En momentos que la ciudad de La Paz es noticia mundial por
su severa crisis de agua, apelo a una expresión muy paceña que denota
incredulidad, extrañeza o sorpresa; y cuyo origen, algunos atribuyen a la
influencia de inmigrantes alemanes, como también podría tener una explicación natural
asentada en el lenguaje popular. Aquí en el valle cochabambino, por ejemplo, se
dice que los quillacolleños (mis vecinos a trece kilómetros al oeste) arrastran
un improbable origen francés: “le voa decir”, “lo voa pensar”, “voa ir”, etc. Como,
asimismo, un peculiar acento british
persigue a los sacabeños (mis vecinos al este): “ley di decir”, “ley di esperar”,
“mey di ir”, etc. Así que cuando uno de afuera se deja caer por la ciudad del
Illimani, al rato pone cara de aturdido al escuchar en cualquier conversación,
aun en círculos de la alta sociedad, una sonora y alargada interjección que
hace pensar que estamos en tierras de los Alpes en vez de los Andes.
Y así una vez más, como lo vienen haciendo desde hace diez
años, los inquilinos del poder -bien asentados en La Paz para más señas-, nos
quisieron ver la cara de gringos al declarar muy sueltos de cuerpo que se
enteraron del desabastecimiento mirando la televisión, que nadie les había
avisado de que había que tomar previsiones, sorprendidos en su buena fe por la
Pachamama que de la noche a la mañana decidió cortar el vital suministro,
portándose de “otra clase” y eso que todo el año le ofrecen sahumerios, misas
ancestrales y otros mixturados homenajes para que lluevan y sigan lloviendo sus
dones.
Elevando hasta las nubes sus rostros de indignados, los dos
principales jerarcas del régimen anunciaron que enjuiciarían a los directivos
de Epsas, responsables de semejante “barbaridad”, grupúsculo de burócratas
ineptos que habían cometido el “crimen” de dejar sin agua a la ciudad más
importante del país, a los que había que castigar sin misericordia, dejaron
translucir. Y como por arte de magia, a la ministra de Aguas (un despacho exclusivo
para su opaca labor, nada menos) no le jalaron ni la oreja y hasta le dieron un
mes de gracia para que vaya preparando sus informes, mientras la ciudadanía
hierve de rabia esperando explicaciones.
En plena tercera semana de racionamiento, los vecinos
todavía hacen cola con sus tachos y bidones a la espera de los ansiados
camiones cisterna. Todo lo que tenía pinta de tanque con ruedas ha sido
movilizado. La Organización Panamericana de la Salud ha anunciado el envío de
expertos para vigilar in situ cómo
lavan las cisternas de la petrolera estatal. La cancillería argentina ha
tuiteado que estaba dispuesta a enviar cisternas nuevas para paliar la escasez
de cisternas. Hasta el gobierno chileno se ha brindado en las últimas horas a coadyuvar
con el desastre, aunque no sabemos si embotellará agua que sale de los
manantiales de territorio potosino para traérsela de vuelta a los bolivianos.
Ayer por la mañana me he desayunado un titular de antología:
“crisis del agua también golpea a la casa del Vice”. Pensé que se refería al publicitado
sacrificio que el prohombre había efectuado días atrás, al confesar que no se había
bañado en tres días, mientras ponía cara de compungido. Pero inteligentemente
el hombre más inteligentoso del país había solucionado su crisis particular
mandando a perforar el muro de su casona para que la manguera del camión
aguatero pudiese llegar hasta sus depósitos. Por el contrario, a la ciudadanía toca
someterse al régimen de ajo y agua que el gobierno sugiere: ajoderse y
aguantarse.
El Vice, mostrando cómo logró solucionar la crisis...de su casa. |
Y ante los ríos de tinta que corrieron en todo el mundo a
favor y en contra del finado Castro, aparté mis ojos de tales publicaciones porque
no estaba dispuesto a regalar mi preciado tiempo. Sería un homenaje ponerse a
revisar los laudatorios (y aun los vituperios) a semejante tirano que llevó a
la ruina a su paradisiaca isla. Sin necesidad de estudiar los supuestos logros
de su salvadora revolución, me vienen a la mano algunas anécdotas de sus
compatriotas llegados a Bolivia en los últimos tiempos, para hacerme una idea
del sufrimiento al que sometió a la inmensa mayoría de cubanos. Me contaba un familiar
que alquiló su casa de pueblo a algunos de ellos mientras estaban en misión
médica en áreas rurales, generando divisas para el gobierno cubano, que con
parte de su paga podían comprar arroz y frijoles en abundancia en territorio
boliviano para darse sendos banquetes que nunca habían experimentado en suelo
propio. Se veían siempre felices y a veces me invitaban a sus cenas, concluía
mi pariente. En algún periódico había leído también que estas gentes se
maravillaban al ver por primera vez los montículos de fruta de nuestros
mercados y más aun al enterarse de que podían comprar la cantidad que se
antojaran, sin duda acostumbrados a las penurias del racionamiento. ¡Qué clase
de paraíso socialista será ese en que los habitantes no pueden gozar ni de
pescado fresco, precisamente viviendo en una isla!
Un imberbe, explicando maravillas de los barbudos revolucionarios. |
Recordando estos antecedentes me topé de chiripa, el domingo
por la noche, con un programa de tertulia televisiva disfrazada de opinión
donde suelen invitar a intelectuales de diverso pelaje y personeros del Gobierno. Como me esperaba, casi todos se esforzaban en rendir homenaje al
“hombre que definió la historia del siglo XX”, destacando en todo momento su
perfil “humanista”, como olvidando adrede la cantidad de víctimas que tenía en
su haber el líder supremo. El pináculo de la hilaridad llegaba en ese momento
que un par de ellos llegaban a coincidir en que la “Revolución Cubana logró construir un sistema de democracia
popular”. Por las barbas de Fidel, me dije, qué modélica democracia aquella de
partido único, sometida al yugo de un dictador durante más de medio siglo, y
donde la disidencia se pagaba con juicios sumarios, cárcel y muerte, como bien
lo supieron el comandante Huber Matos y otros miles de presos políticos. Cansado
de tanta estulticia decidí apagar el televisor.
Cosas rocambolescas son prácticamente la norma en este rincón
tan dejado de Dios. Semanas atrás, otro bombástico titular nos dejaba turulatos,
cariacontecidos y patidifusos a muchos, al saberse que conmilitones masistas estaban
llamando a los habitantes de Montero a acudir a la kermesse solidaria a favor
de la exministra de Tierras y Desarrollo Rural, quien según el mensaje de la
convocatoria, estaba atravesando un momento muy duro en su alojamiento temporal
de la cárcel y se hallaba, para mayor conmoción, más llesca que un mendigo de
las calles de Santa Cruz. ¿Cómo había sido posible que la ministra favorita de
Evo Morales, jefa máxima del saqueado Fondo Indígena, se hallase de pronto sin
un peso, y más aun después de que se la
acusaba de haber prosperado a costa del saneamiento de tierras fiscales, además
de ser propietaria de una empresa frigorífica vinculada a la ganadería?
Cupón para ayudar a la revolucionaria compañera Achacollo. |
Mientras daba vueltas al coco buscando explicación a estos
contrasentidos, ahí me cayó del cielo a modo de puñetero granizo otra perlita
de politiquería plurinacional: una senadora cruceña se había impuesto la misión,
cual alocada groupie, de hacer lobby
para los artistas que le quitaban el sueño. Al parecer, querían premiar de fondo sus
invaluables servicios al Estado, mejor dicho, al amado Jefazo, al acompañarle
una noche al compás de guitarras y whiskys azules. Por azotarnos durante
cuarenta y cinco años con sus melosos graznidos, los camaleónicos Kjarkas
pasaban a ser considerados “tesoro humano viviente” por decreto en ciernes. Así que, si me los veo pasando de nuevo ante mis narices por las calles de
Cochabamba, deberé santiguarme como si contemplase un unicornio azul o un auténtico
fósil viviente como el celacanto. ¡Qué kjarkiano es este paisito!, ¡mierda!...
kafkiano. Otra vez que me traiciona el subconsciente de tenerlos hasta en la
sopa.
Aquí concluye esta antología del chiste serio. Hasta nuevo
aviso.
Frótense los ojos, por si no se lo creen. |
Vaya mosaico el que se ha fajado hoy, apreciado José. " Sucedió a mis espaldas", suelen decir los gobernantes a la hora de eludir responsabilidades y depositarlas sobre los hombros de sus lacayos. No se sorprenda entonces si en la crisis del agua abundan las explicaciones y escasean las soluciones.
ResponderEliminarY me parece usted un duro de corazón: pobrecita esta señora pasando necesidades en su celda cinco estrellas, como son las de todos los personajes de esta laya.
Y sobre Fidel Castro, tiene usted razón en lo de las violaciones a los derechos humanos y las penurias de la población, condenables en todos los sentidos. Pero debe reconocer que las hambrunas fueron en gran medida calculadas y provocadas por el bloqueo, destinado precisamente a demostrar el fracaso del modelo económico.
Por lo demás, incluso algunos de los más furibundos opositores del régimen reconocen los logros en materia de salud y educación, así como en recreación y deportes.
Nada es en blanco y negro en este mundo.
Coincido en que el bloqueo norteamericano ha tenido su parte relevante en el hundimiento económico de la isla. Sin embargo, como algunos columnistas señalaban años ha, la gran virtud de Fidel fue igualar la pobreza a niveles de ruina, mientras la nomenclatura del partido comunista y demás allegados nunca pasaron por tales penurias y más bien siempre gozaron de privilegios como los ricos de cualquier país capitalista. Indignante el ejemplo de uno de los hijos de Fidel que de viaje en Turquía pagaba mil dólares por noche de hotel, mientras en la isla el salario promedio no pasa de veinte dólares mensuales. No pueden negar que en su maravilloso paraíso socialista siguen existiendo elites, y ciudadanos de segunda, los cuales están prohibidos de entrar a los casinos, hoteles y micromercados bien abastecidos, aunque pudiesen. ¿No que todos los cubanos tienen los mismos derechos? Es innegable que en materia de educación y deportes han tenido grandes logros comparados con otros países latinoamericanos. En el campo de la salud, sigo siendo escéptico, sobre todo por el testimonio de amigos y parientes médicos quienes coinciden en que los profesionales cubanos llegados a Bolivia no tienen nivel equiparable, mucho menos aquellos jóvenes bolivianos que han ido a universidades cubanas a estudiar medicina, de donde llegan, curiosamente, con un discurso fanatizado y enamorados de Fidel.
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