Arrancó como una estampida, como el más puro ejemplar indómito.
Pronto caerá, decía todo el mundo. Se mantuvo inalcanzable e invicto hasta la
octava fecha en la que el Tigre fue a cazarlo en su propio terreno pero su
zarpazo no fue definitivo. El anuncio de sangría no fue tal y, el Toro, más
envalentonado que nunca aguantó hasta la última jornada. Palmo a palmo, disputó el
campeonato a los atigrados (The Strongest) y a los leones domesticados (Bolívar),
cuyos rugidos no se oyeron ni en la arena del Hernando Siles de La Paz.
Este domingo, el Sports Boys de Warnes se proclamó campeón por
primera vez en su historia, apenas tres temporadas después de haber ascendido a
primera división. Seis meses atrás se salvaba del descenso por un pelo,
afrontando un partido de desempate contra el subcampeón de Segunda. Con el peor
promedio de la tabla acumulada, esta temporada su misión era alejarse lo más
posible del fantasma del descenso. Nadie apostaba por ellos para cotas mayores.
Ni ellos mismos.
Esta hazaña del Toro warneño
recuerda un tanto a los Zorros del sorprendente
Leicester City de Inglaterra, y no solamente por los colores similares de sus
camisetas. Sports Boys, igual que su par
inglés, es un equipo modesto en toda regla, con un estadio diminuto que más parece
un potrero y al que le faltan demasiados arreglos en las tribunas. Warnes es
una pequeña ciudad de menos de cien mil habitantes a escasos treinta kilómetros
de Santa Cruz, la capital del oriente boliviano. Es el segundo club provincial
que logra un campeonato pero el primero desde que la Liga de Fútbol Profesional
(fundada en 1977) se asemeja a la Premier League a escala microscópica. Los warneños
han roto otro récord negativo de los equipos de tierras bajas, como los dos grandes
cruceños Oriente Petrolero y Blooming, que no obtienen nuevos trofeos desde
hace años y andan ahí languideciendo en la mediocridad pese a sus mayores
recursos.
En esta década, plenamente dominada por Bolívar y The
Strongest (los gigantes paceños) y matizada por alguna muesca de conjuntos vallunos
como Wilstermann y Universitario de Sucre, lo que hizo Sports Boys tiene mucho
de meritorio y aleccionador para los restantes clubes orientales. Como punto de
partida, se sacudieron el complejo mental de los equipos del llano y su temor a
jugar en ciudades de mayor altura. Los de Warnes, aprovechando el calendario de
partidos, se prepararon meticulosamente yendo con anticipación o concentrándose
en La Paz antes de ir a jugar a Oruro y Potosí. Y prácticamente barrieron a los
equipos de esas ciudades, incluyendo a Bolívar y The Strongest (del que tomaron
justa revancha en su guarida al final del certamen), obteniendo sendos triunfos
y empates que a la larga fueron claves en la consecución del campeonato. De
hecho, Sport Boys perdió muchos puntos en casa y contra los otros equipos
orientales tampoco le fue muy bien.
No podemos soslayar el importante factor de la suerte, ya
que Bolívar el conjunto con más opciones para alzarse con el titulo perdió inexplicablemente
en casa en los últimos partidos ante rivales inferiores y hasta desahuciados. Increíblemente,
delanteros internacionales que cobran fácilmente más de treinta mil dólares por
mes (una fortuna en Bolivia) no estuvieron a la altura en los tramos finales
que malograron el sueño del tricampeonato al Abramovich boliviano que desde
Miami despacha los cheques para la carísima plantilla. Sports Boys más parece
un conglomerado de descartes de los otros equipos y su figura más conocida es
el guardameta que en los más grandes no daba la talla, pero en este plantel es
el líder que supo aportar experiencia.
Estabilidad institucional, sueldos sensatos y pagados a
tiempo, concentraciones antes de los partidos, seriedad y compromiso de todos
los implicados y trabajo concienzudo de la dupla técnica entre un argentino y
un boliviano estudioso de la idiosincrasia del fútbol local, fueron en consecuencia
los ingredientes para el éxito. Lo malo es que para disfrutar del premio (la clasificación
a Copa Libertadores) tendrán que esperar hasta 2017, gracias a los genios
locales de la Liga y sus rocambolescos torneos. Para entonces, es muy probable
que Sports Boys -que sigue todavía con puntuación baja en la tabla del descenso-,
caiga hasta el abismo y juegue el torneo continental desde las catacumbas. Ya ocurrió con Wilstermann y la historia podría repetirse.
Apreciado José : en el fútbol como en la vida siempre resulta reconfortante ver ganar a un perdedor, así sea una vez casi mil años. Es como una dosis de refrescante aire de montaña en medio del dominio y la ostentación impúdica de los Abramovich de todos los rincones de la tierra ( que en todas partes tienen su versión local).
ResponderEliminarDe manera que apuro una copa de ron de las Antillas a la salud de esos toros.
Que tenga una feliz navidad.
Cierto, es algo muy humano eso de simpatizar con los equipos chicos o los perdedores de siempre. Como seguidor de otro equipo chico, Aurora(ahora estamos penando en Segunda a la espera del regreso)me alegrò sobremanera el cornazo contra los grandes. Practicamente casi no vi el torneo por television, aunque estoy pendiente de ello como todo futbolero. Vi el ultimo partido de los Toros y me convencieron con su determinacion y confianza. Nadie les regaló nada.
EliminarY muchas gracias por sus augurios.Ya me hizo antojar su preciado ron, me tendrè que conformar con un vinito.Le correspondo los mejores deseos para estas fiestas.