  sobrecogedor, capaz de conmover a los más escépticos del género.
Asistimos a la desmitificación  del cowboy puro y duro (aquel héroe justiciero que se bate contra una pandilla de facinerosos y que sale apenas con un rasguño).No he visto mejor fotografía que retrate la violencia- eso sí, contenida-con tanta profundidad poética. Para el caso, ni los buenos son tan buenos ni los malos son tan malos, simplemente humanos, con todas sus miserias. Seres capaces de cometer las peores vilezas y a la vez de acobardarse y arrepentirse. Los imperdonables, aquí no son retratados como nos tiene acostumbrados el cine mainstream: personajes sin entrañas, arquetipos de pura maldad, que muevan al espectador  a ponerse fácilmente en contra y pedir sus cabezas, más bien provocan  hasta compasión al ver como mueren cazados como alimañas.
Nadie como Eastwood, para encarnar al personaje de William Munny, un forajido atormentado por su pasado y  perseguido por el recuerdo de sus víctimas, una especie de ‘vaquero oxidado’, envejecido por el alcohol y arrinconado en el lodazal de la pobreza. Secundado por un Gene Hackmann magnífico en su papel de sheriff cínico, y un Morgan Freeman solvente, como siempre.
No obstante numerosos títulos que han salido a la luz, para testimoniar el titubeante resurgimiento del género, bajo el sugestivo denominativo de western crepuscular, los resultados han sido más bien mezquinos en cuanto a calidad  se refiere. Ejemplos sobran: ‘Danza con lobos’, ‘Gerónimo’, ‘Wyatt Earp’, ‘Billy the Kid’, y muchas otras que se pierden en el olvido. Pero no todo intento es pólvora mojada, propuestas como la oscura ‘Rápida y mortal’ de Sam Raimi, la hipnótica  ‘Dead Man’ y por supuesto el titulo en cuestión, obra cumbre de este movimiento.
¿Acaso asistimos a la muerte del western como género?
Cuando prácticamente todo ya está dicho en materia de cine, resulta casi imposible encontrar cineastas que nos regalen muestras del ‘cine de antes’. Cuando las planicies salvajes ya no son más que campos trillados, la figura del cowboy, se hace para muchos cinéfilos, algo anecdótico y anacrónico. Paulatinamente los héroes han sido reemplazados por personajes en muchos casos provenientes del comic o en su defecto por ‘vaqueros del espacio’, ante el auge de películas futuristas o apocalípticas.
A pesar de los tiempos que corren, no significa que no se sigan produciendo a escopetazos algún que otro título, pero desgraciadamente pasan a mejor vida o en el mejor de los casos a las estanterías del videoclub.
Heredero del ‘acercamiento’ psicológico de Sergio Leone, la violencia descarnada de Don Siegel y del clasicismo de John Ford;  Eastwood, acaba -quizá sin pretenderlo- de presagiar los últimos coletazos del género, bajando el telón con un bellísimo crespúsculo.
El tiempo dirá.

09 diciembre, 2010

2 En el nombre del Folclore


Caravana de ¿platería?
No contentos con inundar el país (sobre todo en occidente) de fiestas o entradas folclóricas, no contentos con provocar el máximo ruido posible, no contentos con paralizar las actividades laborales, no contentos con la tradición estética de las danzas y otras excusas culturales, se ha producido paulatinamente una excesiva representación a pequeña escala del Carnaval de Oruro por doquier, lo cual ha generado una inevitable tergiversación  y banalización de las danzas, reflejándose mayoritariamente en la confección de los trajes.
Progresivamente nuestros hábiles artesanos, incurren en una malograda estilización de los diseños de máscaras y trajes, cada cual más extravagante como queriendo competir entre los gremios, dándose tintes de ‘originalidad’ y ante una falta de homogenización  o reglamentación de los diseños, se cometen todo tipo de atentados estéticos, en muchos casos ajenos a nuestra cultura. Veamos algunos ejemplos representativos:
La Diablada, de lejos la danza más espectacular, que es simplemente la representación de la lucha del Bien (personaje del Ángel)  contra el  Mal (El Diablo y los siete pecados capitales). En un principio se le añadieron algunos personajes como el cóndor o el oso andino, pero desafortunadamente  en un afán de darle más ¿colorido? o diversidad, se les ha dado por incluir personajes extraños  como el de la Parca con guadaña y todo o la aberración de acompañar con disfraces de gorilas y osos multicolores, incluidos el rosa o rojo.
Morenos desenmascarados
La Morenada, otra danza bellísima, lamentablemente se deja a un lado el uso de la máscara que le da armonía al conjunto del disfraz e inapropiadamente se lo reemplaza por un tosco sombrero. He visto trajes de ‘achachis’, recubiertos  en la espalda de escorpiones, langostas o camarones gigantes de esponja o gomaespuma en vez de la tradicional serpiente andina.
Los Tinkus, pareciera que los danzarines especialmente varones, compitieran por llevar más chalinas (bufandas) amarradas a la cintura y lo más reprochable, recargar de plumas las monteras o cascos de cuero, pareciéndose a  un tocado de la danza de los Tobas.
¿Tobas o Halloween? (detalle del brujo)
Los Tobas, es quizás la danza que más retoques y estilizaciones burdas ha sufrido, comenzando por adoptar la vestimenta de los indios norteamericanos  y donde más se nota ese barroquismo estético se da en el personaje del brujo (ver foto), a tal punto que se confunde con un disfraz de Halloween  y para rematar, los bailarines varones lucen  descaradamente zapatillas deportivas  en reemplazo de los tradicionales mocasines de tela.
Los Caporales, se impone el diseño ‘aeroespacial’, con hombreras exageradas, en forma de alas de murciélago y otros esperpentos estéticos que se asemejan a personajes  de algún cómic y ni hablar de los pollerines cada vez más cortos de los trajes femeninos.
Finalmente, en algunas fiestas se acostumbra acompañar a las comparsas con caravanas de coches, adornados con platería, mantos artesanales y diversos adornos, que le dan un toque pintoresco y atractivo,  pero progresivamente se han reemplazado  estos elementos estéticos por muñecas de plástico, osos de  peluche chinos, sábanas y mantos sintéticos. Maravillas del progreso tecnológico dirán algunos.
Es innegable que las manifestaciones culturales experimentan cambios de diversa naturaleza a lo largo del tiempo, pero eso, no es motivo o excusa para salpicar, tergiversar, corromper o contaminar nuestras expresiones folclóricas, dotándolas de características ajenas a nuestras tradiciones.
Luego nos quejamos como viejas beatas acusando a nuestros vecinos chilenos y peruanos de apropiarse y tergiversar nuestras danzas. No nos extrañe.

06 diciembre, 2010

0 Bolivia, país de marchistas y folcloristas sin remedio






¿En qué se parecen un marchista y un bailarín de folclore?
En nada, salvo que ambos toman calles y avenidas para protestar o bailar y así librarse de ir a trabajar.
No es muy aventurado afirmar que Bolivia es el ‘país de las maravillas’, donde todo puede suceder, un territorio en el cual se marcha o festeja cerrando calles por cualquier motivo, ya sea en contra del Gobierno, a favor suyo, contra el municipio, contra alguna ley y demás excusas variopintas,  pero extrañamente nunca he visto o me he enterado que se haya marchado como protesta ante el exceso de las fiestas o entradas folclóricas  que abusivamente bloquean calles y avenidas, en perjuicio del resto de la sociedad. He aquí una explicación académica a una de las aficiones más arraigadas de los bolivianos:
El dicho popular de que “en Bolivia hay fiesta todos los días” no es ajeno a la realidad. De hecho, en el país se celebran al menos 1.242 fiestas patronales cada año, a un promedio de tres por día. Este hallazgo del Ministerio de Culturas revela además que los fieles más devotos son los habitantes del departamento de La Paz, donde se realizan 549 festejos (44% del total) en honor a santos y a las advocaciones de María, la Virgen.
El investigador Wálter Sánchez coincide en que “sólo en La Paz hay más de 400 fiestas” y “si se toman en conjunto todas las celebraciones del país y se saca una media, con seguridad que hay más de dos fiestas por día”.

El antropólogo Milton Eizaguirre cree muy difícil determinar cuántas fiestas hay en el país en realidad, pero reafirma la tesis de que “es muy posible que haya un promedio de más de dos celebraciones de este tipo por día”.

La excusa del folclore
Mientras una  parte de la población busca denodadamente el sustento diario a costa de mucho trabajo, la otra parte, sabotea permanentemente ese afán de superación y progreso, volcándose en actividades reñidas con la laboriosidad como son la convocatoria  a paros y huelgas o en su defecto participando de fiestas masivas de toda índole.
Nunca he entendido el por qué de tanto arraigo a las celebraciones folclóricas. Se ha oído hasta el cansancio esa frase estereotipada, ‘Bailo por fe y devoción a la Mamita’ (la Virgen), como sustento para justificar el tremendo esfuerzo físico de los bailarines y cómo no, el dispendioso gasto económico que ello supone.  Entonces cabe preguntarse: ¿por qué no invierten -los bailarines- ese dinero derrochado en trajes folclóricos  y  llevan a cenar a su ‘verdadera Mamita’ que de seguro lo merece más?
En la sociedad boliviana, pídase una pequeña contribución para arreglar una calle, un parque, una cancha de barrio y naturalmente, todos arguyen que no tienen dinero,  pero inexplicablemente sí lo hay para inscribirse en la fraternidad,  para la camiseta de grupo, el alquiler del traje, contratación de la banda de música, los refrigerios, etc.  Ojalá invirtiéramos la misma devoción en el trabajo cotidiano, y Bolivia quizás no sería el país más atrasado de estas latitudes.
Seguramente no faltará alguno que me acuse de antipatriota, de alienado, neoliberal, neocolonialista y otros adjetivos que están de moda en nuestro estado plurinacional, sin embargo, debo aclarar que ‘no es lo mismo folcloristas que artistas del folclore’, que se merecen mi mayor respeto.
Para enfermarnos de folcloritis, el majestuoso Carnaval de Oruro nos basta y sobra y no sus copias chabacanas en todos los pueblos y barrios citadinos de Bolivia.
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