30 marzo, 2012

4 Prohibir, qué fácil es prohibir


Imagen: David Diez Canseco
No hay mucho que decir. La normalidad,  curiosamente es cosa normal estos días. Lo estrambótico, lo chirriante, lo supraterrenal, últimamente han perdido sonoridad. Todo parece acontecer según las leyes físicas del universo. Como no hay nadie que agite el avispero, hasta me he fijado  en esa hermosa conjunción planetaria de Venus y Júpiter,  junto a la luna, que nos obsequia el cielo austral. Me conmueve la incomprensibilidad del cosmos mientras pienso en lo fatuo de nuestra vanidad, acumulándose en el farol de cola de la galaxia. Tal es nuestro sol, una enana amarilla, mil veces más insignificante que una estrella roja como Betelgeuse. Algún día,  el sol consumirá todo su hidrógeno, y camino de una transformación a una gigante roja traerá el infierno hasta nuestro patio, me consuela de solo pensarlo.
Perdonen la antipoesía, o lo que sea esta pataleta. Miento cuando digo que no pasa nada. ¿Será que los políticos alzan alguna vez la mirada al cielo nocturno?...absortos como están en búsqueda de las leyes más perfectas para darle sentido a su honorable oficio de levantamanos o calientasientos -como gusten-, una vez más quieren dar la nota, aunque falsa, musicalmente hablando. Ay de los artistas dionisíacos, parece que la “barra libre” de la inspiración se acabará pronto. Al menos eso se discute:  Sí, estos días va en camino de aprobación una ley para el expendio y consumo de bebidas alcohólicas, con la premisa de luchar contra la inseguridad ciudadana que en los últimos meses azota al país, como si todo fuera culpa del alcohol.
En el gremio de artistas del bombo y la guitarra han saltado las alarmas,  porque aparentemente se quiere penalizar las canciones que contengan mensajes o hagan apología del alcohol. Asunto por demás espinoso, cuando nuestro folclore continuamente ensalza al hombre mujeriego, bebedor y vividor:  “me gusta la chicha y el chicharrón/ soy de Cochabamba,  sí señor” dice una de las coplas más populares y que fue utilizada hace tiempo como jingle de un partido político. La vena alcohólica es parte de nuestras manifestaciones socioculturales, está profundamente arraigada en nuestras raíces indomestizas. Los bolivianos no abandonamos la timidez innata ni soltamos el espíritu sin el auxilio de la bebida. El alcohol es el gran catalizador de nuestra poca autoestima. Pretender frenar el consumo excesivo a punta de leyes y decretos es batalla perdida de antemano.
La vida no se reduce a reglamentarla o encorsetarla. Todo parte de la educación, de los valores que se imparten desde casa y  las aulas, aunque suene a cliché. Cómo esperan las autoridades,  acabar con la lacra del alcoholismo, si en la sociedad está la raíz del problema. Es lacerante escuchar todos los fines de semana,  noticias de accidentes de tráfico, de jóvenes intoxicados y hombres maltratadores, todos provocados por la borrachera. La pobreza, la ignorancia, la superstición, el machismo, son los grandes enemigos a combatir. Cada vez, la gente se inicia más joven al consumo del alcohol y otras drogas. Si un adolescente ya se ha dado una farra, entonces ya es un hombre, un verdadero “macho” para los amigos. La sobriedad está mal vista, es signo de debilidad, de poca virilidad. No pocas veces los propios padres los inician: “si se ha de emborrachar que sea conmigo antes que sus amigos, para que aprenda”.
Beber “hasta las patas”,  es lamentablemente rasgo de la idiosincrasia de los bolivianos. En otros países beben todos los días, siempre dentro lo razonable, mas como ritual de mesa. Aquí sucede lo contrario, se bebe menos días al año pero siempre en exceso. A tal punto se ha banalizado el asunto que no solamente tenemos el “viernes de soltero”, sino también el “jueves de comadres”, en esa lucha feminista por igualar todo, hasta los peores vicios de los varones.  Por increíble que parezca, la juerga se extiende hasta el “San Lunes”, con muchos locales masivos que escandalizan a los vecinos. Todo es motivo de farra; que si gana o pierde la selección de fútbol da lo mismo. Que si el hijo se ha graduado. Que si acabas de obtener el divorcio. Que si la novia te ha dejado por otro, pronto encuentras almas solidarias que te ayuden, copas mediante, a sobrellevar la tristeza. Los motivos llegan hasta el grotesco acto de despedir los duelos con música y alcohol. El problema trasciende las capas sociales, con distintos matices, unos más mediáticos o escandalosos que otros. Seguro estoy que, entre esos legisladores, alguno habrá protagonizado un incidente relacionado con el alcohol, pues caen como cuentagotas los casos de funcionarios y altas autoridades, implicados en hechos de tránsito y casi siempre conduciendo vehículos oficiales que no pocas veces quedan inservibles. “Veníamos de una reunión, es culpa del chofer” dicen con todo el cinismo del mundo. Si hasta la policía elabora informes a gusto del cliente.
Como  bonus, he aquí algunos de los artículos más sonados de esta ley, que rozan la impracticabilidad o el absurdo:
-Articulo 8, inciso 2.- La publicidad de bebidas alcohólicas no debe incitar o inducir al consumo de bebidas alcohólicas sugiriendo que su consumo promueve el éxito intelectual, social, deportivo o sexual.
Cabe preguntarse, cómo se puede establecer que un spot induce o no al consumo. Si yo voy al estadio, y veo una gigantesca bandera de mi equipo con el logo de una cerveza, ¿será que me antoje un par de botellitas? Entonces tendrán que prohibir toda la publicidad, porque está llena de jóvenes apuestos, ricos y lozanos que se llevan una copa a la boca mientras intercambian miradas cómplices con mujeres hermosas, en una suerte de idilio permanente.
Artículo 19. Queda prohibido el consumo de bebidas alcohólicas en vía pública; en espacios públicos de recreación, paseo y en eventos deportivos; en espectáculos públicos de concentración masiva; en establecimientos de salud y del sistema educativo, incluidos los predios universitarios, tanto públicos como privados; al interior de vehículos automotores del transporte público y privado.
Un saludo a la bandera. Ni siquiera es claro, cualquiera pudiera interpretar que queda prohibido degustar hasta una sola lata de cerveza. Los municipios ya tienen normativas reglamentando el consumo de alcohol, que son harto difíciles de hacerlas cumplir. Frecuentemente la policía junto a la intendencia,  organizan operativos para controlar parques y avenidas, en una suerte de juego interminable del gato y el ratón. Por otro lado ¿cómo piensan controlar el fenómeno durante las fiestas patronales de recorridos kilométricos, donde se reúnen miles de ciudadanos? Mientras escribo estas líneas, en algún lugar de Bolivia, se produce una entrada folclórica, y paradójicamente, engalanada con pasacalles de una cervecería.
- Artículo 23. Se prohíbe el tránsito peatonal en notorio estado de embriaguez en vía pública en compañía de menores de edad.                                                                                                                                                            
Una idea digna de un legislador trasnochado, que va abiertamente contra uno de los artículos de la CPE, que establece el derecho de libre tránsito por todo el territorio, el cual no dice si en estado de sobriedad, acompañado o embriagado. Además ¿cómo determinar el estado de ebriedad o  según qué parámetros? Y los pobres infelices que fueren pillados en la calle recogiéndose a pie, ¿serán arrestados? Y si un joven de quince años lleva del brazo a su padre beodo, ¿será detenido también?

4 comentarios :

  1. Esta ley es muy graciosa. Durante muchos años he bebido como una esponja y he visto y oído a miles de ciudadanos superarme por leguas en esto de beber y, supuestamente, pasarla bien, pero muy pocos, poquísimos, tal vez uno o dos, si me apuras, se pasaron de la raya en lo que respecta a abuso de mujeres, niños, etc. En lo que se pasaron, claro, es en el respeto a la autoridad. Y de esto se trata, lo que quieren estos funcionarios es quedar bien ante los ingenuos y proteger su propia autoridad. Estos hipócritas nos quieren hacer creer que nos están protegiendo. Es cómico.

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  2. En Colombia, mi estimado José, buena parte de los recursos para educación y salud provienen del impuesto al alcohol y el tabaco. Paradojicamente, se invierten millonarias sumas en campañas publicitarias para prevenir el consumo de los mismos.
    Pero leguleyadas aparte, los humanos hemos bebido y estimulado los sentidos con toda suerte de sustancias desde el comienzo de los tiempos. Es más : siempre me han asombrado las personas capaces de atravesar sobrias este mundo de locos. El cuento es que aquí no se trata de cuidar la salud pública o cosas parecidas : El propósito es vender la idea de que se tiene el control. Así las cosas, nada más fácil que legislar y prohibir. El expresidente colombiano Álvaro Uribe- una especie de híbrido entre seminarista y dictador- llegó al extremo de recomendarles a los jóvenes el momento de la vida en que podían deshacerse de la virginidad. Curiosidades, nada más.

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  3. Has dado en el clavo, querido Lalo, esta ley es hipócrita. Este gobierno quiere dar lecciones de moral y buenas costumbres al resto de la población, cuando es indignante ver de manera frecuente que sus propios funcionarios protagonizan escándalos relacionados con el alcohol: un anterior ministro de Educacion fue despedido por esto (prácticmaente el unico). Al contrario, un senador influyente fue protegido. Recientemente un viceministro de Justicia fue protagonista, se lo destituyó del cargo, pero al poco tiempo retornó en otra función. Eso es lo que hacen para guardar las apariencias, puros enroques.

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  4. Efectivamente, apreciado Gustavo, no estamos cuestionando el consumo del alcohol, como apunta, es tan antiguo como la humanidad misma. Justamente anoche, estuve viendo en la televisión una entrevista a uno de los diputados impulsores de la ley, a quien se le preguntó casi lo mismo que yo resalto en este post. Qúe quiere que le diga, me dio lástima el nivel de preparacion del legislador, a todo momento caía en contradicciones y se salía por la tangente y cuando le preguntaban cómo iban a efectuar el control, él respondió que los municipios se iban a encargar a través de ordenanzas, como si ignorara que las alcaldias tienen mucha experiencia con los operativos pero siempre con resultados negativos. Su alusión al expresidente Uribe y su extraña personalidad, tal como lo pinta, me recuerda a ese dictador que sumió a Paraguay en una epoca de oscurantismo: don Gaspar Rodriguez de Francia. Francamente yo tenía otra idea de Uribe, rondando la discreción y seriedad, nunca la comicidad.

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